Radicalismos anticoloniales y marxismos

Con el tiempo se convirtió el marxismo en una iglesia más en el contexto de las disputas por la verdad. Una nueva corriente metafísica.



Radicalismos anticoloniales y marxismos

Raúl Prada Alcoreza

Cedric J. Robinson en Black Marxism[1] analiza las relaciones entre el radicalismo afro y el marxismo. Se trata de relaciones tanto de empatía como también conflictivas. El marxismo no ha dejado de ser eurocéntrico, no puede desentenderse de la herencia centrada en la experiencia europea; a pesar del aprendizaje dramático de los comunistas orientales, que se desplazan a las tesis orientales del desarrollo desigual y combinado, del imperialismo como la última fase del capitalismo, de la revolución ininterrumpida o permanente, de la guerra prolongada, de que la revolución mundial estalla en la cadena más débil de la dominación imperial. Los marxistas no han podido salir de figuras ancladas como las del proletariado europeo, tan distinto a los millones de trabajadores esclavos, que constituyeron el sistema-mundo capitalista con el sacrificio de sus cuerpos, tan distintos a los trabajadores indígenas, obligados a prestar servicios como pago de conquista y de colonización. Los marxistas, incluso los críticos, han seguido planteando que el proletariado, y tenían en su cabeza a la figura del obrero, es la vanguardia de la revolución y la consciencia histórica. Estos apegos a tesis convertidas en verdades universales, han terminado limitando la visión y la lucidez de la crítica a la economía política. Con el tiempo se convirtió el marxismo en una iglesia más en el contexto de las disputas por la verdad. Una nueva corriente metafísica.

Son los radicalismos de los y las colonizadas, sus resistencias y rebeliones, lo que abrió nuevos horizontes de visibilidad y decibilidad, nuevos horizontes epistemológicos. Aunque no siempre hayan derivado en teorías, salvo excepciones ejemplares, el saber anticapitalista efectivo se encontraba en estas subversiones anticoloniales. El problema se planteó en las relaciones complicadas entre marxismo y los radicalismo anticoloniales; los partidos marxistas, poseedores de las tablas de los mandamientos revolucionarios, terminaron inhibiendo las capacidades subversivas anticoloniales, pues las circunscribieron a los conductos y lógicas de la dialéctica, donde los colonizados tenían un papel secundario en comparación con el proletariado, que no dejaba de ser europeo o parecido al europeo. Los partidos marxistas no entendían que el proletariado real, en el sentido de la acumulación de capital, acumulación tanto originaria como ampliada, eran estos trabajadores disminuidos, descalificados, discriminados, embridados. Si usamos los mismos términos del discurso marxista, tendríamos que decir, consecuentes con la historia efectiva, que la vanguardia revolucionaria y la consciencia histórica eran los esclavos y los indígenas. Empero, no podían llegar a esta conclusión por su apego a una perspectiva eurocéntrica.

Cedric J. Robinson dice que el Marxism, the dominant form that the critique of capitalism has assumed in Western thought incorporated theoretical and ideological weaknesses that stemmed from the same social forces that provided the bases of capitalist formation[2]. En otras palabras, el pensamiento crítico del capitalismo dominante de la época, incorpora debilidades teóricas e ideológicas, paradójicamente, de las mismas fuerzas constitutivas de las condiciones de posibilidad histórica de la formación capitalista.

La formación del sistema-mundo capitalista no puede explicarse, como se lo ha hecho, por lo menos desde las corrientes preponderantes del marxismo, como historia europea, como si el capitalismo hubiera emergido de la contradicción con el sistema feudal, para no hablar de modo de producción feudal. Esta tesis evade definitivamente el mundo, el sistema-mundo vigente antes de esa emergencia que se denomina como capitalismo, circunscribiendo este significado a Europa. El mundo no deja de ser mundo, a pesar del etnocentrismo; el sistema-mundo anterior, por así decirlo, se encontraba bajo la hegemonía asiática, concretamente China. Andre Gunder Frank habla de ciclos de capitalismo más largos que los de Fernand Braudel, refiriéndose al sistema-mundo capitalista bajo la hegemonía China, antes de que Europa inicie la el ciclo del capitalismo donde comienzan a rotar sus distintas hegemonías nacionales. Hegemonía adquirida con la conquista y la colonización de Abya Yala, acompañada por el despojamiento, desposesión y vaciamiento de África, que después también será conquistada y colonizada, de la misma manera. Como dice Immanuel Wallerstein la historia del capitalismo es una historia mundial, no puede ser regional, menos nacional.

