16-12-2014
El Communitas libertario y la Comunidad Internacional
Iván F. Mérida A.
Rebelión
“Ser uno: esa es la propiedad de las cosas del mundo. Uno: es el nombre del Imperfecto. En suma, reuniendo la virulenta concisión del discurso, ¿Qué dice el pensamiento guaraní? Dice que el Uno es el Mal”. Pierre Clastres
La teoría Política Internacional construye lógicas auto-justificadas1 que permiten el prevalecimiento de las viejas estructuras de dominación. El concepto “Comunidad Internacional”2 encubre las periferias de miseria (Somalia), y los centros de confort y comodidad capitalista (Dubái). Esta verborrea conceptual tiene la intención de deformar la idea de comunidad, sumiéndola dentro de una praxis fragmentadora, individualista y liberal. Pero el uso semántico de las palabras constructoras de idearios sutiles de dominación en todo espacio donde son aplicadas como verdades pragmáticas iniciales, periclitan lentamente ante el desgaste incesante de las formalizaciones jurídicas, que ante el fracaso de su errónea praxis, se absorbe, se reconstruye y se reelabora inútilmente por el mecanismo –jurídico-político– dominante internacional. En ese proceso, se dan –pero no se reflexiona– las políticas multiculturales, como formas de tolerancia-absorción del otro3 dentro de un eje dominante. Ese eje, es la constitución liberal-capitalista de los sujetos, hacia un sujeto occidentalizado4.
Los estados nacionales y la intención liberal de estados multiculturales, devienen en la formación de ciudadanos individualizados y homogeneizados, como negación de la multiplicidad comunitaria5. En la multiplicidad comunitaria surgen las diferencias particulares de los otros, quienes niegan la homogeneización y actúan contra todas las maquinarias coercitivas, sean las del Estado burocrático centralista, como del Estado liberal mínimo. Es en la multiplicidad de las formas, de donde proviene la resistencia y la esperanza; es en la esencia anti-autoritaria comunal donde reside una ética libertaria que puede enfrentar a la moral multicultural absorbente6. No es de extrañar que el sistema comunitario internacional, ya siendo falso en sí, pretenda además crear una idea de la comunidad global desde el multiculturalismo liberal. Así, estas dos falsificaciones de lo colectivo: la comunidad internacional y la sociedad multicultural, se afirman como encubrimiento/negación de una ética colectiva y de la comunidad humana, factible y coherente.
Para la construcción de una ética libertaria, debemos plantear conceptualmente la palabra Communitas, que proviene de Munus: deber y don, por lo que la Comunidad es Con munus, lo que significa una praxis y no una sustancia, además de significar una obligación con el otro, es una priorización de los diferentes e implica un ser-en-común o ser-juntos. De ello que no haya la implicancia de una ganancia o estabilidad, dado que solo hay pérdida y cesión para con el otro, es apertura. El otro concepto es Multiplicidad, en sentido deleuziano, como rizoma, como forma no arbórea, como movimiento incesante de posibles, de acciones y de seres que cambian constantemente. Ello es contrario a las formas totales; la multiplicidad es posibilidad anárquica y es posibilidad que se encuentra en la naturaleza porque no está regimentada por un designio global, sino siempre en perpetuo cambio en el sentido de Heráclito.
A través del nexo entre communitas y multiplicidad, podemos ir en negación teórica de cualquier moralismo totalizante7, todo precepto moral construido desde el liberalismo se desajusta ante las multiplicidades de las formas de ser, así la impureza de la identidad, fractura el imaginario de la civilización liberal. Todos estamos impregnados de los otros, conformados por el resto de movimientos colectivos e individuales, construidos por nuestro entorno, y la impureza de la identidad nos lleva a una des-afirmación de los esencialismos de todo orden. Desde la des-afirmación identitaria, la búsqueda de nuevas posibilidades y la reinvención8 son características del humano –como animal de grandes curiosidades– que en este sentido incita a cuestionar los propósitos de la existencia y la vida, para pensarlas, frente a lo rutinario.
