Sombras y esperanzas de la coyuntura actual

Sin duda la coyuntura actual de la economía y la política a nivel mundial es de crisis. No hay estabilidad ni rupturas, sólo crisis, estremecimientos que hacen bambolear la tranquilidad sistémica en medio de medidas represivas tendientes a evitar el fortalecimiento y la expansión de las salidas por abajo, desde la gente.



Sombras y esperanzas de la coyuntura actual
Por Jaime Yovanovic Prieto
antipolitica16@gmail.com

Sin duda la coyuntura actual de la economía y la política a nivel mundial es de crisis. No hay estabilidad ni rupturas, sólo crisis, estremecimientos que hacen bambolear la tranquilidad sistémica en medio de medidas represivas tendientes a evitar el fortalecimiento y la expansión de las salidas por abajo, desde la gente.
La propuesta de ellos, los de arriba, es re-equilibrar la crisis y superarla manteniendo la reproducción ampliada del capital, la nuestra, de la población, no población ciudadana o abstracta, sino población concreta, que puede verse y conocerse una a una, cara a cara, esto es, los vecinos, los próximos, los que comparten espacios territoriales (barrios, comunidades) y sociales (trabajadores, estudiantes, mujeres), es el cambio. Así estamos en medio de la pugna entre las sombras y la esperanza, la crisis con sus perspectivas de restablecimiento y continuidad, o de cambio, teniendo claro que toda recomposición sistémica tiene sus ciclos más cortos, lo que en muchos casos se presenta como una crisis constante, como en Oriente Medio, México o Grecia.
Estados Unidos, a través de su banco central, la Reserva Federal, ha optado por mantener la situación evitando toda modificación de tasas o medidas para “resolver” la situación, aparentemente en espera de los resultados de las candidaturas y las elecciones presidenciales, que marcarán tendencia de votos y estado de ánimo de la población, pues si alcanza resultados la propuesta de extrema derecha del Partido Republicano, como la del polémico Donald Trump, o la extrema izquierda del Partido Demócrata representada por el socialista Bernie Sanders, las estructuras adaptan los discursos y medidas a esa “voz” del electorado, obviamente sin cambiar nada, salvo máscaras de apariencias y simbólicas que no pueden ni deben afectar la continuidad de la acumulación, tales como salidas a las calles de los Ku Kluk Klan o de nuevas manifestaciones de los occupy, todas ellas perfectamente asimilables por las instituciones. La mano dura o la mano blanda se utiliza a pedido, según pinta la situación concreta, como en Chile un intendente de la Araucanía con más discurso u otro con más palo y lacrimógenas.
El tira y afloja de las derechas y de las izquierdas ya se está pareciendo a un baile ritual, donde todos danzan el mismo ritmo de la orquesta empresarial con sonados discursos que mantienen el ganado de cada uno, engañados y maniatados mediante argumentos organizados en torno a ideologías a las cuales los feligreses de uno u otro bando adhieren y se agarran entre si como barras bravas en el fútbol. Esa es la estrategia del poder, de los que lo tienen en su mano y de quienes quieren disputarlo o destruirlo. Todos juntan a sus masas detrás y arremeten como jugadores de rugby chocando y sudando los cuerpos para luego ir a los camarines a refrescarse. Luego vuelven a sus casas, comen algo, conversan, descansan, ven TV, hacen el amor, acarician la cabeza de los hijos, van a trabajar para reproducir el sistema y cuando les tocan el pito salen todos como energúmenos a la marcha, a la movilización, a la protesta o a la lucha convocada por sus dirigentes sin siquiera preguntarles. Y así nos tienen, todos esperando que les toquen el pito.
Mientras la crisis sigue su curso inexorable aumentando los precios y las deudas, achicando los salarios, reduciendo fuentes de trabajo, precarizando las relaciones laborales, arrojando a millones a la miseria, a la delincuencia, a la droga, al exilio, a abandonar los campos y amontonarse en las periferias de las ciudades, la destrucción de la naturaleza, los valores y las confianzas en una especie de mundo caótico donde pueda campear la desesperanza, el individualismo y el sálvese quien pueda.