La pregunta es: ¿Qué acontecía en el sistema-mundo para que se dé la emergencia de otro sistema-mundo bajo la hegemonía europea? ¿Es la toma de Constantinopla, el bloqueo de las rutas al oriente, por parte de los musulmanes lo que empuja a Europa a buscar otras rutas al Oriente, lo que definitivamente llevan a España y Portugal a toparse con el quinto continente? En todo caso, para poder hacerlo se requería de las condiciones de posibilidad técnica; entonces, hay una historia relacionada al desarrollo de las condiciones técnicas de navegación, comprendiendo toda una ingeniería e industria de armado de las carabelas. Seguramente alrededor de esta tecnología de la navegación tener en cuenta otros desarrollos técnicos, así como de conocimientos cartográficos y de orientación cardinales. En este caso si hay una historia europea, que, sin embargo, no está desarticulada de lo que ocurría al respecto en Asia y el norte de África.

Sólo tomando en cuenta determinados sucesos seleccionados, ciertamente arbitrarios, podríamos darnos explicación de la complejidad del acontecimiento mundial. Sucesos que retoman anales de batallas y guerras, lo que siempre atrae la atención de la memoria, sobre todo de la historia, que no deja de ser oficial, es decir, institucional. Aunque estos anales no explican, de ninguna manera, salvo por lejana aproximación, los cambios dados en las sociedades, sobre todo en los ámbitos de sus relaciones. Sin embargo, puede ser un primer momento de aproximación, en un mapa panorámico, a los eventos que desplazan y modifican las relaciones, las estructuras y las prácticas sociales.

El año 1402 Tamerlán derrota al ejército otomano en la batalla de Ankara. Al siguiente año el emperador chino Yongle traslada la capital de Nankín a Pekín. A los dos años siguientes Castilla se hace con el control de las Islas Canarias, iniciando así el Imperio Español. En 1410 los reinos polacos y lituanos vencen a los caballeros Teutónicos en la batalla de Grünwald. Cinco años después se da lugar la batalla de Agincourt, donde el ejército inglés vence al ejército francés. En 1429 Juana de Arco libera Orleans, en el contexto de la Guerra de los Cien Años. El año 1431 es condenada por brujería y herejía, Juana de Arco; es quemada en la hoguera en Ruan. En 1438 Pachacútec funda el Tahuantinsuyo. En el periodo de 1440-1469, bajo Moctezuma I, el dominio azteca se hace predominante en México. En 1444 el Imperio Otomano derrota a húngaros, polacos y valacos en la Batalla de Varna. Al año siguiente el Kanato de Kazán vence al Principado de Moscú en la batalla de Súzdal. En 1453 Constantinopla cae en manos del Imperio Otomano, clausurando el ciclo del milenario Imperio Bizantino. Diez años más tarde se da lugar la Batalla de Castillón, que se puede decir que es la última batalla de la Guerra de los Cien Años. En esta batalla se usa la artillería, convertida en un artefacto de guerra decisivo. En el periodo 1455-1485 estalla la guerra civil en Inglaterra por el trono; esta guerra es conocida como la Guerra de las Dos Rosas. En 1456 Los húngaros resisten el asedio otomano en el sitio de Belgrado. En 1462 Mehmet II, conquistador de Constantinopla, es derrotado por Vlad III. En 1467 comienza el período Sengoku en Japón; iniciándose un periodo dramático caracterizado por las guerras intestinas feudales. El año 1469, la unión dinástica de la Corona de Aragón y el Reino de Castilla, entre Fernando II de Aragón y IsabelI de Castilla, da lugar a la unificación de España, convertida en monarquía absoluta. El año 1469 Matías Corvino, rey de Hungría, conquista Bohemia. En el periodo 1474-1477 estalla la Guerra de Borgoña, entre el Ducado de Borgoña y Francia, aliada con Suiza. El año 1478 el Principado de Moscú conquista Nóvgorod. El año 1481 comienza la Inquisición Española con el Auto de fe. El año 1485 Enrique VII derrota a Ricardo III, en la batalla de Bosworthy; de esta manera se hace con el trono de Gran Bretaña. El 1485 se da lugar la Batalla del Maule, durante la tercera expansión del dominio incaico. El año 1492 el rey nazarí Boabdil se rinde ante los Reyes Católicos, entregando Granada, dando conclusión a la Guerra de reconquista. El año 1492 comienza la conquista del quinto continente, de Abya Yala; el mismo año se promulga el edicto de expulsión de los judíos de España, salvo de los que optaron por convertirse al cristianismo. El año 1494 España y Portugal acuerdan el Tratado de Tordesillas, repartiéndose los dominios del “Nuevo Mundo”. El año 1499 la flota otomana derrota a la veneciana en la batalla de Zochio.

