Además de Kobane en Rojava, conozcamos ahora la autonomía democrática kurda en el cantón de Cizire

La autora de este texto estuvo allí y nos cuenta de primera mano



07-01-2015
La dispersión del poder en el cantón de Cizire
Rojava: una revolución en la vida diaria

Rebecca Coles
Diagonal

Una delegación a Rojava formada por académicos y activistas regresó recientemente de la región. La autora habla sobre la nueva administración autónoma y sobre la lucha por la transformación social, el debilitamiento del Estado, la autoorganización popular, la lucha de las mujeres por la igualdad y las relaciones de propiedad y producción.

Dentro de los dominios del gobierno del cantón de Cizire, la gente está trabajando, en su mayoría de forma voluntaria, para conseguir ambiciosas transformaciones para la sociedad. Los médicos quieren construir un sistema sanitario moderno y gratuito, pero también, nos dijeron, reunir y difundir conocimientos locales suprimidos sobre salud y cambiar las condiciones de vida en general. El objetivo, dicen, es construir un modelo de vida libre de separaciones -entre la gente y entre la gente y la naturaleza- que llevan a la enfermedad física y mental. Los académicos quieren orientar la educación a los problemas sociales actuales. Planean, dicen, acabar con los exámenes y destruir la división entre profesores y estudiantes y entre las disciplinas establecidas. La nueva disciplina ginology (la ciencia de las mujeres) construye una explicación alternativa a la mitología, psicología, ciencia e historia. Siempre y en cualquier parte, nos decían, las mujeres son los principales actores económicos y aquellas con responsabilidad para “la ética y estética”, “la libertad y la belleza”, “el contenido y la forma”. La revolución tiene como objetivo superar las limitaciones de estas actividades que aparecen cuando el Estado es tomado como modelo por el poder.

Nos repetían una y otra vez que la coexistencia y coordinación para cambiar las identidades preexistentes y transversales se basa en remplazar “una bandera, un lenguaje y una nación”. La nueva administración está compuesta de cuotas de representantes de las comunidades kurdas, árabes y asirias, propuestas acordes con sus propias prácticas. Aunque las milicias y las fuerzas de seguridad son una mezcla étnica, los grupos asirios tienen sus propios batallones. La vida diaria ha cambiado sobre todo para las mujeres, quienes anteriormente estaban reducidas a una vida dentro de casa. Aunque las calles todavía son principalmente provincia de los hombres, las mujeres han establecido sus propias estructuras de educación y sus propios consejos locales. Todos los cuerpos políticos deben contar con un 40% de mujeres y todas los correpresentaciones deben incluir a una mujer. Las mujeres están organizadas autónomamente tanto en la revolución como en sus temas arquetípicos. Las vallas publicitarias en Qamislo muestran a más luchadoras de YPJ que a los hombres de YPG. “Te defenderemos”, dice uno.

Las integrantes de YPJ nos contaron sobre la organización no jerárquica que existe dentro de las milicias. Se elige a comandantes, nos dicen, pero éstas participan en todas las actividades de la vida en comunidad igual que el resto. Pero no todo es amor y postestructuralismo. La disciplina también es una parte importante de la ética y la estética de la vida diaria. A las mujeres que vimos que estaban siendo educadas como fuerzas de seguridad (Asayish) se les enseñaba sentadas en filas. Fue chocante para nosotras en el primer día de nuestra visita el ser recibidas por una línea de aprendices en uniforme, en perfecta posición rígida alineadas haciendo esa típica llamada-respuesta que hacen los ejércitos, muy precisa y fuerte. Los vídeos de entrenamiento de YPG, con música, se ponen en todas las televisiones. Incluso en la universidad, donde los jóvenes viven colectivamente, la cocina y la limpieza se realizan de una manera muy eficiente: las tareas se llevan acabo de manera eficiente, se dividen entre todos, de tal manera que la igualdad y la horizontalidad y la disciplina automática se superponen perfectamente.

