Más allá de las representaciones, de las fuerzas y las voluntades
Raúl Prada Alcoreza
¿Por qué no hemos logrado lo que queríamos lograr? ¿Debido a nuestras teorías o debido a nuestras fuerzas? ¿Nuestras teorías eran inadecuadas o nuestras fuerzas débiles? ¿O se trata de un problema de voluntades; no se tuvo la voluntad? Representaciones, fuerzas y voluntades, he ahí los ejecutantes de las acciones, de las prácticas, del perfil y contenido de los hechos, de sus secuencias y los desenlaces. ¿Hay un óptimo, por así decirlo, en esta composición? ¿Las representaciones dirigen a las fuerzas y voluntades? ¿O son las fuerzas los verdaderos mecanismos, que al realizarse, utilizan representaciones y constituyen voluntades? ¿O, de modo diferente, es la voluntad la que constituye la causa inmanente de las fuerzas y se expresa en representaciones? ¿Cada una pretende legislar a las otras, se considera a sí misma la conductora? ¿Si es así, si lo hacen, no hay conflicto de estos ejecutantes? ¿Cómo se resuelve el conflicto? Cuando se resuelve por las representaciones, la pretensión es de verdad; cuando se resuelva por las fuerzas la pretensión es de poder; cuando se resuelven por las voluntades, la pretensión es de deseo. Verdad, poder y deseo, he ahí los telos, los fines, inscritos en las acciones mismas. Pero, estos fines, estas finalidades, son fines presupuestos, construidos imaginariamente.
Lo no-imaginario, lo que acontece, escapa a las pretensiones imaginarias, escapa a las legislaciones o de las representaciones, o de las fuerzas o de las voluntades. El acontecimiento no pertenece ni las representaciones, ni a las fuerzas, ni a las voluntades. Mas bien, éstas son composiciones en el acontecimiento. El acontecimiento es azar creativo; este azar no es controlable ni por las representaciones, ni por las fuerzas, ni por las voluntades. Lo que se representa son apenas fotografías de fragmentos del acontecimiento; las fuerzas son apenas una parte de inserción en el acontecimiento, compartiendo con otras fuerzas en otras contingencias en la inmensidad múltiple del acontecimiento. Las voluntades son apenas una parte de la constelación volitiva del acontecimiento. Lo que acontece es una singularidad compuesta de múltiples singularidades; esta singularidad es la necesidad del azar y la necesidad en el azar, siendo el azar mismo una necesidad.
Los esencialismos no han sido otra cosa que representaciones, asumidas dramáticamente, como si estas tuvieran sustancia, más aún, fueran la sustancia explicativa del mundo. Ese mundo también era el mundo de las representaciones, no el mundo efectivo en constante devenir. Los esencialismo se trasformaron en verdades; estas compusieron los cimientos de los corpus teóricos; sin embargo, las verdades como las esencias no son más que representaciones; por lo tanto, las verdades tienen validez en el mundo de las representaciones. No pueden reclamar lo mismo en el mundo efectivo. Los corpus teóricos se aplicaron como religión, después como “ideología”, después como ciencia; todas no eran más que creaciones de las representaciones. Sus logros no son más que logros en el mundo de las representaciones. Es una pretensión auto- centrada considerar que son logros en el mundo efectivo.
Los seres humanos se han refugiado en estas burbujas que son las representaciones y sus composiciones representativas. Estos refugios han dejado de serlo, pues ya no protegen ante la complejidad misma, ocasionada por la propia intervención humana en el mundo efectivo. Se han convertido en prisiones, peor aún, en trampas que colocan en situación de capturado y vulnerabilidad ante las contingencias. Para salir de su prisión, para salir de la trampa, se debe desbaratar las burbujas y entregarse al mundo efectivo, abandonando el mundo de las representaciones. ¿Es posible?
No se dice que se descartan las representaciones, lo que no podría hacerse, sino que no se puede confundir el mundo efectivo con el mundo de las representaciones, que no se puede actuar en el mundo efectivo como si fuera el mundo de las representaciones. Aunque esto se lo hace casi siempre, es desafortunado persistir en un mundo de representaciones cuando éste ha entrado en crisis, evidenciando sus restricciones, para abarcar el mundo efectivo. Solo se puede persistir en el mundo de representaciones represivamente, acudiendo a las formas de violencia, para resguardar la imagen inmaculada de ese mundo, como si correspondiera al mundo efectivo y en devenir. Entregarse al mundo efectivo significa establecer una relación dinámica entre mundo efectivo y mundo de representaciones. Si el mundo efectivo está en constante devenir, lo que se espera es que el mundo de las representaciones también se encuentre en devenir, por más mimético sea este devenir representado. Sin quedarse en el camino, sin fijarse en algún lugar, pretendiendo que ese es el fin, donde se edifica como verdad; pues esto no es más que disfrazar la modorra. Si el mundo efectivo sigue adelante, entonces el mundo de las representaciones tiene que seguir trotando, mutando, transformándose.
