Reflexiones en torno a la defensa del Yasuní
Raúl Prada Alcoreza
Las resistencias contra las formas de dominación del capitalismo son múltiples. Quizás de las más importantes son aquellas que tienen que ver con la defensa de los seres de la madre tierra. El modo de producción capitalista, las formaciones económico-sociales capitalistas y el sistema-mundo capitalista, usando tres conceptos que hacen inteligible el acontecimiento capitalista; dos de ellos correspondientes a la tradición de las corrientes marxistas; el último correspondiente a los desplazamientos de las corrientes posmarxistas. Se trata de conceptos que hacen inteligibles las composiciones histórico-sociales más destructivas que hayan conformado las sociedades humanas. Puede traerse a colación, en compensación, que la modernidad también ha traído los derechos universales de la humanidad y la ampliación constante de estos derechos. Puede ser; empero, hay que hacer algunas anotaciones al respecto. La primera, tiene que ver con que estos derechos se los ha conquistado contra el poder, contra el Estado, contra la dominación institucionalizada de las clases opresoras. La segunda, que, ciertamente, la época de la modernidad es paradójica. Sin embargo, la condición paradójica no legitima, de ninguna manera, el sistema-mundo capitalista. Este sistema es como el resultado de la composición de fuerzas, incluso de su mutación, resultado de la correlación de fuerzas, comprendiendo sus desplazamientos, a lo largo de los periodos de lo que se llama la historia del capitalismo. Este sistema es la forma dominante, incluso hegemónica, de cómo se resuelve la paradoja; convirtiéndola en una aporía. En otras palabras, se escapa a la paradoja, no se la asume, no se la administra, no se la resuelve como armonía paradójica y dinámica.
¿Qué es lo que está en juego? La vida; comprendida, no como unidad, tampoco como totalidad, sino precisamente como multiplicidad, en su multiplicidad entrelazada, multiplicidad creativa, mutante, cambiante, en constante desplazamiento imperceptible. La vida como ecologías yuxtapuestas, abigarradas, trenzadas, territorializadas, desterritorializadas, re-territorializadas. La vida en constante devenires.
¿Por qué lo está? ¿Por qué está en juego la vida? El capitalismo, en sus distintas formas y composiciones, ya sea visualizado e interpretado en su condición conceptual de modo de producción, o en su condición conceptual de formación económico-social o, en su caso, en su condición conceptual compleja de sistema-mundo capitalista, capitalismo que es producto social, en tanto forma de organización de la producción, formas concretas de articulación de modos de producción, modos de distribución y modos de consumo, articulando, a su vez, relaciones sociales, estructuras sociales e instituciones, tiene como materia y objeto de explotación a la vida, tiene como materia y objeto de captura a la vida. Por así decirlo, el capitalismo vive a costa de la vida. Su acumulación extensa e intensa de valor abstracto destruye, despoja y desaposesiona para acumular las condiciones de posibilidad de la vida,
No se trata de retomar la relación binaria y contradictoria del capitalismo, sociedad/naturaleza, civilización/naturaleza, cultura/naturaleza, desarrollo/naturaleza. Invertir esta relación binaria, valorizando lo opuesto, en este caso, la naturaleza. La naturaleza es un concepto de separación construido por la “ideología” capitalista. Esta separación binaria forma parte de la economía política generalizada, que valoriza lo abstracto y desvaloriza lo concreto. Invertir la relación capitalista, la estructura de esta relación, entre dos opuestos, es reproducir la relación capitalista, de otra manera, de una manera invertida. De lo que se trata es salir de esta estructura binaria, de esta estructura de separación. Reestablecer las complejas relaciones simultáneas, si se quiere, relaciones ecológicas de la vida. La vida no es lo opuesto del capitalismo que hay que rescatar de su enajenación económica; la vida es memoria sensible y capacidad creativa, en su condición plural; es decir, de memorias y facultades creativas. Es en la vida social humana donde se ha credo este modo, esta forma, este sistema social capitalista. Se trata de entender cómo se ha construido este sistema, cómo funciona, cómo muta, cuáles son sus alcances y cuáles son sus límites. Se trata de comprender cómo se ha fijado esta forma de organización de producción, de la distribución y del consumo, cómo se ha fijado la malla institucional que administra, garantiza y legitima esta forma de organización; es decir, el Estado. Se trata de corregir este defecto inscrito en las relaciones sociales, que derivan en la economía política generalizada.
