2015: año de expansión de la autonomía comunitaria

Las perspectivas de desarrollo de la autonomía comunitaria y de experiencias locales y vecinales de compartir, encontrarse y desarrollar gérmenes de la otra economía en todo el mundo, están en auge



2015: año de expansión de la autonomía comunitaria

Por Jaime Yovanovic Prieto (Profesor J)

La derecha defiende y busca explicar buenamente el actual orden de cosas: la propiedad, el patriarcado y el poder, la explotación del hombre, la mujer y la naturaleza por el hombre. La izquierda hace lo mismo, con la diferencia que nos dice que va a haber revolución y cambio, lo que hasta ahora no ha habido o cuando se ha hecho, al cabo de un tiempo dan marcha atrás y quedamos peor, ya que los «beneficios» quedan en una capa gracias a la destrucción del planeta, cosa que algunos izquierdistas están comenzando a comprender y otros simplemente lo utilizan para engatuzar. La honestidad de los izquierdistas no está puesta en duda, pero si la de sus dirigentes, que saben muy bien que para obtener recursos de acumulación, hay que acrecentar las relaciones actuales, por eso algunos, como los zapatistas sólo confían en lo que llaman la izquierda de abajo, la que no está interesada en el proceso de acumulación estatal, sino en las potencialidades económicas de la autogestión y la sustentabilidad administrada desde las asambleas comunitarias, no desde las asambleas-aparatos. Para la izquierda interesada en el poder ha sido fácil invisibilizar a los zapatistas y su experiencia de construcción de otras maneras de vivir, pues esa izquierda se apoya en la idea del progreso, el avance de la ciencia y la tecnología, que sólo puede avanzar profundizando cada vez más sus mecanismos destructivos. Si les hablas de transgénicos, están de acuerdo contigo, pero lo muestran solamente como maldad de Monsanto y al final resulta que cuando ellos administren el capital, eso no ocurrirá, ocultando que realmente es lo que está ocurriendo. Muchos se contentan con estar «concientes” de lo que está incorrecto y con tener una noción de como deberían ser las cosas, aunque no vean por donde caminar y normalmente van a ciegas bien convencidos de que su partido está en lo cierto o aplauden a rabiar cuando se hace un acto de memoria o surge un grupo estudiantil levantando viejas banderas. A los izquierdistas del poder no les importa que se destruya la naturaleza y la vida, no les interesa que Correa en Ecuador ataque el Yasuní, que Ortega en Nicaragua haga su extraño canal, que Morales en Bolivia abra nuevos pozos de hidrocarburos en las narices de la población de La Paz y El Alto, que el PT en Brasil sea el principal involucrado en el escándalo de Petrobrás, que Mujica en Uruguay haya hecho aprobar la nueva ley minera, que en Venezuela sean asesinados los dirigentes yupka, o que el kirchnerismo en Argentina haya acrecentado la soja transgénica. Nada de eso aparece en los medios informativos izquierdistas, ya que se trata de modelar el marco dentro del que debe moverse la militancia. Hay un conformismo con la teoría, la táctica y la estrategia, aunque se haya estrellado con el muro de la realidad una y mil veces.

Para ellos no es relevante que hayan surgido nuevas maneras de organización autónoma y autogestionaria en la resistencia kurda o baluche en dos lugares invisibles hasta hace poco, como eran invisibles Lacandona y el Cauca. Para ellos sólo tienen valor los actos y declaraciones que contribuyen a acrecentar la «conciencia» izquierdista, como los sonados discursos de Evo Morales a favor de la Pacha Mama mientras pasa la aplanadora extractivista empujando y golpeando comunidades, que al parecer son prescindibles, pero cuyo acto representa la voluntad de acumulación subordinada al capitalismo globalizad, ya que el petróleo y gas que se importa desde allí, va a alimentar la continuidad de la fabricación y uso de los drones y de los transgénicos. Insertarse en el mercado mundial del capitalismo globalizado es formar parte como pieza del engranaje que nos destruye. A eso nos lleva la política izquierdista de lucha por el poder: a tapar la continuidad del modelo y evitar la expansión y multiplicación de nuevos modos civilizatorios de reorganizar la vida. La izquierda no tiene fe en la gente, sólo en la burocracia partidaria y estatal, o sea, la continuidad del estalinismo como modelo.

