A Puerto Armuelles siempre le dan el calificativo de pueblo fantasma, creo que es un poco injusto. Lo que es cierto, es que es un pequeño pueblo muy alegre. En el siglo XX fue dependiente del monocultivo del banano, toda la economía del corregimiento giraba en torno a una sola empresa: la Chiriqui Land Company. La exposición de los trabajadores a los agroquímicos, como también los altos grados de contaminación de la tierra, dejó sus secuelas irreparables. Con la salida de esta compañía, el pequeño pueblo porteño entró en una crisis de la cual no ha podido salir.
El siglo XXI está marcado por una fuerte inmigración interna a la capital, en el gran segmento de la sociedad que no encontró forma de subsistir en la condiciones que se encontraban, devastada como si hubiese pasado un vendaval, y en particular la despoblación masiva de las inmensas áreas que ocupó la compañía bananera, las personas que quedan en estas zonas, viven del día a día, de la agricultura de subsistencia o de alguno que otro trabajo de jornalero. En general, el pueblo porteño tiene que ingeniárselas para vivir. Pareciera que en este lugar que dependió del monocultivo bananero lo único que le quedó de herencia fue la pobreza.
Se escuchan noticias por doquier, de toda índole, hasta de que regresará la compañía. Así como nos recordara el gran Gabo en sus novelas (por ejemplo en Vivir para contarla) de las pasiones y los odios que despierta la compañía. También se escucha que las tierras, antes fincas bananeras, las ocupará una gran transnacional y se reactivará la económica. Puros rumores.
Hay gran expectativa en la Zona Franca del Barú, en esta semana se discute el presupuesto de ésta entidad en la Asamblea Nacional, lo que hay que tener claro, es que también se está discutiendo el futuro de miles de porteños que lo único que tienen es la esperanza. Es también preocupante ver que en este tipo de zonas, como por ejemplo la de Colón, si bien presentan movimientos económicos pujantes, su población se hunde en la pobreza.
Esperamos que los políticos de turno no les den la espalda a estos miles de porteños que dentro del margen limitado de la democracia representativa depositan sus esperanzas en ellos. En la inmediatez, brindar trabajo a los porteños será vital, al menos como paliativo en un problema de mayor envergadura.