Formas de vida comunitaria o antagonista
Por Jaime Yovanovic Prieto (Profesor J)
Las formas de vida comunitaria expresan el Buen Vivir de interacción entre sus componentes y de éstos con la madre tierra, he allí el sujeto común. Ese sujeto común es un proceso de transición desde las individualidades hacia la comunidad, lo que no se logra mediante aclaraciones o argumentos, sino a través de la práctica de compartir la cotidianeidad de asuntos normalmente reducidos al ámbito individualista del encierro en las casas. Sin práctica compartida estamos sentenciados a reproducir las prácticas individuales, ya que podemos ser muy anti-individualistas, pero estamos obligados todos los días a repetir acciones individuales que chocan con otras acciones individuales, aunque nos juntemos varias individualidades, como en una tropa, a luchar contra algo, lo que expresa el predominio de la racionalidad instrumental, a diferencia de los mapuche, que vivían en comunidades cuando llegaron los invasores y desde las formas de vida comunitaria se levantaron como un solo hombre-mujer, pero eso no lo tenemos nosotros, urbanos-civilizados, no contamos con las formas de vida comunitaria que permitan la acción común. Sólo podemos apelar a que algunas personas entiendan individualmente un mensaje contestatario y se sumen a alguna batalla, como el concepto de “formas de vida antagonista”, que de vida en común no tienen nada, salvo algún instante de catarsis rebelde que aspira a formar conciencia y convicción, lo que es un buen “objetivo”, una meta loable, pero que al ser tomada como momento de diversión, le resta la posibilidad de generar conciencia del común, ya que no hay práctica de cotidianeidad compartida. En todo caso es valorable que desde diferentes perspectivas se comience a hablar de las formas de vida, aunque hay que tener cierta cautela que no por necesidades de marketing se banalice el concepto, como aquellos grupos que hablan de poder popular “comunitario”, lo que es una aberración , pues no existe poder popular cuando se instala antes de las formas de vida comunitaria autónomas, que sabrán en su momento cuando y como responder a alguna necesidad y cuál sería el nombre adecuado que pondrían a ese hecho, como los Destacamentos de Protección Popular kurdos, que devienen de las formas comunes de vida compartida y autogobierno por localidades.
Por otro lado hablar del antagonismo desde fuera de las comunidades, a la larga y a la corta se transforma en una posición ideológica, esto es, preconcebida antes que exista el sujeto común que podría definir el concepto. De allí que es sano concluir que las convocatorias que utilizan esos nombres, no pasan de ser un gancho ideológico. No cuesta nada ser sinceros y decir: “A pasarlo bien”, sin necesidad de chacrear conceptos más profundos que son atacados diariamente por las izquierdas y colectivos ideológicos, ya que se pasa involuntariamente a formar parte de esa agresión y a separar aguas entre los que trabajan por el común y los que no están ni ahí con eso. Una manera de conciliar metas, objetivos y sensibilidades, es que los organizadores de esas convocatorias expliquen a los asistentes que hay un respeto hacia las formas vida comunitaria y que la idea no es “llevar” el antagonismo hacia las comunidades, como hicieron algunos de clara orientación huinca al dividir el lof de Temucuicui, sino que ellas mismas vayan perfilando sus actos acorde con las necesidades de su propia profundización y multiplicación.