Argentina: Sin diferencia entre los candidatos presidenciales

Los sectores empresariales argentinos, atados y bien atados al circuito del capital globalizado, se encuentran divididos en el apoyo a los presidenciables que definirá mañana domingo el pueblo argentino, nuestros hermanos del otro lado de la cordillera. La pugna se da entre los partidos y representantes de derecha tradicional y los partidos y representantes del populismo nacionalista, ambos firmes aliados del extractivismo



Argentina: Sin diferencia entre los candidatos presidenciales

Por Jaime Yovanovic Prieto

Como en Chile, los sectores empresariales argentinos, atados y bien atados al circuito del capital globalizado, se encuentran divididos en el apoyo a los presidenciables que definirá mañana domingo el pueblo argentino, nuestros hermanos del otro lado de la cordillera. La pugna se da entre los partidos y representantes de derecha tradicional y los partidos y representantes del populismo nacionalista, ambos firmes aliados del extractivismo, de la destrucción de la madre tierra y la opresión a las comunidades, la juventud, las mujeres y las periferias de las ciudades, por lo que allá arriba no va a haber modificaciones en ese sentido: seguirá el extractivismo, la destrucción minera, envenenamiento de las aguas, invasión petrolera y marginación creciente.

El modelo argentino de desarrollismo industrializador llegó a su tope con el cambio de siglo, abriéndose camino el retorno a la exportación de commodities, materias primas mineras, hidrocarburos y agroindustria de monocultivo, como la soya transgénica, el caballito de batalla de la agroindustria exportadora y suministradora de grandes fondos al estado, factor de enriquecimiento de una nueva oligarquía del campo que encontró en el peronismo actual, específicamente en la corriente kirchnerista, a la que sumaron en masa ex guerrilleros de los Montoneros, su profeta de los tiempos.

El modelo populista nacionalista necesitó, al igual que Evo Morales en Bolivia, mantener cierta cohesión ideológica de la población unida al estado, a través de la lucha por territorio ocupado, dejando de lado que cada uno de los actores por su vez ocupaba tierras de las nacionalidades. O sea, para el estado hay reivindicación territorial (Malvinas uno, Salida al mar el otro), pero para las naciones sólo la bota militar y policial. Las izquierdas al defender las posturas estatales colocándose de facto en contraposición con las comunidades, no hacen más que mostrar la hilacha de su interés de administrar los asuntos públicos sin considerar el público, la población de cada región ocupada, o sea, pura vocación de poder.

El populismo argentino, esto es, el líder salvador ligado emocionalmente a las masas que le siguen, ha sido la tónica desde Perón, el militar simpatizante del fascismo italiano, que supo aprovechar la coyuntura pos guerra para adaptarse a los nuevos tiempos y promover un grado de industrialización, circulación mercantil y servicios públicos, aprendiendo de los frentes populares estatistas, que le ganó un fuerte apoyo del pueblo, ya que alguien “allá arriba” se preocupaba por ellos y les salvaba de todo mal, lo que ha quedado como impronta o sello indeleble marcado en la población hasta hoy, que hace abstracción de los cambios epocales y en muchos casos sigue apelando al salvador de la patria, que esta vez no existe en ninguno de los dos candidatos de la segunda vuelta, ya que el peronista Scioli odia al kirchnerismo y macri odia al peronismo, aunque proviene de la misma matriz, por lo que ninguno de los dos tiene esa vena populista que la presidenta Fernández, viuda de Kirchner, en vano pretende traspasar pegándose a Scioli y llamando a sus “huestes” a apoyarle, mientras la izquierda continental estatista y los gobiernos progresistas fallidos hacen mandas y prenden velas rayando las micros y los baños de todas partes para que que Scioli mantenga el trono republicano en manos al menos de los peronistas. El Partido Comunista Argentino, al igual que los camaradas chilenos con Bachelet, se ha colgado como garrapata al casi-populismo sciolista y grita más que los peronistas.

Por qué esa izquierda apoya al peronismo?
Por las reformas, esto es, por algunos cambios y medidas que ha hecho el kirchnerismo, que apenas han alcanzado a algunos sectores y llegado a otros mediante el discurso y la demagogia, así como a la mayoría mediante la represión. El reformismo obrero y hoy día el reformismo pequeño-burgués, piensan que los estados deben cambiar gradualmente hasta llegar al lo que aún llaman “socialismo”, donde se entrampan con la socialdemocracia sin avanzar ni intentar hacerlo, hacia la sociedad sin clases, sin estado, sin poder. Para las izquierdas el mundo debe llegar a que todos los estados sean socialistas y así el imperialismo se deja de mosquear, lo que al final no ha sido más que un pretexto para vivir desde ahora la vocación de poder y esos estados “socialistas” se han ido desmoronando uno a uno o abriéndose plenamente al mercado del capital globalizado.