Se ha dicho, alguna vez, que los humanos, por eso, las sociedades humanas, específicamente sus composiciones políticas, pelean por quimeras, vale decir por representaciones. Nosotros dijimos que, al final, pelean representaciones contra representaciones, aunque sosteniendo estas banderas estén contingentes humanos, de un lado y en otro, asumidos como enemigos encarnizados. Esto es relativamente apropiado, pues lo que tienen los enemigos en mente es la representación del otro, de su opuesto, representación que casi siempre es la de un monstruo, al que hay que exterminar. Este tipo de representaciones descalificatorias, demonizadoras, son como una extensión de los fantasmas, de los miedos, por lo tanto, de los prejuicios que se tiene. Dijimos que es como la patentización representativa del desgarramiento interno de la consciencia desdichada; al final, el enemigo es uno mismo. Esto puede ser apreciable en la interpretación filosófica; sin embargo, cuando acontece, se da de manera dramática, desencadenándose efectivamente las violencias sobre el otro, el enemigo, aunque también se ponga el propio pellejo en peligro, aunque también la violencia desencadenada termina afectando a uno mismo. ¿Cómo explicar esto del enemigo interno, que, al final es uno mismo, en el espesor de su desgarramiento, y el enemigo externo, que es el otro, el representado como monstruo?
Ciertamente se lo puede hacer acudiendo a las relaciones sociales, a las estructuras de estas relaciones, a las instituciones encontradas, incluso a los estados enfrentados, si es una guerra civil, al Estado con el que se enfrenta. Si bien estas son representaciones, lo son referidas a experiencias, memorias, y prácticas sociales; entonces se tratan de representaciones que describen y explican estas experiencias, memorias y prácticas. Evidencian las contingencias de la realidad social, en una coyuntura determinada; ayudan a situar el escenario y a situarse en el escenario histórico. El conjunto de las representaciones conjugadas y puestas en escena, las representaciones descriptivas y las representaciones del otro, del enemigo, actúan en apoyo de la guerra contra el enemigo. Se parte del principio de realidad, por así decirlo, se pasa al principio de defensa, que se convierte en principio de ofensiva, que, al final, se convierte en principio de exterminio. El realismo ha servido para la aniquilación.
Hay que preguntarse si las representaciones del enemigo son realistas, incluso si es real el realismo descriptivo y explicativo que sirve de premisa. Esto debido a que el aniquilamiento del otro, que termina resultando en aniquilamiento mutuo, no parece muy realista que digamos; sobre todo ponderando el principio de sobrevivencia.
Lo que decimos no implica, de ninguna manera, la renuncia a la defensa; empero, la pregunta es si las representaciones que demonizan al enemigo son útiles, incluso si se trata de ataque o de ofensiva. Parece que no. Son representaciones de legitimación del acto. Si no son adecuadas, hay que preguntarse si la consideración del esquema dualista amigo/enemigo es pertinente. Es aceptable que este esquema dualista del amigo/enemigo tenga que ver con la experiencia de enfrentamientos, de luchas, de guerras, dadas, asumidas dramáticamente o trágicamente en la memoria; empero, la descripción, la explicación y la interpretación de por qué ocurren no es completa, no termina de explicar y de lograr interpretaciones más abarcadoras y consistentes. ¿No hay otros órdenes de relaciones, que contienen a los órdenes de relaciones descritos, explicados e interpretados por las teorías en boga? Otros órdenes de relaciones que hacen de substrato de los órdenes de relaciones reconocidos. ¿Qué sentido tiene, por ejemplo, enriquecerse ilimitadamente, si lo que se acumula no se logra usarse? ¿Qué sentido tiene asumirse dominante, peor aún, superior, dejando sumisos a los dominados, en caso extremo exterminándolos, cuando la sobrevivencia de unos depende de la sobrevivencia de otros, sobre todo en las mejores condiciones para unos y otros? ¿Qué sentido tiene dejar huecos en los subsuelos de la tierra, en las montañas, dejando contaminadas las cuencas de los ríos y los mismos suelos depredados, contaminando el aire que respiramos, si todo esto es la condición de posibilidad de existencia de la vida, de nuestras vidas? ¿Qué sentido tiene expoliar a pueblos, reducidos a donantes de fuerza de trabajo barata y dadores de materia primas, si en el ciclo largo de la producción y reproducción social esto se convierte en un bumerang? Son explicables las historias acaecidas, donde esto precisamente ha ocurrido, sobre todo dado el alcance de las representaciones usadas, asumidas y convertidas en “ideologías”, debido a su corto alcance en la facultad de describir y de explicar la complejidad. ¿Seguimos en la misma situación, por más que haya mejorado la aproximación a la complejidad?