Frente a la complejización del ser múltiple, la moralidad cristiana civilizada –tan exclamada por los conservadores– se hace inútil porque es (su) moralidad, no la de los demás, no la de los otros, no la de nosotros. Sin embargo, más allá de la moralidad, y la repetición de viejas tradiciones –a veces violentas, como la ablación en países africanos–, hemos llegado al punto en que más humanos se preocupan de las libertades y derechos civiles, de los derechos de los animales, y del frágil ecosistema que nos atraviesa y une. La misma Declaración de los DD.HH. posterior a la IIGM supero enormemente a las Tablas de la ley cristiana, y a pesar de que los estados excluyan a la ética en nombre de un fin superior o Razón de Estado (utilidades económico-políticas), el ser humano busca defender la esperanza, trata de construirla desde lo colectivo. Y para evitar la simplificación de lo colectivo, debemos reconocer caracteres comunes entre nosotros9, como: el nacimiento, la infancia, la muerte corporal, la enfermedad, el padecimiento, la alegría, el deseo, el amor, la angustia, etc.
El no-reconocimiento de caracteres comunes que nos hacen colectivo, viene a reforzar la política realista internacional de Estado a Estado, viene a reforzar los odios nacionalistas; y podemos así, intuir porque no superamos el chauvinismo del siglo pasado, y entendemos porque hoy se presentan sucesos como la crisis secesionista de Ucrania.
El multiculturalismo liberal de W. Kymlicka hizo gala de inclusión y de aceptación (Kymlicka, 2003); pero afirma, refuerza e interioriza el Uno individualista que controla las pirámides del poder económico global. Significando el multiculturalismo, la evaporación del sujeto colectivo y el favorecimiento de estados coherentes y obedientes a las políticas económicas internacionales dictadas por los reguladores de control hegemónico (BM, OPEP, OMC), que tienen mejor control sobre los individuos aislados e idénticos. La estructura contra-sociedad llamada ‘Estado’, al tener formas versátiles, que van desde el: Estado militar, Estado de bienestar, Estado liberal, Estado socialista, Estado federal, Estado confederado, Estado autónomo, etc.; o siendo de derechas/izquierdas, conservador o revolucionario, termina englobando un carácter compatible con los sistemas económicos de fragmentación colectiva10. En ese sentido el Estado multicultural es una herramienta de control internacional para la vanidad de las identidades que se compran y se promocionan, siempre que no peligre el orden internacional. Actúa así el Estado, como un elemento necesario de control y de administración de los intereses globales de los unos.
Frente a la acción fragmentadora de lo colectivo, la multiplicidad libertaria es entendida como la oposición al Uno –que funda y es primero–, los indígenas estudiados por Clastres piensan lo uno desde lo múltiple, piensan lo común desde lo diferente. Y este pensamiento se convierte ético, solo por actuar en la acción colectiva múltiple de apertura y no como cierre uniformizante. Clastres nos dice: “El Mal es el Uno. El Bien es lo múltiple, es el dos, el uno y su otro a la vez, el dos que designa verídicamente a los seres completos” (Clastres, 1978: 153) Este carácter múltiple rechaza el partido, la elite11, la vanguardia, los ídolos y mesías políticos; actúa respecto a problemas temporales inmediatos –como sucedió en las protestas que atacaron al PT brasilero y la Copa Mundial de futbol– que se activan como forma de apertura a los distintos, y cada vez más complejos devenires de los humanos.
Si el Uno es el mal, y lo múltiple es el bien, entonces la ética puede ser comprendida como apertura constante que se expande a todo ser, no solo al humano. Nos cuenta en una anécdota Emmanuel Levinas sobre el reconocimiento de la humanidad por el otro: “Y entonces, cerca de la mitad del camino durante nuestro largo cautiverio, por unas pocas breves semanas, antes de que los centinelas lo ahuyentaran, un perro vagabundo entro en nuestras vidas. Un día el vino para conocer a esta plebe mientras que retornábamos bajo guardia del trabajo. El sobrevivió en algún pedazo de terreno salvaje en la región del campo. Pero le llamamos Bobby, un exótico nombre, igual que uno hace con un apreciado perro. El aparecería en la reunión de la mañana y estaba esperando por nosotros hasta que retornábamos, saltando de arriba abajo y ladrando con deleite. Para él, no había duda que nosotros éramos hombres” (Levinas, 1997: 153).