Para hacerlo se requiere restablecer la armonía compleja, paradójica y dinámica de la vida. Para hacerlo se requiere desmantelar esta forma de organización, este método de separación, deshacer esta economía política generalizada.
Parque nacional Yasuní
En lo que respecta al Yasuní, que es el ecosistema amazónico ecuatoriano, ecosistema que se defiende contra el despojamiento y desposesión, que se intenta efectuar, repitiendo la destructiva acumulación originaria del capital, que deja desierto, que deja cementerios, a nombre del “desarrollo”, a nombre del “progreso”, es menester replantear el problema, la problemática, desde la perspectiva de la complejidad, escapando de la trampa “ideológica” binaria. Aunque parezca justificado invertir la relación binaria, defender la naturaleza en contra del capitalismo, si bien, al principio, en términos de resistencias, esta posición es útil, a la larga termina entrampando las resistencias y las luchas sociales y ecológicas. Es indispensable liberar la potencia de la vida, la potencia social, liberar las fuerzas capturadas por el poder, las fuerzas atrapadas en esta forma de organización de la producción, de la distribución y el consumo. Para esto, es menester desvanecer el fetichismo de la mercancía, el fetichismo de la economía, el fetichismo institucional, el fetichismo del capital, el fetichismo del Estado. Restablecer las relaciones sociales liberadas de todo fetichismo, liberadas de la “ideología”. Liberar la capacidad creativa de la sociedad, capaz de alterar, inventar alternativas organizacionales e institucionales al servicio de la vida, de las sociedades, y no caer en formas fosilizadas de organización e institucionales que esclavizan a la vida, que esclavizan a las sociedades.
La Iniciativa Yasuní-ITT es la propuesta alternativa para evitar la destrucción extractivista de esta parte de la Amazonia. Dejar en el subsuelo los yacimientos de petróleo, recurriendo a la financiación del resguardo de los yacimientos; financiando con la mitad del valor del petróleo embolsado geológicamente en el subsuelo. Llamemos esta estrategia de resistencia. El gobierno progresista de Ecuador ha descartado esta estrategia acordada con la excusa de que no se ha obtenido el desembolso de este financiamiento. El otro argumento es que se explotaría sólo un porcentaje mínimo de la reserva, obteniendo 18 mil millones de dólares, con lo que se financiaría el desarrollo del Ecuador, por lo menos de esta parte de la Amazonia. La verdad es que se ha boicoteado la posibilidad de la efectuación del financiamiento, se ha anticipado el descarte del proyecto. Por otra parte, la destrucción de esta parte de la Amazonia va a ser la misma, si se explota la mínima proporción de la reserva o si se explota una proporción mayor. Los efectos destructivos son devastadores. Los yasunidos han demostrado, matemáticamente, recurriendo al cálculo hecho por una agrupación de jóvenes, que si se aplica un impuesto a las clases privilegiadas, se obtendría un ingreso equivalente o mayor que el que se dice que se obtendría si se explotan los yacimientos petrolíferos del Yasuní. Con la diferencia que no se destruiría esta parte de la Amazonia.
El gobierno progresista del Euador hace caso omiso a estos argumentos, ya está comprometido con las empresas trasnacionales extractivistas y el sistema financiero internacional a la explotación petrolera en el Yasuní. Las cartas están jugadas, a nombre del “progreso”, a nombre del “desarrollo”. El tema de fondo radica en esta contradicción de los gobiernos progresistas, que pretenden resolver el problema de la pobreza, que pretenden lograr el “desarrollo”, cumpliendo de manera extensiva e intensiva con el modelo colonial extractivista del capitalismo dependiente. Los gobiernos progresistas se atreven a tomar medidas e ir más lejos, a hacer cosas que ni los gobiernos neoliberales se han atrevido.
El Parque Nacional Yasuní cuenta con una extensión calculada de 9820 kilómetros cuadrados, espacio geográfico ubicado en las provincias de Pastaza y Orellana; es un recorte geográfico delimitado entre el río Napo y el río Curaray, en plena cuenca amazónica, a unos 250 kilómetros al sureste de Quito. En 1989 el Yasuní fue elegido por la Unesco como una reserva de la biosfera. También es parte del territorio donde habita la nación huaorani, dos fisonomías étnicas wao; los tagaeri y taromenane, considerados grupos en aislamiento voluntario.
