América Latina en el nuevo orden mundial

Nota introductoria de Jaime Yovanovic Prieto (Profesor J)



Nota introductoria:
Al igual que Wallerstein, debido a la severa crisis de la izquierda y los gobiernos progresistas del continente, Zibechi ha caido en el pesimismo, lo que indica que ambos han otorgado a los gobiernos un papel estratégico fundamental en la región. Ambos están analizando el debilitamiento de los órganos políticos de los estados y organismos regionales, que no podrán cumplir un papel relevante en la economía y la política mundial, lo que aproxima ambos peligrosamente al reformismo, es decir, los cambios se hacen mediantes reformas al estado, que debe ser ocupado por las izquierdas, dejando ambos de lado el pésimo papel que ha cumplido esa izquierda, aunque ahora recién comienzan a fijarse en su verdadera cara, pero sin extraer lecciones al respecto.

Impresiona ver como ambos están tristes por el debilitamiento de Brasil-potencia, que no era más que una fortaleza del capital. Ambos también lloran la ausencia del Forro Social de Porto Alegre
como factor de eleboración estratégica conjunta, dejando de lado que ese Forro fue financiado por la Fundación Ford y que la “estrategia” no iba más alla que a intentar detener la autonomía creciente de muchos movimientos sociales y la emergencia de las comunidades con un fuerte protagonismo, para asumir la necesidad de re-orientar las dinámicas sociales hacia la re-cohesión estatal.

La crisis que en el fondo les duele no es de los gobiernos, ya que creer que por ahí vamos al cambio reforma tras reforma es un grave error que ha traido grandes daños a los oprimidos del mundo, es lo mismo que sucede ahora con la volada de los sueños e ilusiones en Europa con Syriza y Podemos, que todos inflan de manera desmesurada para intentar traer renovados aires revolucionarios a nuestra izquierda decadente y dada día más contraria a la madre tierra y especialmente a las formas de vida comunitaria.

Cualquiera sea el gobierno, imaginar reorientaciones del capitalismo y la dependencia a las exportaciones de commodities por vías estructurales y superestructurales, es una ilusión y una estafa a las dinámicas de los de abajo, que, al contrario de las izquierdas -gobiernistas o no- que van en picada hacia el abismo, ellas van en franco ascenso, pero ante la ira de las izquierdas, no están interesados en el poder, sino en el cambio de las formas de vida y desde allí no sólo resistir los embates del capital y los gobiernos, sino construir efectivamente otro mundo. Poco le faltó a Zibechi atacar también a la autonomía comunitaria como culpable del debilitamiento de esos gobiernos, que se envolvieron ellos mismos la suga en el cuello. Lástima por ellos, pero el topo de la historia sigue cavando y avanzando. Es evidente el crecimiento de las alternativas desde abajo por todas partes yh en estas páginas de Clajadep intentamos traer algunas para que los lectores se hagn una idea de que la crisis yh la decaden cia es de otros y no del movimiento y menos de las formas de vida comunitaria. El proyecto estratégico está vivito y coleando: el casmbio civilizatorio desde el buen vivir comunitario con autonomía. Si Zibechi no lo ve, creemos que es porque tiene mucha tristeza por la debacle de las izquierdas

Veamos el triste texto de Zibechi:

América Latina en el nuevo orden mundial
Raúl Zibechi

Nación o región que no tenga proyecto estratégico, y mantenga el timón con firmeza en las peores tormentas geopolíticas, está destinada a ser arrastrada por los vientos dominantes. América Latina está dejando pasar la oportunidad de romper con su papel de subordinación como patio trasero del imperio, precisamente por carecer de ambas condiciones: proyecto y firmeza política.

América del Sur, la región que está en mejores condiciones para romper con el molde impuesto por Estados Unidos, se encuentra dividida y los países que podrían enfocarse hacia nuevos rumbos están paralizados. En su conjunto, ha perdido peso en la arena internacional y en los principales foros.

El documento Estrategia militar nacional de Estados Unidos 2015, difundido recientemente y enfocado a la contención de China y Rusia, menciona en varios pasajes todas las regiones del planeta, pero hace alusiones apenas laterales hacia América Latina y el Caribe. Lo que no quiere decir que el Pentágono no tenga una política hacia la región, sino que no vislumbra problemas mayores en su patio trasero, donde sólo se preocupa por “las organizaciones criminales trasnacionales”.