El reconocimiento de humanidad que estaba siendo arrebatado por los nazis, les fue devuelto por un otro totalmente distinto. En este planteamiento, la hospitalidad y reconocimiento, se hacen desde la diferencia, no desde la tolerancia multicultural. La hospitalidad que está inmersa dentro del communitas, es un desapego del Yo, y esto es contrario a cualquier acercamiento por ventaja/ganancia. El otro es distinto, es diferente, y se lo acepta desde su diferencia, nunca desde la intención de apropiación, fagocitación, disolución, o acomodación a nuestros parámetros.
No se trata de repetir la lógica dualista que hace –erróneamente– Zizek12, en sus pomposas criticas marxistoides al multiculturalismo (Véase Zizek, 2008), de lo que se trata, es de fundamentar la crítica al multiculturalismo desde la deconstrucción de los conceptos teóricos (individualización, inclusión, asimilación, tolerancia, identidades), que han construido la burbuja imaginaria de los mecanismos multiculturales. Así, la consideración analítica de los pueblos indígenas, constituye una deconstrucción de la lógica liberal individualista, a esto Pierre Clastres nos dice: “Tomarse en serio las sociedades primitivas significa reflexionar sobre esta proposición que, en efecto, las define perfectamente: en ellas no se puede aislar una esfera política distinta de la esfera social. Sabemos que, desde su aurora griega, el pensamiento político de Occidente ha sabido descubrir en lo político la esencia de lo social humano (el hombre es un animal político), encontrando la esencia de lo político en la división social entre dominadores y dominados, entre aquellos que saben y, por lo tanto, mandan sobre aquellos que no saben y, por lo tanto obedecen.” (Clastres, 1981: 112)
La incomprensión de las sociedades no-occidentalizadas, y la intención de aplicar una moralidad occidental sobre todas las demás culturas y pueblos, constituye una acción anti-ética13, es una acción que se maneja en el rango de jerarquías culturales, y por lo tanto, ellos terminan siendo anti-éticos sobre los pueblos que no cuentan con ley, rey o fe (Clastres, 1981). Indudablemente la falta de ética en las sociedades “superiores”, conlleva la construcción del multiculturalismo como falsedad utilitaria, y esto porque el Estado y el Capital no comprenden a las sociedades sin-poder y sin-dominación, además de no comprender a los diferentes. Tzvetan Todorov nos plantea lo siguiente: “Lo universal es el horizonte de armonía entre dos particulares; quizá jamás se llegue a él, pero sigue existiendo la necesidad de postularlo, para hacer inteligibles los particulares existentes” (Todorov, 2005: 32)
Cuando lo plantea, lo hace de forma muy cercana al planteamiento del dos como múltiple y bueno, frente al Uno que es la generalización de lo universal a partir de un particular individualista. Sigue siendo la lucha entre lo Uno codificado, instituido y aplicado, frente a lo Múltiple ocultado, tergiversado y negado. Para los pueblos, la potencialidad y la posibilidad son un hecho constitutivo de su existencia (Agamben, 2007), por lo que la multiplicidad existe como un accionar que afronta la segmentación provocada por el Uno.
Clastres se pregunta en Libertad, desventura, innombrable: “¿Qué será, pues de las sociedades no divididas, de las sociedades sin tirano, de las sociedades primitivas? Al dejar desarrollar su ser-para-la-libertad, no pueden sobrevivir sino en libre ejercicio de las relaciones francas entre iguales. Cualquier relación de otra naturaleza es por esencia imposible, por ser fatal para la sociedad. La Igualdad no requiere más que la amistad, y no se siente amistad más que en la igualdad.” 14
Tanto la amistad como el amor niegan la apropiación, solo si es que las pensamos como amistad perfecta y amor ágape. La amistad perfecta asume al otro como lo es en sí mismo, sin intención de utilidad; y el amor ágape como desapego y desapropiación. Si es evidente que, la humanidad ha ido a la expansión, apropiación, subsunción, incorporación, dominación, posesión, modificación y control de todos los otros. Entonces pensar el amor, la amistad, la comunidad, la ética en términos de pérdida y cesión, parece una contra-lógica esperanzadora. Deja de ser una política compatible con la política de engranajes que utiliza el ideario político internacional de naciones.
