Venezuela: ¿Génesis y apocalipsis

Dedicado a las Comunas, bases y espesores del proyecto autogestionario comunitario de la revolución bolivariana



Vebnezuela: ¿Génesis y apocalipsis
Raúl Prada Alcoreza
Caracterizaciones, estructuras y diferenciaciones de la crisis en el sistema-mundo capitalista. ¿Crisis económica en Sur América?

¿Cuáles son los efectos de la crisis financiera del capitalismo en Sur América? Esta es la pregunta. Es importante saber las características de la crisis cíclica y también de la crisis orgánica del capitalismo, que comienza como crisis de sobreproducción, para manifestarse después como crisis financiera, en el subcontinente suramericano, sobre todo en lo que respecta a los países de los llamados gobiernos progresistas. Desde ya podemos decir que las características no son las mismas, que repercuten en Europa y en Norte América, para no meternos con las características de esta crisis en Asia y en África. Hay analogías compartidas; empero, las mismas tienen significados históricos diferentes. Esto porque estamos considerando la estructura de la geopolítica del sistema-mundo capitalista, que divide centros de periferias del sistema- mundo, asignándoles roles diferenciados, aunque variados y móviles, en la división del trabajo y del mercado internacional. La crisis de sobreproducción y la crisis financiera no repercuten de la misma manera en esta geografía diferenciada del sistema-mundo.
Siendo la mayoría de los países periféricos no-industrializados, la crisis de sobreproducción no les afecta de la misma manera que a los países centrales del sistema-mundo. Pero, ¿qué pasa cuando se trata de la crisis financiera? Para tratar de responder a esta pregunta, vamos situarnos primero, en Venezuela, donde parece repercutir dramáticamente la crisis financiera y, recientemente, lo que podemos llamar la crisis desatada por el impacto de la disminución de los precios de las materias primas, sobre todo del petróleo. Dejaremos para otros ensayos la evaluación del resto de economías suramericanas.
Sesenta economistas se pronunciaron al respecto, en relación a la crisis económica venezolana; en su análisis sobresalen algunas consideraciones que las citamos, para discutirlas después. Estos economistas dicen:
El presidente Nicolás Maduro en su Memoria y Cuenta ante la Asamblea Nacional de ayer hizo algunos anuncios económicos puntuales, que no cambian el curso de las grandes dificultades de la economía venezolana. El nuevo régimen cambiario que anunció sigue manteniendo tres tasas oficiales, y como ya se ha comprobado, es propenso a la ineficaz asignación de divisas, con elevada corrupción que aprovecha los diferenciales cambiarios. Una tasa oficial que mantiene un subsidio cambiario de 6,30 Bs/$ para bienes básicos, alimentos y salud; una tasa unificada de Sicad 1 y 2, cuyo monto no fue anunciado, pero se espera una devaluación de la misma; y una tercera tasa de cambio, que operará a través de operadores de bolsa pública y privada.
En el contexto de la fuerte caída de los ingresos petroleros en 2015, a un estimado de la mitad de los recibidos en 2014, con pesadas obligaciones financieras y petroleras que se analizan en este documento, la disponibilidad de divisas para proveerlas bajo este régimen cambiario son muy limitadas. La expansión del gasto público anunciada por Maduro, no puede sino aumentar la liquidez en manos del público y la presión sobre la nueva tasa de cambio vía casas de bolsa y el mercado paralelo. Esta tercera tasa de cambio, todavía por ser definida en sus detalles, será, sin embargo, mucho más alta y elevará el costo del gran volumen de importaciones que no recibirán divisas a las tasa preferencial ni Sicad. Sin un conjunto de medidas económicas coherentes, como se plantea en la segunda sección de este documento, un régimen cambiario como el anunciado no puede sino reflejar la muy fuerte presión alcista en los precios y en las tasas de cambio de libre fluctuación. El ajuste del salario mínimo en 15%, a partir de febrero, es insuficiente, y ocurre en medio de presiones que elevaran la inflación por encima de 100% anual; los anuncios están lejos de constituir un verdadero plan coherente y creíble para estabilizar la economía venezolana y sentar las bases para su recuperación.
Debemos recordar el origen cercano de las dificultades actuales. Las distorsiones de la economía venezolana se agravaron desde el segundo semestre 2012, al acentuarse la inflación y la depreciación de la tasa de cambio no oficial; en medio de una creciente restricción en la entrega de divisas al sector privado que se prolongó hasta 2013. En ese año el promedio del precio del petróleo para Venezuela fue 103, 42 $/barril. Ello nos llevó, a un grupo de economistas, a hacer público un documento con un alto grado de consenso profesional en enero 2014, sobre la crisis cambiaria, las dificultades del sector petrolero y el deterioro socioeconómico en Venezuela.
Ahora, a principios del 2015, con la aguda y fuerte caída de los precios del petróleo desde mediados de 2014, la situación del país entró en una fase de auténtica emergencia económica, pues los ingresos petroleros estimados para el 2015, son alrededor de la mitad de los del 2014 en un escenario conservador, con bajas reservas internacionales operativas y fuerte acumulación de deuda pública y otras obligaciones comerciales; esta situación hace insostenible mantener el marco de políticas económicas que se han venido ejecutando desde el Gobierno de Hugo Chávez hasta el de Nicolás Maduro, centrado en controles de precios, cambio, ganancias e incluso del patrón de distribución de bienes de consumo básico en el territorio nacional. Además, la absoluta mayoría de empresas públicas, incluyendo las nacionalizadas en los últimos diez años, enfrentan serios problemas de eficiencia productiva y bajos niveles de producción.
La alta inflación anual de 2014, fue superior a 65%, la más alta del mundo; aunque el Gobierno influyó directamente en su cálculo desde el tercer trimestre para intentar detener su continua alza; el desabastecimiento crónico a nivel nacional y la escasez de bienes e insumos de toda clase, junto a una contracción de la economía y pérdida de empleos, son parte de las graves consecuencias que enfrentan los venezolanos desde el año pasado[1].
De principio se observa el enfoque monetarista del análisis, algo que les impide a los economistas mirar la estructura de la crisis y las causas estructurales de la crisis, que no dejan de ser mundiales, aunque se manifieste variada y diferencialmente por país y región. Además este enfoque cuantitativista, uno de los posibles enfoques cuantitativistas que se pueden hacer, no llega al análisis macroeconómico, que, en todo caso, a pesar de ser solamente estadístico, por lo menos dibuja estructuras económicas a partir de los indicadores. ¿Cómo pretenden aconsejar si están lejos de la mirada cualitativa de la crisis capitalista financiera? Condición cualitativa que es precisamente la real, pues las medidas cuantitativas lo que hacen es dibujar mapas de variables. Sin embargo, lo hacen refugiados en el prestigio nobiliario de sus títulos. Tienen toda la libertad de hacerlo, además, considerando la buena voluntad y preocupación, es indispensable discutir su argumentación; argumentación parecida a todos los economistas que llevaron a la crisis financiera en Estados Unidos de Norte América, en Europa y en el mundo. Son los mismos argumentos que aplicados desataron la las burbujas financieras, al estilo del capitalismo especulativo.
