Lo comunitario, la comunalidad, lo común

Primer Congreso Internacional de Comunalidad. Luchas y estrategias comunitarias: horizontes más allá del capital”.



27-11-2015
Reflexiones en torno a una potente veta de pensamiento crítico para el presente
¿Qué fue el Primer Congreso Internacional de Comunalidad?

Huascar Salazar Lohman
Rebelión

Entre el 26 y el 29 de octubre de 2015, en la ciudad de Puebla (México), se llevó cabo un importante evento: El “Primer Congreso Internacional de Comunalidad. Luchas y estrategias comunitarias: horizontes más allá del capital”. Este acontecimiento, organizado por el Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades (ICSyH) de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), junto a la Academia de Comunalidad de Oaxaca y al Centro de Estudios Latinoamericanos (CELA) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), además de un conjunto grande de otras instituciones, organizaciones y colectivos que apoyaron y acompañaron; logró reunir a más de 500 académicxs, intelectuales, activistas y estudiantxs de veinte países del mundo, principalmente de Latinoamérica, en torno a un denominador común: lo comunitario, la comunalidad, lo común; y la manera en que desde ahí se piensan y se practican realidades de lucha frente al capitalismo.

En esos días se instalaron alrededor de 40 simposios que abordaron diversas temáticas: reproducción comunitaria de la vida, género y luchas de las mujeres, ecología política, gobiernos progresistas, migración, vida urbana, historia y memoria, luchas indígenas, problemas epistemológicos y desafíos teóricos, y muchas cuestiones más; la mayoría de ellas puestas a discusión desde la clave de la producción de lo común. Entre los cientos de personas que nos encontramos ahí, nos escuchamos y nos dimos cuenta que desde la interpretación heterogénea del mundo –eso que también reivindicamos– hablábamos de cosas comunes: de una manera no estadocéntrica de pensar la transformación social; de la potencia de una política que emerge desde abajo, desde las actividades centradas en el cuidado de la vida y desde dónde se posiciona una legitima manera de organización colectiva de la sociedad; de la crítica tenaz a la modernidad capitalista sostenida en la explotación y a sus formas políticas de organización de la vida que expropian la decisión colectiva. En fin, este congreso, sirvió, entre otras cosas, para poner en común sentidos compartidos para el despliegue de tejidos sociales rebeldes.

Por este motivo es que no fue un congreso académico clásico, de esos acartonados en los que lo que importa es el flujo de conocimientos especializados entre gente especializada. La mayor parte de los participantes del Congreso de Comunalidad, compartieron sus experiencias y formas de comprensión del mundo desde la necesidad de construir un conocimiento colectivo y útil para afrontar la permanente agresión –últimamente intensificada– del capital. En este particular momento en el que tanto gobiernos neoliberales como gobiernos progresistas promueven políticas de muerte y despojo, el dotarnos de palabras con sentido político común para afrontar las luchas desde posicionamientos fértiles que superen el ya tan trillado posibilismo estatal –oferta de la mayoría de las propuestas partidarias de la izquierda estatalista–, ha sido muy provechoso. La seriedad del congreso no se midió por la suntuosidad, ni los grados académicos, ni las miles de páginas de las ponencias de los participantes del evento; sino por la profundidad de las experiencias compartidas; por la búsqueda de conocimientos colaborativos; por la legitimación de discusiones que emergen de los sentires y no desde aquella racionalidad moderna y masculina que intenta mostrarse como neutra y objetiva. La mayoría de las discusiones –teóricas o no– tuvieron su origen en sentidos prácticos y no, parafraseando a Silvia Rivera Cusicanqui, en pensamientos rancios que sólo se nutren de otros pensamientos. Muchas de estas discusiones han quedado condensadas en el “Pronunciamiento del Comité Organizador” del congreso2.