A partir de la multiplicidad sumada a un proyecto de communitas como praxis, empezamos a plantear una racionalización de los procederes –considerados como acciones anticapitalistas– que en su praxis poseen una intención ético-libertaria que tiende a profundizarse respecto de un todo holista que considera al humano como una especie animal más15, y dependiente de todos los otros.
A partir de aquí podemos diferenciar claramente lo que podría entenderse por una praxis comunitaria libertaria o un communitas libertario, frente a la autodenominada Comunidad Internacional y el Multiculturalismo liberal. Por tanto podemos entender que dentro de la estructura global de las naciones, no existe una verdadera intención de lo colectivo y en su lugar actúa una política realista de utilidades y beneficios a costa de otros, es así que las cumbres sobre el Cambio Climático, las campañas sobre pandemias de alcance global (Ebola), y la seguridad internacional (Irak, Siria, Sudan, Nigeria), no tienen ningún efecto positivo concreto, más que la disimulación y la esterilidad de los resultados. Los leviatanes que dominan cada país, erigen a los nuevos unos regionales (Rusia, China, Brasil) –siempre funcionales al orden capitalista global– para reordenar y reconfigurar la política internacional, siempre desde un falso sentido discursivo que ataca al viejo orden, asumiéndose como la única esperanza y el único cambio posible. Toda esa política es falsa, errónea desde sus inicios teleológicos, desde su raíz; pero en la inutilidad de la política internacional ortodoxa, podemos empezar a pensar lo colectivo en lo local y pensar la diferencia del otro desde la comprensión de elementos que nos interiorizan con los seres –no solo humanos–. Y a partir de esta asimilación de lo común, de la desapropiación y de la no-utilidad, poder pensar la relación libertaria en su sentido más radical y desbordante.
Notas
1. Así, la política internacional global busca auto-justificarse, desde la afirmación de una supuesta “comunidad internacional”, la cual es inexistente, dado que existen los ‘unos’ regionales que se afirman como ordenadores de la política capitalista global sobre el resto de naciones subordinadas. De esta manera es una ficción hablar de cualquier comunidad internacional atravesada por una política incluyente de Naciones Unidas. Incluso se intenta afirmar que vivimos en un orden multipolar, sin embargo estos pocos unos que lideran las políticas mundiales, juegan a favor del capital transnacional, y su ordenamiento es las reglas unificadas y dictadas por la OMC.
2. Noam Chomsky nos dice: “The literal sense is reasonably clear; the U.N. General Assembly, or a substantial majority of it, is a fair first approximation. But the term is regularly used in a technical sense to describe the United States joined by some allies and clients.” en The Crimes of ‘Intcom’, Foreign Policy, 2002. Así la Comunidad Internacional es aplicada considerando a Estados Unidos y el resto de sus aliados, es desde ellos que se construye la política Internacional que define quienes están fuera, y quienes dentro del modelo hegemónico neoliberal.
3. El Otro siempre es el diferente, es el distinto, es el o lo que rompe con nuestra seguridad aparente de continuidad y estabilidad. Es a partir de la existencia de las diferencias que podemos pretender buscar una igualdad de equivalencias, porque en la diferencia y la posibilidad de diferencia constituimos nuestra humanidad. Nos reconocemos como seres, pero no buscamos replicarnos en copias exactas, ello lo pretendieron los comunistas y lo pretende ahora el ideario multicultural.
4. El sujeto occidental se caracteriza por: ser individual, tener un alma eterna, ser inmutable, ser creado, ser superior a los demás animales, y autoproclamarse como el mejor representante de los demás hombres.
5. La multiplicidad comunitaria se constituye de prácticas de apertura y hospitalidad de los pueblos indígenas. Deriva de la existencia de muchas etnias y grupos indígenas que conservan sus creencias, mitos, prácticas y costumbres, ajenas a las formas de vida occidentales.