Refiriéndose al gasto público escriben:
El énfasis de gasto público en materia social desde 2004, vía las Misiones, generó un gran apoyo a nivel nacional para el Gobierno, pero éste no debió ser excusa para socavar las bases de estabilidad de económica del país y acumular una enorme deuda pública, causando una alta y persistente inflación, desabastecimiento, cierre de empresas, desempleo, una caída del poder de compra de la familia venezolana y una dependencia extrema del consumo de la distribución de la renta petrolera. Las Misiones deben institucionalizarse, como parte del sistema de gasto social, con transparencia de gestión y mayor eficiencia en el uso de los recursos[2].
¿Qué quieren decir? ¿Qué se debe bajar la inversión social para disminuir el déficit público? Es el mismo argumento que emplean los economistas monetaristas para obligar a políticas de austeridad, lo que ha desencadenado en Europa crisis políticas y crisis sociales, sin tampoco resolver la crisis financiera, sino que la ha ahondado aún más. Estos economistas como los otros, tanto unos como otros connotados, creen, como buenos monetaristas, que las crisis estructurales se resuelven con maniobras financieras, interviniendo en la oferta y demanda monetaria. Este es el comienzo de su gran equívoco. Ante una crisis estructural, cuya materialidad es cualitativa, no se puede actuar con imaginarios cuantitativos, que reducen la complejidad, a modelos restrictivos del análisis económico, peor aún si son monetaristas. Solo se puede actuar con acciones cualitativas que incidan en las condiciones y en las causas estructurales de la crisis, que obviamente no son espectros de curvas cuantitativas.
Como en otro escrito dijimos[3], el problema del análisis económico, comprendiendo sus distintas corrientes teóricas, es abocarse a la compulsión por la ganancia y evaluar desde esta compulsión la economía, ponderada como crecimiento y desarrollo. No entienden que tiene sentido hablar de crisis, en el sentido cualitativo, cuando repercute materialmente en los cuerpos sociales, cuando hay crisis social. El problema es que el capitalismo no solo que ha convivido con esta crisis social sino que la ha generado. Si no aceptan esto es porque no son otra cosa que unos “cientistas” inhumanos, para quienes la condición humana no importa, lo que importa son los comportamientos de los indicadores macroeconómicos.
El núcleo de su argumentación se encuentra en la descripción de Los grandes problemas económicos de Venezuela eran muy graves antes de la caída de los precios del petróleo; exponen:
Los problemas económicos del país desde la gestión de Hugo Chávez se manifestaron en una cada vez mayor dependencia del petróleo y del endeudamiento público, mientras la inflación se elevaba y se acumulaban grandes distorsiones; el impacto negativo sobre la población pudo ser compensado por varios años, con grandes transferencias de recursos a los sectores de bajos ingresos desde 2004; e importaciones de alimentos y otros bienes, vendidos a precios subsidiados.
Sin embargo, al mantener un bolívar sobrevaluado para aumentar el impacto de la red de beneficios sociales, junto a los controles de precio y cambio, para también mantener los subsidios explícitos o implícitos, se causaron grandes desequilibrios económicos que llevaron a un acelerado endeudamiento público, el reemplazo gradual de la producción nacional de alimentos y toda clase de bienes de consumo, insumos y bienes de capital, por importaciones, más baratas a la tasa de cambio sobrevaluada. En conjunto, el objetivo combinado de corto plazo, social, electoral y político, privó sobre todos los previsibles costos económicos para la nación, los cuales al manifestarse más abiertamente a partir de 2012, revelaron el impacto social adverso de la inflación, el desabastecimiento y caída de la actividad económica, advertido previamente por los economistas.
Es en este contexto que la caída del precio del petróleo desde junio 2014 agrava enormemente la situación de Venezuela, que se refleja en un grave problema socioeconómico de desabastecimiento y de escasez generalizada de productos alimentarios, medicamentos, material esencial para el sector salud, equipos, maquinaria e insumos para las distintas actividades productivas del país.
Los problemas económicos centrales, interrelacionados, que requieren atención gubernamental urgente en medio de lo que ahora, en 2015, podemos definir como una emergencia económica, se resumen en los siguientes puntos:
— La expansión fiscal, dentro y fuera del presupuesto nacional, y los grandes déficits de sector público son el problema primario que induce a mayores desequilibrios monetarios y cambiarios. El déficit del sector público restringido, como porcentaje del PIB, se elevó a 15.6% en 2012, 16,3% en 2013 y se estima en 19% en 2014. Estas son cifras extraordinariamente altas para cualquier economía y han sido cubiertas en gran medida con el financiamiento monetario provisto por un debilitado Banco Central de Venezuela, con su Directorio recibiendo instrucciones directas del Gobierno. Ni el Gobierno de Hugo Chávez ni el de Nicolás Maduro han tenido reparo en usar todos los recursos fiscales, sean estos provistos por el petróleo, los ciudadanos a través de la recaudación del SENIAT, el endeudamiento público, los acuerdos con China; agreguemos a lo anterior la inconveniente transferencia de una parte importante de las reservas internacionales líquidas del BCV y los excedentes de tesorería de PDVSA, a un fondo de gasto público extra-presupuestario, FONDEN, para fines definidos por el Presidente, sin respetar las leyes ni la Constitución en sus artículos 314 y 320.