Otra ambigüedad ética y estética rodea al significado de Öcalan del PKK, o ‘Apo’ (el nombre que la gente le da y que comúnmente escriben en las paredes y tallan en sus armas). Su fotografía está colgada de la pared de casi toda habitación. El ‘giro libertario’ del PKK, con el cual el PYD de Rojava se asocia -su renuncia a la estructura jerárquica entre otras cosas- fue iniciado por él. Es interesante señalar que fue después de un periodo de tiempo pasado en esta región, antes de su arresto en 1999, aunque siempre se le atribuye la propuesta de estas ideas. Las otras imágenes que adornan las paredes, paneles y plantas son aquellas de los mártires -sus caras con un fondo de color que denota su organización. Es significativo que Öcalan es la única persona con vida a la que se le da este honor y es un líder con el cual nadie puede comunicarse directamente y no tiene ningún poder de facto.
El debilitamiento del Estado

El propósito de la revolución, nos dijo mucha gente, no es reemplazar el Gobierno por otro, es acabar con el gobierno del Estado. La cuestión, según dijo el copresidente del Congreso Nacional Kurdo, es “cómo gobernar no con poder, sino contra el poder”. El poder del Estado está siendo dispersado de diferentes maneras. La educación de la gente como Asayish se lleva acabo a gran escala, con la aspiración de que todo el mundo la reciba. Es parte del intento de difundir los medios de coerción a todo el mundo. La autodefensa de la gente, nos dijeron, es “tan importante que no se puede delegar”. A través de la educación (no sólo en el uso de armas, sino también en la meditación, la ética, la historia de Kurdistán, el imperialismo, la guerra psicológica librada por la cultura popular y la importancia de la educación y la autocrítica), el luchador a cargo de un centro de entrenamiento nos dijo que el objetivo es finalmente abolir los Asayish por completo.

La nueva Administración (con un parlamento y 22 ministerios), designada por ahora por varios partidos políticos y organizaciones que será elegido con el tiempo, ha tomado la responsabilidad de algunas funciones del Estado. Cuando en la primavera de 2012 el ISIS alcanzó Rojava, anticipando la carnicería de un enfrentamiento entre ISIS y Assad y viendo la oportunidad de esa situación, las fuerzas kurdas rodearon a las fuerzas del Estado sirio en Derik y negociaron su retirada (sin sus armas). Después de consultar con otras fuerzas políticas y sociales de la zona, ocurrió lo mismo en toda Rojava. Sin embargo, el régimen de Assad no ha sido completamente expulsado. En Qamislo, la ciudad más grande de Cizire, todavía controla una zona pequeña que incluye el aeropuerto. El antiguo Estado también continúa operando en paralelo con las nuevas estructuras. Los hospitales sirios al sur todavía aceptan algunos de los muy enfermos y el régimen sigue pagando algunos salarios de funcionarios, incluidos los de algunos profesores.

Mientras tanto, la nueva Administración se equilibra con múltiples elementos autónomos. Aparte de ésta, las comunas (consejos de barrio abiertos semanales, con sus propias unidades de defensa locales y subconsejos dedicados también a la juventud, las mujeres, política, economía, servicios públicos, educación y salud) y la ciudad y los consejos a nivel de cantón, que consisten en delegados elegidos por ellos mismos, se enfrentan con problemas prácticos que pueden ser resueltos inmediatamente. Tanto la Administración como las comunas fueron establecidas por el TEV-DEM, una coalición de organizaciones incluyendo al PYD, cooperativas, academias, organizaciones de mujeres y jóvenes y partidos políticos afines. Todas estas organizaciones tienen sus propias estructuras de toma de decisiones y a veces sus propios programas de educación en sus “centros culturales”, “casas” y “academias”. El resultado de todo esto es que todas las fuerzas políticas tienen confianzas complejas y transversales unas en otras y también tienen muchas reuniones para todos a las que acudir.
¿Y el comunismo?

Poca agricultura y producción industrial tiene lugar en Rojava, a pesar de su tierra plana y fértil, la ‘cesta de pan’ de Siria. La mayor parte de su tierra ha sido propiedad del Estado y se utiliza para el monocultivo de trigo y la extracción de petróleo. Su población kurda emigró a menudo a las ciudades del sur para formar parte de una fracción de la clase trabajadora con salarios más bajos. La nueva Administración tomó la tierra y distribuyó partes de ella a cooperativas autoorganizadas que están trabajando para expandir la ganadería y para aumentar y diversificar lo que se planta. Continúan extrayendo algo de petróleo y lo refinan en diésel de baja calidad para venderlo en el cantón y distribuirlo a las cooperativas y otras instituciones. Lo que producen las cooperativas se vende o a la Administración o a precios controlados por la Administración. La Administración proporciona a cada hogar una ración de pan. El contrabando es alto.

