Lo que vamos aprendiendo con la liberación de la madre tierra

La recuperación de tierras de las comunidades indígenas en Colombia



Lo que vamos aprendiendo con la liberación de Uma Kiwe

Acin
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El 14 de diciembre de 2014 las comunidades indígenas de Corinto reanudamos la liberación de la Madre Tierra. Esta vez entramos en cuatro fincas habitadas en tiempos pasados por nuestros abuelos y abuelas y que ahora son de propietarios privados entre ellos el Ingenio del Cauca, Incauca, es decir, de Carlos Ardila Lulle. Este pobre viejecito, sin nadita que comer, es dueño de empresas de gaseosas, de bancos, de canales de televisión y radio y miles de hectáreas de tierra en toda Colombia.
Así que la cosa está peluda. En el pasado, las recuperaciones de tierras las hacíamos a terratenientes locales. Ahora nos metimos en la boca del lobo, en las tierras que son nuestras pero que figuran a nombre de un hacendado poderoso, de tamaño nacional y encadenado con el sistema financiero mundial. Ha mandado a decir don Ardila Lulle que él no cede estas tierras ni por el más ni por el menos, que prefiere financiar ataúdes a poner en oferta las fincas. Así que esto va para largo.

Echemos una mirada atrás

El 2 de septiembre de 2005, las comunidades de Huellas, Caloto, acompañadas por otras comunidades del norte del Cauca, entramos en la hacienda La Emperatriz. Veníamos de un largo descanso (¿letargo?) después de las recuperaciones triunfantes de los años 1970 y 1980 y del intento de recuperación de la hacienda El Nilo, reprimida con la masacre de 20 hermanos y hermanas nuestros el 16 de diciembre de 1991. El gobierno fue obligado por una instancia internacional, la Corte Interamericana de derechos humanos, a reparar al pueblo nasa del norte del Cauca. Los años pasaron y no cumplió y hasta ahora no cumple. Por eso, ante el descaro del Estado colombiano, ante el abuso del poder para manipular y poner trampas y ante el sufrimiento de nuestra Madre Tierra decidimos levantarnos y volver a gritar, a hacernos escuchar:

Libertad para la Madre Tierra.
“Para nosotros, la tierra es la madre y contra ella se comete un crimen del que vienen todos los males y miserias. Nuestra madre, la de todos los seres vivos, está sometida, según la ley que se impone, tiene dueños, es propiedad privada. Al someterla como propiedad para explotarla, le quitaron la libertad de engendrar vida y de proteger y enseñar el lugar, las relaciones y el tiempo de todo lo que vive. Le impiden producir alimentos, riqueza y bienestar para todos los pueblos y seres vivos. Los que se apropian de ella causan hambre, miseria y muerte que no deben ser. Le roban la sangre, la carne, los brazos, los hijos y la leche para establecer el poder de unos sobre la miseria de todos”.

“Pero nosotros decimos, mientras sigamos siendo indígenas, o sea, hijos de la tierra, que nuestra madre no es libre para la vida, que lo será cuando vuelva a ser suelo y hogar colectivo de los pueblos que la cuidan, la respetan y viven con ella y mientras no sea así, tampoco somos libres sus hijos. Todos los pueblos somos esclavos junto con los animales y los seres de la vida, mientras no consigamos que nuestra madre recupere su libertad”.

Con esta palabra en el corazón, entramos en La Emperatriz. En pocos días, el 13 de septiembre de 2005, después de mucha sangre de por medio, el gobierno de Uribe firmó un acuerdo de 20 mil millones de pesos para compra de tierras, hasta el día de hoy incumplido sistemáticamente, tramposamente, groseramente.

Porque uno de los pasos para la entrega de tierras es que los dueños de las fincas las ofrezcan en venta para que el gobierno las compre y haga entrega de ellas. Entonces estos pícaros del gobierno montaron una estrategia para que los dueños no vendieran y generó una política de “ni un metro más de tierra para los indígenas”. Marrulleros como son, los del gobierno nos ofrecieron tierras que nos pusieron en disputa con comunidades afrocaucanas y tierras en otros departamentos como Putumayo y Caquetá. Fruto de esa negociación y estrategia del gobierno, nos entregaron pocas tierras en el norte del Cauca que nos generaron conflicto con otras comunidades, conflictos que dejaron muertos nuestros de por medio, y dispersión de nuestro pueblo hacia otros departamentos. Y por supuesto, un acuerdo incumplido, del que mucho hemos aprendido.

