La revolución silenciosa o la revolución silenciada
Posted by: otrapolítica Posted date: octubre 18, 2014
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Noticias de Kurdistan.
Asimiladas sus tierras y sus gentes, su historia y su cultura a cuatro Estados, Turquía, Siria, Irak e Irán, a pesar de enfrentarse a diferentes coyunturas regionales y exponerse a distintos panoramas en lo cotidiano, la resistencia kurda se planta como una lucha anti sistémica ante la crisis del modelo nacionalista patriarcal para los pueblos de Oriente Medio.
La resistencia kurda es la de un pueblo originario de Oriente Medio que lucha por la autoreivindicacion, por la defensa de un modelo al que llaman Confederalismo Democrático cuyos pilares son la autonomía, la democracia, la ecología y la lucha contra el patriarcado y por la liberación de las mujeres, y el socialismo. Se trata de una insurgencia que se ha alzado en armas en respuesta a las masacres, exilios forzados, políticas de negación absoluta del derecho a la cultura, al ejercicio de la política y por la libertad de su pueblo y los pueblos de la región, con libertades y derechos individuales y colectivos. Se trata de hombres y mujeres que deciden enseñar su lengua materna a sus hijos a pesar de estar esto prohibido, de millones de personas que celebran la fiesta que recuerda la liberación de los pueblos de la Mesopotamia (el Newroz, 21 de marzo) a pesar de la fuerte represalia que esto conlleva. Un pueblo kurdo que resiste para existir, resiste luchando endógenamente contra una cultura patriarcal y colonizada imperio tras imperio, y que resiste proponiendo la construcción de estructuras autónomas y democráticas para la convivencia de todos los pueblos en Oriente Medio, enfrentando las fracturas que les provocaran las reivindicaciones nacionalistas. La resistencia kurda revela al mundo otra forma de vida y entendimiento posible, relaciones sociales donde la convivencia plurinacional y un paradigma nuevo y liberador para la mujer forman parte de las bases fundamentales de la construcción de esta sociedad.
A partir de los procesos conocidos como “primavera árabe”, la injerencia de las potencias occidentales mediante el apoyo militar, económico y político a grupos de las más variadas identidades políticas, pero que en general hacían guerras fratricidas, de división de los pueblos y generalización del caos, creció enormemente. Libia se sumergió en una guerra civil, donde derrocaron a Gadaffi y aun continúan los enfrentamientos y la atomización política de todo el territorio.
Durante este tiempo Turquía continuó con su política de genocidio al pueblo kurdo. A la vez que la presencia de un proto-estado kurdo al norte de Iraq fue algo fomentado por el imperialismo desde la Guerra del Golfo, cuestión que termina por consolidarse tras la ocupación norteamericana en 2003, con todo el apoyo de los EEUU, convirtiendo al Kurdistán Iraquí en una válvula para descomprimir la lucha revolucionaria de los kurdos.
En Siria muchas potencias occidentales comenzaron a brindar masivo apoyo logístico y militar a grupos opositores al gobierno de Bashar al Assad, y también allí se generalizó una guerra que hoy continúa y que se ha cobrado más de 200.000 vidas y millones de desplazados.
En toda esta coyuntura algo sucedía en el Kurdistán Occidental, al norte de Siria, región que los kurdos llaman Rojavá.
El 19 de Julio de 2012, tras décadas de vivir como indocumentados, sin los derechos básicos, sin derecho a su lengua materna, a practicar su cultura y al desarrollo de sus organizaciones sociales y políticas, los kurdos de Siria se levantaron declarando su autonomía, presionando al gobierno y al Ejército de Siria a salir de sus territorios y asumiéndose como una tercera salida, una tercera alternativa: ni con la oposición, ni con el gobierno.
Es aquí donde comienza una nueva vida para la resistencia kurda. Comienza una transformación profunda desde las bases que sostenían una sociedad en constante asimilación cultural y política. Comienza el reconocimiento del profundo significado del auto-gobierno, de la autonomía y de la creación de células comunitarias que puedan responder a las nuevas aspiraciones y necesidades de los pueblos en el norte de Siria.
