Sobre la violencia, la guerra y el terrorismo

La violencia viene de todas partes, del estado, de los revolucionarios que aspiran a la toma del poder, del machismo patriarcal y otras fuentes. La violencia, la guerra y los llamados “terrorismos” vienen de adentro, no de fuera, no son ataques “externos”, aunque provengan de otro país o región, sino ataques internos de disputa dentro del capitalismo globalizado o sistema-mundo, al decir de Wallerstein



Sobre la violencia, la guerra y el terrorismo

Por Jaime Yovanovic Prieto

La violencia viene de todas partes, del estado, de los revolucionarios que aspiran a la toma del poder, del machismo patriarcal y otras fuentes. La violencia, la guerra y los llamados “terrorismos” vienen de adentro, no de fuera, no son ataques “externos”, aunque provengan de otro país o región, sino ataques internos de disputa dentro del capitalismo globalizado o sistema-mundo, al decir de Wallerstein.

Esa internalidad de la violencia es intrínseca a los diferentes modos de producción y formas políticas estatales derivadas del patriarcado que destruyó las formas comunitarias del buen vivir con el principal objetivo del macho propietario de generar un hijo propio que diese continuidad a la unidad productiva mediante su apéndice de la unidad reproductiva. Las más diversas ideologías se basan en ese principio de estructura primaria post-comunitaria para argumentar la propiedad, el estado, el poder y el uso de la fuerza, es decir, a fuerza de palos se ha hecho costumbre y cultura, como las interpretaciones católicas que llevaron a la Inquisición y a las Cruzadas, genocidios que la historia aún no puede borrar aunque nos hagamos los imbéciles, genocidio copiado por la Guerra Santa musulmana.

Algunos dicen que es la disputa por el petróleo, escondiendo que se trata de un instrumento o intermediación para hacer funcionar la maquinaria tecnológica productora de mercancías destinadas al consumismo desenfrenado y cada vez más desenfrenado con miles de grandes tiendas como la meca del consumo, todo ello debido a lo que Marx describió en el Fragmento de las Máquinas de su magistral obra de los Grundrisses, como la ley de tendencia decreciente de la tasa de ganancia desde el desarrollo de la tecnología que lleva a marginar sostenidamente la mano de obra productora de plusvalía y a buscar en todas partes más y más combustibles, energía, agua y materias primas minerales y vegetales para solventar la necesidad de aumento cuantitativo y proporcional del capital constante, es decir, que no produce nuevo valor en la mercancía, por lo que la gigantesca cantidad de productos que llegan diariamente al mercado obligan a crear nuevas necesidades de consumo para mantener y aumentar el retorno en cada ciclo de la mercancía y del capital. La ganancia de cada mercancía se viebe abajo, lo que requiere más y más producción, más y más tecnología, más y más fusiones o colusiones de empresas, más y más dinero, más y más bancos y fusiones o colusiones de bancoa, así como más y más capital financiero e inversionista que recorre el mundo buscando ventajas comparativas y cambiando gobiernos que gustosos se suman a la cadena del capital, como los gobiernos socialistas y progresistas que han caido en el mismo juego aumentando las tensiones sociales.

Esta manera de funcionar el mundo, o sistema-mundo, junto a sus guerras internas, terrorismos y violencias, sigue arrojando cada vez más a masas multitudinarias a la miseria, pauperización, marginación y migración hacia los centros de países desarrollados en esta lógica, que los acogen felices de contar con más mano de obra esclava mientras elevan unos milímetros las condiciones, posibilidades y esperanzas de las llamadas capas medias y poseedores de conocimientos y títulos tecnológicos, que cierran filas rápidamente con los sistemas de dominación integrándose al reparto de las migajas de la torta, en especial hoy día que las izquierdas cada vez más desnudan impúdicamente su vocación de poder y de administración de la máquina institucional de moler carne.