En todo caso, lo que hayamos avanzado en la comprensión de la complejidad ya nos indica que lo que hemos hecho, en cuanto a representaciones, explicaciones e interpretaciones, resulta, a estas alturas, insostenible empíricamente. Más parecen relatos de prolongados desvaríos sociales, donde sociedades o, mas bien, parte de ellas, extraviadas en sus propias quimeras, cometieron los crímenes más grandes a nombre de la verdad de estas quimeras. La comprensión de la complejidad que comenzamos a tener, por más inicial que sea, nos muestra que es indispensable salir de estas pesadillas o sueños quiméricos, donde las representaciones parecen exigirnos sacrificios, para mantener suspendida la quimera, como si tuviera vida.
Debemos ir más allá de las representaciones, de las fuerzas y de las voluntades. Más allá de las representaciones que se convierten en quimeras, también en fósiles de descripciones rezagadas y explicaciones anacrónicas. Más allá de las fuerzas, que si bien son la energía en acción, no son la potencia, como acontecimiento integral. Más allá de las voluntades, que si bien aparecen como lo que se quiere, lo que se desea alcanzar, tampoco son la inmanencia de la potencia, en su condición integral.
Más acá y más allá de la mirada humana
En La explosión de la vida[1], en el apartado Más acá y más allá de la mirada humana, escribimos:
Todas las representaciones de las culturas y civilizaciones humanas están estructuradas por la mirada y el cuerpo humano; es decir, por la experiencia de sus sensaciones, por la memoria de sus percepciones. Es el cuerpo humano la medida de todo lo que le rodea. Por más que no se llegue a mencionar al humano, por más que se lo coloque diluido en el principio de todo, por lo tanto, no se lo consideré principio de nada, por más que se haga hincapié en la narrativa “cosmológica”, de todas maneras, se mencionan los referentes cósmicos desde la mirada humana, desde las sensaciones y las percepciones humanas. En el centro de este punto “ciego” está el cuerpo humano, el cuerpo que puede, incluso, estar diferenciado en dos, el correspondiente al cuerpo “masculino”, el correspondiente al cuerpo “femenino”. ¿Comenzando temprano con la diferenciación de género? ¿O se trata de una distinción más general, entre la categoría “macho” y la categoría “hembra”? ¿O ya connota esta distinción un sincretismo cristiano, contrayendo la taxonomía de género, que forma parte de la dominación patriarcal europea? De todas maneras, sea así o no lo sea, es el cuerpo humano la medida de las “cosas” o, mejor dicho, de los fenómenos.
Todas las culturas humanas parten de esta “métrica”, el cuerpo humano. Entonces todas las culturas humanas son antropomórficas, aunque en sus narrativas no esté mencionado como principio el humano. Si podemos distinguir entre narrativas explícitamente antropomórficas y narrativas implícitamente antropomórficas, se lo puede hacer; empero esto no desliga a ninguna narrativa de su perspectiva humana. La pregunta entonces es: ¿puede salirse de esta perspectiva humana? La otra pregunta, vinculada a la anterior, en relación a la física contemporánea: ¿La física relativista y la física cuántica han salido de la perspectiva humana? Ambas preguntas son importantes para poder pensar la posibilidad de una interpretación parti-cular, es decir desde las más ínfimas partículas, una interpretación ondulatoria, es decir, desde los arcos, las curvas, de las ondas, asociadas a las partículas simultáneamente. En otras palabras, en resumen, las preguntas anteriores pueden expresarse de la siguiente manera: ¿puede pensarse de una manera no-humana?