Esta revisión provisional peca por no contar con otro mapa, con otros anales, que den cuenta de los cambios, aunque sean imperceptibles. Hay muchos, por cierto, sobre todo líneas y tendencias de secuencias, de acuerdo a los tópicos; sólo tomaremos un ejemplo, también retomado en forma de nombres colocados en el mapa, con la punta del alfiler, por así decirlo.

Se ha clasificado a la época anterior a la llamada modernidad como medioevo; esta época está dividida en tres, medioevo inaugura, medioevo intermedio y medioevo tardío, usando nombres discutibles. El medioevo europeo comienza con las llamadas invasiones bárbaras, invasiones que provocan la caída del Imperio Romano; primero en Occidente, después en Oriente. La caída del Imperio Romano de Oriente acontece en 1453. Las innumerables guerras, epidemias, y preocupaciones por la supervivencia, son parte del ambiente de paralización tecnológica de Europa. Así, a nivel técnico, y al margen de la arquitectura, como la construcción de templos, monasterios y castillos, se trata de una etapa poco provechosa, a diferencia de lo que acontece con las civilizaciones árabes y de china. Los monjes de los monasterios desempeñaron un papel imprescindible en lo que respecta a la conservación de los saberes, los conocimientos acumulados, también de ciertas técnicas romanas. Las tecnologías en uso corresponden al perfeccionamiento de técnicas heredadas de la llamada época clásica, correspondientes a la Grecia antigua y a Roma; también corresponden a transferencias desde el Islam, así como del Oriente.

En la navegación, a finales de la Edad Media, se introduce el instrumento de la brújula en la navegación, instrumento inventado en la China. El instrumento se basa en las propiedades magnéticas del imán natural, propiedades conocidas por los griegos. La brújula permitió la navegación fuera de la vista de las costas. Los portugueses introdujeron mejoras como la carabela de casco estrecho y alargado, las velas latinas y redondas, que facilitaban las maniobras. La civilización árabe investiga algunos procesos químicos; por ejemplo, la obtención de ácido sulfúrico, así como del ácido nítrico, también de perfumes y colorantes. Otras tecnologías incorporadas son la rotación de cultivos para mejorar las cosechas, el reloj mecánico de pesas, herraduras para los caballos. También se puede nombras al compás; con más pertinencia al papel moneda, que se convierte en el equivalente general. La pólvora es producida en China, apropiada y aprovechada después por los europeos. También los molinos de viento son transferidos desde la civilización China.

No pretendemos hacer una revisión exhaustiva, ni mucho menos, no solo provisional y panorámica, colocando puntos en los mapas cronológicos, sino buscamos contrastar el avance tecnológico medioeval con los primeros pasos de la revolución industrial. Preguntarnos: ¿Cómo acontece esta revolución industrial? ¿Cuáles son sus condiciones de posibilidad histórica?

La época de la modernidad corresponde a lo que llamaremos revolución geográfica, pues se trata de la conformación de las primeras cartografías planetarias, bajo la perspectiva de la condición esferoidal del planeta. Ciertamente esta perspectiva geográfica tiene mucho que ver con el desarrollo de la industria naval y de las nuevas técnicas de orientación. Los estados territoriales de España y Portugal se sitúan a la vanguardia de estas empresas de navegación. Por otra parte, durante el mismo comienzo de la modernidad, en el denominado Renacimiento y después con la etapa de la Ilustración, se establecen las condiciones epistemológicas del pensamiento moderno. El comienzo de la modernidad se hace posible con las conquistas ultramarinas y las colonizaciones territoriales de continentes. La modernidad es una época paradójica, de contrastes y contradicciones; la Revolución Francesa muestra el rostro subversivo de la modernidad, manifestando que la sociedad es producto de las voluntades sociales.

