Candidaturas municipalistas y alternativas
“Comer sapos, eso es la política”
Un repaso a la experiencia de candidaturas municipalistas y alternativas en ayuntamientos de Catalunya y el País Vasco. ¿Qué se puede cambiar desde lo local?
Martín Cúneo
11/11/14
Diagonal
Aunque existen candidaturas alternativas y populares en Catalunya desde las elecciones municipales de 1979, no es hasta las elecciones de 2007 y 2011 cuando se multiplica la presencia en el territorio catalán de las Candidatures Alternatives del Vallès (CAV), Candidatures d’Unitat Popular (CUP) y proyectos similares, cuenta a Diagonal la profesora y activista Gemma Ubasart. “Estas iniciativas, presentes en más de medio centenar de consistorios, identifican como relevante la idea de profundización democrática: politizar las arenas locales, poner en valor la transparencia y la participación. Se trata de una anticipación al propio 15M: es necesaria más política, pero otra forma de hacer política”, dice.
La activista de Guanyem Gala Pin identifica los principales límites de estas candidaturas en las leyes que dependen del Gobierno central. Ocurre con el precio de los alquileres, con la obligatoria aplicación de la reforma laboral o con la ley de contratación pública, que impide sustituir al personal que se jubila.
“Todo esto no se puede, pero ahí precisamente el reto es ver de qué manera utilizas esas grietas, aquellos espacios que las leyes permiten, para beneficiar a la gente y hacer política de una manera más democrática”. Para lograr esto, insiste Gala Pin, hace falta una ciudadanía movilizada constantemente para poder obligar a cambiar estos mecanismos que impiden hacer cosas que son demandas sociales”. En Arenys de Munt, las CUP consiguieron remunicipalizar en 2011 el agua, en manos de una filial de la multinacional Suez. Un año después reformaron el recibo del agua para que se adaptara a los recursos de las personas con menos renta. “De alguna manera nos muestran experiencias concretas de que sí se puede garantizar unos servicios básicos mínimos, y que no tienen por qué estar supeditados a los beneficios de las grandes empresas”, dice Gala Pin.
”Todo esto no se puede, pero ahí precisamente el reto es ver de qué manera utilizas esas grietas para beneficiar a la gente”, dice Gala Pin
De la okupa a la Alcaldía
En el caso del País Vasco, ante la creación de listas negras que afectaban a miles y miles de activistas y excandidatos de la izquierda abertzale, cientos de personas procedentes de los movimientos sociales, o simplemente vecinos “no contaminados”, pasaron a ocupar cargos de alcaldes y concejales en las elecciones municipales de 2011, unos comicios donde Bildu ganó la alcaldía de San Sebastián, la diputación de Gipuzkoa y prácticamente todos los municipios de esta provincia.
“Gente de 20, 21 o 23 años pasó de ser integrante de la asamblea de la okupa a la primera plana de la política de su pueblo, con todo lo que ello conlleva. Por un lado, trajo algo de frescura, gente que no está contaminada con la parte mala que tiene la política institucional; pero, por otro lado, te encuentras con los tiburones de la vieja política que llevan 20 años en lo mismo y se las saben todas”, cuenta a Diagonal el periodista Asier López, de la revista Argia. Todo eso unido a la complejidad de una coalición que engloba entre otros a la izquierda abertzale, Eusko Alkartasuna, Alternatiba y, desde 2012, a Aralar. Un Gobierno en minoría, añade, en el que “el PP y el PSOE van de la mano en temas sociales y el PNV no deja de ser de derechas”.
En las elecciones municipales de 2011, cientos de activistas y vecinos “no contaminados” ocuparon puestos de concejales y alcaldes en Gipuzkoa
Jokin Azpiazu fue portavoz de la Fundación Joxemi Zumalabe. Habla de lo que supone el día a día de la gestión municipal desde el punto de vista de los movimientos: “Para empezar, los cambios de legislatura son muy visibles desde fuera, pero no tan claros desde dentro. No se ganan las elecciones y se tiene acceso a todo desde el primer día. En mi pueblo, por ejemplo, gran parte de la legislatura ha estado dirigida por Bildu a intentar desmontar algunas cuestiones que a nivel urbanístico estaban atadas, y algunas de ellas no se podían desatar tan fácil”. Para este sociólogo y activista, de lo que se trata es del desplazamiento de la soberanía. “Si es que existe tal cosa como la soberanía, desde luego no está donde creíamos que estaba, y al acceder a ayuntamientos se evidencian las dificultades para poner freno a decisiones que están en otros lugares”, explica a Diagonal.
Asier López no duda al afirmar que el principal aspecto positivo de la llegada de Bildu a las instituciones de Gipuzkoa es no tener al Gobierno como enemigo. “Sólo el hecho de que las instituciones no te pongan trabas permite tomar aire y que me pueda dedicar directamente a hacer lo que quiera”. Además, reconoce López, “cuando se recogen demandas sociales se les ha dado una velocidad que tal vez no habrían podido tener de otra forma, como ha ocurrido con el euskera o las ayudas sociales”, dice.
¿Que si se puede extraer alguna enseñanza de lo ocurrido en Gipuzkoa para el resto del Estado? Este periodista vasco se muestra tajante: “La práctica nos dice que si no tienes un movimiento popular que empuje para llevar adelante esos cambios y haga mover las instituciones, por mucha mayoría que tengas en el ayuntamiento, por mucha afinidad ideológica, es muy difícil que se produzcan cambios porque tienes toda la maquinaria en contra”.
“En el momento en que ese cordón umbilical se debilite, a nivel institucional los cambios se moderan o desaparecen”
López profundiza en la lógica de los partidos y de las instituciones: “Después de treinta y pico años de este régimen, ya sea izquierda, derecha, más arriba o más abajo, las dinámicas te llevan a hacer cosas impensables. Si pierdes la referencia de los que realmente están todo el día en la calle, haciendo frente a los problemas y dándole soluciones, si pierdes ese cordón umbilical, es igual que tengas mayoría, tienes que tener atrás una masa crítica para que te haga moverte, que no te haga entrar en esa lógica que tiene el poder institucional. En el momento en que ese cordón umbilical desaparezca o se debilite es automático que a nivel institucional los cambios se moderen o desaparezcan”.
“Una cosa es lo que quieras hacer y después sopesar lo que la ley te permite”, dice este periodista sobre la polémica de las banderas españolas en los pueblos de Bildu. “En última instancia siempre va a llegar un momento en que la desobediencia se va a tener que plantear. Aunque sea una tontería poner un trapo colgado, no deja de ser algo simbólico e identitario. Pero claro, al final terminas sopesando: ¿me merece la pena comerme este sapo y que no me inhabiliten y dedicarme a hacer otras cosas más importantes? Bueno. Eso es la política”.
¿Se ha creado frustración?
“La macropolítica también influye a la hora de tomar decisiones cada vez más completas, porque, por ejemplo, se está intentando desde la izquierda abertzale tender las manos hacia el PNV y eso lleva también a no tensionar en otros temas, como en el tema de la privatización de las cajas”, dice el periodista Asier López a Diagonal. “Vista la cantidad de fuerza institucional que se acumulado en Gipuzkoa, desde los movimientos populares se siente que se podría haber creado más alternativas, más allá de las instituciones, en el tema de la vivienda, en el tema de los bancos, alternativas concretas”, concluye.