Medio Oriente
¿Quién es Abdullah Öcalan?
Viernes, 13 Febrero 2015
Por Redacción Marcha.
Se cumple otro año de prisión para Abdullah Öcalan, líder del Partido de los Trabajadores de Kurdistán. En todo el mundo se realizan actos y movilizaciones para reclamar su libertad. La vida de un hombre que encarna los anhelos de libertad del pueblo kurdo.
“Presidente Apo” son las dos palabras que se escuchan una y otra vez en Kurdistán. “Presidente Apo” dicen los niños y las niñas que forman parte del campesinado en las Montañas de Kandil, en el Kurdistán iraquí. Cuando el pueblo festeja el Newroz (año nuevo kurdo) en marzo, Apo se transforma en una imagen repetida en pancartas y banderas que flamean en Diyarbakir, la capital histórica de Kurdistán, ubicada en Turquía. Las Madres por la Paz kurdas, que desde hace años reclaman justicia por sus hijos e hijas asesinadas en manos del Estado turco, saben que Apo (“Tío”, en kurdo) es la última esperanza para la paz.
Apo, el hombre que fue perseguido incasablemente hasta que le dieron caza, es Abdullah Öcalan, líder máximo del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK). Militante, comandante y teórico, Öcalan nació en el seno de una familia campesina el 4 de abril de 1949 en Ömerli, en la provincia de Şanlıurfa, en el este del Estado turco. Aunque desde hace 16 años se encuentra preso en la prisión-isla turca de Imaril, el líder del PKK sigue siendo un factor desequilibrante para Medio Oriente.
Luego de cursar estudios de Ciencias Políticas en la Universidad de Ankara y de trabajar como topógrafo, Öcalan fundó en 1978 el PKK, junto a un grupo de militantes que luchaban por la liberación del pueblo kurdo en Turquía. Vedada toda instancia política legal para los kurdos (y ante la creciente represión por parte del Estado turco), el PKK decidió tomar las armas en 1984. La influencia del Partido de los Trabajadores de Vietnam y del movimiento palestino Al Fatah (con quienes se entrenan militarmente en Líbano) serían los faros para que la guerrilla kurda comience su accionar y desarrollo político, en un principio en el Kurdistán turco.
Considerado “el enemigo público número uno” para Turquía, Öcalan se refugió en Siria durante el gobierno del presidente Hazef Al Assad y en 1998 fue expulsado debido a las presiones del gobierno de Ankara La presencia de Öcalan en Siria, explican desde la guerrilla, fue desequilibrante para entender lo que sucede hoy en día en el norte de ese país, donde en la actualidad los pueblos de diferentes nacionalidades defienden Rojava, y en particular la región de Kobane.
En su derrotero, y asediado por los servicios de inteligencia de Estados Unidos, Israel y Turquía, Öcalan recorrió varios países de Europa buscando ser recibido como refugiado político. No alcanzó que la Duma (Congreso) de Rusia votara a favor de su refugio y el Parlamento griego aprobara un documento invitándolo oficialmente y reconociéndolo como representante de la población del mundo más oprimida. Llegado a Kenia (África) -país desde el cual partiría a la Sudáfrica de Nelson Mandela-, Öcalan fue apresado el 15 de enero de 1999 en un operativo conjunto de las fuerzas de seguridad turca, el Mossad y la Central de Inteligencia estadounidense (CIA).
Encarcelado en la isla de Imrali, el 31 de mayo de 1991 comenzó el juicio en su contra en el que se lo acusó de traición. Sentenciado a la pena de muerte, la Unión Europea (UE), el Consejo de Europa, el Kremlin, Amnistía Internacional y la ONU, exigieron a Ankara que no ejecute la condena. Al mismo tiempo, miles de kurdos y kurdas encabezaron masivas movilizaciones rechazando la pena de muerte de Öcalan.
Desde Imrali, el líder del PKK propuso en varias oportunidades entablar diálogos de paz con el Estado turco, todos boicoteados por Turquía. Para la negociación de la paz (explicada en su libro Hoja de ruta), Öcalan, en nombre de su organización y de vastos sectores de la población kurda, llamó a concretar el fin de las operaciones militares contra el pueblo kurdo; el retorno de los refugiados; disolución del cuerpo paramilitar de los Guardianes de las Aldeas; autonomía para la región kurda sin cuestionar las fronteras de Turquía; reconocimiento de los mismos derechos y libertades que los turcos; reconocimiento de la identidad, lengua y culturas kurdas; y libertad religiosa.
