Un nuevo atentado suicida con un coche bomba dejó ayer al menos siete muertos —además del suicida— y decenas de heridos frente a un hotel de Bagdad, en el que se alojan empresarios estadounidenses y algunos miembros del Consejo de Gobierno iraquí.
La explosión ocurrió cerca de las 12.45, a unos 100 metros de la entrada del Hotel Bagdad, en la avenida Sadon, una de las más importantes del centro de la capital iraquí.
Según testigos, un Toyota Corolla blanco, que iba en dirección prohibida, se acercó a gran velocidad a la barrera de hormigón que protege el hotel. Los policías iraquíes que custodiaban el lugar dispararon contra el auto y allí el conductor lo hizo explotar.
“Hay al menos seis víctimas”, informó el portavoz militar estadounidense, coronel Peter Mansoor, en las primeras horas de la tarde. Y agregó que los seis muertos —además del conductor suicida— eran iraquíes.
Pocas horas después, uno de los 32 heridos que habían ingresado en el Hospital Al Kindy murió por las heridas causadas por la explosión, dijeron fuentes del hospital. Otras personas fueron atendidas en centros de salud cercanos. En total, serían cerca de 40 heridos.
Según explicó Mansoor, el atacante no logró pasar la barrera de hormigón alrededor del hotel, por eso la explosión se produjo a varios metros. Si el kamikaze hubiera podido acercarse más, el número de muertos podría haber sido mayor, agregó.
Un funcionario del Ministerio del Interior iraquí, Ahmed Kathmn, señaló que las personas que murieron eran policías y agentes de seguridad.
Entre los heridos figura un miembro del consejo de gobierno transitorio iraquí, Muaffak al Rubai, quien sufrió heridas leves en un brazo, y un periodista de The Washington Post que lo entrevistaba. También resultaron levemente heridos dos soldados estadounidenses.
La explosión derribó cinco de los seis grandes bloques de cemento que protegían la entrada del hotel y destrozó los vidrios, pero no hubo daños mayores en el edificio. También se rompieron cristales de varias casas en las manzanas circundantes.
Aunque no identificaron a los responsables del ataque, los militares estadounidenses suponen que se trata de grupos leales a Saddam Hussein. El administrador estadounidense en Irak, Paul Bremer, aseguró que “trabajaremos con la policía iraquí para encontrar a los responsables y entregarlos a la Justicia”.
Soldados estadounidenses y policías iraquíes rodearon el lugar de la explosión, mientras varias ambulancias llevaban a los heridos a los hospitales y algunos helicópteros sobrevolaban la zona.
Algunos testigos dijeron que vieron un segundo auto en llamas y pensaron que eran dos los coches bomba. El coronel George Krivo, un vocero del ejército estadounidense en Irak, también dijo que dos autos explotaron en forma simultánea. Pero según Mansoor, “la información que tenemos ahora es que fue sólo uno”.
EE.UU. condenó enérgicamente el atentado. “El gobierno estadounidense hará todo lo que esté a su alcance para llevar ante la Justicia a los responsables de esta acción perversa”, declaró la portavoz del Departamento de Estado, Amanda Batt.
Aunque algunas versiones indicaban que en el hotel Bagdad se alojan miembros de la CIA, funcionarios estadounidenses lo negaron. El Bagdad está a 400 metros de los hoteles Sheraton y Palestina, donde se aloja gran cantidad de periodistas extranjeros.
El sangriento atentado de ayer volvió a mostrar que la resistencia iraquí no está dispuesta a ceder. El jueves, otro coche bomba estalló frente a una comisaría en el barrio Sadr City y dejó al menos ocho heridos, además del kamikaze muerto. El mismo día fue asesinado a balazos el agregado de inteligencia de la Embajada española en Irak, José Antonio Bernal Gómez, frente a su casa, en las afueras de Bagdad.
Esa ciudad fue escenario de algunos de los atentados más feroces de la posguerra, como el del 19 de agosto frente a la sede de la ONU, que dejó 22 muertos.