Varixs intelectuales conocidxs arribaron desde distintas latitudes, nos acompañaron y se volvieron parte del evento: Silvia Federici, Jaime Martínez Luna, Raúl Zibechi, Silvia Rivera Cusicanqui, Sinclair Thomson, Márgara Millán, Luis Tapia, Luis Hernández Navarro, Horacio Machado, Sarela Paz, Gustavo Esteva, entre otrxs más. Lo interesante fue que lo que principalmente convocó a estas personalidades fue un compromiso y una afinidad política, la formalidad académica quedó en un segundo plano. Ellxs participaron de las mesas centrales, pero también fueron parte de los múltiples simposios y de las actividades culturales que se realizaron. Fue un momento en el que ellxs –lxs más conocidxs– y todo el resto, quizá menos conocido pero con compromisos muy similares nos reafirmamos en nuestra convicción de que no estamos solxs y de que hay muchas cosas por hacer en conjunto. Así pues, desde este Congreso de Comunalidad también se hizo un esfuerzo por consolidar solidaridades recíprocas con distintas luchas, desde la mapuche en Chile, hasta las zapatista en México, siempre apostando por la política que brota desde abajo.

Otro elemento que es importante resaltar es el porqué de este congreso en Puebla. El Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la BUAP vio, hace ya varios años, nacer y cultivarse una veta muy fértil del marxismo abierto, aquella impulsada por intelectuales como John Holloway y Sergio Tischler, entre muchxs otrxs. Sin embargo, en debate recíproco y nutritivo con aquel espacio, durante estos últimos años, se ha venido consolidando una nueva escuela de pensamiento en la que Raquel Gutiérrez, Mina Lorena Navarro y Lucia Linsalata son sus máximas exponentes y confluyen en el Seminario de Investigación Permanente: “Entramados comunitarios y formas de lo político”. Esta escuela de pensamiento –de la cual varixs de los participantes en el congreso hemos abrevado y nos sentimos parte– ha venido aportando una mirada renovada y fértil sobre, entre otras cosas, la concepción de lo comunitario desde la reproducción de la vida, es decir, desde todas aquellas actividades colectivas –principalmente femeninas– centradas en dar continuidad a la vida (no al capital) y que resultan ser profundamente políticas, subversivas y anticapitalistas.

Hace un año atrás, en el marco de un pequeño coloquio en el que participaron Márgara Millán del CELA/UNAM y Jaime Martínez Luna de la Academia de Comunalidad - Oaxaca, nació la idea de hacer un gran congreso sobre lo comunitario, la comunalidad y lo común, en ese momento se acordó que se denominaría “Congreso de Comunalidad” por ser la “comunalidad” un término con mucho sentido político y que aglutina múltiples experiencias colectivas y de luchas en México, particularmente en la región de Oaxaca. El seminario de “Entramados comunitarios y formas de lo político”, junto a una serie de personas y colectivos asumieron el reto de organizar dicho evento y de acuerpar esfuerzos con tal fin. Lo que las personas que hacen parte de este espacio de pensamiento demostraron fue una gran capacidad de organización y de articulación entre su hacer intelectual y su experiencia en el activismo, y, además, el esfuerzo de muchos años de todxs ellxs se vio reflejado en el gran despliegue de trabajos en forma de libros, fotos, revistas, etc., que fueron presentados durante el evento.

El congreso tuvo una serie de repercusiones y seguramente las seguirá teniendo hacia adelante. La mayoría de los comentarios y opiniones encontraron que el Primer Congreso de Comunalidad fue un espacio muy útil para compartir experiencias, para encontrarnos entre lxs que andamos haciendo cosas parecidas en latitudes diferentes, para tejer lazos de amistades politizadas, para conocer y solidarizarnos con lo que ocurre en otros lugares, para mirarnos auto-críticamente; en fin, para, de alguna manera, construir un común. También fue muy interesante ver como surgieron las críticas, en su mayoría provenientes de espacios intelectuales que actualmente soportan ideológicamente a los gobiernos progresistas. Lastimosamente, la mayor parte de esa crítica fue excesivamente dogmática, poco argumentativa, centrada en la descalificación personal y, lo peor de todo, imprecisa y faltante a la verdad; esperamos que esto cambie con el tiempo para poder entablar un debate serio en torno al acontecer político de la región.

