La crisis del sistema de justicia en Bolivia

Lo que llaman: “Politización de la Justicia”, en realidad es una especie de
racialización y jerarquización de la justicia. La cual sí resulta efectiva y eficiente cuando se trata de indígenas, campesinos, personas sin formación



La Paz, octubre 2014

¿Racialización de la justicia?:
La crisis del sistema de justicia
en Bolivia
Marvin Molina Casanova
Racialización de la justicia o
justicia racializada, mucho se
puede opinar de nuestra jus-
ticia, probablemente sea “una
lagrima” como señala Álvaro
García
1
, o que se encuentre en
la peor crisis de su historia, que
sus males son prácticamente
cancerígenos; lo cierto es que
nadie en nuestro país, confía
plenamente en la justicia.
¿Es un poder sometido al
poder político?, ¡esto no es
nada nuevo!, la confusión de
administrar justicia y hacer
política; del cual se han hecho
presa gran parte de nuestras
autoridades judiciales, proba-
blemente nos muestra una de
las razones de esta lógica colo-
nial en la que el poder judicial
emerge del poder político. Si
hablamos de una especie de
sometimiento al poder político,
en la actualidad deberíamos
estar con las cárceles repletas,
de opositores, ex gobernantes,
ex autoridades, lo cual no es
evidente. No existe un sólo
opositor preso o con sentencia,
la mayoría de los líderes y diri-
gentes de oposición se encuen-
tran prófugos, fuera del país,
felices gozando de buena salud,
en cargos de alto mando o de
candidatos. Probablemente la
ligereza y limitaciones de los
mandados por Ley a detenerlos
hace que los que más daño le
hicieron a las arcas del Estado
hoy estén realizando su cotidia-
na y rutinante vida política en la
comodidad de Paraguay, Colom-
bia, Brasil, Perú, España y claro
está Estados Unidos; siendo el
dato más irónico que esta famo-
sa “politización de la justicia” ha
servido para victimizar y hacer
héroes políticos a los que se
enriquecieron con los dineros
del pueblo.
Un sistema de justicia que
permite que un Gobernador
transite impunemente con más
de 300.000, bolivianos en efec-
tivo con timos irrisorios de su
procedencia y finalidad, el mismo
sistema de justicia que en
tiempo record, detiene vice-
ministros, que enjuicia y apresa
alcaldes, es un sistema de
justicia totalmente inestable.
Probablemente lo que llaman:
“Politización de la Justicia”, en
realidad es una especie de
racialización y jerarquización de
la justicia. La cual sí resulta
efectiva y eficiente cuando se
trata de indígenas, campesinos,
personas sin formación, izquier-
distas o pobres, en la mayoría
de los casos militantes afines al
gobierno. Una Justicia tan dese-
quilibrada, ineficiente, retardada,
dilatoria e incluso condescen-
diente, frente a un tipo de auto-
ridades y eficiente para otro tipo
de autoridades.
El y la proveniencia de nuestras
autoridades no es la misma que
en la década del 90, donde los
pueblos indígenas originarios,
organizaciones campesinas,
interculturales eran excluidos.
Empero, en la mayoría de los
casos la gestión, ejecutiva y
administrativa de estas autori-
dades está supeditada a la labor
de asesores. La oportunidad de
administrar la cosa pública en-
cuentra a nuestras autoridades
con toda la intención y buena fe
de cumplir sus mandatos, en
medio de un sistema adminis-
trativo, tecnocratizado, burocra-
tizado, meritocrático documen-
tal, liberal, racializado y per-
verso; diseñado, con exclusi-
vidad para el tipo de autoridades
de la década de los 90.
Lo señalado por el Presidente
Evo el 19 de agosto de 2013,
debe llamarnos a la reflexión
cuando dice que: “
Debemos
castigar a los malos alcaldes y
también pregunto compañeras
y compañeros, de los casi 50
por ciento de los alcaldes del
MAS
encarcelados, creo el 50 por
ciento, lamentablemente es por
falta de información y falta de
conocimiento de las normas, ya
no es interés de corrupción,
sino cometieron errores y son
procesados y encarcelados
»
2
.
Es una afirmación monumental
que afirma la percepción de que
las condiciones, de trabajo en
gestión pública no son iguales.