— A nuestra empresa estatal petrolera, PDVSA, los problemas derivados de la sistemática extracción de sus propios recursos financieros por parte del Gobierno, más allá de los impuestos y regalía que señala la ley, además de endeudamiento para fines distintos a sus actividades, y los compromisos asumidos con China y Petrocaribe/Cuba, la han colocado en una situación de minusvalía financiera operacional. Los volúmenes de producción propia de PDVSA en crudos ligeros y medianos cayeron desde el primer trimestre 2011 hasta el tercer trimestre 2014 en 000 barriles por día, lo cual equivale a 10.5% de las exportaciones del 2014; esta caída ha sido compensada, parcialmente, por el incremento en 140.000 barriles por día en la producción de crudos extra-pesados en las empresas mixtas, asociada al esfuerzo de las compañías extranjeras, donde los ingresos petroleros son compartidos. Las importaciones de crudo y productos han venido elevándose para proveer el crudo diluyente y la nafta, necesarios para la exportación de parte de los crudos extra-pesados y para suplir el mercado interno, dada la menor producción en las refinerías. La pesada factura de importación ha fluctuado en 2012-14, entre $7.000 y $8.400 millones al año, substancialmente mayor que el servicio anual de la deuda externa de PDVSA en 2014 de $5.389 millones. El volumen de exportación de crudo y productos en 2013 cayó 5,5% a 2.265.000 b/d y en 2014 se estima una disminución de 3,2% a 2.190.000 b/d. La producción petrolera estimada para 2014, 2.740.000 b/d, hace evidente el fracaso del Plan Siembra Petrolera anunciado en 2006, el cual tuvo una meta de producción de 5.800.000 b/d para 2012.
— El endeudamiento público creció en forma acelerada desde 2005, a pesar del alza sostenida del precio del petróleo desde 2003. El Gobierno de Hugo Chávez y de Nicolás Maduro usó todos los posibles medios de contraer deuda por 10 años. En el caso de las leyes de endeudamiento del Gobierno Central, que es una parte de la masiva acumulación de deuda pública, del saldo de la deuda interna y externa en dólares, estimada en unos US$150.000 millones a finales de 2014, sólo un 25% se destinó a proyectos de inversión; el resto fue usada en restructuración financiera, servicio de deuda y gestión fiscal. Al intentar consolidar las obligaciones financieras en títulos, convenios con China y deuda por nacionalizaciones, del sector público restringido en divisas, estas se estiman en US$147.000 millones. La deuda pública interna en bolívares a tasa de cambio oficial equivale a US$78.638 millones y el financiamiento monetario del Banco Central de Venezuela (BCV) a PDVSA y otros entes públicos llegó en diciembre 2014 al equivalente a US$107.290 millones. La devaluación del bolívar que se anticipa, sin duda diluirá en términos de divisas las obligaciones en bolívares del Gobierno y PDVSA; también lo hará con las obligaciones laborales pendientes y reducirá el poder de compra de sueldos y salarios. Dada la falta de información oficial organizada es difícil consolidar el total de obligaciones en divisas y bolívares, pero estos montos dan idea de montos muy grandes, en particular en el contexto de los disminuidos ingresos por exportación petrolera de 2015.
— Las cifras anteriores de deuda pública no incluyen la deuda comercial, en divisas y bolívares, del Gobierno Central y PDVSA con contratistas y proveedores, ni las obligaciones de suministro de divisas (CENCOEX/CADIVI) con el sector privado venezolano y empresas extranjeras residentes en el país, que a su vez tiene deudas contraídas con sus casas matrices o proveedores internacionales, estimadas en US$21.200 millones (incluye deuda comercial por importaciones, servicios, dividendos aprobados y dividendos retenidos a socios de empresas petroleras mixtas). La deuda de PDVSA con sus contratistas y proveedores era de US$21.404 millones a finales del 2013; además de deudas indirectas a través de las empresas mixtas, estimadas en US$12.000 millones, con sus socios (dividendos retenidos) y contratistas. Se conoce que algunas de estas deudas comerciales se reestructuraron, pero siguieron creciendo en 2014 debido a las dificultades financieras de PDVSA. No tenemos cifras sobre las obligaciones acumuladas del resto del sector público con contratistas y proveedores, pero las grandes obras públicas en todo el país están paralizadas o en lenta ejecución por falta de pago. Estimamos que la deuda comercial, servicios y con contratistas/ proveedores del sector petrolero, consolidada en divisas, es superior a los US$40.000 millones. Se requiere transparencia de parte del Gobierno, para informar al país sobre los actualizados de estas obligaciones por pagar, en divisas y en bolívares. Dada la situación de desabastecimiento general y escasez de bienes de consumo e insumos agrícolas e industriales, este componente no titularizado de la deuda pública nacional es tan importante como la deuda pública financiera registrada.
— La política monetaria del Banco Central de Venezuela (BCV) fue desviada del objetivo constitucional de la estabilidad de precios y manejo responsable de las reservas internacionales para, a través de la designación de un Directorio de filiación partidista y sin credenciales académicas adecuadas, descuidar las tareas de un ente monetario responsable. El BCV ha transferido US$62.250 millones (hasta septiembre 2014) de las reservas internacionales al FONDEN desde la inconstitucional reforma de su ley de julio 2005; y ha adquirido pagarés de PDVSA desde 2010, medio de financiamiento monetario del déficit del sector público, en montos en bolívares muy grandes, equivalentes a tasa de cambio oficial al cierre de diciembre 2014 a US$107.290 millones. El control gubernamental del BCV, obviando las razones de su autonomía establecida en la Constitución, es el origen de la falta de reservas internacionales ahora en 2015 y del acelerado crecimiento de la liquidez monetaria en manos del público, bolívares sin respaldo. Esta situación en el ente monetario es una de las causas directas de la rápida depreciación del bolívar en el llamado mercado cambiario paralelo y de la creciente tasa de inflación, para llegar a ser desde 2014, la tasa más alta del mundo, a pesar que el Directorio del BCV ha tomado medidas para modificar a su conveniencia el cálculo del Índice de precios, al tiempo que ha retrasado su publicación.
— Un régimen de control de cambio, ahora con múltiples tasas, instaurado en forma temporal en 2003 para enfrentar la caída en reservas internacionales, fue convertido en un sistema permanente de asignación de divisas, con todas las distorsiones económicas que esto causa, como la persistente sobrevaluación de la tasa de cambio oficial, que condujo a mayores importaciones y a la pérdida de valor del bolívar ante el dólar en el mercado no oficial. El énfasis del Plan Socialista 2007-12, de aumentar la participación del sector público, ampliar los controles de precios sobre el sector privado mientras se elevaban los costos de producción, junto a la moneda sobrevaluada y el amplio diferencial cambiario entre la tasa de cambio oficial y el mercado no oficial, causó un poderoso desestimulo a la producción nacional, con el consecuente desmantelamiento de parte de la tradicional producción agrícola e industrial del país, un incremento de la corrupción asociada a la asignación de divisas y, a finales de 2014, prácticamente el agotamiento de las reservas internacionales liquidas.