Los que parten de que el pensamiento es propiamente humano, un atributo humano, obviamente, concluirán que no, que no se puede pensar de una manera no-humana. Sin embargo, ahora que sospechamos que el “pensamiento”, no solamente como “saber” no evocativo, no solamente como memoria sensible, sino como “cognición”, “cogitación”, “calculo”, incluso “reflexión”, forma parte de la vida, de las composiciones múltiples y plurales de la vida, entonces, podemos atrevernos a lanzar la hipótesis de que sí, que sí se puede pensar la posibilidad de un “pensamiento” no-humano. De esto se trata, pues el pensamiento humano, tal como se ha expresado en todas las culturas, en todas las civilizaciones, en todas las lenguas conocidas, es un obstáculo para “comunicarse” con todos los “seres” del macro-cosmos y del microcosmos. Se concibe a estos “seres” desde la percepción humana; pueden ser considerados, incluso como deidades matriciales; empero, siguen siendo figurados desde las sensaciones y percepciones del cuerpo humano, el punto “ciego”. Lo peor que ha ocurrido, es que se los conciba, reduciéndolos a “naturaleza”, también a “cosas”, es decir, recursos u objetos de dominación. Esto ha ocurrido en la modernidad.
Lo que generalmente ha olvidado el ser humano es que no es solamente ser humano, pues está compuesto por fenómenos y acontecimientos que escapan a su control “racional” o “cultural”. Acontecimientos y fenómenos micros y acontecimientos y fenómenos macros. El ser humano es también no-humano. El ser humano es inmediatamente, con anterioridad, parte, si se quiere, para utilizar ese término compartido, del “cosmos”. El ser humano ha caído en el olvido, no en el sentido heideggeriano, no en el sentido del olvido del “ser”, sino en el olvido de lo que lo constituye como “ser”, en el olvido de lo que lo constituye “materialmente”, energéticamente, “espiritualmente”, vale decir, virtualmente, como “ser”. Este olvido le impide entrar en “comunicación” con la pluralidad y multiplicidad de seres que componen el pluriverso.
¿Cómo hacer memoria? La hipótesis de la que partimos es que la física contemporánea, la física relativista y la física cuántica, han dado un gran paso en este sentido. Al matematizar, por una parte, y al intuir, por otra parte, fenómenos y acontecimientos desde “percepciones” no humanas, en el extremo de velocidades próximas a la velocidad de la luz, en el extremo de campos gravitacionales relativistas, de campos gravitacionales cuánticos. Este debe ser nuestro punto de partida para incursionar en la posibilidad de “comunicación” con los seres del pluriverso. Este debe ser el punto de partida para pensar de una manera no-humana.
Este es un pensamiento que va más allá de la filosofía, del amor y filiación con el saber, saber constituido por las culturas desde la perspectiva humana. Se trata de un “saber” inherente a las partículas, a una información, adquisición de información, memoria, anticipación, inherente a las partículas. No se trata solamente de “leyes” físicas, que se dan en el entorno cercano, física clásica, en los entornos relativistas, física relativista, en los entornos cuánticos, física cuántica, sino de saber, de información virtual contenida en las partículas. Es este saber el que está enterrado en el olvido.
La pregunta crucial es: ¿cómo piensa una partícula? Sigamos con otra hipótesis. Una partícula piensa como el punto de un holograma, contiene la totalidad de la información del “universo”, está inmediatamente, simultáneamente comunicada con otra partícula del universo, por más alejada que esta se encuentre. ¿Podemos decir también que está inmediatamente comunicada con todas las partículas del “universo”? La deducción de esta hipótesis es que es este pensamiento hologramático, si podemos hablar así, el que debe ser recuperado del olvido.
Vamos a continuar poniendo en juego una especulación, quizás desmesurada, con la tesis sobre la virtualidad.