En 2013 se conforman tres cantones para toda esta región, de occidente a oriente: Afrîn, Kobanê y Cezîre, separados unos de otros desde mucho tiempo atrás, por las políticas de expulsar a los kurdos y ‘sembrar’ población árabe en regiones de frontera, política que se conoció con el nombre de ‘Cinturón Árabe’.
El alzamiento y estallido de la Revolución de Rojavá, no puede entenderse como una victoria y mucho menos como una lucha surgida de manera aislada. Es parte y resultado de una larga lucha sostenida en cada una de las cuatro partes de Kurdistán, apoyada por la diáspora kurda en Europa (5 millones de kurdos residen en ese continente), a través de una lucha política y militar.
Conociendo muy bien el terreno, Turquía es quien primero reacciona ante el triunfo de la revolución silenciosa (o silenciada), la Revolución de Rojava; y propone al pro-norteamericano y colaboracionista gobierno kurdo del norte de Irak, adosar Rojava a su territorio, ofreciendo a los kurdos separarse de Siria, en una política de fragmentación y atomización de los pueblos. Esta política fue rotundamente rechazada por la Revolución de Rojava; por lo cual comienza un bloqueo desde todas sus fronteras para impedir que lleguen alimentos, medicamentos, energía, agua en conjunto con provocaciones militares desarrolladas por Turquía y apoyadas por las grandes potencias mundiales.
A pesar de estas graves afrentas, la revolución siguió desarrollándose, y repercutiendo fuertemente en las otras partes de Kurdistán que elevaban la lucha inspirados en el ejemplo de Rojava. Pero no solo en ellos, sino que gran cantidad de población y familias árabes, armenias, turcomanas, asirias, hallaron en la Revolución de Rojava una nueva forma de vivir, un lugar donde todos podían participar y donde se les daba lugar a sus expresiones religiosas, étnicas y culturales, para vivir en comunidad y pacíficamente. Estos pueblos también comenzaron rápidamente a formar parte de la Revolución y a construir el Confederalismo Democrático, por primera vez no se les imponía asimilarse al más fuerte, sino que se les incentivaba a ser libres.
Esto puso de manifiesto la necesidad de cambios institucionales profundos donde pudieran concretarse las perspectivas de plurinacionalidad y unidad en la diversidad. Fue así que además del ya establecido sistema de co-presidencia (mujer y hombre), se decidió que cada alcaldía debía tener el mismo número de representantes por etnia que habitara dicha localidad, sin recurrir a un sistema porcentual que llevara nuevamente a la falta de representación de los sectores minoritarios. Rojava hoy día, entre kurdos, árabes, armenios, turcomanos, caldeos y múltiples creencias y religiones, lleva a la práctica su modelo de Confederaciones autónomas, un modelo de convivencia para los pueblos que demuestra –cada vez más- ser la única solución a la crisis del modelo hegemónico en la región, basado en nacionalismos, regímenes autoritarios y negación de los pueblos.
Puede llamarnos la atención, y es así, porque todo esto permanece desconocido, y cada uno de los eslabones históricos permanece oculto. Hasta un momento. Hasta el aparente momento de su desaparición: hoy. Pero aun no sabemos, cuál es esta revolución, sólo sabemos que algo desaparece, cuantitativamente procesamos pérdidas humanas sin saber con claridad que es lo que se está poniendo en juego.
Desde el 15 de septiembre, el llamado Estado Islámico (ISIS) intenta por tercera vez en el año, luego de recibir grandes derrotas a manos de las YPG e YPJ, sitiar, cercar y aniquilar al Cantón de Kobanê, ciudad donde comenzó la Revolución de Rojavá. El sitio se desarrollo desde el Este, Sur y Oeste hacia la frontera Norte con Turquía, para tratar de ahogar en sangre a la resistencia kurda.
Mas de 200.000 kurdos se vieron obligados a huir hacia Turquía, pasando la frontera por la que Turquía permite que los mercenarios que venden mujeres y decapitan hombres pasen libremente a masacrar a los pueblos. La misma frontera desde la que el pueblo kurdo ha visto al Estado Turco entregar Tanques de guerra e incluso trenes completos de armamento y municiones al Estado Islámico.