El Yasuní se halla en la región amazónica ecuatoriana (PNY); su ubicación geográfica se encuentra en áreas de las subcuencas de los ríos Tiputini, Yasuní, Nashiño, Cononaco y Curaray, que son afluentes del río Napo, río que desemboca en el gran sistema hídrico del Amazonas. El Yasuní tiene un perfil en forma de herradura, abarca desde la zona sur del río Napo y norte del río Curaray, desplegándose por la cuenca media del río Tivacuno. El Yasuní y sus entornos se consideran la zona más biodiversa del planeta; esto debido a su riqueza en anfibios, aves, mamíferos y plantas. El Yasuní cuenta con más especies de animales por hectárea que toda Europa junta. Los estudios hablan de 150 especies de anfibios, 121 de reptiles, 598 especies de aves, entre 169 y 204 especies de mamíferos. En lo que respecta a la flora se han reconocido 2113 especies; sin embargo, se estima que existirían alrededor de 3100.
El problema radica en que el Yasuní conserva en su subsuelo ricos yacimientos de petróleo. De todas maneras, como antecedente, el año 1998 se declaró la zona sur de PNY como Zona Intangible, con el objeto de proteger a los pueblos nativos en aislamiento voluntario, además de preservar la reserva de la biósfera.
La Iniciativa Yasuní-ITT fue elaborada por colectivos, organizaciones y asociaciones ecologistas; iniciativa asumida, en un principio, por lo menos, aparentemente, por el gobierno de Rafael Correa, el año 2007. Seis años más tarde el gobierno progresista descartó subrepticiamente la Iniciativa Yasuní-OTT.
Por otro lado, se ha formulado también la propuesta de preservar el territorio del Yasuní recurriendo al mercado de bonos de carbono. En este caso, el gobierno ecuatoriano se comprometería a limitar la zona de explotación petrolera a menos del 1% del territorio del Yasuní. De esta manera no se afectaría al bosque, a la biodiversidad, al ecosistema, a los derechos constitucionalizados de las naciones y pueblos indígenas, a los derechos de los pueblos nativos en condición de aislamiento voluntario. Sin embargo, tampoco parece que esta es la opción gubernamental, púes dice que no puede renunciar al “desarrollo” de Ecuador.
El proyecto Yasuní-ITT procuraba recaudar 3.600 millones de dólares del sistema financiero internacional o, de manera particular, de los sistemas financieros nacionales de los estados interesados en la propuesta. Esta recaudación se estimaba lograrla durante un poco más de la decena de años; esto en compensación por renunciar a la explotación de unos 846 millones de barriles de petróleo, embolsados geológicamente en los campos Ishpingo, Tambococha y Tiputini (ITT), localizados en el Yasuní.
Como dijimos, si se establece una política tributaria regresiva, imponiendo un incremento adicional del 1,5% de la carga contribuyente de los sectores económicos privilegiados, se obtendrían a valor actual 2 mil millones de dólares más, compartivamente, a lo que se ha planificado obtener por la explotación del Yasuní. Es decir, en 25 años se generarían más de 20 mil millones de dólares que compensarían los 18.292 millones que se pretenden extraer de la reserva natural.
La Constitución del Estado Plurinacional de Ecuador, aprobada en el 2008, establece en su artículo 57 que: “Los territorios de los pueblos en aislamiento voluntario son de posesión ancestral irreductible e intangible, y en ellos estará vedada todo tipo de actividad extractiva.” Este artículo precisamente contraviene la decisión del gobierno en concesionar parte del Yasuní.