Tesis sobre la virtualidad
Todo cabe en la nada. Lo virtual no es una dimensión, no tiene ninguna dimensión, no es espacio, no es tiempo, no es espacio-tiempo. Sin embargo, por más paradójico que parezca, lo virtual requiere de dimensiones, de espacio-tiempo, de espesores, por más ínfimos que sean, de energía, de movimiento, de ondulaciones o vibraciones. Se puede decir que lo virtual es inmanente a la materia, a la energía, al espacio-tiempo, al espesor, al movimiento, a las ondulaciones y vibraciones. Es como la “memoria” de la materia, la energía, el espacio-tiempo, el espesor, el movimiento, las ondulaciones y vibraciones. ¿Cómo puede darse la memoria, las formas de memoria, en un no-lugar, en una nada, donde cabe todo, que, sin embargo, requiere para “existir” de materia y energía, de espacio-tiempo, de movimiento, ondulaciones y vibraciones? Se podría decir también al revés, la materia, la energía, el espacio-tiempo, el movimiento, las ondulaciones o vibraciones, no podrían existir sin la inherencia de la virtualidad. Toda partícula requiere de memoria para existir, para manifestarse, para desplegar o capturar energía, para moverse, para ondular o vibrar. Puede ser que haya distintas formas de memoria, la memoria de las partículas ínfimas, la memoria sub-atómica, la memoria cuántica, la memoria atómica, que ya connota una composición de partículas, comprendiendo su núcleo y su entorno orbital, la memoria molecular, la memoria genética, las formas de memoria biológica. ¿Se puede hablar de la memoria de las constelaciones, de la memoria del universo? ¿Se pierde la memoria en el agujero negro? Sin embargo, se puede sugerir la hipótesis de la memoria virtual, en sentido amplio, como la posibilidad de que un punto cualquiera contenga la información del todo. Ningún punto es el último, ni hay punto de partida. Todo punto es descomponible, se halla en constante actividad. Nada es de por sí solo. Todo es en relación con su propia composición, en relación a sus entonos, en relación a la totalidad cambiante, desbordada y des-totalizable. Estamos ante una curvatura distinta, donde lo pequeño, por más ínfimo que sea, se convierte en grande, por más inmenso que sea, y lo grande, por más inmenso que sea, se convierte en pequeño, por más ínfimo que sea. Hay que abandonar la figura lineal y jerárquica que diferencia pequeño de grande. Así como abandonamos la figura lineal y recta en el espacio, cuando se pensó, más bien, la curvatura, logrando entender la paradoja de cuan más alejado y distante se encuentra el recorrido, más cerca está del punto de partida. Este es el fenómeno de la circularidad o de la esfericidad. De la misma manera se puede pensar la curvatura en el tiempo, cuánto más alejado parece estar un momento, por ejemplo, el momento actual, de su pasado más remoto, es cuando más próximo está. Este es el fenómeno de la memoria. En el espacio-tiempo, el fenómeno de la curvatura aproxima todo alejamiento y diferenciación. Es como decir, no hay pasado sino un eterno presente; también como decir, no hay distancia sino una estancia en el mismo lugar; así como decir, no hay movimiento sino una eterna quietud. También es como decir, no hay ni grande ni pequeño sino lo mismo. Esto hace que la virtualidad se convierta en primordial. Estas paradojas pueden resolverse en la virtualidad, que no es ninguna dimensión, sino la ausencia de toda dimensión. Virtualmente lo pequeño se hace grande, lo grande pequeño; cuando lo más remoto se hace presente; también donde la más grande distancia se da cuando no hay ninguna distancia, el infinito es la nada misma, el movimiento es la quietud. Empero, la paradoja más extraña es que la virtualidad no puede existir, no puede darse, sin la existencia de la materia y la energía. Toda partícula no solamente es un corpúsculo sino una onda, una vibración. Toda partícula lo es en interacción con otras. Toda partícula existe inmediatamente con la existencia de otras partículas con las que interactúa. Hay pues simultaneidad de existencias; en otras palabras, pluralidad. La masa, la materia, se da en la interacción de partículas; es energía. Pero, cómo pueden existir las partículas, que interactúan y producen la energía y la materia, sin que estas partículas y estas energías comprendan inmediatamente la energía y la materia. ¿Cómo puede haber partículas sin energía y materia? Hay partículas virtuales[2], entre estas partículas se encuentran los bosones[3] de gauge sin masa. Estas partículas son las que transmiten las fuerzas fundamentales; vale decir, la gravedad, la nuclear débil, la nuclear fuerte, el electromagnetismo. Los bosones de gauge[4] son creados en el vacío, cuya energía nunca llega a cero; es esta energía del punto cero la que mueve a las partículas virtuales. Este es el vacío mecánico cuántico. Hay pares partícula-antipartícula, que cuando surgen se aniquilan inmediatamente. Son llamadas virtuales. Estamos ante el fenómeno del umbral de la nada. El vacío es el “lugar” donde la materia y la energía “prácticamente” desaparecen