En la actualidad, Öcalan puede recibir visitas esporádicas en la isla donde es el único preso político. Desde ese lugar transmite sus palabras al pueblo kurdo, centradas en lograr un acuerdo de paz con Turquía y defender la revolución que se lleva a cabo en Rojava.
En un mensaje de octubre del año pasado, el dirigente kurdo afirmó que el pueblo de Kobane resistirá hasta el final los ataques del Estado Islámico, a la que calificó como “organización artificial que causará graves problemas tanto a los estados, a los gobiernos y a las personas que le apoyan”. Al referirse al proceso de paz, el dirigente del PKK aseveró que “la situación actual requiere tomar medidas sin demora alguna. El Estado turco debe de tomar medidas legales. Hablan de proceso de paz pero no he recibido la visita de mis abogados en años. ¿Acaso un proceso de paz puede progresar de esta manera?”.
Como teórico, Öcalan escribió libros y ensayos, en el que desarrolló la ideología del Confederalismo Democrático, luego de varios años de discusiones internas en el PKK. Desintegrado el campo socialista, los militantes kurdos se vieron en la encrucijada de adaptarse a los “nuevos tiempos” e integrarse al sistema, o “resguardar” su ideología, como ellos mismos lo definen. En el libro Confederalismo Democrático, Öcalan traza las líneas generales del PKK, que no ha perdido su carácter de izquierda, pero que recuperó nociones del anarquismo y de los pueblos originarios de Medio Oriente. Un punto sumamente importante de su obra es el destacado rol de las mujeres para la liberación de la sociedad.
“Bajo ciertas circunstancias –escribió-, la coexistencia pacífica (del Confederalismo Democrático) es posible siempre y cuando el Estado-Nación no interfiera con los asuntos centrales de la auto-administración. Tales intervenciones requerirían la autodefensa de la sociedad civil. El Confederalismo Democrático no está en guerra con ningún Estado-Nación pero no se quedará de brazos cruzados ante los esfuerzos de asimilación. El derrocamiento revolucionario o la fundación de un nuevo Estado no crean un cambio sustentable. A largo plazo, la libertad y la justicia sólo pueden ser alcanzadas dentro de un proceso dinámico confederado y democrático. Ni el rechazo total ni el reconocimiento total del Estado son útiles para los esfuerzos democráticos de la sociedad civil. La superación del Estado, en particular del Estado-Nación, es un proceso a largo plazo”.
Al cumplirse otro año de la condena al líder kurdo, el Comité Ejecutivo del PKK emitió un comunicado en el que reafirmó su disposición a emprender movilizaciones y acciones necesarias para obtener la libertad de Öcalan y a trabajar por la construcción de una nación democrática. “Creemos que tod@s l@s militantes del PKK y nuestr@s patriotas transformarán este año de lucha en uno donde vamos a romper las cadenas de Imrali”, aseveraron en el texto.
Para la dirección del PKK, los triunfos del pueblo kurdo en Kobane, Sinjar y Kirkuk son “la victoria de las ideas de Öcalan”. “A pesar de su encarcelamiento y aislamiento, podemos palpar la realidad de sus ideas de libertad que se han extendido por todo el mundo”, expresaron. A su vez, desde el PKK remarcaron que la condición principal para proseguir el proceso de paz con Turquía es la libertad de su líder.
Mientras tanto, la cara de Öcalan, en la que resaltan sus gruesos bigotes y casi siempre una leve sonrisa, se mantiene presente en cada una de las movilizaciones que realizan los kurdos. “El presidente Apo” se convirtió en un líder indiscutido y, por lo visto, el único capaz de encabezar una paz que canalice los anhelos de autonomía y libertad para el pueblo más grande del mundo que, desde hace décadas, vive sin un Estado propio.
*El sábado 14 de febrero a partir de las 17 horas, el Comité de Solidaridad Kurdistán-América Latina convoca a un acto en el Obelisco de la ciudad de Buenos Aires para reclamar por la libertad de Abdullah Öcalan.