Los cubanos están abriendo las fronteras e invitando a las empresa a invertir, pero sin soltar el poder ejecutivo, como los venezolanos hoy día dicen que si gana la derecha el parlamento, ellos no van a soltar el poder ejecutivo, y por eso están echando gas a la derecha, para constituir juntos un parlamento de conciliación que en vez de avanzar como planteó Chávez en el rol que adjudicaba a los consejos comunales, se suma a las políticas estatales del populismo para afirmarse allí, ya que si no van a avanzar, no vale la pena el esfuerzo de luchar por los cambios. Por lo visto ha sido mejor detenerse y consolidar lo alcanzado, como planteó el PC chileno a Allende cuando la población de Santiago rodeó la Moneda con un millón de personas exigiendo el cierre del Congreso, lo que resultó en el gabinete militar desde donde los milicos administraron el golpe, pues la fuerza social había sido paralizada y era la hora de golpear. Los venezolanos y los argentinos cuentan con los militares a su favor, pues ellos no están dispuestos a que se agudicen las contradicciones y tener que salir nuevamente a matar insurrectos, no por éticos, sino por cálculo. La democracia y los izquierdistas integrados son una buena cosa para las necesidades del capitalismo globalizado. De esa manera pos avances populistas y los retrocesos socialistas o progresistas pueden empatar la situación y crear la taza de leche de tranquilidad que se requiere para la acumulación por desposesión y despojo destruyendo tierras, bosques, ríos, lagos, mares y comunidades que forman parte de esa vida natural, una pulga en el oido y moisca en la oreja de todos los gobiernos. Lo mismo podemos afirmar de Syriza en Grecia, que con sus políticas conciliadores consiguió desprenderse del sector más avanzado y modificar la composición del parlamento donde se juegan hoy las negociaciones. O se accede al parlamento para negociar o se ceden espacios a la derecha para lo mismo. Dos caminos que llegan a similar objtivo.

Ganando cualquiera de los candidatos, esa política de despojo se va a acrecentar, aunque hubiese sido un kirchnerista o un izquierdista, ya que la izquierda se ha ido remodelando abandonando los cambios para concetrarse toda ella en la vocación de poder, pero veamos este caso concreto.

Macri espera acabar con algunas medidas populistas y “benefactoras”, que, aunque limitadas, representan cierta sangría para el proceso de acumulación de ganancias, para lo que necesitará aumentar el rol policial y de militarización de los barrios, así como fuertes reinversiones estatales en áreas que permitan acrecentar la acumulación y las ganancias.

Scioli igual, siendo la única diferencia en que pondrá menos policías y militares a las tareeas de contención, mientras Cristina Fernández condiciona su apoyo a la necesidad de mantener algunas medidas que le permitan regresar triunfante en las siguientes elecciones, como ha hecho Correa en Ecuador, que espera afirmarse en el parlamento permitiendo que gane cualquier otro y torpedearlo parlamentariamente hasta su retorno triunfal también el 2021 o por ahí. Muchos esperan que Evo Morales haga lo mismo, pero hasta ahora ha idi ganando el mesianismo evista, lo que ha llevado a su vicepresidente a declarar ayer a nivel mundial que ah que acabar con el capitalismo, lo que hace de su bandera evista y contuinista una meta irrenunciable. Es demagógico constatar ese discurso mientras ha ido avanzando el capitalismo agrario y extractivo en Bolivia desplazando y cooptando grupos sociales y comunidades para penetrar con más fuerza en el agujero destructivo del extractivismo aún en zonas protegidas.

La población argentina ha podido apreciar que se ha agotado el ciclo expansivo de las exportaciones, como en Chile y en todo el continente, lo que disminuye gigantescamente las arcas estatales amenazando aún más con un acentuado debilitamiento de esos gobiernos y las posibilidades reales de las derechas de instalarse en el sillón de mando en varios países, lo que para el caso es lo mismo, salvo las izquierdas, que quieren que sus afines gobiernen como sea, que ya se encargarán ellos de inflar los globos enflaquecidos con sus medios y discursos en cada país, lo que necesitan para insuflar “esperanzas” en los electores o las “masas”.

Las izquierdas argentinas han sabido aprovechar el populismo y sus partidos, del color que sea, institucionales o no, utilizando discursos populistas, paternalistas y mesiánicos para criticar o para apoyar subrepticiamente al peronismo, que es la teta y el caldo de cultivo que les permite la subsistencia. Muchos autónomos aún no perciben que si no están presentes las formas de vida comunitaria en barrios y localidades que desplieguen protagonismo como las primeras asambleas vecinales tras el 2001, la población quedará reducida “seguidores” e individualidades que comparten un mensaje o una ideología, negando así la posibilidad de producción propia de saberes y de subjetividad en un camino efectivo de autonomía comunitaria. Sin la comunidad no hay nuevo sujeto. Las viejas discusiones que tuve con compas y grupos han quedado en lo mismo. Aún no se supera la crisis de las asambleas y muchos quieren repetrilas, sin comprender que es la hora de las formas de vida comunitarias en cada barrio y localidad y que el cambio empieza cambiando las formas de vida.

Mañana domingo toca engullir la misma torta, una con más azúcar que la otra, Pasado mañana habría que empezar a recorrer los barrios estimulando el común.

Abrazos
Jaime Yovanovic Prieto
unlibre@gmail.com