Con la invención de la máquina de vapor concurre la transformación de energía calorífica en energía cinética, es decir, mecánica, pudiéndose emplear la energía transformada para propulsar barcos, trenes, artefactos de diferentes máquinas. La primera máquina de vapor, obra de Thomas Newcomen, data del año 1712. Entre 1765 y 1784, el ingeniero escocés James Watt perfeccionó dicha máquina, concretamente para disminuir agua de las minas de carbón. Richard Trevithick utilizó una máquina de vapor para desplazar una locomotora de tren, en 1804. En 1829, George Stephenson, diseñó la locomotora Rocket, que transportaba cargamento y pasajeros. Dirigió la construcción de la primera vía férrea pública del mundo, desde Stockton a Darlington; la construcción se efectuó en el lapso de 1821-1825. La eficacia de la máquina de vapor fue de tal magnitud que condujo, primero a Gran Bretaña, y luego al resto de Europa a la primera Revolución Industrial. Su aplicación en todo tipo de máquinas industriales se trocó en grandes adelantos; por primera vez se podía prescindir de la energía de las personas o animales para realizar tareas[3].

Cedric J. Robinson dice que la concepción dialéctica hegeliana de Aufhebung, la dialéctica de Marx de la lucha de clases y las contradicciones entre el modo y las relaciones de producción, la evolución de Darwin de la especie y la supervivencia del más apto de Spencer, estas concepciones se labran desde los mismos supuestos metafísicos. Los declives de las burguesías rotativas europeas de los siglos XIV y XV no eran, en su mayor parte, los antecedentes lineales de las aparecidas en el siglo XVI. La universalidad del capitalismo es menos una realidad histórica que una construcción de este “lenguaje de error”. Estas “distantes y separadas clases capitalistas” eran menos los representantes del orden inmanente, racional y comercial, mucho más las extensiones de la dinámica histórica particular y cultural. No eran el “germen” de un nuevo orden dialécticamente postulado. Se trata de una teoría que clasifica y adecúa estratos sociales, intencionalmente adaptables a las nuevas condiciones y posibilidades, presentadas en los tiempos del post-feudalismo. No sólo diferentes burguesías europeas occidentales aparecieron en el siglo XVI; sino también que estos nuevos burgueses estaban implicados en las estructuras, en establecimientos y organizaciones, que eran sustancialmente rezagadas en la edad media[4].

El autor de Marxismo negro pone el dedo en la llaga; no se puede confundir las representaciones que se dan en las teorías, por más pretensiones científicas que tengan, con lo que ha acontecido y con lo que acontece. Las teorías sólo representan e interpretan, no pueden, de ninguna manera, sustituir la realidad, entendida como complejidad. La disputa no es por la verdad histórica, menos con pretensiones universales. Podría aceptarse que se trata de la concurrencia de las interpretaciones; empero, la problemática va más lejos. Se trata de incidencias, transformaciones, en los planos de intensidad, en los espesores de intensidad, del acontecimiento. Las teorías sólo son instrumentos provisionales para alcanzar estos logros; de lo que se trata es de transformaciones en las prácticas y relaciones. Con el fracaso del marxismo para transformar el mundo, es indispensable la crítica la crítica de la economía política; sobre todo para desbloquear las capacidades de acción, las posibilidades subversivas, la potencia social, inhibidas por las sagradas escrituras de las teorías.

Indudablemente el Estado juega un papel preponderante en la conformación del sistema-mundo capitalista. El campo burocrático estatal se convirtió en el aparato fundamental de los conductos de expansión capitalista; determinar la dirección de inversión, establecer seguridad política para determinadas inversiones, fomentar ciertas redes comerciales y sus relaciones concomitntes, al mismo tiempo desalentar otras[5]. La historia del capitalismo, que no deja de ser la historia de los vencedores, historia que supone la determinación económica, oculta en esta dialéctica económica, el papel constitutivo de la violencia colonial en la conformación del capitalismo.

