Venezuela, como la pelea Colo-Wanderers
Por Jaime Yovanovic Prieto
Si bien soy wanderino por ser porteño de pura cepa y no choro del puerto como me dicen mis amigos santiaguinos, apelativo que recibo siempre con orgullo, la mocha que armaron las barras en las calles y en el estadio, se pareció al carnaval de los mil tambores, evento de afuerinos que bien podrían dejar la tendalada en sus ciudades y barrios haciendo sus “asambleas constituyentes” y encuentros de “los que luchan” en sus localidades, a ver si los vecinos los dejan. Esos son los “procesos de acumulación de fuerzas” que luego desembocan en reunión de partidos y sus movimientos para escoger sus candidatos en nuevas mochas y disputas de poder.
En los carnavales aquellos, que sustituyeron a los viejos carnavales de los cerros que formaban parte de la identidad de Valparaíso, llega mucha gente sana, alegre y artistas diversos que son “dirigidos” y “canalizados” hacia objetivos de interés de los organizadores y de los partidos afines, así como los barristas de cada club, que al final resultan ser contribuyentes a las mafias del fútbol profesional, en que todos ahora dicen “yo no fui”, tras caer la venda de la herida de corrupción que recorrió al “deporte” del balonpié arrastrando a gobiernos, encontrándose todos juntos en el baile de las chauchas que son millones en bancos de otros países.
Lo mismo ha sucedido en Venezuela, donde la mafia gobiernista de izquierda y la mafia opositora de derecha, hacen pelear a la gente y estando allá arriba, se hacen amiguitos para administrar la torta. La política mezclada con la cultura, con el deporte y con el mundo de la vida, sólo lleva a eso.
Ni el Colo le ganó a Wanderers, ni la izquierda le ganó a la derecha en Venezuela, que ganó por goleada, empujando a los gobiernistas para acceder a la mesa del poder donde los platos de fondo son los hígados y riñones de la gente. Los partidos políticos y los partidos de fútbol están siendo lo mismo: gran manipulación de masas aplaudiendo por los goles de cada uno y por las posiciones alcanzadas en la tabla deportiva y estatal. Los de izquierda ahora están sufriendo las penas del infierno y los de derecha celebrando con champaña, ya que el equipo de los unos ha perdido y el equipo de los otros ha ganado. Esa es la política, un partido de fútbol manipulado.
Vamos a quitarles la pelota de una vez y jugar nosotros, la gente, los vecinos. A preparar un campeonato de fútbol a la antigua en Valparaíso entre vecinos, sindicatos, estudiantes, mujeres, mixtos y otros, no en las canchas oficiales, sino al estilo pichanga en sitios eriazos y espacios adaptados a mano para ello. A recuperar el deporte familiar y barrial de todos, con fiesta compartida, sin mochas.
Vamos a quitarle el carnaval a los políticos y recuperar las tradiciones vecinales armando murgas, batucadas, tinkus y diabladas en cada barrio, para vivir el día a día con la población que los vaya haciendo, o sea, que el carnaval y fiestas de la Primavera sean elaborados por la gente y no por “dirigentes” (hice un verso, nótese).
Vamos a quitarles la ley vertical y autoritaria, vamos a elaborar desde abajo, desde los barrios una nueva manera de entrarle a los asuntos públicos, un proyecto de Plan Regulador de la Comuna de Valparaíso y normas de salud, educación, deportes, cultura y recreación, que sean hechos en diálogos abiertos barrio a barrio, acordes a cada realidad, para presentarlos en los concejos municipales bajo la modalidad del legislador popular.
A los izquierdistas les decimos que no estén tristes ni picados por los nefastos resultados electorales en Venezuela, ya que el cambio no se hace allá arriba, sino en cada vecindad, donde podrán hacer mucho. A los derechistas les decimos que sus victorias a nivel continental no frenarán el avance sostenido de las formas de vida comunitaria y protagonista que poco a poco, despacito por las piedras, como el topo de la historia, van sembrando en pos del cambio civilizatorio, al cual ustedes también pueden contribuir abandonando banderas y camisetas, hablando con los vecinos y contribuyendo a los flujos energeticos y afectivos entre las personas y sus actividades en común.
Ni izquierda ni derecha, somos gente.
Jaime Yovanovic Prieto
unlibre@gmail.com