Ética y ecología
Se ha discutido, nunca lo suficiente, empero, se lo ha hecho, la relación entre ética y política. Si se quiere dar un resumen panorámico de este debate, se puede decir que las posiciones se dividen, a grandes rasgos, y, se podría decir, esquemáticamente, en dos campos. Por un lado, los que separan la política de la ética, argumentando que la política efectiva se autonomiza y no tiene que ver con la ética; esta es la tradición de la ciencia política que data de los análisis y las descripciones de Nicolás Maquiavelo. Por otro lado, los que restablecen la relación de la política con la ética a partir de la lucha por la justicia; esta es la tradición que afinca en el paradigma marxista. Si antes de Maquiavelo, se puede decir que también se dio una concepción de la política desde la mirada ética, no es lo mismo. Esta tradición incluso puede ser calificada de premoderna, con todo los sesgos que tiene esta calificación. El marxismo replantea la política a partir del sentido histórico de justicia; la ética marxista entonces tiene que ver con la condición ética de la justicia. Sin embargo, el marxismo no deja de desplegar su concepción política desde la teoría de la lucha de clases, que viene a ser una teoría histórico-política de las fuerzas sociales en juego. Entonces, hay pues una clara diferencia entre la concepción de la política que se construye desde la ética religiosa y la concepción política, que restablece la relación de la política con la ética, desde el sentido histórico de justicia.
En lo que respecta a las luchas sociales, a las luchas de las naciones y pueblos indígenas, a las luchas de los movimientos sociales anti-sistémicos plurales contemporáneos, es menester plantearse la cuestión de la relación entre ética y ecología. En primer lugar, un problema que aparece, de entrada es ¿de qué ética estamos hablando cuando la relacionamos con la ecología, es decir, con las luchas en defensa de los ecosistemas y la biodiversidad?
Ante esta cuestión es indispensable dejar claro que se habla desde los derechos de la naturaleza, de acuerdo a la Constitución ecuatoriana, desde le sumak kausay/sumaj qamaña, de acuerdo a las constituciones boliviana y ecuatoriana. Incluso podríamos decirlo pluralmente, que se trata de los derechos de los seres de la Madre Tierra, como lo hace el Anteproyecto de Ley de la Madre Tierra, elaborado por el Pacto de Unidad de Bolivia, las tres organizaciones campesinas y las dos organizaciones indígenas, Anteproyecto destruido por el gobierno de Evo Morales Ayma y el Congreso Plurinacional de Bolivia, convirtiendo a la Madre Tierra en cenicienta del Desarrollo Integral.
La ética entonces es ecológica, no se restringe a los seres humanos, a las sociedades humanas, sino que se abre a todos los seres y a todas las sociedades orgánicas, para no ir más lejos.
Ahora bien, la pregunta que hay que hacer es: ¿la relación entre ética y ecología, ética y defensa de la Madre Tierra, entre ética y vida, es suficiente para garantizar esta defensa? Nuestra respuesta es no. De la misma manera, como dijimos, respecto al fundamentalismo racionalista, que no basta tener razón, si es que no se tiene disponibilidad de fuerzas que resuelvan el problema de la correlación de fuerzas, también tendríamos que decir que no basta establecer la necesidad imperiosa de la ética ecológica para resolver el problema de la defensa de la vida, sino se tienen disponibilidad de fuerzas para garantizar y realizar esta defensa.
Los tribunales éticos son tribunales morales. Sin embargo, si las fuerzas dominantes del capitalismo vigente no quieren acatar las resoluciones del tribunal ético, no hay consecuencias prácticas de estas resoluciones, aunque haya consecuencias morales. En este sentido, es indispensable no caer en algo parecido a lo que le ocurrió al fundamentalismo racionalista, que confió la resolución histórica a la astucia de la razón, al supuesto teleológico de la historia; por ejemplo, postular un fundamentalismo ético, confiando en la convocatoria moral, no solo a la sociedad sino particularmente a las empresas trasnacionales extractivistas, pasando por el llamado a la moral a los gobiernos y a los estados. Esta posición es otra hipótesis teleológica. Primero la providencia religiosa es sustituida por la astucia de la razón, en el caso del fundamentalismo racionalista, después es sustituida por la convocatoria al bien, para desechar el mal, en el caso del fundamentalismo moral.
No se puede no solo renunciar a la política, no solo restringida a la lucha de clases, sino abriéndose a múltiples luchas sociales contra las dominaciones polimorfas del capital y del poder, abriéndose a la guerra anticolonial y a las luchas descolonizadoras, abriéndose, sobre todo a las luchas por la defensa de la vida, por la defensa de los seres de la Madre Tierra, por la defensa de los ciclos vitales. Estas luchas se resuelven efectivamente con la disponibilidad de fuerzas, la movilización social, la convocatoria y voluntad de los pueblos, en defensa de la vida y de lo común, en defensa de los bienes comunes, contra la expropiación de lo común por parte de lo privado y lo público.