A corazón abierto

El dirigente boliviano de la Guerra del Agua de Cochabamba nos habla sobre el común



A corazón abierto
http://desinformemonos.org.mx/a-corazon-abierto/

Estas modestas y sencillas líneas, que permitirán expresar, a partir de esta columna, de esta fecha, emociones y rabias, pasiones y desencantos, angustias y esperanzas, alegrías y tristezas, que no son mas que la prolongación de todo eso que vivimos la gente común, sencilla y trabajadora de los pueblos del mundo, de esta nuestra única casa que es la tierra, paridos y paridas de esa nuestra madre la Pacha Mama.

Ese privilegio de descomunicarnos, desinformarnos, deshablarnos, desconectarnos, lo ha hecho posible nuestra querida Gloria Muñoz, para que desde varios territorios, ocupados, agredidos, enlutados, ensangrentados, donde la gente va resistiendo, caminando, soñando de manera cotidiana, de forma irreverente al poder de arriba, andando y construyendo, podamos re-conocernos, dejar de sentirnos solos y solas, para perder el miedo.

El nombre que puse a este espacio pequeño: “A Corazón Abierto”, no es mas que el primer recuerdo de mi precaria, pero alegre infancia, cuando a mis tres años de edad escuché llorar a mi madre, quien participaba en la discusión muy acalorada dos médicos, en el hospital de Oruro, mi tierra natal, que se encuentra cerca del cielo a casi 4.000 metros sobre el nivel del mar, en Bolivia.

Esta discusión, a finales de la década de los 50, en ese viejo hospital rondaba en si era pertinente realizar, o no, una operación “a corazón abierto” en mi frágil y enferma estructura.

Yo me encontraba en la mesa del quirófano y mi vista fijada en el gran espejo-lámpara de la sala de operaciones.

No tenía opciones, decían los doctores, si se opera muere, si no se lo opera igual..muere.

Finalmente no me operaron y salí del hospital en brazos de mi madre y no morí, hasta hoy.

Ese recuerdo, la memoria de ese momento, marcaron huellas indelebles, en mi mente y mi alma sobre la significación de la muerte, de la madre, del corazón, de la memoria, de la vida.

A partir de ese día la lucha personal, familiar, barrial, sindical y comunitaria en mi pueblo, fue una lucha a muerte…por la vida y por eso estoy vivo, escuchando, sintiendo con ese corazón que nació enfermo, pero que recuperó su vigor, su fuerza, su sentimiento para eso…para escuchar, para sentir, para hablar, para luchar, para alimentarse del corazón de nuestros pueblos, de nuestra gente.

Fui y soy panadero, vendedor callejero, fotógrafo, obrero metalúrgico, sindicalista, organizador, un guerrero y amante del agua y de la vida y de …..la chicha (bebida popular en los valles bolivianos, hecha de maíz de todos los colores).

Desde el año 2000 la vida de mi Pueblo cambió, cuando en Cochabamba, organizados y movilizados, mujeres, hombres, jóvenes, niños y niñas, ancianos y ancianas derrotamos las políticas de privatización del agua, derrotamos al Banco Mundial, a las transnacionales Bechtel, Edison y Avengoa, que organizados en un corporación cínica, corrupta y fantasmal, quisieron convertir nuestras aguas en sucio y sangriento dinero, derrotamos a partido políticos y empresarios que en un corrupto acuerdo quisieron quitarnos la vida.

Nuestras piedras y palos, derrotaron a las balas, balines y gases de la policía y el ejército.

Nuestra dignidad y coraje derrotaron la soberbia y desprecio de gobernantes.

Las barricadas que levantamos en cada casa, en cada puerta, en la ciudad y el campo, no solo sirvieron para detener y cercar al despojo de nuestras aguas y nuestra capacidad de decidir, sino que las mismas se convirtieron en espacios de encuentro y de destierro del individualismo, de la resignación, de la indiferencia, del conformismo, repusimos los valores que nuestras abuelas y abuelos nos enseñaron, nos transmitieron, las barricadas eran territorios de solidaridad, de respeto, de transparencia, de fraternidad, de reciprocidad, de lucha, de alegría, de movimiento.

Recuperamos la confianza mutua, nos re-conocimos como iguales, como hermanos y hermanas…perdimos el miedo y ..ganamos!. Le disputamos al poder de arriba, el “quién decide” y decidimos nosotros y nosotras, desprivatizamos el agua, pero también el establecer, de manera colectiva el destino y disfrute no solo del agua, sino también de nuestras vidas, de nuestro destino.

Estas experiencias que las vivimos durante muchos años y, las que vivimos hoy, no son ajenas a las experiencias de nuestros pueblos, nuestros pueblos son los mismos, como nuestra sangre, pero vestidos de diversos colores, de diferentes lenguas aunque con enemigos comunes, con sueños comunes, con horizontes colectivos comunes…somos una comunidad.

Ojalá las palabras que escribamos puedan caminar en este espacio de generosidad, de talento, de integridad, de consecuencia y junto a las palabras de otros hermanos y hermanas podamos, como dice nuestro querido Daniel Viglietti, al igual que como agua, “que una gota con ser poco, con otra se hace aguacero”, que nuestras palabras se hagan eso, un aguacero que desde las montañas y llanos, desde los campos y vecindarios, desde las escuelas y fábricas, derrame cariño, fuerza, ánimo, alegría, esperanza, en tiempos de dolor, de lágrimas, de desaparecidos y desaparecidas, de asesinados y asesinadas.

Que la lucha y el trabajo, espacios casi únicos para construir, nos convierta en seres como el agua…: Alegres, Transparentes y en Movimiento.

Hasta pronto.