A la izquierda le cuesta ver que es posible el cambio por fuera de los estados y gobiernos, justamente por su mirada del progreso, de la ciencia y la tecnología. Están prisioneros de lo tecnológico, son totalmente sumisos a los dictados de la máquina. Lo ven tan entrelazado y en niveles macro, que se les hace difícil mirar o pensar el tema por fuera de la potencialidad estatal de administrar ese monstruo, o sea, se entregaron, se rindieron y se adaptaron, sin percibir que lo que están haciendo es alimentar a los amos de esas máquinas y tecnologías, no entienden que el estado ya está total y absolutamente imbricado con el capital, que ir a tomar el estado es ir a hacerse cargo del funcionamiento del capitalismo. No se les ocurre como las comunidades puedan hacerse cargo de la economía y se sienten ellos los capaces de hacerlo por el «conocimiento» tecnológico adquirido, o sea, hay allí un fuerte individualismo presentado en la forma de elitismo y aún mesianismo. En ellos nace y se desarrolla la conciencia de «salvadores». De allí al reclutamiento en universidades de militantes y técnicos se desencadena cada vez más. Eso explica que las izquierdas hoy día estén dirigidas por la ideología pequeñoburguesa y las derechas penetren los barrios populares con prebendas y regalos, mientras las izquierdas se proponen disputar esa clientela accediendo al estado y repartiendo médicos de la familia, canastas populares, planes milagros, planes trabajar, etc. con el manoseado pretexto de que hace falta darle pan al pueblo, osea, nuevos argumentos contra las posibilidades del pueblo producir sus alimentos y resolver sus necesidades. Así los argumentos izquierdistas se transforman en argumentos de defensa del capital, pero se contentan con disfrazarlo de máscaras progresistas, nacionalistas, socialistas e izquierdistas, ya que así los beneficiados votarán por ellos y no por los rivales.

Resulta increíble e impresionante que la derecha y el capital hayan podido convencer a los izquierdistas de que sólo disputando con ellos los aparatos del poder van a salvar el mundo, lo que en el fondo son nuevas nutrientes para las vanguardias salvadoras. De allí que el protagonismo de la gente no pueda ser solamente para ir detrás de los luchadores y votar por ellos, sino que debe orientarse hacia la solución de sus necesidades, creando conciencia de su potencia no a través del discurso ni del convencimiento, sino a través de su propia experiencia corporal.

¿Cómo pueden hacerse cargo las comunidades de la macroeconomía?, simplemente separando funciones, como están haciendo los kurdos, para no quedar sólo en el concepto. Las leyes las hacen las asambleas, no hay legisladores, es la gente, los vecinos. No se necesita un estado ni un poder legislativo para ello. La policía se está extinguiendo, ya que en Rojava las escuelas policiales están preparando a la población. Los tribunales y jueces han sido sustituidos por la justicia comunitaria, como también en otras regiones del planeta, como en las comunidades del Cauca, Colombia. La administración de las máquinas está a cargo de técnicos que pueden ser revocados por las asambleas. Las funciones del estado centralizado son asumidas por la comuna (Marx: «La guerra civil en Francia», capítulo 3).

Ir a decirle a la gente que no haga autonomía comunitaria porque no podrá alimentarse resulta un vil chantaje, una forma artera de encarar el debate necesario. Es claro que no pueden alimentarse si el capitalismo y los estados, aún los progresistas, están despojando a la agricultura de sus fundamentos y entregando la mayor parte de las tierras a la producción de formas de monocultivo de exportación y de insumos para las industrias que traerán más dinero para repartir planes milagrosos a los pobres, en el más descarado asistencialismo posible, sobre todo si se tiene en cuenta el machacante discurso izquierdista de no haga cosas con sus manos, espere que ya vendremos con papá-estado. Es por eso que en todas partes está surgiendo la agricultura alternativa, cooperativas de producción limpia, agroecología, permacultura, biodinámica, huertas barriales y huertas personales o familiares. No se trata de un «culto» a la madre tierra como muestran los irónicos argumentos izquierdistas que aplauden a rabiar los derechistas, sino del crecimiento de la conciencia de rechazo a los transgénicos y de asegurar alimentación mostrando además el hecho para la multiplicación del ejemplo.

Los comités de comprando juntos pueden adquirir directamente a precio al por mayor los productos del mar en relación horizontal con las caletas de pescadores artesanales, lo que dicho sea de paso contribuye a la resistencia contra la depredación de la pesca industrial que destruye los mares, acaba con la fuente de ingreso de los pescadores artesanales y llena los supermercados de latas y congelados que echan a perder el alimento.

La severa baja de los gobiernos derechistas y más avanzados en nuestro continente deberá tener como contrapartida un incremento en la profundización, consolidación, expansión y multiplicación de formas de vida comunitaria y actividades que convoquen a los vecinos a salir de sus casas y compartir.