Si existe un espacio de la vida
humana donde las asimetrías de
un Estado neoliberal se mues-
tran; es en el desarrollo de
gestión pública. Sin embargo
queda responder ¿el por qué, la
justicia es tan rápida y efectiva
con estas autoridades?, tal vez
sea porque no debe ser com-
plicado procesar a seres que
carecen de recursos económi-
cos, conocimiento, influencias,
amistades, asesoramiento, a
diferencia de la otra realidad de
los que sí cuentan con todo
aquello. Recordemos el caso del
señor José María Bakovic,
(
QEPD
), quien según datos de
su abogada, gastó un apro-
ximado a Bs. 1.700.000.- (Un
millón setecientos mil bolivianos),
gastados a lo largo de ocho
años
3
, quien fue objeto de victi-
mización y convertido en un
héroe póstumo, realidad que
demuestra que quienes no
cuentan con ese millón, hasta el
día de hoy no pueden encontrar
justicia.
4
La razón estructural de la
justicia racializada, es la valo-
ración subjetiva del origen, el
color de la piel, la economía,
clase social, diversidad sexual y
otras subjetividades de creación
humana, que determinan el
balance de la justicia. Un sistema
de justicia atosigado por seres
coloniales, donde el escep-
ticismo misantrópico histórico
colonial, continua imponiendo y
generando concepciones simbó-
licas en la percepción del juz-
gador y el rol que el sistema
jurídico le va otorgar al indígena
a diferencia del no indígena,
sistema jurídico para el que los
seres humanos estamos jerar-
quizados y clasificados, para
recibir tratos diferenciados tanto
como delincuentes y en tanto
víctimas.
Si a las limitaciones formativas
generadas por el sistema edu-
cativo neo liberal vigente, le
sumamos las características
humanas de formación de nues-
tras autoridades de justicia,
podemos generar un escenario
en el que el enjuiciador y el en-
juiciado están a merced y some-
timiento del “asesor” o “asisten-
te”. Qué como decía Foucault,
“El miedo, incapacidad de los
guardianes no mantiene seguri-
dad sino cuentan con la delación,
es decir que la corrupción que
cuidan es la que siembran ellos
mismos, pero quienes son estos
guardianes, hombres liberados
sin instrucción de función, explo-
tación del trabajo penal para lo
cual no fueron formados”.
5
El sistema judicial heredado y
el que lastimosamente se está
reestructurando es un sistema
creado para guardar las segu-
ridades del capitalismo y por
ende de sus benefactores y
adeptos, fue creado para que los
que vayan a administrar ese
poder, cumplan a cabalidad el
mandato del poder capital que
es eternizarlo y sub-alternizar a
las mayorías populares. Este
privilegio que infiere la admi-
nistración y control de la justicia,
es ajeno a los pueblos indígenas
aun en condición de autoridades.
La negación de oportunidades
del Estado colonial y la jerar-
quización de seres humanos,
privilegia al conocedor y des-
califica al ignorante, al que no
conoce y se convierte en un
instrumento privilegiado de la
negación y por ende objeto
sobre el cual el poder punible del
Estado Colonial es infalible e
insensible.
En este escenario de justicia
colonial, el ser humano está
racializado, convirtiendo a los
indígenas, originarios, campe-
sinos, afro desendientes, mu-
jeres en estado de prostitución,
pobres, enfermos crónicos, dis-
capacitados, homosexuales,
lesbianas y otros, en seres infe-
riores de fácil condena, social,
mediática y penal. Para los seres
coloniales que administran el
poder de la justicia, la vulne-
ración del cuerpo, la libertad, la
dignidad y la vida, de los seres
inferiorizados, son parte del
cotidiano vivir. El pensamiento
colonial de la justicia, justifica
que la celda, la cárcel, la deten-
ción, la condena, la descali-
ficación, la violación e incluso la
muerte de los seres infe-
riorizados ocurren como reali-
dades diarias.
Analicemos la forma de trato
mediático y judicial que se
otorga a autoridades indígenas
o campesinas en condición de
imputados a diferencia de auto-
ridades de clase alta, o el trato
mediático y judicial que se da a
víctimas indígenas. Probable-
mente el simbólico de lo indígena
en el sistema de justicia colonial,
racializado, es parte de un con-
texto, en el cual la descalifi-
cación, desprecio, agresión, se
tiene presente como un supues-
to de normalidad. Este tipo de
actitud racial en la administración
de justicia es legitimada y justi-
ficada también por la formación
académica, por ello resulta tan
sencillo, descalificar y denostar
la gestión de autoridades indíge-
nas originarias. Analicemos tres
gestiones exitosas de compa-
ñeras de pollera como Ministras
de Justicia, provenientes de
realidades normales, donde el
valor justicia es analizado y
superado todos los días, quienes
cambiaron en Bolivia para siem-
pre la lógica perversa de que la
justicia es atributo de abogados
y que por primera vez en la
historia tres mujeres de pollera
fueron las que humilde y exito-
samente condujeron la justicia,
rompiendo el símbolo de propie-
dad de la justicia en la corbata,
símbolo de poder y de moder-
nidad, en su tránsito a la pollera.