o tienden a desaparecer. El vacío es donde las partículas virtuales interactúan dando lugar a la polarización del vacío y a fenómenos como el apantallamiento, que consiste en la reducción de la carga efectiva de la partícula real. En el caso de los quarks[5] reales, los quarks virtuales apantallan tanto la carga eléctrica como la carga de color. Los gluones[6] virtuales también se polarizan; los gluones tienen carga de color y de anti-color; su polarización es opuesta a la de los pares quarks-antiquarks virtuales, haciendo que la carga de color efectiva de la partícula real sea mayor cuanto más grande sea la distancia a la carga real. Este fenómeno se llama anti-ampantallamiento. Hay tres tipos de bosones de gauge: fotones, bosones W y Z y gluones. Se trata tres de las cuatro interacciones; los fotones son los bosones de gauge de la interacción electromagnética, los bosones W y Z contraen la interacción débil, los gluones transportan la interacción fuerte. El gravitón, transportaría, hipotéticamente, la interacción gravitacional, hipótesis, que a la fecha no ha sido verificada. Debido al confinamiento del color, los gluones aislados no aparecen a bajas energías. Lo que sí se podría es dar a lugar a glueballs masivas. El fermión es uno de los dos tipos básicos de partículas que existen, el otro tipo son los bosones. En el modelo estándar existen dos tipos de fermiones fundamentales, los quarks y los leptones. En el modelo estándar de física de partículas los fermiones se consideran los constituyentes básicos de la materia, que interactúan entre ellos vía bosones de gauge. Los fermiones elementales se dividen en dos grupos: A) quarks, que forman las partículas del núcleo atómico, y que son capaces de experimentar la interacción nuclear fuerte; B) leptones, entre los que se encuentran los electrones y otras que interactúan básicamente mediante la interacción electro débil. La materia ordinaria está básicamente formada por fermiones y a ellos se debe prácticamente toda su masa. Los átomos están básicamente formados por quarks que a su vez forman los protones y los neutrones del núcleo atómico y también de leptones, que forman los electrones. El principio de exclusión de Pauli, cumplido por los fermiones, es la explicación de la “impenetrabilidad” de la materia ordinaria, que hace que esta sea una substancia extensa. El principio de Pauli también explica la estabilidad de los orbitales atómicos, haciendo que la complejidad química sea posible. La teoría de campo gauge es un molde de teoría cuántica de campos. Parte de la interacción entre fermiones; interacción que puede ser vista comoel resultado de introducir transformaciones “locales”, pertenecientes algrupo de simetría interna, en el que se basa la teoría gauge. Una transformación de gauge es una transformación de algún grado de libertad interno, grado de libertad que no modifica ninguna propiedad observable física. Un campo gauge es un campo de Yang-Mills, asociado a las transformaciones de gauge, asociadas, a su vez, a la teoría, que describe la interacción física entre diferentes campos fermiónicos. Por ejemplo, el campo electromagnético es un campo de gauge, campo que describe el modo de interactuar de fermiones dotados con carga eléctrica. La “partícula de Dios”, es decir, el bosón de Higgs, no posee carga eléctrica ni carga de color; no interacciona con el fotón ni con los gluones. Interacciona con todas las partículas del modelo que poseen masa: los quarks, los leptones cargados y los bosones W y Z de la interacción débil. El bosón de Higgs tiene espín 0, esto es, se trata de un bosón escalar. Sus constantes de acoplo, que miden cuan intensa es cada una de esas interacciones, son conocidas; su valor es mayor cuanto mayor es la masa de la partícula correspondiente. En la versión original del modelo estándar, no se incluía la masa de los neutrinos ni, por tanto, una interacción entre estos y el Higgs. Aunque ésta podría explicar la masa de los neutrinos, en principio su origen puede tener una naturaleza distinta. El bosón de Higgs es además su propia antipartícula. Estamos ante la pluralidad misma del Acontecimiento de la creación de la materia, de la energía, de las fuerzas fundamentales. Acontecimiento, que es la Vida misma en el pluriverso. Múltiples partículas son responsables de esta creación. Estamos ante el acontecimiento de la pluralidad. Ninguna partícula es la última, todas son producto de composiciones y asociaciones diversas, dependiendo de las “lógicas” inherentes a las combinaciones de las composiciones, que dependen de las condicionalidades de las fuerzas fundamentales. Estamos ante el acontecimiento de la nada. Partículas sin masa, partículas sin carga, partículas sin spin. En fin, partículas en el vacío, en el límite cero de la energía. Acontecimiento de la nada que, sin embargo, es algo, una pluralidad de nadas. Estas nadas son las que crean la materia, la energía, las fuerzas. La nada es nada desde el punto de vista de la materia; pero, ¿qué es la materia