Estos días se suceden dos reuniones en Ufá, en los Urales del sur: la cumbre de los países BRICS y de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS). Para el periódico chino Global Times, la doble reunión –en realidad se trata de convergencia de intereses– refleja “un cambio profundo en la situación euroasiática” con capacidad para influir en todo el mundo, a través de mecanismos potentes como el Banco de Desarrollo BRICS, el Cinturón Económico de la Ruta de la Seda y el Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura ( Global Times, 8 de julio de 2015). En ambas cumbres el papel de la región latinoamericana es también marginal.

Ni América Latina está presente en la coyuntura internacional, ni los grandes poderes globales, los tradicionales o los emergentes, la toman en cuenta como actor global. Es cierto que la región nunca tuvo presencia global, aunque Brasil jugó años atrás cierto papel en varios escenarios y en instituciones como los BRICS, pero lo destacable es el retroceso, en particular de Sudamérica, como actor independiente. Hay siete razones que explican este paso atrás.

La primera, y la más importante, es la parálisis de Brasil, fruto de la combinación de crisis económica y crisis política. La potente ofensiva del sector financiero, la derecha y las clases medias contra el PT y el gobierno de Dilma Rousseff, sumada a la corrupción en la estatal Petrobras, los colocaron a la defensiva y no es fácil que puedan retomar la iniciativa.

Brasil era el país que había conseguido diseñar una estrategia nacional y regional, que incluye el desarrollo de un complejo industrial-militar autónomo y una política exterior independiente. La prisión de algunos destacados directivos de las grandes constructoras, como Marcelo Odebrecht, presidente de la empresa clave en la construcción de submarinos convencionales y nucleares, pone en peligro toda la estrategia brasileña. El papel que tuvo Brasil como líder regional, con fuertes inversiones en infraestructura, tiende a ser sustituido por la creciente presencia de China.

La segunda es la crisis de Venezuela, en particular la económica, seguida de la crisis de liderazgo, que le impide seguir siendo un referente en la región. Las elecciones parlamentarias de diciembre pueden agravar las crisis que atraviesa el país.

La tercera es el fin del ciclo kirch­nerista en Argentina, cuya sucesión puede ser resuelta favorablemente en las próximas elecciones presidenciales, el 25 de octubre, pero aun así será difícil que recupere la pujanza que mostró hasta ahora, en particular en las relaciones internacionales.

La alianza estratégica Brasil-Argentina-Venezuela conforma la masa crítica capaz de conducir al conjunto de la región en una dirección más independiente de Washington, trascendiendo Sudamérica con proyectos como la Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños).

En cuarto lugar está la parálisis del Mercosur, donde la crisis brasileña abre grietas en los acuerdos comerciales con Argentina y Venezuela. El cambio del ciclo económico con la baja de precios de las commodities coloca al Mercosur ante la necesidad de transitar hacia otro modelo productivo, que hasta ahora no se está registrando en ninguno de ellos.

En quinto lugar, el acercamiento de Paraguay y Uruguay hacia las políticas promovidas por Washington. El primero está reviviendo una vieja alianza con fuerte impronta militar, mientras el segundo quiere integrarse en la Alianza del Pacífico. En ambos casos se registra un viraje negativo respecto al Mercosur y la integración regional.

La sexta cuestión se relaciona con las dificultades que atraviesa la Unasur, que le impiden jugar un papel activo en la resolución de los conflictos, así como en el desarrollo de algunos procesos de integración que lucen paralizados. El Banco del Sur, las obras de infraestructura y los proyectos del Consejo de Defensa Suramericano están estancados o avanzan con demasiada lentitud en relación con la aceleración geopolítica que vive el mundo.

Por último, cabe destacar la falta de debates estratégicos en la región, que afecta a los institutos especializados, las academias, los partidos de izquierda y progresistas, y también a los movimientos sociales. Las urgencias del momento han relegado los temas de fondo, que incluyen desde la inserción de cada país y la región en un mundo que cambia, hasta los diversos proyectos nacionales. Se ha perdido una década, en gran medida por el “facilismo” de seguir detrás de los altos precios de las materias primas, que actuaron como narcóticos paralizando la voluntad de transformaciones estructurales.

Los movimientos son parte del problema. Desaparecidos los foros sociales como espacios de encuentro y debate, el vacío está siendo llenado por el Vaticano. Nada bueno puede salir de la carencia de proyectos estratégicos.