Los gobiernos progresistas como Venezuela y Grecia, trabajan para una recomposición parlamentaria que permita instalar los espacios de debate y negociaciones en la burocracia, o sea, todos tienen parte en el reparto del botín del expolio de la población y de la naturaleza, así como la izquierda puja por ingresar más parlamentarios, la derecha hace lo mismo y todos contentos, como niños con juguetes de navidad. El dilema es que quienes salen ganando de esta fiesta de los partidos políticos, además de ellos, en especial los jefes, son los empresarios de todos los calibres, que articulan de hecho las importaciones con las exportaciones, como un país vendiendo petroleo y otro comprando. Ese tejido de relaciones comerciales es el que se denomina capitalismo globalizado, donde también circulan los capitales financieros e inversiones, que salen rápidamente de un país si baja la tasa de ganancia bruta, como ocurrió con los famosos “tigres asiáticos” o aún con las empresas inglesas trasladadas a China.
La crisis llevó a comprar menos y así los procesos de acumulación en nuestro continente Abya Yala se fueron todos al tacho, ya que dependen de la depredación y destrucción del extractivismo contra la madre tierra, sean de empresas privadas, estatales o extranjeras, da igual, comprador, destructor, vendedor, siempre son los mismos y el mismo círculo vicioso, sin importar la cantidad del ingreso por exportaciones que pueda destinarse al gasto público, que está cayendo en todas partes y que sólo puede funcionar hoy día destruyendo aún más a la naturaleza. Como el ejemplo de Brasil, donde la presidenta hubo de cortar los famosos planes sociales que llevaron a Lula a la cima de la farándula política nacional y mundial, buen ojo del sujeto, no como Evo Morales en Bolivia o Rafael Correa en Ecuador, que mueven los hilos del poder para mantenerse en el idem.
Los planes sociales y populares que dieron gran bombo a los gobiernos progresistas e izquierdistas de nuestro continente, sembrando ilusiones de “cambio” en todos lados, digo en los izquierdistas de todos lados, también se fueron al tacho, ya que la destrucción de la madre tierra era la que permitía exportar minerales, petroleo, soja, etc. y de ahí salía la plata para beneficios de algunos sectores que aseguraban la clientela electoral y política para sustentarse en el trono. Bastó que bajaran los precios de las materias primas y commodities en general, o que disminuyeran las compras, para la paralización y el retroceso del bombín que daba oxígeno a la adhesión de sectores de la ciudadanía y ahora tenemos de un tiempo a esta parte multitudes en las calles de los más variados países, lo que según los izquierdistas es falta de conciencia o labor de zapa de la CIA, con lo que reconocen que la gente se trata de ganado: si no tienen conciencia, hay que metérsela, de otro modo viene la CIA y los arrastra. Con ese criterio de desconfianza hacia la gente no hay de qué quejarse, pues ellos mismos rechazan la autonomía comunitaria y lanzan gritos destemplados al cielo cuano la gente quiere decidir por si misma.
Cuando la población brasileña salió en el orden de unos 3 millones de personas a las calles a protestar por el alza del transporte, fue complicado decir que era la CIA o que era la derecha, ya que a todas luces quienes aparecían como promotores eran los comités de pase libre, conocidos por todos por su simpatía declarada al movimiento zapatista en México, esto es, partidario de la autonomía de las localidades. Por eso que las manifestaciones de la derecha por sacar a la presidenta no llegan ni a la mitad de esas cifras, pues la pelea izquierda-derecha no es asunto de la población, como lo es el transporte, la vivienda, la salud, etc. La gente ya sabe que da lo mismo que el gobierno sea del PT o del PSDB, de la socialdemocracia o de la derecha.
O como en Ecuador, donde las movilizaciones indígenas, sindicales y estudiantiles contra el gobierno superaron con creces a las chuchocas de la derecha. O como en Bolivia, donde la movilización de cientos de miles de habitantes de Potosí, no pudieron adjudicarse a la derecha ni a la CIA, por más que las autoridades insistieran en ello. O las movilizaciones contra el canal de Ortega y los chinos en Nicaragua, o las marchas contra los gobiernos de Guatemala y Honduras, en que muchos izquierdistas a nivel mundial imaginaban que ganaría las elecciones presidenciales y parlamentarias guatemaltecas una opción más progresista, pero Oh! Sorpresa! La izquierda bajó su votación y el partido ex-comunista de la Menchú casi desaparece del mapa.