desde el punto de vista de la nada? La nada es nada desde el punto de vista de la energía; pero, ¿qué es la energía desde el punto de vista de la nada? La nada es nada desde el punto de vista de las fuerzas; pero, ¿qué son las fuerzas desde el punto de vista de la nada? ¿Es la perspectiva la que decide o es, mas bien, la relatividad de las perspectivas la que nos abre a la pluralidad alternativa y simultanea de posibilidades? No hay nada absoluto, ni materia absoluta, ni energía absoluta, ni fuerzas absolutas. Todo es creado por asociaciones y composiciones infinitesimales. Por eso, es posible guardar el “todo” en la nada, porque no ocupa ningún lugar y está en todas partes. ¿Se debe este fenómeno virtual a una partícula sin masa llamada memorión? No lo sabemos, tampoco sabemos si nos dirán esto u otra cosa, algún día, los físicos cuánticos. Lo importante es comprender que la mayor parte de lo que percibimos, que corresponde a composiciones de materia, energía, ondas y fuerzas, está atravesada por el vacío. Es decir, somos, proporcionalmente, mayormente vacío. La materia es porosa, por así decirlo, molarmente, molecularmente, atómicamente; la energía es cargas y campos diferenciales; las ondas son vibraciones, las fuerzas son, a la vez, potencias y condiciones primordiales. Empero, todo esto está suspendido en el vacío, atravesado por el vacío, rodeado por el vacío, contiene vacío, se mueve en el vacío. ¿Nace en el vacío? ¿Qué es el vacío? No hablamos de vacío sólo como ausencia de materia, así como falta de contenido, también como densidad baja de partículas, como ocurre en el espacio interestelar, o cuando la presión es más baja que la atmosférica, sino, particularmente hablamos del vacío cuántico. El vacío cuántico es el estado de la menor energía posible, llamada punto cero de energía. De acuerdo a la mecánica cuántica, el vacío cuántico no está verdaderamente vacío sino que contiene ondas electromagnéticas fluctuantes y partículas que saltan adentro y fuera de la existencia. El vacío es un “componente” físico; en el vacío se puede cargar energía, además de “transformarlo” en varios estados distintos. Hay vacíos diferentes. La clase de partículas elementales, su masa y sus interacciones están determinados por el vacío subyacente. La relación entre las partículas y el vacío es similar a la relación entre las ondas del sonido y la materia por la que se propagan, las formas de ondas y la velocidad a la que viajan varía dependiendo del material. Habitamos el vacío de menor energía, el vacío “verdadero”. En este vacío se conocen parte de las partículas que lo ocupan y las fuerzas que actúan entre ellas; vale decir, la fuerza nuclear fuerte, la fuerza nuclear débil, la fuerza electromagnética y la gravedad. En otros vacíos, las propiedades de las partículas elementales pueden ser muy distintas. Fuera del vacío que habitamos, teóricamente hay, por lo menos, dos vacíos más. En estos vacíos, no son posibles tanta simetría y diversidad, ni entre las propias partículas ni en las interacciones, como las encontramos en nuestro vacío[7].
Como se puede ver, estamos ante grandes desafíos que implican nuestra inserción, primero en el mundo efectivo; segundo, en el universo en el que nos encontramos; en tercer lugar, posiblemente en la gama de universos de los que forma parte nuestro universo. La comprensión de esta complejidad no es posible desde la mirada humana; es menester nuestra comunicación abierta, plural, plena, con el universo, los planos de intensidad del universo, a distintas escalas, con los múltiples seres del universo. Es menester acceder racionalmente a los saberes, las memorias, sobre todo las intuiciones, inmanentes, de lo existente, de las múltiples y proliferantes formas de la vida. No es que seamos ningún telos, ningún fin, del universo; sino que es la tarea que asumimos ante estos desafíos mayúsculos, como parte de nuestra inserción en el universo.
Entonces ir más allá de las representaciones, de las fuerzas y de las voluntades es recuperar la memoria de la existencia y de la vida misma, es comprender la complejidad en la que estamos insertos, los tejidos del espacio-tiempo, sus curvaturas, sus despliegues y repliegues, en los distintos niveles de los espesores y vacíos del universo.
Para lograr asumir esta tarea debemos resolver los problemas pendientes que tenemos, problemas históricamente acumulados. Esta parece ser una condición indispensable para hacerlo. Por lo tanto, los problemas políticos, económicos, sociales, culturales, no resueltos tienen que ser abordados, buscando lograr consensos en lo que podrían ser transiciones. A esto hemos llamado liberar la potencia social; lo que significa salir de las mallas institucionales, que son como prisiones, trapas, redes de captura de las fuerzas de la potencia social. ¿Podremos avanzar a una gubernamentalidad plural, democrática, autonómica, de los pueblos del mundo, para iniciar esta tarea?—
[1] Ver de Raúl Prada Alcoreza La explosión de la vida. Dinámicas moleculares. La Paz 2013-2015.