En Europa hay una notable expansión de maneras de interacción de prácticas de construcción de capacidades locales y territoriales, cooperativas, autoconsumo, etc, con la participación electoral de vecinos en los municipios, mientras los partidos siguen con su mirada y práctica centralizadora. La casi segura victoria electoral nacional de Syriza en Grecia el 25 de enero augura una fuerte expansión y legitimación de estas experiencias y será una excepción a nivel mundial, puesto que su origen como bloque de partidos y colectivos, viene de la izquierda de abajo y de múltiples experiencias locales de búsqueda de autonomía y despliegue de la potencia social. Algo similar son los CUP catalanes, Comités de Unidad Popular, con un gran trabajo de base y asentamiento en localidades.

En España los ojos están puestos en el Podemos, partido de orientación socialdemócrata de izquierda proveniente de la antigua formación Izquierda Anticapitalista, que atraerá fuerte votación desde el Psoe y desde la Izquierda Unida manejada por el PC, pero también mucha gente que ha decidido participar desde los indignados del 15M, que tendrá como principal característica quebrar el bipartidismo PP-Psoe. Parece interesante, pero ya hemos visto como han tenido que funcionar los gobiernos progresistas y el riesgo está en reproducir el eje papá-estado antes que el protagonismo social autoconstituyente. Se han autodefinido como los Syriza de España y han invitado a los griegos a sus encuentros y viceversa. Sin embargo en los planos locales el panorama se ve más rico, hay una gran efervescencia en torno a los «Ganemos», grupos de orientación municipalista y autónoma, que han reunido una considerable cantidad y calidad de dinámicas locales y disputarán con candidaturas a alcaldes y concejales independientes vecinales varias de las principales ciudades del país, lo que durante la campaña permitirá potenciar fuertemente las experiencias barriales desde abajo. En el país vasco, Euskal Herria, las experiencias municipales de la izquierda de abajo, que son al mismo tiempo independentistas, han tenido buenos resultados con prácticas participativas que han sido bien acogidas por la población. En Andalucía se rompió el bloque del PC de Izquierda Unida y salieron varios dirigentes, entre ellos el alcalde de Marinaleda, que se incorporan a Ganemos, es decir a la potenciación de las dinámicas más autónomas y de protagonismo de localidades y municipios.

En Italia, la democracia digital y ausencia de prácticas de democracia directa del poderoso Movimiento Cinco Estrellas de la «antipolítica”, le han pasado la cuenta y ha habido una disminución de su influencia, que aún sigue siendo grande y si bien ha sido un importante factor de cuestionamiento a la política tradicional, no ha tenido repercusión en las cientos de experiencias locales, comunitarias y autónomas que existen en prácticamente todas las ciudades italianas y que constituyen una fortísima red horizontal que aún no se ha planteado la posibilidad de envolver espacios municipales bajo el mandado de las organizaciones de abajo. La ausencia electoral de estos múltiples grupos y experiencias, les ha hecho mantenerse en cierto aislamiento respecto de la población. Al parecer está faltando un mayor énfasis en las actividades hacia y con los vecinos, pero el análisis necesitaría mayor profundización, lo que estaremos haciendo en breve.

Como conclusión señalamos que las perspectivas de desarrollo de la autonomía comunitaria y de experiencias locales y vecinales de compartir, encontrarse y desarrollar gérmenes de la otra economía en todo el mundo, están en auge. Se trata de una tendencia evidente que al mismo tiempo muestra que el capitalismo no está consiguiendo la reproducción cultural e ideológica que requiere para mantener la cohesión institucional para su reproducción ampliada. También se está evidenciando con mayor profundidad la crisis de las izquierdas burocráticas para capitalizar y conducir el descontento, así como el creciente desprestigio de los gobiernos progresistas, lo que puede favorecer a las derechas y a la represión, a menos que desde el campo alternativo se tomen medidas como la participación electoral en las municipales y la instalación de espacios institucionales locales subordinados a la autonomía vecinal, lo que permitirá con inteligencia y prudencia sortear una eventual oleada represiva, ya que los objetivos no son luchar contra el estado ni el mercado, sino la consolidación de formas de vida comunitaria y la sobrevivencia humana y del planeta. Los pasos posteriores obviamente van a ser definidos por la autonomía comunitaria y no por uno o muchos analistas o vanguardias y aspirantes a vanguardia.

Jaime Yovanovic Prieto (Profesor J)
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