Aquellos que supervisan estos cambios los describen simplemente como soluciones prácticas al problema de cómo reproducir la población en un contexto de guerra y embargo. Esto es muy diferente a cómo se describieron las transformaciones prácticas inmediatas en la esfera doméstica. La milicia de mujeres, integrantes de YPJ, nos dijeron: “Se ha abierto un espacio para la liberación”, “tomas parte en la vida de una forma nueva y, cuando estás con otras, te das cuenta de que eres un poder”. Y añaden: “Cuando la gente nos ve luchando junto a los hombres también nos aceptan luchando contra la mentalidad centrada en lo masculino”. No se habló sobre el empoderamiento positivo que vino con la necesidad de acabar con las relaciones de explotación. Quizás esto fue debido a que la gente a la que nos llevaron para hablar eran en su mayoría de la clase media, aunque este hecho en sí es también significativo.

En cierto modo, la oposición al Estado es la oposición al capital, en el nivel de su fuerza global. La nueva Administración se opone, según ellos lo ven, a la OTAN de dos maneras: una debido al apoyo de Turquía al ISIS, y la otra a EE UU y el capital internacional (una categoría en la cual el KRG -donde las dos familias gobernantes ahora construyen campos de refugiados por un lado y autopistas y centros comerciales por otro- también se incluye). No se hacen ilusiones sobre las motivaciones de aquellos que les dan apoyo militar: “¡Todo el mundo, incluyendo ahora a los EE UU, nos retrata como si estuviésemos de su lado!” se ríe el Tev-Dem. Pero no hay una oposición a la propiedad, y en su forma cotidiana, sigue existiendo. Aquellos que desacreditan las afirmaciones de activistas occidentales entusiastas con la naturaleza revolucionaria de lo que está pasando en Rojava aciertan al describirla como la construcción de un escudo a la guerra y la opresión más brutal de hoy en día, usando, así como un ejército, un nuevo tipo de ideología que reemplaza la liberación nacional.

La situación también tiene algo en común con la trayectoria de las luchas en todo el mundo en los últimos años. El Estado, ahora una agente del capitalismo global, es visto por los movimientos compuestos por las clases medias y trabajadoras como la parte culpable. Mientras tanto, se ve la nación como fuerza para oponerse a él. Las luchas se reúnen bajo la ideología de la ciudadanía (y las jerarquías de raza y género que esto presupone). La transformación que está teniendo lugar en Rojava reside hasta cierto punto en una identidad radical kurda y en una sustancial clase media contingente que, a pesar de la retórica radical, siempre tiene algún interés en la continuación del capital y el Estado.

Aun así, al mismo tiempo, también comparte algo con los puntos altos de las luchas contra la crisis: sus disturbios. De alguna manera las estrategias empleadas en Rojava nacieron del análisis del fracaso de los disturbios: en 2004, sólo unos meses después de la formación del PYD, un levantamiento de los kurdos exigiendo su libertad política aparte del Estado sirio se encontró no sólo con la tortura, el asesinato y el encarcelamiento inmediatos, sino con un largo periodo de represión brutal. Decidimos, recuerdan, no volver a cometer los mismos errores otra vez. Aunque lo que está sucediendo no es comunización, se trata de un verdadero movimiento contra el saqueo del Estado y la coerción, luchando militarmente en sus fronteras y en el interior a través de la difusión del poder entre ellos. Los límites de las luchas en Rojava en este sentido son los mismos que los de las luchas en cualquier otro sitio donde la relación entre la fuerza de trabajo y el capital se ha convertido en una cuestión de represión y las luchas lo han tomado como su punto de partida. Estas luchas tienen lugar lejos de los baluartes de la reproducción del capital y no están dirigidas a anular las relaciones de explotación. Lo que será interesante en Rojava, por ahora aislada en gran medida de la fuerza del capital global, es qué luchas surgirán sobre las relaciones de explotación: sobre la distribución de la tierra, sobre la asignación a diferentes tipos de trabajo, sobre los precios y los salarios, sobre las importaciones y exportaciones. ¿Qué transformaciones de las relaciones de propiedad y producción exigirán las mujeres cuando vuelvan de las milicias?

Fuente original: https://www.diagonalperiodico.net/global/25230-rojava-revolucion-la-vida-diaria.html