— Hace ocho años, en enero de 2007, el presidente Hugo Chávez anunció luego de su reelección que Venezuela se dirigía a una transición hacia el socialismo del siglo XXI. Se inició un proceso de expropiaciones y confiscaciones a varias empresas nacionales e internacionales, del sector agrícola, industrial, eléctrico, financiero, servicios y telecomunicaciones; Además, se crearon nuevas empresas y entes públicos para realizar compras en el exterior y distribuir bienes dentro de gasto social, estrechamente vinculado a la red clientelar del partido de gobierno. También se ampliaron las facultades del Gobierno para ejercer controles de precios, de ganancias y sobre la distribución de bienes de producción privada en el territorio nacional. Evidentemente, estas medidas forman parte de la concepción socialista-marxista, previa a la caída del muro de Berlín, promovida por el Primer y Segundo Plan Socialista desde 2007, bajo el auspicio de Hugo Chávez. Desde el 2009 la pérdida de la eficacia productiva y del potencial de producción en prácticamente todos los sectores de la economía, público y privado, se ha convertido en un impedimento más para el normal abastecimiento con producción nacional. Las empresas básicas estatales de Guayana han reducido alarmantemente su producción a un rango estimado de 40-60% de su capacidad potencial; operan con fuertes pérdidas, desactualización tecnológica y baja calidad del producto final. Algunas empresas estatales subsisten con transferencias de recursos desde el Gobierno Central, PDVSA, el Fondo Chino y del BCV. Los sectores de electricidad, agua y telecomunicaciones, presentan graves problemas de gestión, falta de inversión oportuna y fallas en la prestación de los servicios.
Lo que expresamos anteriormente, la crítica de la razón monetarista, no implica que el análisis económico del Pronunciamiento de los economistas no tenga sus aciertos, en lo que respecta a lo que el análisis económico usual llama equilibrio macroeconómico, que nosotros, desde otra perspectiva, podemos denominar sincronías congruentes de las disposiciones económicas, que, en realidad responden a procesos cualitativos, a interrelaciones complejas de estos procesos. Cuando tocan el tópico primordial de la producción y muestran que ésta ha sufrido una notable disminución, no solo en lo que respecta a la producción de alimentos, que de por sí es fundamental, sino a la producción petrolera, ya es alarmante. Más alarmante aún es que Venezuela no se haya industrializado o no haya dado pasos efectivos en la industrialización, sino, contrastando, mas bien, haya dado pasos efectivos en expandir el modelo extractivista, bajo la condición perversa, también ampliada del Estado rentista. Ciertamente esta observación la compartimos desde ópticas e interpretaciones distintas. Los economistas están preocupados por el equilibrio macroeconómico, nosotros estamos preocupados por el camino de la independencia económica de nuestros países.
Al monetarismo le preocupa el déficit fiscal como si éste solo ocurriera en nuestros países, los de las periferias del sistema-mundo; empero, no dicen nada del déficit fiscal de los centros del sistema-mundo, que son parecidos o, incluso, superiores a nuestro déficit. ¿Por qué se dan? ¿Es que los gobiernos de los países centrales, las burguesías del norte, los organismos internacionales, piensan lo mismo respecto al déficit fiscal de los países centrales? ¿Por qué nuestros déficit tienen que ser peligrosos y no el de ellos? Ciertamente el déficit fiscal tiene que descifrarse dentro del conjunto de la composición de la deuda, sobre todo teniendo en cuenta el peso de la deuda en relación al PIB. Mientras no respondan a estas preguntas, este argumento monetarista se hace poco creíble.
La verdad es que las economías capitalistas se han desarrollado por endeudamiento. El problema no radica aquí sino en, primero, no coordinar la sobreproducción, pues la crisis, en sentido estructural, estalla como crisis de sobreproducción; segundo, en tratar de resolver la crisis de sobreproducción con manipulaciones financieras, con la proliferación de burbujas financieras, ahondando, mas bien, la crisis, después de una ilusión coyuntural de bonanza. Este consejo de los economistas no hace otra cosa que seguir el consejo de los economistas asesores del Fondo Monetario Internacional, del Banco Mundial, del Sistema Financiero Internacional; este consejo apunta a descargar el peso del costo de la crisis a las economías de los países periféricos, semi-periféricos, incluso ahora, descargar el costo de la crisis en los propios pueblos de los países centrales. Este consejo es cómplice de esta estrategia de hacer pagar la crisis de sobreproducción y la crisis financiera a los que no la han generado. Lo que decimos no quiere decir que tenga que haber déficit fiscal, de ninguna manera; lo que se dice manifiesta que el problema fundamental no radica aquí.
Si se busca la industrialización, como establece la Constitución, también los objetivos declarados del socialismo del siglo XXI, no se entiende por qué se descapitaliza a las empresas públicas, sobre todo la principal, PDVSA. La empresa estatal, como toda empresa, requiere reinvertir para su propio desarrollo, si se quiere, acumulación de capital. Esto, lo de la descapitalización, es apuntar a socavar las bases del mismo proyecto del socialismo del siglo XXI, apostando por soluciones inmediatas, provisionales y coyunturales, con manejos inadecuados de los fondos del Estado. En esto también estamos de acuerdo; pero, obviamente desde perspectivas e interpretaciones distintas.
Ya hablamos del endeudamiento, en esto no vemos un pecado, si está vinculado a estrategias a largo plazo, que garanticen su amortización, la cancelación de los intereses y sobretodo la generación de excedentes productivos, incluyendo en el concepto de productivos, la inversión social, que ha resultado ser, por la experiencia económica de los potencias emergentes, la variable que tiene mejores repercusiones en la producción y en la productividad. Sin embargo, se nota que no hay estrategias a largo plazo, que no se usan los recursos económicos en la inversión productiva; al contrario, se tiene un comportamiento parecido, con sus variantes y diferencias, a los usos económicos especulativos que han generado la crisis financiera, a través de formas quiméricas, que tienen un alcance coyuntural. Esto es alarmante, en esto, en este manejo financiero, se parecen más bien, a las políticas financiras especulativas, con todas las variantes del caso.
Tampoco se entiende que se tenga que vulnerar la Constitución, como lo han hecho todos los gobiernos progresistas, siguiendo el comportamiento, respecto a sus constituciones, de los gobiernos no-progresistas. Se ha elaborado la Constitución, se la ha aprobado, se la ha promulgado, precisamente para iniciar transiciones emancipativas. ¿Por qué vulnéralas? ¿Por las contingencias del momento, por las contingencias de la lucha de clases, por las contingencias políticas? No se puede ilusionarse con soluciones improvisadas y coyunturales, cuando se trata de sostener, en el largo plazo, el proceso de cambio; más aun vulnerando la propia Constitución.
No se entiende que la crisis económica, sobre todo el problema de la valorización monetaria, tenga que ser atendida con formulas tan enrevesadas de control de cambios, que, al final de cuentas, son ineficaces y ahondan más el problema que quería resolverse.