[2] La llamada partícula virtual es una partícula elemental cuya existencia dura un tiempo extremadamente corto. Se usa el nombre de “partícula virtual” en contraste al nombre de “partícula real”.
[3] Bosón: Viene de la combinación deBose-Einstein, estadística que sigue esta partícula,y–ón, debido a la terminación necesaria.Partícula elemental que, como el fotón, ejerce la interacción entre fermiones.
[4] El bosón de gauge es un bosón que actúa como portador de una interacción fundamental de la naturaleza. La interacción de las partículas elementales descrita por la teoría de campo de gauge se ejerce por medio de los intercambios de los bosones de gauge, usualmente como partículas virtuales.
[5] Los quarks, junto con los leptones, conforman los constituyentes fundamentales de la materia. Diversas especies de quarks se combinan para formar partículas tales como protones y neutrones; lo hacen de una manera específica. De las partículas fundamentales que se conocen, los quarks son las únicas partículas que interactúan con las cuatro fuerzas fundamentales; vale decir, la gravedad, la nuclear débil, la nuclear fuerte, el electromagnetismo. Se trata de partículas similares a los gluones en peso y tamaño; esto se asimila en la fuerza de cohesión que estas partículas ejercen sobre ellas mismas. Son partículas de espín 1/2, por lo que son fermiones. Hay seis tipos distintos de quarks que los físicos de partículas han denominado de la siguiente manera: up (arriba), down (abajo), charm (encanto), strange (extraño), top (cima) y bottom (fondo).
[6] El gluón es una partícula virtual, es decir, un bosón, portador de la interacción nuclear fuerte; una de las cuatro fuerzas fundamentales de la naturaleza. Deriva del inglés glue, que quiere decir pegamento, concebido entonces como el pegamento que mantiene a los quarks unidos entre sí; por lo consiguiente, a la materia que conocemos.
[7][7] El primero de esos vacíos es el vacío electrodébil. En él, las interacciones electromagnética y débil poseen la misma fuerza y se manifiestan como partes de una sola fuerza unificada. En este vacío, los electrones tienen una masa igual a cero y no se les puede distinguir de los neutrinos. Se mueven a la velocidad de la luz y no se vinculan a ningún núcleo para formar átomos. En tales condiciones, por supuesto, ése no puede ser el tipo de vacío en el que vivimos. El otro vacío es el que postula la teoría de la gran unificación. En él, los tres tipos de interacciones entre las partículas están unificadas en un estado simétrico en el que los neutrinos, los electrones y los quarks son intercambiables. Se puede decir casi con toda certeza que el vacío electrodébil existe, pero este otro vacío es más especulativo. Las teorías que predicen su existencia son muy atractivas, pero requerirían de energías extraordinariamente elevadas de las cuales hay indicios escasos y muy indirectos. Cada centímetro cúbico del vacío electrodébil contiene una gran energía y, gracias a la relación masa-energía de Einstein, una enorme masa de aproximadamente diez mil trillones de kilogramos. El vacío unificado tendría la pasmosa densidad de 10 elevado a la 51 potencia de kilogramos por centímetro cúbico. No hace falta aclarar que estos vacíos nunca se han sintetizado en ningún laboratorio porque para eso se requerirían energías que exceden con mucho la capacidad técnica de los laboratorios actuales. Por comparación con estas enormes energías, la del vacío “verdadero”, normal, es minúscula. Durante mucho tiempo se pensó que era exactamente igual a cero, pero observaciones recientes indican que nuestro vacío tiene una pequeña energía positiva equivalente a la masa de tres átomos de hidrógeno por metro cúbico. De los vacíos de elevadas energías se dice que son falsos – a diferencia de nuestro vacío, que es el “verdadero” – porque son inestables. Al cabo de un período de tiempo muy breve – normalmente una fracción de segundo –, un vacío falso se descompone y se convierte en un vacío verdadero y su exceso de energía se transforma en una bola de fuego de partículas elementales. Wikipedia: Referencias: [1] AIP Physics News Update,1996 (http:/ / www. aip. org/ pnu/ 1996/ split/ pnu300-3. htm); [2] Physical Review Focus Dec. 1998 (http:/ / focus. aps. org/ story/ v2/ st28).