Se vienen más congresos como éste. Esperamos tener el siguiente en dos años, aún no se decidió la sede –¿será Guatemala, Bolivia, Argentina, México?–, pero más allá de eso, estamos seguros que será nuevamente un espacio profundamente rico para la discusión, y además esperamos que, entre congreso y congreso, otras experiencias y proyectos también se gesten y se consoliden.

1 Huáscar Salazar Lohman (1983). Economista boliviano, vivió seis años en México donde realizó sus estudios de posgrado. Su más reciente publicación: “Se han adueñado del proceso de lucha” Horizontes comunitario-populares en tensión y la reconstitución de la dominación en la Bolivia del MAS (2015). Es miembro de la Sociedad Comunitaria de Estudios Estratégicos.

2 http://www.congresocomunalidad2015.org/pronunciamiento-del-comite-organizador/
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Pronunciamiento del Comité Organizador
7 noviembre, 2015
Pronunciamiento del Primer Congreso Internacional de Comunalidad.

Luchas y estrategias comunitarias: horizontes más allá del capital

equipoComunalidad

El Comité Organizador del “Primer Congreso Internacional de Comunalidad. Luchas y estrategias comunitarias: horizontes más allá del capital”, que se llevó a cabo en la ciudad de Puebla, México, durante los días 26, 27, 28 y 29 de octubre de 2015, realizamos el siguiente pronunciamiento público en torno a una serie de temas y preocupaciones que fueron abordados a detalle durante estos días de discusión y reflexión:

Ante los violentos procesos de despojo material y simbólico a los cuales se enfrentan los pueblos de América Latina y el mundo, desencadenados por la dinámica incesante del capitalismo global que trata de convertir toda relación social y toda relación humana con la naturaleza en un vehículo para la producción de ganancias para unos cuantos; es fundamental apuntalar las luchas sociales que emergen cotidianamente desde el sentido y la práctica común de los pueblos y colectivos por garantizar la reproducción colectiva de la vida. Estas luchas, que emergen desde saberes, conocimientos y haceres compartidos de mujeres y hombres que día a día reproducen su existencia, son la base de una emancipación siempre en curso.

La comunalidad, lo comunitario, lo común, son nombres que refieren a una relación social en la cual el centro de la actividad humana es la reproducción de la vida compartida, a partir del establecimiento de una serie de tejidos colectivos que emergen desde la capacidad autónoma de las personas de autogobernarse, autorregularse. Desde la palabra que circula y acuerda, y desde los acuerdos en los que autónomamente nos obligamos, brota la capacidad y la habilidad para ocuparnos de los asuntos que en común nos atañen. Lo común, lo comunitario, la comunalidad no es una condición inalterada de la existencia humana, no es una esencia: es una producción sistemática a partir del trabajo de servicio, de faena, de tequio, de cax´qol, del trabajo en común que se teje colectivamente para materializar los acuerdos. Si bien son los pueblos indígenas, con profundas raíces históricas, los que más experiencia y práctica tienen en producir estas relaciones compartidas y comunes, eso no significa que éstas no estén permanentemente actualizadas y que puedan ser producidas en otros ámbitos, en otras latitudes, y en espacios tan duros como los urbanos. La comunalidad, lo común, lo comunitario es una relación social y una multiplicidad de prácticas que se materializan en una diversidad de presentes que apuestan y pugnan por la vida. No es, bajo ningún punto de vista, una mera etiqueta (de la cual intentan apropiarse los organismos internacionales de crédito o las organizaciones filantrópicas).