Lo de que las nacionalizaciones y monopolios empresariales estatales corresponde a la “concepción marxista-leninista”, merece toda una discusión. Se nota el desconocimiento de los debates marxistas sobre el tema de parte de los economistas monetaristas. No es el momento para abordar esta discusión, nos remitimos a otros escritos[4]. Sin embargo, tenemos que recordar que se nacionaliza como inicio y apertura a procesos de industrialización, que tienen que ver con la independencia económica. No se nacionaliza para estancar a estas empresas y convertirlas en anquilosados dispositivos del Estado; menos para impactar negativamente en la producción.
En la segunda parte del documento, los economistas exponen sobre La emergencia económica del 2015 y la necesidad de una nueva política económica; escriben:
Todas las dificultades económicas resumidas anteriormente, donde se podrían agregar una serie de problemas sectoriales adicionales, afectados por el marco de política económica analizado, son previasa la aguda caída de los precios del petróleo. En junio de 2014 el precio de la canasta de exportación de crudos y productos petroleros venezolana era de 99,11 $/barril; para la primera quincena de enero 2015 fue de 41,33 $/barril. Una caída de 58,3% en algo más de 6 meses. El excedente de oferta petrolera en la economía mundial se irá moderando con la disminución del precio del crudo, el cual todavía no encuentra un punto de equilibrio; pero el débil crecimiento de la demanda mundial, lleva a pensar que será un proceso prolongado, quizás de un par de años, antes que el crudo vuelva a elevar el precio de Venezuela por encima de los 65-70 $/barril.
Las estimaciones del impacto sobre la balanza de pagos, en el contexto anterior, son realmente dramáticas. En 2012 los ingresos por exportaciones petroleras fueron de $93.569 millones con un precio promedio de exportación de Venezuela de 103,42 $/barril; En 2013, según cifras del Ministerio de Energía y Petróleo provistas al BCV, bajaron a US$85.603 millones, aunque la data de comercio internacional indica que debió estar cercano a los US$81.000 millones. En 2014 se estima que los ingresos brutos por exportaciones cayeron a US$71.500 millones; y para el 2015, con el crudovenezolano en un promedio de 46 dólares (11.3% más alto que el precio en lo que va de año), las exportaciones petroleras, llegarían a un estimado de US$35.500 millones.
Con reservas internacionales insuficientes, US$20.750 millones al 15 de enero pasado, que incluyen ahora, desde el cuarto trimestre 2014, activos de reserva no convencionales, Venezuela no puede cubrir una caída del ingreso petrolero que en 2015 puede ser de US$35.500 millones, una cifra equivalente al 50% del año anterior, bajo un escenario conservador. No se puede descartar que el crudo venezolano caiga por algunos meses a un nivel de 30 $/barril, lo cual bajaría el precio promedio del año a menos de los 46 $/barril estimados aquí. En este escenario conservador, todos los compromisos financieros descritos y las importaciones de crudo, combustible y equipos por parte de PDVSA, requeriría más de 2/3 de los disminuidos ingresos por exportación petrolera de 2015. Esta situación constituye una crisis de balanza de pagos (crisis cambiaria) sin precedentes, por la magnitud de obligaciones financieras adquiridos por los Gobiernos de Chávez y Maduro y la onerosa factura de importaciones de crudo y productos por parte de PDVSA.
Por un lado las necesidades de importaciones en el país se han elevado en los últimos años, reemplazando muchos rubros agrícolas e industriales de producción nacional; además de contar ahora con una economía postrada, con fuertes limitaciones en varios sectores en cuanto al acceso de divisas o el suministro de insumos de empresas estatales, entre otras dificultades asociadas a los controles gubernamentales, lo cual ha reducido la capacidad productiva, como se describió antes. La deuda comercial en divisas del sector privado y las ahora mucho más agudas limitaciones en el suministro de divisas en 2015, para cumplir con sus proveedores, son también un gran obstáculo para aspirar al normal abastecimiento del país, sin un cambio drástico en la política económica.
Por otro lado, están los pesados compromisos externos impuestos sobre el flujo de caja de PDVSA, con el pago del financiamiento que recibieron el Gobierno de Chávez y Maduro de China y que estos gobernantes han provisto a Petro Caribe y Cuba; además del pago en efectivo por parte de PDVSA, de las costosas y crecientes importaciones de crudo y productos, junto al servicio de la deuda financiera de la Republica y de la empresa petrolera, que, por supuesto, se realizan con las divisas petroleras. Por estos motivos y por la transferencia a fondos extra-presupuestarios como el FONDEN, en los últimos 5 años PDVSA redujo su entrega de divisas al BCV a montos equivalentes a un promedio de 50% del total de los ingresos brutos en divisas por exportación petrolera.
En 2015, como se señaló antes, no se prevé un flujo de divisas petroleras suficientes para pagar por las importaciones públicas y privadas necesarias, luego de cubrir las pesadas obligaciones financieras adquiridas; y por lo tanto se trata de una muy severa crisis de balanza de pagos, sin precedentes en la historia de Venezuela, que exige un cambio coherente de política económica y buscar financiar un déficit de balanza de pagos de más de US$35.000 millones.
La caída de la actividad económica, PIB, en el primer semestre del año, previo a la caída del precio del crudo, fue, según cifras del BCV, de -4.9%, con un desplome de dos dígitos en manufactura, comercio y construcción (-11,7%, 11,5 y -10%, respectivamente); y el PIB se redujo en 2.3% en el tercer trimestre del 2014. A pesar del peso que estos sectores tienen en términos de empleo, las cifras oficiales del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) indican que no se elevó el desempleo. El Directorio del BCV ha venido ejerciendo presión sobre los profesionales que se encargan de las mediciones de inflación, actividad económica (PIB) y balanza de pagos. En este sentido se ha detectado que las cifras del sector público provistas a las unidades de estadísticas del BCV se han adulterado en los últimos años con el fin de atenuar los resultados económicos negativos.
Sin duda, la pérdida de autonomía del BCV se refleja en su política monetaria presta a financiar el déficit del sector público, la manipulación y ocultamiento de las estadísticas y en haber transferido más de $60.000 millones, desde 2006, de las hoy más que nunca necesarias reservas internacionales, a fondos de gasto público extra-presupuestario. En octubre de 2014 los profesionales del BCV denunciaron en un comunicado a la opinión pública que han recibido presiones para que las estadísticas no reflejen toda la magnitud de la crisis económica de Venezuela.
