Fin del ciclo progresista y bases del nuevo ciclo social
Por Jaime Yovanovic Prieto (Profesor J)
Los indicadores son de difícil cuestionamiento: las izquierdas se la están jugando por consolidar las posiciones alcanzadas en la superestructura de los estados de nuestro continente Abya Yala aunque para ello deban efectuar los más extraños virajes ideológicos, estrechar aún más sus vínculos con el capital globalizado y ponerse en contra de los movimientos sociales y comunitarios afectados por el modelo extractivista-exportador de commodities.
El gobierno uruguayo se ha entregado al TISA, el nuevo tratado internacional de liberalización de servicios, tales como la banca y el transporte , a pesar de que importantes sectores sindicales salieron a la calle a manifestar su rechazo, entre otros el sindicalismo del Partido Comunista, que como los demás PCs del continente, han visto mermada su llegada a la población justamente por su envolvimiento con los gobiernos, como en Chile, donde el PC, parte integrante del gobierno Bachelet, intenta aparecer ahora a la cabeza de las protestas contra las reformas laborales y la creciente crítica de diferentes sectores sociales, lo que resulta patético al ver esa ansia o apetito de generar imagen, mover peones o aún empujar a sus aliados para abrirse camino a empellones hacia los cargos del poder, como la ofensiva del diputado PC Hugo Gutiérrez en plena campaña de insultos contra el senador socialista Fulvio Rossi para arrebatarle el sillón. Como se dice en chilensis vulgaris, le hace la cama o le aserrucha el piso. Toda la energía orgánica, política y social del PC chileno, del argentino, uruguayo y el resto del continente, se invierte y despliega para ocupar posiciones sistémicas, hasta algún día tenerlo todo. Es la vieja estrategia gradualista que derribó de golpe la revolución cubana en su momento, sorprendiendo a los estrategas oportunistas demostrando que el pueblo alzado desde abajo y no desde el aparato, podía neutralizar el poder y desplegar su potencia, lo que no se pudo lograr ante la amenaza norteamericana que obligó a los dirigentes cubanos a entregarse al capitalismo soviético, lo que llevó al Che a retirarse de ese proceso y seguir buscando donde instalar la propuesta del socialismo cotiano lejos del burocratismo del capitalismo de estado, lo que sólo pudo hacerse después de su muerte en las selvas de Lacandona, donde hasta el día de hoy se vive la autonomía comunitaria como forma de expresar la rebeldía y la resistencia construyendo otro modo de vivir y no sólo “luchando” para que las burocracias se instalen a administrar el capitalismo. El sueño del Che por fin se realizaba y no por otro motivo su retrato figura dibujado y pintado de mil colores en las escuelas autónomas y clínicas autónomas zapatistas -lejos de burocracias dirigentes-.
Esta experiencia de Lacandona, en Chiapas, montañas del sureste mexicano, que fueron bautizadas de “Miguel” por el supMarcos, hoy SupGaleano, en homenaje a Miguel Enríquez, fue debidamente comprendida por la mayoría de los principales intelectuales latinoamericanos y a nivel mundial, que después de la imposibilidad de avanzar por parte de los gobiernos revolucionarios de Cuba y Nicaragua, vieron en el zapatismo o neozapatismo una modalidad concreta de superar desde abajo los vicios del estado burocrático. La lista es enorme y sólo vamos a anotar algunos como Raúl Prada Alcoreza y Óscar Olivera en Bolivia, Hugo Blanco en Perú, Maristela Svampa en Argentina, Galeano y Zibechi en Uruguay, Roland Denis en Venezuela, Alberto Acosta en Ecuador, Manuel Rozental en Colombia, Raquel Gutiérrez en México y tantos otros como John Holloway e Immanuel Wallerstein.
En los años 90 viene también la lucha antiglobalización de los llamados altermundistas que impactaron las noticias mundiales como la grandiosa movilización de Seattle en Estados Unidos, Praga y Gotemburgo que, tras la caida del muro se ofrecían como alternativa autónoma desde abajo, sin partidos y sin estado al grito de “otro mundo es posible”, lo que llevó a la izquierda reformista, aquella de copar paulatinamente espacios y cargos en el poder, muy de capa caida por el fin del muro, a realizar la famosa reunión en el café de París entre el brasileño enviado de Lula, Tarso Genro, y los mandamases de Attac, Bernard Cassens e Ignacio Ramonet, donde se aprobó lanzar el primer Forro de Porto Alegre, financiado en un 60% por la Fundación Ford y que sentaría las bases del fin de la creciente dinámica autónoma desde abajo para abrir un nuevo ciclo de recohesión institucional, la vuelta al estado bajo las marchas triunfales de Lula y Kirchner, que disputarían los gobiernos en Brasil y Argentina, dando así inicio, junto al proceso venezolano, de un nuevo ciclo continental tras la derrola de las guerrillas y tras las salidas negociadas por arriba de la dictaduras que se encargaron de aplastar y de integrar a los últimos vestigios de la resistencia, como en Chile, muchos miristas engrosan las filas del Partido Socialista y del PPD y muchos izquierdistas argentinos se suman al peronismo “progresista” kirchnerista.
