El 50% de la ciudad está en manos de los salafistas
Solidaridad en Kobane
Combatientes kurdos de Siria, Iraq y Turquía y “brigadistas internacionales” ayudan a la resistencia de la ciudad kurda del norte sirio, que lleva 50 días resistiendo frente al Estado Islámico.
Fermín Grodira
, Uruç (Turquía)
10/11/14 ·
“Kobane está a punto de caer”, dijo Recep Tayyip Erdogan, presidente de Turquía, el 7 de octubre. La profecía (o deseo, según sus críticos) no se ha cumplido. El 4 de noviembre se cumplieron 50 días de resistencia en la ciudad siria de Kobane, asediada por un Estado Islámico (EI), que supera a los rebeldes kurdos en número y armamento, y que recibe constantes refuerzos. Rodeados por tres puntos cardinales y con sólo el 50% del pueblo en manos kurdas, da la impresión de que Kobane está sola. La realidad es bien distinta. Pero ¿qué hace a Kobane tan especial y su enconada defensa esencial? “Kobane fue la primera zona del Kurdistán occidental (Rojava o Kurdistán sirio) que fue liberada del control del régimen”, afirma un comunicado de la administración del cantón de Kobane. “Prácticamente, fue el primer paso para establecer un sistema democrático en Rojava. Kobane se ha convertido en un objetivo de los enemigos de la democracia, libertad y los valores de la humanidad”.
Para los activistas kurdos, Kobane es la cuna de su autonomía democrática y luchan con todas sus fuerzas para evitar que sea su tumba. “Defendiendo Kobane, los milicianos están defendiendo los valores humanos que nos unen a todos”, sentencia la administración de Kobane. Estratégicamente, el cantón de Kobane se sitúa entre los otros dos cantones que forman el experimento democrático de Rojava. Su caída debilitaría y pondría en peligro a los otros dos cantones y acabaría con el sueño de una Rojava unida. El Estado turco se ha negado hasta el momento a permitir entrar a los kurdos turcos a ayudar a sus compañeros e incluso ha obligado a aquellos que huían de Kobane a coger el camino de vuelta o ser detenidos al considerar que ya no hay civiles en la ciudad, sino sólo militares, algo negado por la propia ONU y los periodistas que permanecen en la ciudad.
Brigadistas internacionales
Pese al tibio apoyo de la comunidad internacional y la complicidad turca, los kurdos no están solos. Tras los bombardeos de Estados Unidos y después de recibir toneladas de armas, munición y provisiones médicas enviadas por el Gobierno del Kurdistán iraquí, unos 150 miembros de la peshmerga (combatientes kurdos procedentes de Iraq) y otros 50 combatientes del FSA (Ejército Libre Sirio, por sus siglas en inglés) entraron en Kobane a finales de octubre. Pero la solidaridad con Kobane, que algunos comparan con la España revolucionaria del 36 en lucha contra el fascismo, llega mucho más lejos. El “brigadista internacional” más conocido es el marine veterano estadounidense de 28 años Jordan Matson. No está solo en esta lucha, a la que dijo que muchos otros veteranos estaban dispuestos a alistarse. El Estado turco se ha negado a permitir entrar a los kurdos turcos a ayudar a sus compañeros
En total, unos diez ciudadanos estadounidenses se han unido a las YPG (Unidades de Protección Popular, por sus siglas en kurdo) para derrotar al Estado Islámico, junto a cientos de voluntarios no kurdos. Uno de ellos es el griego Kristopher Nicholaidis, quien se unió a las YPG en Siria hace cinco meses, según declaró al medio Your Middle East. ¿Sus motivaciones? “Luchar contra el fascismo global en defensa de la democracia y la paz en Rojava”. Decenas de turcos también se han unido a la lucha de los kurdos. Uno de ellos es Arsalan Celik, estudiante de ciencias políticas de 26 años. Se unió a las YPG en abril. “Vine aquí porque los yihadistas del EI vienen de todo el mundo a instigar una guerra contra la humanidad y mi gobierno les ayuda”. Añade Celik que luchan para “defender los valores democráticos de esta revolución liderada por los kurdos porque sólo los kurdos son capaces ahora mismo de traer la paz al Kurdistán, Siria y Turquía”.
El capitán de las YPG en Jaz’a, Azad Hussein, dice que dan la bienvenida a los compañeros internacionales, pero no a cualquiera, sino a aquellos “combatientes cualificados y que entienden nuestra causa también. Rechazamos aquellos que se unen sólo porque están desilusionados con sus vidas y buscan aventuras. Los descartamos y ya lo hemos hecho muchas veces en nuestras bases fronterizas”. Como anécdota, miembros de bandas de motoristas tanto de Alemania como de Países Bajos se han unido a la lucha en el bando kurdo. No obstante, fuentes de la inteligencia de Estados Unidos afirman que más de mil extranjeros llegan cada mes para luchar con el Estado Islámico. En total, 16.000 yihadistas han llegado a Siria, un “nivel sin precedentes” según las Naciones Unidas. Y 300 procederían de España.
Ayuda humanitaria
No todos los extranjeros que se han desplazado a la zona han optado por la vía armada. En la fronteriza ciudad turca de Suruç, un ciudadano británico y otra finlandesa trabajan diariamente en un almacén con la ayuda humanitaria enviada para los más de 160.000 refugiados huidos ante el avance del Estado Islámico. La gran mayoría de estos refugiados son acogidos en viviendas de familiares que viven al otro lado de la frontera, por la municipalidad kurda o partidos prokurdos como BDP y HDP, siendo los campamentos administrados por el Gobierno turco o Naciones Unidas minoritarios. La solidaridad internacional es fuerte y mantiene con vida la llama revolucionaria en Rojava.