En medio de la muy difícil y vulnerable situación económica y social, por las dificultades explicadas en este documento a la opinión pública, queremos hacer una serie de recomendaciones al país, a todos los sectores que promueven la búsqueda de un rumbo distinto, sobre los cambios urgentes de política económica y reformas institucionales que consideramos necesarios para sacar a Venezuela de las graves circunstancias en que se encuentra al inicio del 2015:
— Establecer un nuevo proceso presupuestario ordenado, con el objetivo de reducir el déficit del sector público. Este último debe apuntar a no exceder del 4% del PIB en un plazo de dos años; y en un año de aguda caída del ingreso petrolero se debe establecer una meta transitoria más alta, aunque acorde con un programa macroeconómico y financiero de acciones coordinadas. Con más de 1.200 empresas estatales y nacionalizadas, casi todas con grandes problemas financieros y operacionales, además de cientos de entes públicos, esta tarea constituye un desafío a una forma de dirigir el gasto público, guiado por objetivos políticos-electorales. Se debe cumplir con el artículo 314 de la Constitución que establece que no habrá gasto público fuera del Presupuesto Nacional y suspender los fondos extra-presupuestarios de gasto discrecional. El énfasis en gasto social y en dar acceso a alimentos y medicamentos a la población de menores de recursos se debe mantener, pero usando ahora mercados funcionales y acuerdos con el sector privado, en vez de un aparato burocrático propenso a la corrupción y que facilita la existencia de mercados negros y, además, se enriquece junto a particulares con el contrabando.
— Rescatar la autonomía del Banco Central de Venezuela, con el nombramiento de un Directorio calificado que no esté sometido a las directrices del Gobierno. El financiamiento monetario de más de dos tercios del déficit del sector público y la transferencia de reservas internacionales al FONDEN deben ser suspendidas, dentro de una programación macroeconómica coordinada con el Ministerio de Finanzas y PDVSA. Las tasas de interés deben remunerar el ahorro nacional y mantenerse, inicialmente, un control sobre el spreadentre tasas activas y pasivas; se deben tomar medidas para fomentar la estabilidad y el sano crecimiento del sistema financiero. Aunque no vaya a recibir recursos de las exportaciones petroleras en los primeros años, mientras se atienden diversos problemas económicos y financieros, se debe crear un nuevo Fondo de Estabilización Macroeconómica, que comience a operar en 2017.
— Ejecutar de inmediato un plan de reorganización y saneamiento financiero de PDVSA, dentro del contexto de un nuevo plan económico, para iniciar la recuperación y elevación de la capacidad de exploración, producción y exportación petróleo y productos derivados, propia y desde de las empresas mixtas.
— Operaciones de pasivos que permitan mejorar y reducir el perfil de vencimientos de la deuda externa de la República y PDVSA, además de revisar o suspender otras facilidades crediticias recibidas o provistas a otros países, dentro de un plan de reformas y nueva política económica. De otro modo se corre el riesgo de incumplir con esos compromisos financieros. Las deudas comerciales del sector público y privado, que se compruebe que son legítimas, deben también ser parte de la negociación con los acreedores en el nuevo contexto de cambios económicos. El país requiere de financiamiento externo en montos muy importantes, dentro de un plan de reordenamiento del perfil de pagos de la deuda financiera, lo cual debe contribuir para dar sustento al nuevo régimen cambiario, dentro de un cambio de orientación económica, distante del manejo descrito hasta ahora; manteniendo el objetivo de un desarrollo económico de largo plazo y diversificación de la base exportadora de Venezuela. No es aceptable endeudar más al país para intentar mantener un modelo económico de presunta transición al socialismo, que ya ha comprobado ser desastrosamente errado en su concepción y práctica.
— Desmontar el régimen de control de cambio, como objetivo central dentro del plan económico – fiscal, monetario, financiero – para lo cual es fundamental crear las condiciones económicas y sociales para mejorar la producción, distribución y comercio de bienes y servicios. Esta es una tarea compleja que exige fortalecer las reservas internacionales y coordinar con el sector privado para un proceso gradual de desmontaje de los controles de cambio y de precios, hasta llegar a una situación de estabilidad, en un plazo a establecer, donde los mercados puedan volver a operar, en un mejor ambiente económico con una tasa de inflación disminuyendo rápidamente. Debemos llegar a disponer de un mercado cambiario funcional sin las generalizadas prácticas de corrupción para aprovechar los diferenciales cambiarios. La coordinación entre Gobierno Central, PDVSA y BCV es esencial para el éxito de este proceso de transición a un nuevo régimen cambiario.
— Diseñar políticas sectoriales en el contexto de los cambios de la política económica y petrolera del país, para así estimular la recuperación económica y mayor productividad laboral en los sector agrícola, manufacturero, minero, construcción, turismo. Los trabajadores venezolanos se beneficiarán directamente de la recuperación sólida de los sectores económicos ahora deprimidos, con más bajas tasas de inflación, mejores salarios reales y generación de nuevos empleos. El capital privado venezolano, que ahora invierte en varios países de las Américas podrá volver a ver a Venezuela y ayudar mucho a elevar la inversión privada y las reservas internacionales, al percibir al país como una economía en vías de estabilizarse y prosperar. Se deben continuar con las obras de infraestructura que estén en marcha; y con apoyo de organismo multilaterales avanzar en la modernización de la infraestructura física y de servicios públicos.
En los últimos tres años las exportaciones petroleras representaron en promedio más del 96% del total de las exportaciones del país, la más alta tasa de dependencia jamás registrada desde que se comenzaron a llevar las cuentas nacionales a mediados del siglo XX. En 1997 fue de 76,8%. Hubo un retroceso muy importante y las exportaciones no petroleras se han reducido a cifras muy pequeñas. La dependencia petrolera actual y el haber animado a la población a esperar que el uso fiscal de los ingresos petroleros y el endeudamiento público (basado en comprometer los ingresos petroleros futuros) solucionen todos sus problemas, constituyen un importante problema económico, social, cultural y político. Los cambios económicos, en toda su magnitud, requieren de un clima de coincidencia, de unidad nacional, que ha probado no ser fácil de conseguir bajo el Gobierno de Nicolás Maduro.
Como consecuencia del estancamiento económico, conjuntamente con la elevada inflación de los años 2013-14, los ingresos reales de los trabajadores formales e informales han declinado, no solo por la caída en la actividad económica, sino también por el alza acelerada de los precios. Para el año 2013 el índice de pobreza general del INE subió a 27,3 %, pudiéndose estimar que este llegó a un 35 % al final del 2014; ello implica que el número de personas en condiciones de pobreza aumentó de 8,2 a más de 10.5 millones de venezolanos.