El hacinamiento de millones en las periferias de las ciudades ha justificado la circulación de las drogas y el narcotráfico no sólo para idiotizar a “las masas”, sino para generar nuevas fuentes de producción de dinero y acumulación que se inserta en la maraña capitalista mediante el lavado de dinero, cuentas bancarias e inversiones productivas, por lo que los gobiernos, incluso los llamados progresistas, también han echado mano de estas maquinitas de hacer dinero. Pero además de ello, han podido militarizar las periferias y transformarlas en campos de batalla que impide la vida comunitaria en paz y autorizan al despliegue represivo constante con el pretexto del tráfico y la delincuencia, obligando a la gente a llenar sus casas de cercas, candados y sistemas de alarma, por lo que podemos decir que las periferias se están transformando en prisiones que cómodamente el sistema mantiene haciéndonos creer que así hay que vivir. Así los necesitados caen como langostas en los barrios de clase media y de clase alta a buscar algo para la olla, para la droga o para nuevos y sensacionales celulares, lo que permite acrecentar el divisionismo social entre gente bien y el “lumpen”, lo que lleva a que los sectores más acomodados y medios, sirvan de base de sustentación electoral sistémica, en tanto en los barrios crece la anstención en todas partes, pues ya no le ven sentido a participar en esta democracia, por más que algunos grupos críticos lleven sus candidatos a los más altos cargos sistémicos y otros se abstienen favoreciendo con su discurso “crítico” la votación de la izquierda institucional, como en la Villa Francia, donde la rebeldía campea y los votos se los lleva el Partido Comunista. Nadie sabe para quien trabaja. Hay allí una coexistencia funcional a cada uno de ellos. A ello ha contribuido fuertemente la alianza del Frente Rodríguez con uno de los grupos que se reivindican del MIR.

La violencia no está en Oriente Medio, sino aquí mismo. Los sectores altos y medios dirán por los actos en París “que horror”, en tanto la gente dirá que se lo merecen por ir a revolver el nido de hormigas en los países árabes, que tienen que dejarlos solos, pero ya es tarde, no pueden dejarlos solos, pues un importante sector se ha comenzado a organizar desde abajo, desde la autonomía comunitaria y desde la relación horizontal entre comunidades y localidades, en la modalidad del confederalismo democrático sin aspirar a la lucha por el poder. Las informaciones hablan de al menos seis nacionalidades, etnias y culturas que han empezado a hacerlo desde el norte de Siria, específicamente la región de Rojava, donde muchos hablan de una revolución feminista y antipatriarcal, debido al importante papel que juega la mujer en las formas de vida comunitaria y en las milicias de los destacamentos de protección popular, o sea, la autodefensa de los pueblos, que consiguió limpiar la región de los grupos del Estado islámico que la ocuparon temporalmente resistiendo ejércitos y aviones, pero no pudieron con las milicias populares de autodefensa, que los expulsaron vergonzosamente, siendo más fácil soltar suicidas cargados de explosivos en un teatro francés dejando unos cien muertos. Una acción meramente propagandística que busca efectos políticos y geo-políticos, como la propaganda de que usted y nosotros compremos cualquier porquería que llega al mercado.

Como en México, que la violencia de las bandas y cárteles se ha posesionado de varios estados del norte y el ejército con pretexto de combatirlos, en el fondo se unifica con ellos para contener el avance extraordinario de las formas de autogobierno local sobre bases comunitarias, que alcanzan ya a todos los estados mexicanos, levantando como en oriente medio, las milicias populares de autodefensa en la forma de policías comunitarios y otras denominaciones, en particular en Chiapas, Oaxaca, Guerrero y Michoacán, pero ya se están instalando en diversas otras regiones.

Ellos parten de la base de que la violencia y la guerra no se enfrentan con violencia y guerrra, que es caer en el juego sistémico, sino que se han declarado pacifistas y en primer lugar, como en Rojava, las montañas del Cauca en Colombia y muchos otros lugares, están las formas de vida comunitaria, la producción propia, escuelas propias, salud propia y etc. pues cualquiera otra forma de organizar la autodefensa cae en el verticalismo, vanguardismo, corrientes y partidos, con lo que vuelven a lo mismo y son transformados en actores de guerras que no les son propias, sino de los que disputan el poder estatal y los quieren arrastrar como carne de cañón.

De esa manera para detener la violencia, guerras y terrorismos, además de declararnos pacifistas, la tarea es profundizar y multiplicar las experiencias y brotes de autonomía comunitaria bajo criterios autosustentables entre los vecinos de cada barrio para luego entrelazarse entre ellos mediante intercambios horizontales económicos, culturales, cooperación y apoyo mutuo.

No a la violencia institucional, patriarcal ni a la toma del poder.
Si al pacifismo y la construcción de formas de vida comunitaria en todas partes.
No más David contra Goliat, sino miles y millones de liliputenses contra Gulliver.

“Mucha gente pequeña en muchos lugares pequeños haciendo cosas pequeñas, pueden cambiar el mundo”. Eduardo Galeano.

Jaime Yovanovic Prieto
unibre@gmail.com