Las fuerzas desencadenadas, sobre todo cuando se encuentran como disponibilidad mayúscula de fuerzas, ocasionando la demoledora violencia de la conquista y la colonización, no van solas, pues vienen acompañadas por formaciones discursivas y formaciones enunciativas que justifican, explican y legitiman esta violencia. En estas condiciones se entiende que es indispensable marcar la diferencia con los otros, a los que se conquista y se coloniza; esta diferencia es racial; diferencia que en el fondo establece la descalificación y la desvalorización de los otros. Cuando la violencia viene de un continente, primero unificado por el Imperio Romano, después reunificado por la religión cristiana, Imperio celestial que sustituye al Imperio terrenal, la justificación también se efectúa por la diferencia entre creyentes y paganos. Se justifica entonces la dominación con la excusa de la evangelización, de la salvación de las almas, de los impíos. Por último, cuando la diferencia racial, la diferencia entre creyentes y paganos, no son recursos “ideológicos” suficientes, se recurre a la diferencia civilizatoria. La perspectiva es el paradigma evolutivo; la superioridad de la civilización moderna tiene la responsabilidad de civilizar o desarrollar a sociedades que no alcanzaron el nivel evolutivo, que no alcanzaron el nivel de desarrollo. Estos prejuicios han sido constantes en las narrativas occidentales, incluyendo a las narrativas marxistas.

El autor citado dice que el concepto de nación no es una unidad de análisis adecuada para la historia social de Europa. El Estado es una estructura burocrática, en tanto que la nación es el imaginario construido por el Estado, de acuerdo a la “ideología” estatal. El concepto de Estado es más conveniente que la entidad histórica, racial, cultural y lingüística, lo que el concepto de nación implica. En todo caso, el protagonista auténtico en la historia efectiva europea se sitúa debajo de la fenomenología del espíritu de la nación y el Estado. En relación a la construcción del capitalismo moderno, no hay que olvidar que son las identidades particulares, los movimientos sociales particulares y las estructuras sociales, las que han persistido o han influido profundamente en la vida europea[6]. En otras palabras, el protagonista auténtico de la historia efectiva no es el campo burocrático, la malla institucional, tampoco el ideal de nación, sino la sociedad misma, las dinámicas moleculares que constituyen a la sociedad. La multiplicidad social, compuesta por migrantes, movilidades espaciales y culturales. La historia oficial ha ocultado la potencia social, ha puesto en la sombra de sus narrativas, ha inventado personajes abstractos, que sustituyen a los protagonistas concretos, los humanos de carne y hueso, con sus lenguas, sus culturas, sus dramas. Los ha encajonado en las mallas institucionales, los ha clasificado, reuniendo a una parte de esta multiplicidad poblacional abigarrada en la identidad abstracta de nación, cuando se trataba, en realidad, de pluralidades.

El capitalismo, paradójicamente, niega lo que ha ocasionado, un mundo integrado. El capitalismo, no sólo como modo de producción, sino primordialmente como Estado-nación, se comporta conservadoramente respecto a los efectos generados por su incursión en el mundo. No puede, de ninguna manera, reconocer y responsabilizarse de tamaña destrucción que genera; al contrario, encubre este costo transferido a la naturaleza, transferido a los cuerpos humanos, sin contabilizar jamás su daño. Sólo contabiliza lo que llama los costos empresariales y los beneficios; ignorando completamente los costos ecológicos y sociales. Para la mentalidad capitalista estos costos no cuentan, de la misma manera que no cuenta la naturaleza ni los cuerpos humanos, pues son descartables o, como ahora se diría, son daños colaterales. El problema es que los daños colaterales son mayores a los supuestos beneficios que trae el desarrollo. No se entiende por qué al cálculo económico se le llama científico, cuando precisamente ignora estos costos de transferencia a la naturaleza y a los cuerpos humanos. Como se puede ver, este cálculo económico no tiene nada de científico, salvo la pretensión, pues soslaya lo más importante, la destrucción de la naturaleza y de la vida. Se trata de una aritmética que alimenta la “ideología”.