Si hay algo que criticar al
sistema de justicia imperante en
nuestro Estado, es su colonia-
lidad. La cual tiene su fuente
primaria en la vigencia y estruc-
turación de las leyes, que son el
lenguaje con el que el Estado
se manifiesta a sus habitantes,
pero éste es la materialización
del conocimiento, sabiduría,
contenida en la intelectualidad de
sus promotores. En nuestro
caso este conocimiento es forá-
neo y es un saber jerarquizado
y jerarquizante, es imposible
siquiera pensar en descolo-
nizarnos, haciendo uso del cono-
cimiento con el cual fuimos colo-
nizados y sometidos
6
. Lo pri-
mero que debemos cambiar son
las fuentes y contenidos de
nuestras leyes, hacer que el
Estado se comunique con el
pueblo en el lenguaje que el
pueblo maneja.
La racialización o clasificación
social, de los seres humanos
tiene sus peores, impactos en
la justicia, seguros estamos que
hoy en día no se discute sobre
si los indios tienen alma o no,
pero el imaginario de jerarqui-
zación y por ende el complejo
de superioridad en los admi-
nistradores de justicia, genera
convicciones subjetivas, en las
que se valora lo blanco, indio,
negro, mestizo, criollo, diversi-
dades sexuales, culturales y
económicas, que a la hora de
operar y administrar justicia las-
timosamente se hacen eviden-
tes. Esta jerarquización en la
organización administrativa y
judicial propia de la colonia y
continuada en la llamada repú-
blica, lastimosamente pervive en
la actualidad.
La búsqueda del Estado Plu-
rinacional proyectada desde la
Asamblea Constituyente bus-
caba la creación de un nuevo
Estado, basado en normas ci-
mentadas en la descolonización,
la visión de la Asamblea Cons-
tituyente, consistía en deses-
tructurar y desmontar el
Estado
Colonial
, no buscaba fortale-
cerlo. Patrones como el buro-
cratismo, señorialismo, discrimi-
nación, sometimiento, exclu-
sión, intimidación, que fueron la
razón de fundamentar el plura-
lismo jurídico como receta para
la descolonización de la justicia.
La razón para esta recolo-
nización del Estado mediante
sus leyes es simple: La Cons-
titución Política del Estado fue
elaborada, con una mirada plu-
rinacional, por asambleístas indí-
genas originarios, campesinos y
urbanos. Visión país consistente
en deshacer ese Estado de
pocos de difícil acceso y mucho
más difícil comprensión, por un
Estado fuerte pero simple, com-
prensible para todos, en el que
las leyes se caractericen por su
popularidad, sencillez pero efica-
cia, empero ahora tenemos la
proyección de normas por aje-
nos a la función legislativa, con
mirada occidental, en un sistema
plagado de colonialidad conti-
nuamos enfermos de consulto-
ritis, complejo de superioridad,
señorialismo, burocratismo,
prorroguismo, compadrerío, so-
metimiento y por ende colonia-
lidad.
Nuestra Justicia elegida por
primera vez por voto universal,
ha sido cooptada, instrumenta-
lizada, criollizada, empero no a
favor del gobierno menos aun
del pueblo, es a favor del sistema
capitalista. A la actual justicia no
le importa los ideales sociales.
Es más, muchos ni entienden lo
que significa ser de izquierda o
de derecha. Se ha mitificado al
sujeto indígena en la justicia, de
forma romántica, como el uto-
pos, donde al igual que una bue-
na llajwa, se mezcla todo o bajo
la visión folklorizante del ser, que
al igual que en el pasado se creía
que la corbata y el terno pueden
ser sustitutos de la preparación
y formación hoy se asimila eso
a la pollera y al poncho. Se habla
mucho de la identidad cultural
en desmedro de la inclusión so-
cial, y es evidente la incongruen-
cia del discurso inclusivo con la
realidad funcionaria, magistra-
dos de poncho o pollera, que
no reflejan esa inclusión en sus
equipos de trabajo, discursos de
equidad de género y despatriar-
calización frente a una estruc-
tura funcionarial andro centrista,
ausencia total de polleras y pon-
chos en niveles medios y técni-
cos, inexistencia de idiomas
nativos, es la tristemente célebre
realidad.