Como profesorxs, estudiantes, luchadores e intelectuales de distintas latitudes y con diferentes temáticas de interés, planteamos la necesidad de producir un conocimiento que sea útil para las luchas por lo común y el cuidado de la vida. Es fundamental una reflexión epistémica que revise el sentido que asume el conocimiento que se elabora desde las ciencias sociales y que plantee y/o recupere formas de conocer que se articulen y se produzcan a la par del hacer de los pueblos, sus luchas y sus horizontes emancipadores, rompiendo con la presuntuosa, falaz y estéril aspiración de ser un conocimiento “superior”. Se deben propiciar debates fértiles en torno a la labor intelectual para potenciar un conocimiento que vaya más allá de la autoreferencialidad y la legitimación de la dominación.

El panorama político de América Latina evidencia que si bien existen países en los que se ha dado continuidad a un programa neoliberal, mientras que en otros se han impulsado procesos de transformación estatal a los cuales se ha denominado como “progresistas”, el denominador común de ambos modelos es el despojo, el extractivismo y la intensificación de la explotación (que incluye novedosas formas financieras), que derivan en una agresión directa a las formas comunitarias y populares de organización de la vida. Bajo la égida del desarrollo, ya sea a través de un patrón de acumulación que gire en torno al mercado o a otro centrado en el control estatal, los gobiernos de la región han quedado insertos en una práctica que tiende a consolidar la necesidad capitalista de controlar la vida, que en realidad la niega y la deforma, imponiéndose casi siempre a través de la represión, la judicialización, la tortura y la muerte. Por tanto, es necesario repensar las posibilidades de acción política a partir de una clave que subvierta la política liberal estadocéntrica que fácilmente se conjuga con un “neodesarrollismo”, para volver a mirar, impulsar y entender la política que desde abajo se practica; esa otra política que busca todo el tiempo trastocar y subvertir las herencias de la modernidad capitalista apostando a veces por la construcción de modernidades alternativas.

Puebla, México, sede del Primer Congreso Internacional de Comunalidad, es una ciudad y un estado parte de un país que durante estos últimos años ha vivido una escalada de violencia desgarradora. La política estatal en resguardo de los grandes capitales nacionales y transnacionales –legales e ilegales–, nos ha colocado en un estado de guerra. En esa guerra los “enemigos” del estado somos nosotros, los hombres, las mujeres y en general los pueblos que oponemos resistencia a los procesos de despojo de recursos comunes y luchamos contra la incrementada explotación del trabajo. El amedrentamiento, persecución y asesinato de miles de personas, la mayoría luchadoras y luchadores cotidianos, por parte del aparato represivo del estado o de organizaciones criminales, que en la mayoría de los casos asumen una función paraestatal represiva, se ha convertido en el mecanismo de contención de cualquier posibilidad de emancipación. Ante esta situación es fundamental, hoy en México, y también en cualquier otro país, reconstituir e impulsar los tejidos sociales que permitan resguardar la vida en torno a acciones colectivas que sean capaces de poner límites a la ofensiva de la dominación. Hace poco más de 13 meses, 43 estudiantes de la normal Isidro Burgos de Ayotzinapa fueron desaparecidos por policías municipales y miembros del grupo paramilitar Guerreros Unidos, con conocimiento de miembros del ejército y de la Policía Federal. Esta misma noche fueron vilmente asesinados 3 otros estudiantes de la Normal y 3 personas más, todxs a manos de fuerzas estatales. Los 43 se sumaron a más de 27 mil desaparecidxs, y lxs asesinadxs a más de 153 mil desde que inició el sexenio de Felipe Calderón, cuando empezó la guerra en contra del narcotráfico, que es, en realidad, una guerra contra el pueblo mexicano. La rabia y la indignación por estos hechos de barbarie, por los anteriores y por los que siguieron nos ha nutrido en este congreso, desde donde exigimos la aparición con vida de todxs lxs desaparecidos en México y ratificamos nuestro compromiso con la lucha contra la desaparición, el feminicidio, la tortura y la muerte. ¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!

Nos solidarizamos y manifestamos nuestro compromiso, también, con las distintas luchas por la defensa de lo común, del agua, del territorio; por trabajo digno y contra el despojo múltiple que ocurre en cada vez más lugares de México, de América Latina y del mundo.

Puebla, 29 de octubre de 2015.