Así siendo, ya aparece más claro en el panorama que las elecciones presidenciales y parlamentarias van de un lado al otro y la gente no les sirven para levantar alternativas de cambio, como ha sido en Uruguay, en Perú y en Argentina, cuyo gobierno se sostiene mediante un populismo enfermizo que apoya febrilmente la izquierda continental y que no ha evitado el alarmante crecimiento de indicadores negativos de pobreza y miseria.
En Chile, el ministro de hacienda ya informó que las platas han llegado a un límite y, para peor, al gobierno le llueve sobre mojado y han comenzado las primeras protestas en Coquimbo por la falta de ayuda concreta, pues aún se discute de donde saldrán las platas para el norte, o más bien, a quienes se va a perjudicar con ese desvío monetario, ya que no se cuenta con fondos inmovilizados esperando que suceda un siniestro. Ello explica la paralización de la entrega de los subsidios a los damnificados del incendio en Valparaíso y la necesidad de recibir con flores a los camioneros que llegaron a Santiago, en tanto aumentan los palos al pueblo mapuche. A falta de pan buenas son las tortas… y los palos.
La salida de cambio por abajo ante la crisis, está en el repliegue popular desde las elecciones parlamentarias y presidenciales, desde la lucha reivindicativa y la protesta que no da en nada, hacia el despliegue de la potencia y capacidades de la gente misma, con sus propias manos, replegarse hacia los barrios y transformarlos en territorios de autosostenibilidad. Debido al aumento de los precios de los alimentos, hacer más huertas y producir lo necesario. Debido a la ausencia de dinero, masificar el trueque. Debido a la ausencia de productos para cambiar, acrecentar la producción de bienes mediante medios naturales y derivados del reciclaje. Ya no basta contar con ferias del trueque o redes de economía alternativa, sino que ahora es necesario hacer de cada bario un centro de productores y consumidores de lo propio o de lo intercambiado con otros barrios, pues de otro modo las redes económicas paralelas serán sistemas de relaciones interpersonales que reproducen el individualismo y sólo serán parches. Hay que orientarse hacia el enjambre humano barrial, hacia las formas de vida compartida, bajando costos mediante el pro-común, esto es, compartiendo, cocinando juntos, almorzando juntos, comprando juntos, produciendo juntos, etc.
Seguir dándole vueltas a soluciones salvadoras institucionales, como la famosa asamblea constituyente o cambios parlamentarios, es volver a lo mismo, ya que igual habrá que salir a destruir la madre tierra para acumular capitales que sostengan los aparatos del poder central. Hay que entender que la crisis ha venido para quedarse y su tendencia es al crecimiento y agudización de los problemas, por lo que hay que desarrollar la economía local y los servicios locales. Si las cosas mejoran, entonces podemos competir o alternar la auto-sostenibilidad o autogestón local con los mecanismos institucionales, tomando las debidas precauciones, pues si se viene abajo nos quedaremos chupando el dedo a la espera de un milagro que nos saque del atolladero.
Ese milagro somos nosotros mismos. Como se está haciendo en muchos países, podemos hacer decenas y centenas de espacios locales de sobrevivencia, cuidado de la naturaleza, cuidado de nuestra salud, etc. En un principio estos barrios como espacios de sobrevivencia o retaguardia serán pocos y de pequeña dimensión, al igual como sucede en otros países, con pocos vecinos y familias participando, pero, en la medida que avance la crisis, la gente verá allí su salida, su alternativa de soluciones, y harán lo mismo o parecido, o vendrán a compartir con nosotros confluyendo con sus saberes, sensibilidades y potencialidades.
Mientras se mantenga la crisis en niveles no rupturistas, como hoy, que poco a poco se agravan los indicadores de todo tipo, vamos a levantar la alternativa de los barrios mediante nuestra participación activa en las elecciones municipales con un candidato a concejal de la anti-política en cada comuna, que promueva el pro-común.