Es pública, y ha quedado desnuda a la vista de todo el mundo la relación estrecha que existe entre el gobierno y Estado de Turquía con los mercenarios del ISIS. El Estado de Turquía, de hecho ha sido el enemigo histórico de los kurdos y toda su política hoy día gira en tratar de hacer caer la Revolución de Rojava y con ella, la resistencia kurda en su conjunto.
Ya durante 31 días las fuerzas revolucionarias de Rojava han logrado resistir a los ataques del Estado Islámico, sin ningún apoyo externo, que no sean algunos impactos certeros de los bombarderos de la llamada Coalición Anti ISIS, que ha bombardeado más para las cámaras de televisión que para provocar daños al Estado Islámico. Sólo la llegada de miles de kurdos desde Turquía, simpatizantes del PKK (Partido de los Trabajadores de Kurdistán) permitió robustecer la resistencia impidiendo el avance del los mercenarios, que con artillería pesada, tanques y cohetes se decidían a exterminar a toda la población de Kobane.
En la defensa de la ciudad estaba prevista la lucha urbana guerrillera, y finalmente el Estado Islámico, logró entrar a Kobanê, donde los kurdos habían prometido que los esperarían con toda la ciudad preparada para hacerles frente. Miles de mujeres y hombres con armas ligeras permanecen decididos a defender su tierra y la Revolución que ella ha visto emerger, dispuestos a inmolarse en esa heroica defensa, como lo demostró la mártir Arîn Mîrkan.
Nos lo han dicho de muchas maneras y lo han demostrado: nunca dejarán caer Kobanê. Turquía, EE.UU. y los enemigos de los pueblos lo saben, para destruir la resistencia de este pueblo, son necesarias masacres y genocidios.
La base popular que respalda Rojava es inmensa: es Rojava completa. Madres e hijos se han alzado en armas para defenderla hasta las últimas consecuencias. El sonido de sus armas intenta también despertar los oídos del mundo, de los otros pueblos, de los otros defensores de los pueblos. Pero parece que no ha sido suficiente. Es quizá el color rojo de la sangre, de la sangre mártir de Rojavá el que por fin logre alertarnos.
Somos quienes hemos y estamos cuestionando este orden mundial inhumano y destructor, quienes enfrentamos la opresión, el silenciamiento, el asedio, la persecución política, quienes nos oponemos al fascismo en cualquiera de sus expresiones, quienes nos oponemos a las asimilaciones culturales y genocidios, quienes debemos apoyar resueltamente a quienes buscan la paz, a quienes luchan por la paz.
Apoyamos a los pueblos reinventándose, los que están pariendo ellos mismos una renovada cultura comunitaria. Afirmamos esto. Y por eso es ahora entonces que si realmente esto somos, debemos demostrar nuestro apoyo a este pueblo. Debemos defender esta propuesta de emancipación, y a este pueblo que está siendo víctima de un genocidio.
Debemos hacer desde nuestra militancia, nuestros lugares de estudio, de trabajo, de vida, desde las calles y ciudades donde vivimos que la voz de quienes llevan meses resistiendo heroicamente sea pronunciada y escuchada; que la sangre de los mártires encuentre eco en nuestras luchas y nos movilicemos para frenar el genocidio en ciernes.
Porque todos estamos vinculados con Rojava, y todos tenemos que ver con Rojava. Desde el silencio o desde la denuncia, desde el apoyo o desde el consentimiento, desde la solidaridad o el individualismo. Nos vamos posicionando políticamente de un lado u otro, no existen neutralidades.
Este pueblo ha llamado a todos quienes defienden la paz, ha abierto sus puertas para que se haga escuchar su voz. La mujeres han demostrado que otras femeneidades muy diferentes a las impuestas por el modelo occidental son posibles, y estan cuestionado y derrocando estructuras feudales y patriarcales de miles de años. Su autonomía esta desmontando un aparato ideológico de dominación del que todos los pueblos y personas de este planeta somos víctimas y parte.