Esta crítica no solamente se encamina a replantear la perspectiva y la interpretación histórica, no solamente a trastrocar la epistemología heredada, sino a apoyar los proyectos civilizatorios alterativos y alternativos, inherentes a los movimientos sociales anti-sistémicos contemporáneos. En este sentido, proponemos un conjunto de hipótesis prospectivas.

Hipótesis prospectivasSi dejamos de concebir a la sociedad y el Estado como una dualidad y, más bien pensamos que forman parte de un proceso, por así decirlo, volviendo a este concepto productivo, podemos observar inherente la paradoja de este proceso histórico-político. La sociedad aparece como la bullente actividad dinámica, en tanto que el Estado aparece como una de sus realizaciones, como una de sus composiciones, que se presenta como fin, como finalidad, como lo que enuncia la propia metáfora del Estado, innata al concepto; es decir, alude a una estática. La paradoja se presenta de varias maneras; la sociedad es plural y el Estado unidad; la sociedad es multiplicidad y el Estado uno; la sociedad es heterogénea y el Estado homogéneo; la sociedad es diferencial y el Estado tautología. Sin embargo, hay que recordar que, en esta paradoja o en este proceso paradójico, la sociedad es realidad efectiva, en tanto que el Estado es imaginario. El Estado busca repetirse en la sociedad, por eso inicia procesos de homogeneización, si no son, primero, procesos de clasificación, que no se contradicen con la homogeneización. El Estado moderno es el más característico para apreciar esta estrategia de proyección de espejos; es el Estado moderno el que genera diagramas disciplinarios, que son técnicas y tecnologías de poder primordiales, en lo que respecta a la incidencia sobre los cuerpos para su modulación y homogeneización. Sin embargo, el Estado no puede homogeneizar a toda la sociedad; en todo caso, si lo lograra, sería su muerte, pues precisamente la heterogeneidad y pluralidad de la sociedad es el substrato dinámico de las composiciones y asociaciones múltiples, que caracterizan a la sociedad, que también terminan conformando y reproduciendo el Estado. Volviendo al concepto de proceso, el proceso sociedad-Estado capitalista es el que manifiesta de manera exacerbada la paradoja, pues en este proceso la sociedad aparece empujada, intensa y extensamente, a extremos de las mezclas, pluralidades y heterogeneidades. Sin embargo, también el Estado-nación aparece con las pretensiones absolutas de homogeneidad y de identidad; la narrativa sobre la nación expresa claramente esta pretensión. Si usamos la categoría de diferenciación, que tiene como uno de sus matices el concepto de contradicción, vemos que se da la diferenciación entre Estado y sociedad, en el proceso de realización del Estado. Se da también la diferenciación entre humanidad, como potencia social, respecto del poder, como monopolio de las fuerzas capturadas de la potencia; la diferenciación de la humanidad como capacidad creativa, respecto del capital, como expropiación, despojamiento y desposesión de la capacidad creativa capturada. Si se usara el concepto de contradicción, a pesar de que la diferenciación no se reduce a la contradicción, se tendría que decir que la contradicción no es entre el proletariado, que es una clasificación institucional, por lo tanto, una captura institucional, respecto del capital, sino entre humanidad, como capacidad creativa, respecto del capital, como aparato de expropiación de esa capacidad. También se tendría que decir que la contradicción es entre humanidad, como potencia social, respecto del Estado, como maquinaria de captura de las fuerzas de esa potencia. Una de las consecuencias, por lo menos teóricas, de las hipótesis, es que la liberación de la humanidad, de la potencia social, de la capacidad creativa, implica la disolución del Estado, la diseminación del capital, así como disolución de las naciones y fronteras, llevando este proceso de liberación hasta la integración plural y heterogénea de la humanidad. —

[1] Cedric J. Robinson en Black Marxism. The making of radical tradition. The University of North Carolina Press 2000.

[2] Ibídem: Pág. 38.

[3] Revisar de Pedro Landrin Historia de la tecnología. http://www.pelandintecno.blogspot.com.

[4] Cedric J. Robinson: Ob. Cit.; Pág. 60.

[5] Ibídem. Pág. 60.

[6] Ibídem. Pág. 65.