La crisis económica ya se ha tornado en una gran crisis social. Es visible la desesperación de la población ante el desabastecimiento generalizado, la escasez que crea largas colas en todas las ciudades del país; y el aumento del crimen que encuentra un clima propenso en el empobrecimiento y creciente desempleo que vive Venezuela. La política comunicacional del Gobierno ya no puede aspirar a desviar su responsabilidad por la grave situación socioeconómica. La población ha venido perdiendo la confianza en que el Gobierno puede cumplir sus promesas de garantizar el abastecimiento y crece la frustración. El país necesita una visión económica alternativa, una economía de mercado con fuertes instituciones sociales y económicas, dentro de una democracia donde prevalezca el respeto a la ley y los derechos humanos, incluyendo los derechos económicos.
Debemos enfatizar que en una economía abrumada por controles gubernamentales ineficaces y un control de cambio que enriquece a grupos cercanos al poder político, la corrupción florece, mientras cae la producción nacional por falta de divisas eficientemente asignadas; esto ha elevado la percepción de abuso de poder sobre la población empobrecida y desesperada ante el deterioro de la situación económica de Venezuela, mientras la caída del ingreso real de la familia venezolana, la escasez de alimentos, medicinas, bienes de higiene personal, vehículos, insumos para la construcción e industria, y una larga lista de otros bienes, nos recuerda la causa del fracaso de las economías socialistas del siglo pasado.
A principios de 2015, Venezuela se encuentra, como resultado de un muy adverso ambiente económico y de la reciente caída del precio del petróleo, en una situación extrema en sus cuentas externas, financieras y fiscales, como no la hemos vivido desde las primeras décadas del siglo XX. El país se encuentra cercano a caer un proceso hiperinflacionario (alza de precios de más de 100% al año), como ocurrió en otros países de América Latina en previas décadas. Esto debe ser evitado con una nueva política económica sensata, sin la restricción ideológica ni el cálculo político restringido de quienes trajeron el país a esta situación.
Venezuela requiere de un urgente proceso de concertación a nivel nacional frente a las graves circunstancias explicadas en este documento; y es necesario un ánimo de rectificación profunda, en función del interés nacional, para que el Gobierno abandone sus políticas equivocadas y pueda dar paso a una nueva estrategia de recuperación económica y social exitosa. Esta será una tarea compleja y exigente que se enfocará en atender la emergencia económica y su devastador impacto social, que enfrentamos a principios de 2015.
Creemos que la definición de una estrategia de rectificación económica en medio de la emergencia económica que estamos comenzando a enfrentar este año, con nuevas políticas e instituciones dirigidas a alcanzar y mantener la estabilidad económica en Venezuela, como la gozan casi todos nuestros países vecinos en América Latina, debe concentrarse en las ideas antes expuestas. Ello implica enfrentar un auténtico círculo vicioso de prácticas gubernamentales actuales, incapaces de proveer la estabilidad económica necesaria, así como a intereses grupales y la resistencia ideológica dentro del Gobierno, muy a pesar del evidente fracaso económico en su gestión.
El control de cambio con múltiples tasas, mantenido por razones políticas, ha sido el centro de una crisis de valores en el país, de afán de riqueza fácil, un serio problema ético y social que sobrepasa las consideraciones económicas antes descritas y debe ser desmontado dentro de un marco de reformas institucionales y cambios de la política económica coherentes. Creemos en la capacidad de los venezolanos de buscar un camino exitoso para salir adelante y no conformarse con las penurias asociadas a los grandes errores económicos cometidos[5].
El documento señala que hay que distinguir los problemas económicos generados antes de la caída del precio del petróleo de los problemas ocasionados por el impacto de la caída del precio del crudo en la economía. Lo que se colige del análisis es que los problemas anteriores a la caída del precio del crudo se ahondan con el impacto de la caída. Se anota la disminución sobresaliente de las reservas internacionales, del crecimiento de la deuda, del peligro de incumplimiento de compromisos, señalando la transferencia de recursos financieros al FONDEN, en un contexto donde la economía se ha vuelto más dependiente de las exportaciones de petróleo, deprimiendo, si es que no es anulando la diversificación de la economía. El incremento de las importaciones estrecha la diferencia en la balanza comercial, poniendo en una situación complicada a la economía del país, sobre todo cuando sus ingresos merman, por concepto de la caída de los precios de los hidrocarburos. Se remarca la grave situación económica con la caída de PIB.
En este panorama desalentador, los economistas proponen medidas de emergencias, todo un plan de reactivación económica; proponen no salirse del 4% del déficit público, en el marco de un replanteamiento integral del presupuesto. Rescatar la autonomía del Banco Central de Venezuela, Ejecutar de inmediato un plan de reorganización y saneamiento financiero de PDVSA, Operaciones de pasivos que permitan mejorar y reducir el perfil de vencimientos de la deuda externa de la República y PDVSA, Desmontar el régimen de control de cambio, Diseñar políticas sectoriales en el contexto de los cambios de la política económica y petrolera del país. Se trata de propuestas conocidas en los ambientes académicos, también y sobre todo en los ambientes de los organismos financieros internacionales, forma parte del vocabulario del enfoque monetarista. No decimos del paradigma macroeconómico, pues no sería justo; la concepción keynesiana es diferente, tiene otro enfoque. Esto no quiere decir que no sean medidas pertinentes; lo que decimos es que estas medidas de saneamiento no resuelven las causas de la crisis estructural. Si se quiere resolver el problema estructural, como tal, es menester atacar a las causas estructurales. No se trata de un calmante momentáneo o un des-inflamatorio, sino de resolver de raíz el problema de la crisis estructural.
Para abordar el problema que acabamos de tocar, vamos a tratar de interpretar integralmente la crisis orgánica y cíclica del capitalismo, la crisis de sobreproducción y crisis financiera del capitalismo, en su conjunto, comprendiendo también lo que pasa en las periferias del sistema-mundo, que llamaremos crisis de sub-producción; quizás mejor dicho crisis extractivista y rentista, que también puede ser llamada crisis de la dependencia.