Mientras se van generando las condiciones por abajo de una nueva institucionalidad basada en la articulación horizontal, cooperación y apoyo mutuo entre barrios, localidadades y comunidades, la prudencia indica que no es sano mantenerse al margen del proceso de elecciones municipales, como que fuésemos competencia: ellos en las instituciones oficiales y nosotros rayando la papa en la utópica autogestión. Una barrera artificial que ayuda a los poderosos a mantener las divisiones en la población: abstencionistas por acá y electoralistas por allá, como que los abstencionistas fuesen los buenos y los electoralistas fuesen los malos. Todos sabemos que muchos abstencionistas lo hacen por un individualismo del encierro personal en el sálvese quien pueda, de modo que abstenerse o no abstenerse no nos dice nada a nadie, tal como votar o no votar no dice nada. Lo que dice algo es el hacer concreto, ponerse guantes, tomar la pala y cambiar el barrio, que es lo que tenemos al alcance, lo que cuesta, es difícil, ya lo creo, pues es más fácil juntarse con alguien que piensa parecido, pero que vive lejos de nuestra cotidianeidad del día a día, tomarse una cerveza y hacer verbalmente la revolución de la granja. Los discursos alimentan, claro que si, y de eso se aprovecha el sistema para reproducirse. Hay que pasar del dicho al hecho, entre los cuales no hay tanto trecho, ya que depende de nuestra disposición a saltar las barreras ideológicas, rechazar la vieja canción de que el vecino es derechista o muy pelador, opiniones que parecen elaboradas por los estrategas sistémicos. Y vaya que les resulta! Nosotros mismos agarramos el guante envenenado que nos arrojan desde arriba y nos distanciamos con los vecinos, porque son inertes y no tienen nada en la cabeza. No como nosotros, los elegidos, los iluminados, los conscientes, los que tenemos la revolución diseñada en la mente y no sabemos como llevarla a la práctica, salvo aspirar a un nuevo Stalin o un Lenin que aplique la mano dura y que mantenga a la gente separada adorando al dios estado, como ocurrió en la URSS, donde cayeron las estructuras socialistas y no quedó nada, absolutamente nada. Nadie sabe para quien trabaja. El partido sólo sirvió para seleccionar a la burocracia y reprimir a los vecinos insatisfechos, a quienes les adjudicamos la dependencia al liberalismo, al mercado y a la CIA, cuando hemos sido nosotros mismos los que no hemos sabido avanzar hacia el común, la comunidad, la comunización de la vida, para lo que no se necesita estado ni instituciones ni partidos, ya que podemos hacerlo desde ahora aprendiendo de la experiencia nacional, internacional y pluri-nacional.
El problema no está en los vecinos, sino en nosotros, que debemos bajar las banderas ideológicas y aprender el lenguaje de la amistad, la vecindad, la familiaridad, la minga y los afectos. La ideología nos sirve de barrera protectora para no “mancillarnos” con el individualismo y derechización imperante. Para mantenernos como elite pensante e intelectual, para conservar y preservar el gheto, el club de Tobi, la secta. Trabajamos , estudiamos y auxiliamos a la reproducción del capital resolviendo de paso nuestras necesidades personales, es decir estamos inmersos en la dinámica sistémica, por eso es fácil levantar una bandera de futuro que nunca llega, mientras el presente devora a las multitudes practicando a diario las relaciones que criticamos, sin un pedazo social o territorial donde practicar las otras: las relaciones del compartir y del común.
Esos espacios necesarios son el pro-común, es decir a favor del compartir y entrelazarnos de manera retroalimentadora con la madre tierra y que sólo pueden tejerse entre los vecinos. Se trata de la comunización del mundo de la vida. No basta con hacer muchas huertas si la gente las observa y nos observa como bichos raros, es necesario que muchos niños, jóvenes y amas de casa, las hagan suyas, las construyan entre ellos, entre varios, no sólo en al patio de la casa particular, las cuiden, las cultiven y saquen de allí el alimento para la mesa familiar, los aliños y medicinas.
Para saltar las barreras ideológicas y estimular el pro-común, hay que trascender los partidos, la política y las distancias, así como las diferencias entre abstencionistas y electoralistas, por eso la importancia de llevar por comuna un candidato a concejal, un candidato de la anti-política, de la madre tierra, de los vecinos y del común, sin partidos ni bloques, que no llame al voto, sino a salir del encierro de las casas a definir, encarar y resolver los problemas, situaciones y necesidades comunes. Haciendo eso en muchos barrios, estamos contribuyendo a cambiar el mundo sin tomar el poder, desde los corazones, modificando las relaciones locales, germinando nuevas formas civilizatorias de vivir, buen vivir, convivir y compartir el común. Recuperar el espíritu de gran familia de la cuadra, la calle y el barrio, será la mejor escuela de vida para los hijos y la juventud, y para nosotros mismos.
Estamos a disposición para entregar mayores informaciones al respecto e intercambiar ideas.

Abrazos

Jaime Yovanovic Prieto
Anti-política
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