En lugar de ello convivimos
limitaciones técnicas evidentes,
amenazas de movilizaciones so-
ciales,
peguismo
, compadrerío,
agresiones, interpelaciones
vergonzosas, politiquería, cam-
bio de personal a diario. Esta
forma pseudo-identitaria de
mostrarse como autoridades re-
volucionarias la cual desaparece
a la hora de administrar justicia,
donde todos se convierten en
los clásicos ministros de la Corte
Suprema de Justicia, cuya legiti-
midad invocada no es más que
una imaginaria e ilusa estrategia
discursiva fundamentada en la:
“defensa del voto del pueblo”, a
sabiendas que lo cierto en reali-
dad de la justicia no deviene de
la voluntad popular. Analicemos
que en las elecciones del mes
de octubre de 2011, sólo 4 de
cada 10 bolivianos votamos, o
sea que el discurso de “elegidos
por el pueblo”, es producto del
ego propio de nuestras auto-
ridades judiciales. El mecanismo
de elección revolucionario no
está en cuestionamiento, ni las
autoridades; lo que está en
cuestionamiento es la actitud
judicial. El resultado de las elec-
ciones judiciales son el resultado
de una descalificación y guerra
frontal a la elección por parte de
políticos opositores que el único
fin que perseguían era mantener
la justica tal como estaba, hoy
en día este es el resultado de
las intensas campañas por el no,
voto nulo y otras formas de
apañar una elección que logró
autoridades legalmente elegidas,
pero con un alto cuestionamien-
to de legitimidad.
La capacitación y formación
judicial, es sencillamente
“mediocre”, simple y llanamente
continuidad de lo que se hacía
antes, por el mismo personal
cuestionado del IJB como en
contenidos clasistas, raciales,
coloniales. Por lo menos el IJB
era un referente de capacitación
y formación judicial, ahora no
existe actitud académica espe-
cializada, tanto es así que a la
entidad académica judicial, se ha
dedicado a capacitar autoridades
municipales y hasta juntas de
vecinos, en contra del espíritu
académico señalado en el Artí-
culo 220 de la Ley Nº 025. El
diseño curricular para la forma-
ción de los jueces, es colonial,
basada en capacidad por com-
petencias, resultados, manejo
de juzgado (oficinista), género
en el desarrollo, formación tron-
cal civil, familiar y penal, al igual
que el IJB se trata de volver a
enseñar lo que se aprende en la
universidad. Los paradigmas
descolonización, madre tierra,
vivir bien, dignidad del ser hu-
mano, humanismo, plurinacio-
nalidad, intra e interculturalidad,
capacidades diferentes, diversi-
dades sexuales, lucha contra la
corrupción, ética, racismo y dis-
criminación, están prácticamente
extintos, la neo-colonial forma-
ción judicial en construcción es
el arma que le está dando
muerte a cualquier intento de
revolución de la justicia.
La mayor muestra de que la
justicia está igual que antes, no
radica en los magistrados, radica
en las personas inmediatas a la
población, en los jueces y sobre
todo en los vocales, que están
asumiendo actitud política de
boicot contra los magistrados y
de llunkerio, por conservar sus
pegas. La Descolonización de la
Justicia, es un tema alejado del
conocimiento y sobre todo de
la intención de los administra-
dores de justicia, existe resis-
tencia y negación al cambio de
estructuras funcionariales y
conductuales.
1
ATB noticias, edición de fecha 12
de marzo de 2014.
2
Diario
El Deber
, edición del 18 de
agosto de 2013.
3
Los Tiempos
edición del 4 de abril
de 2014.
4
Como señala Elizabeth Peredo
“Cuan arcaica la acción de quienes
cultivan en sus espíritus el senti-
miento o el fantasma de la supe-
rioridad racial y cultural para tra-
ducirla en actos cobardes, escon-
didos en la masa para luego volver
a seguir con sus vidas y… nueva-
mente sentirse «humanos». Em-
pero estos actos de barbaríe no
son sujetos de esclarecimiento y
menos aún de sanción, pero ¿por
que, el Estado a través del Minis-
terio de Justicia suele ser tan fle-
xible a la hora de defender, los
derechos del pueblo y tan firme
eficaz para procesar los errores
de los indígenas”?
5
Foucault Michel,
Vigilar y Castigar
,
siglo XXI edit, pag. 271, 2002.
6
Bautista Segales Rafael,
Des-
colonización
“Curso Descoloni-
zando el Estado desde el Estado”
Sucre, 14 de mayo de 2014