Crisis integral de sobreproducción y financiera del sistema-mundo capitalista
Hipótesis interpretativasAunque parezca paradójico, podemos hablar de una crisis de sub-producción en los países periféricos, en el marco de la crisis de sobreproducción en el sistema-mundo. Los países periféricos no se abastecen de bienes, mercancías, herramientas, maquinarias, que requieren; tienen que importarlos. Al ser exportadores de materias primas entran en una relación de dependencia respecto de los centros industriales del sistema-mundo. Los términos de intercambio entre centros y periferias es desfavorable para las periferias, aunque, en algunos casos, las periferias nacionalicen sus recursos naturales y las empresas de explotación de estos recursos, mejorando los términos de intercambio. Mejoran sus ingresos estatales; empero, no salen de la dependencia. Pueden subir las materias primas; esto puede afectar los costos de producción de los centros industriales; empero, a mediano y largo plazo, se recuperan, pues ajustan sus precios de las manufacturas y mercancías industriales, recargando el peso de la subida de los precios de las materias primas otra vez a las economías periféricas. La acumulación ampliada de capital, el desarrollo industrial de los centros del sistema-mundo, por lo tanto, la sobre-producción, se sustenta en la sub-producción de los países periféricos, pues al estar condenados a ser exportadores de materias primas, no pueden abastecer sus mercados internos, lo que los convierte en compradores de los productos industriales de los centros. Esto ya lo habían dicho los de la Teoría de la dependencia cuando analizaron el sistema-mundo capitalista como dialéctica del desarrollo y subdesarrollo; el desarrollo instaura el subdesarrollo. La crisis de las economías periféricas se genera estructuralmente en la dependencia, en su condición de economías primario exportadoras. Se trata de economías dependientes, por lo tanto, esta condición define un perfil macroeconómico y una estructura del PIB dependientes. Sus déficit, públicos, comerciales, nacen de un déficit cualitativo inaugural, el déficit que inscribe en los territorios y cuerpos la dependencia. Los otros déficits se pueden explicar, en última instancia, de este déficit de la dependencia. Que pueda lograrse equilibrios macroeconómicos mediante procedimientos de saneamiento económico, puede hacerse; que mejore coyunturalmente una situación económica catastrófica, puede darse; empero, a mediano y largo plazo no resuelven el problema estructural. La economía sigue siendo deficitaria cualitativamente, mientras el país sea dependiente. Ahora bien, en el supuesto caso que se pasara a otra etapa; que pueda abastecerse el mercado interno, mediante sustitución de importaciones, aparecen otros problemas. La comparación de costos de producción resultan más altos que los costos de producción de la competencia externa. La política proteccionista puede resguardar el desarrollo industrial nacional durante un tiempo, pero, no mucho. No hay economía aislada en el sistema-mundo. ¿Por cuánto tiempo se puede sostener la industria nacional en este contexto competitivo? A no ser que ocurra como a la potencia emergente de la República Popular de China, que se convierte en potencia industrial competitiva mundialmente. Lo que ahonda la crisis de sobreproducción, por más que se beneficie, por un lapso de tiempo, mediano o largo, la potencia emergente. En todo caso, en el sistema-mundo se agudiza la crisis de sobreproducción. El crecimiento y desarrollo de la potencia emergente también se va dar a costa de que las periferias se mantengan en condición de dependencia. ¿Cómo se sale de lo que parece un círculo vicioso, el circulo vicioso del modo de producción capitalista y de la economía-mundo capitalista? No hay salida en el sistema-mundo capitalista, salvo de manera intermitente, transfiriendo a otros los costos de la crisis de sobreproducción, después de la crisis financiera, que es el método especulativo de escapar de la crisis estructural. Se ha hablado del límite físico del crecimiento y desarrollo capitalista, del límite ecológico. También se puede hablar del límite propio, inherente, del sistema-mundo capitalista. Es este, no se puede sostener la sobreproducción, por largo tiempo, menos mediante procedimientos especulativos financieros. La crisis de sobreproducción, que es la matriz de la crisis financiera, solo se puede resolver por coordinaciones entre los productores, también en coordinación con los que detentan los recursos naturales. Estas coordinaciones no son posibles dentro del modo de producción capitalista, dentro del sistema-mundo capitalista, por las lógicas de valorización de capital de este modo y de este sistema. El modo y el sistema han llegado a sus propios límites inherentes. El tránsito o el cambio a alternativas al sistema-mundo capitalista tampoco podría darse en el marco de los Estado-nación y del orden mundial establecido. Pues este marco político corresponde precisamente a la malla institucional y al mapa político del sistema-mundo. Son los pueblos del mundo los que podrían crear otras composiciones, asociaciones, tejidos y redes mundiales, que sostengan los acuerdos complementarios económicos. Obviamente estas coordinaciones no se moverían en la lógica de la valorización del capital. —
[1] MonitorProdavinci: 60 economistas se pronuncian sobre la crisis económica en Venezuela. Este documento se encuentra disponible en el portal:www.pensarenvenezuela.org.ve. Caracas 22 de enero, 2015. http://prodavinci.com/2015/01/22/actualidad/60-economistas-se-pronuncian-sobre-la-crisis-economica-en-venezuela-monitorprodavinci/.
[2] Ibídem.
[3] Ver de Raúl Prada Alcoreza Tesis sobre la dominación del capitalismo financiero. Dinámicas moleculares; La Paz 2015.
[4] Ver de Raúl Prada Crítica de la economía política generalizada. Dinámicas moleculares; La Paz 2015. http://issuu.com/raulpradaalcoreza/docs/cr__tica_de_la_econom__a_pol__tica_.
[5] Ibídem. Los economistas firmantes del Pronunciamiento son: Orlando Ochoa, Patricia Hernández, Luis Oliveros, Sary Levy, José Guerra, Ronald Balza, Tamara Herrera, Asdrúbal Oliveros, Isaac Mencia, Alejandro Grisanti, Richard Obuchi, José Toro Hardy, Pedro Palma, Domingo Sifontes, Francisco Ibarra, Gustavo Rojas, Luis Carlos Palacios, Henkel García, Héctor Silva Michelena, Adicea Castillo, Teodoro Petkoff, Ángel García Banchs, Humberto García Larralde, Neuro Villalobos, Francisco Faraco, Tarquino Barreto, Héctor Malavé Mata, Edison Morales, Luis Beltrán Petrossini, Alejandro Gutiérrez, Jóvito Alcides Villalba, Marcos Morales Quintero, Gustavo Guevara, Jesús Casique, Edgar Cárdenas Medina, Pablo Polo, León Sarcos, Gustavo Machado, Eduardo Semtei, Jorge Sánchez Melean, Rafael Piña Pérez, Edinson Jiménez Medina, Alberto Castellano, Douglas Ramírez, José Manuel Puente, Antonio Paiva, Marcos Sandoval, Genry Vargas, Asnaldo Soto, José Mora, Daniel Anido Rivas, Christi Rangel, Carlos Torres, Arlean Narváez, Luis Bruzco, Alfredo Rincón, Robert Bottome, Kamar Romero, Juan Plaja, Stefan Balabanoff.
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Dedicado a las Comunas, bases y espesores del proyecto autogestionario comunitario de la revolución bolivariana.