6. La moral multicultural absorbe toda práctica o caracterización, siempre que estas sean reducidas a una plena compatibilización con el modelo liberal económico y sean colindantes con el modelo jurídico de orden interno. La moral multicultural caricaturiza las diferencias y las rentabiliza desde un mercado de identidades coloridas.
7. Daniel Colson nos habla de la Totalidad como: “La abortada apertura de los seres a la totalidad de lo real se transforma entonces en poder y en dominación, en ideomanía y en totalitarismo, en voluntad de poseer y de dominar el mundo” Daniel Colson, Pequeño Léxico filosófico del Anarquismo, Ediciones Nueva Visión, 2003, pág. 259.
8. La reinvención es contraria a la Identidad=Idem, lo que no cambia.
9. Este nosotros no habla solamente de los humanos, sino de las formas de vida en general.
10. El Estado Liberal mínimo aplica un multiculturalismo, que individualiza e interioriza el consumo de identidades light, y el Estado centralista afirma un chauvinismo ficticio solo para las masas ignorantes que se atrincheran en falsas identidades nacionalistas frente al resto de mundo, mientras toda su economía está integrada y engranada al comercio globalizado.
11. Toda elite pretende una verdad, sea utilitaria o definitiva. En este sentido la Elite tiende a una versión de los mejores y ello termina afirmando una verdad maniquea que niega las demás posibilidades de ser, porque afirma el Uno. Es una constitución de la Inmmunitas que se cierra a los distintos y afirma lazos basados en la historia oficial, en el grado de cultura, en características biológicas superficiales, o en aspectos de clase económica que se mistifican bajo identidades construidas y funcionales a una seguridad interna del Yo.
12. Para Zizek, lo único relevante es la economía política vinculada a la tradición critica marxista, para Zizek, las luchas ecologistas, de género o indígenas tienen “algo de falso” y son parte del plan del multiculturalismo, en este sentido Zizek no plantea nada nuevo, solo una vuelta a las viejas y fracasadas propuestas partidocratas leninistas y una vuelta a la política dura cercana al estalinismo. Véase principalmente, Slavoj Zizek, En Defensa de la Intolerancia, Sequitur, 2008.
13. La ética libertaria de apertura no es una permisividad a las prácticas culturales violentas (ablación) que se imponen como tradiciones a un grupo social. Dado que la ética cuestiona radicalmente el ¿porqué de las acciones?, y la moral significa un patrón de conductas aceptadas dentro de un grupo social, independientemente al tipo de credo u organización social que prevalecen. Los libertarios apuntamos al cuestionamiento de todo proceder, el individuo no puede ser violentado de ninguna manera, pero las ideas pueden y deben ser debatidas.
14. Véase en la compilación realizada por Christian Ferrer, El Lenguaje Libertario. Antología del pensamiento anarquista contemporáneo, Altamira, 1998, pág. 41.
15. Nosotros como homo sapiens abandonamos África hace unos 100.000 años atrás, sin embargo hace 600 millones de años surgieron los primeros animales simples. Ya con cuatro extinciones masivas y toda la vida que nos antecedió, nosotros somos recién llegados a un planeta que no es nuestro.
Bibliografía
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BENNETT, David. (ed.), (2001). MULTICULTURAL STATES Rethinking difference and identity. London, Routledge.
CLASTRES, Pierre, (1981). IMVESTIGACIONES EN ANTROPOLOGIA POLITICA. Barcelona, GEDISA.
CLASTRES, Pierre, (1978). LA SOCIEDAD CONTRA EL ESTADO. Barcelona, MONTE AVILA EDITORES, C.A.
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LEVINAS, Emmanuel, (1997). DIFFICULT FREEDOM Essays on Judaism. Maryland, The Johns Hopkins University Press.
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TODOROV, Tzvetan, (2005). NOSOTROS Y LOS OTROS Reflexión sobre la diversidad humana. MEXICO D.F., siglo xxi editores.
ZIZEK, Slavoj, (2008). En defensa de la intolerancia. Madrid, Ediciones sequitur.
Iván F. Mérida A. es abogado internacionalista, libertario y ateo.