La llamada izquierda revolucionaria, en contraposición a las maneras graduales de ocupar paulatinamente espacios en el aparato del poder estatal, son atraidas, aún con grandes sumas de “apoyo” económico, a plegarse al gobierno venezolano de Chávez, que sin ser revolucionario como fue el cubano en sus inicios, inauguraba un proceso similar a los modelos nacional-populistas de Lula y Kirchner con la salvedad de un furioso discurso y retórica socialista, que no pasaba en la práctica concreta más allá de ser otro reformismo gradual en alianza con el capital globalizado y sectores del empresariado nacional, lo que llevó a que las grandes movilizaciones en Ecuador y Bolivia que tumbaron gobiernos, fuesen aprovechadas por Evo Morales y Rafael Correa para instalar “revoluciones” que al poco andar se vuelven contra los principales movilizados: los sectores indígenas, campesinos, afrodescendientes, villas y periferias urbanas, que no sólo quedaron fuera del reparto de algunos beneficios, sino que fueron las principales víctimas del desarrollo capitalista instalado en base al extractivismo exagerado en el afán de acumular ganancias mediante la exportación de commodities, en especial materias primas minerales e hidrocarburos requeridos en la nueva división del trabajo mundial por los países “desarrollados”, específicamente China, Estados Unidos, Canadá y Europa.
En Nicaragua el proceso de reversión reformista-capitalista fue aún más acentuado por el clan Ortega que ha entregado buena parte del territorio a los chinos para estudiar y ejecutar el nuevo canal interoceánico, que por lógica va a destruir enormes extensiones de territorios y contaminar las principales fuentes de agua del país, lo que de por si bastaría para explicar la enorme oposición popular que se ha originado, sin embargo son cientos y cientos las comunidades indígenas, afros y campesinas las que pierden su hábitat y deben ser desplazadas o evacuadas a regiones inóspitas, resultando ser decenas y decenas de miles los que han engrosado las manifestaciones, que como Evo Morales y Correa, así como la casi totalidad de los gobiernos aún llamados “progresistas”, aprovechan de acusar a la CIA para atraer simpatía internacional, lo que en efecto consiguen en la izquierd latinoamericana deseosa de hacerse también con el aparato del estado o de los que ya están usufructuando de parte de él en connivencia con las fuerzas armadas de esos países, que no han dado golpes porque no los necesitan, ya que la izquierda está sacando las castañas del fuego con su mano de gato reprimiendo a los resistentes y favoreciendo la acumulación capitalista.
Como ya es visible para todos, ese ciclo está llegando a su fin, en parte por la baja de los precios internacionales de los productos de exportación, en particular los precios de minerales y petróleo, y en parte por la pérdida de base de sustentación real de los gobiernos por la distancia represiva que han tomado con los principales movimientos sociales, además enfrascados en su mayoría en casos de corrupción que envuelven millones y millones de dólares, ya que la burocracia estatal -sean sus componentes de izquierda o de derecha o entremezclados- se nutre no sólo de los salarios formales, sino que las capas altas funcionarias y los representantes electos viven de la coima, el lobby, la palanca y los negocios sucios, en tanto el resto de funcionarios estatales pueden negociar ciertos beneficios gracias a sus dirigentes sindicales que son afines al gobierno y saben reconocer los límites de las demandas, o si nio lo saben, se lo hacen saber debidamente desde arriba, o sea, se trata de una contradicción manejable, como los militantes de partidos que hacen de dirigentes de la Anef y de la CUT en Chile, como en Argentina, uruguay, Brasil y, en fin, todos los países.
De allí que todos esos gobiernos, uno por uno, están amenzados electoralmente por las derechas, que empujan y empujan aprovechando las debilidades intrínsecas de procesos que no respetan las necesidades y menos la autonomía creciente de la población, que en muchas ocasiones busca y encuentra fórmulas de satisfacción de sus requerimientos con sus propias manos, lo que ha expandido enorme y sorprendentemente las iniciativas desde abajo, algunas de las cuales apuntan claramente al autogobierno local. Pero en los gobiernos de las derechas las cosas no están mejor, ya que la represión se ha instalado en México de manera absurda y en Colombia las tropas del estado rodean las comunidades atacando fuertemente los procesos de autoorganización, lo que también hace la guerrilla de las Farc para ganar puntos en las negociaciones por arriba donde esperan agarrar algunas posiciones institucionales que no se consiguieron en las negociaciones de Centroamérica entre gobiernos y guerrillas. De más está decir que las negociaciones de Cuba con Estados Unidos no van a revertir en beneficios populares, sino únicamente del aparato estatal que debe administrar una población cada vez más invadida por las relaciones mercantiles erioran cada vez más las formas de relaciones de la cotidianeidad, distanciándose de manera irreversible del socialismo cotidiano del Che.
En ese panorama obviamente crecen las críticas a los partidos de todos los colores y a las instituciones, que en el caso de Chile se aspira a disminuir tensiones mediante una constituyernte que está permitiendo a sectores de izquierda replantear sus posiciones para afirmar el estado que aspiran a dirigir algún día los que aú nn o han entrado al reparto de la torta y que esperan hacerlo con el fin del binominal.
Todo eso lleva a una legitimación y mayor visibilidad hacia las alternativas de abajo que aprendiendo de las comunidades indígenas, levantan la resistencia contra el extractivismo capitalista e instalan nuevas relaciones sociales en las localidades, barrios y campos, sembrando las bases para una ampliación de las experiencias de control territorial y autonomía de las formas de vida y autogobierno prescindiendo del estado y de las redes mercantiles y restableciendo el cordón umbilical con la madre tierra.
Hay varios estudios, artículos, informes y libros de diferentes autores que han sido publicados recientemente en http://clajadep.lahaine.org que se refieren a estos asuntos y sirven para conocer como lo están haciendo, no para copiarlas, que sería lo peor que se podría hacer, sino para tener elementos para desarrollar experiencias propias de construcción autónoma en barrios y localidades. Para consultas pueden remitirse al correo de la Red Abya Yala de Reflexión y Acción Comunitaria rayarac@gmail.com
Abrazos
Jaime Yovanovic Prieto (Profesor J)
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