El racismo

Entre 2005 y 2014 lo que ha crecido en Colombia no son los territorios indígenas para la libertad de la Madre Tierra, no. Creció el racismo, la intolerancia, el desprecio de lo indio, el sentimiento de rechazo por considerarnos menos que ellos y por no concebir que siendo tan poca cosa tengamos “tanta” tierra y “pidamos” más.

El colmo del racismo y del desprecio lo vivimos en los hechos del cerro El Berlín en Toribío, en julio de 2012. Sacamos al ejército, y en otro sitio cercano corrimos a la guerrilla, para defender nuestro territorio. Este país dejó ver su máxima expresión de desprecio hacia nosotros y lo nuestro. Tocamos uno de sus nervios. Lo que creímos alcanzar con la Constitución del 91 o con la marcha indígena y popular de 2004 o con la minga social y comunitaria de 2008, tal vez un despertar hacia el respeto a la diversidad o la necesidad de defender la Madre Tierra, no era tal. El conquistador estaba dormido y despertó.

Lo despertaron los constructores de conquistadores y conquistas. Entre ellos el canal RCN del pobre viejecito Ardila Lulle. Y ahora, el canal de la competencia, Caracol, le hace el mandado, a través de su programa séptimo día, y se despacha contra nuestro proceso valiéndose de verdades a medias, errores nuestros o manipulaciones descaradas, para hacernos ver peor de lo que ya nos veía la “sociedad nacional”. Hasta nuestra gente más cercana, familia o amigos de por aquicito nomás, les creyó el montaje. ¿Ven por qué decimos que va para largo?
Los “constructores de opinión” ya crearon un gran cerco (que poco a poco hay que ir desmontando). El cerco busca aislarnos y crearnos un mal ambiente ante el país. Se basa en estas afirmaciones expresadas de frente o morrongamente:

- Todo lo indio es inferior y despreciable. Esta afirmación la riegan como una verdad que no se cuestiona a través de contenidos en los medios de comunicación: novelas, información, música, shows. La extienden a todo lo popular, a lo negro, a lo campesino.

- Los indios tienen mucha tierra, quieren más y no dejan para los demás. Tienen tierra y no la trabajan, se oponen al progreso. Con esta aparente verdad crean el clima para conflictos entre pueblos, buscan que peleemos y nos matemos entre nosotros mientras ellos se frotan las manos. Esta es la trinchera desde donde intentan frenar a la liberación de la Madre Tierra.

- Los indios entraron en la burocracia y la corrupción. Cuestionan el actual modelo de organización indígena y señalan algunas faltas reales, lo cual no es cuestionable. Lo cuestionable es la morronguera: por debajito afirman que fuimos incapaces, que nos dieron mucho en la Constitución del 91, que se excedieron en darnos derechos, nos dieron mucha cuerda y ahora deben recogerla.

- La justicia indígena es corrupta y se excede. Se aterran de que tengamos justicia propia y la apliquemos. Les duele que sea más eficiente (aunque imperfecta, con vacíos aún) que la justicia ordinaria. Les arde de la envidia. Consideran que se excede al aplicarse a personas no indígenas o a instituciones como la policía o el ejército pero celebran hasta la locura cuando se aplica a la guerrilla.

- Los indios son aliados de la guerrilla. Que permitimos su presencia en nuestros territorios mientras rechazamos al ejército y la policía. Sustentan esta afirmación con el hecho de que haya presencia de milicianos y guerrilleros de origen indígena en las filas guerrilleras, ignorando que nuestra resistencia es ante todos los grupos armados, los que por igual nos han reprimido, perseguido, masacrado.

Con estas supuestas verdades crearon indios “despreciables”, por un lado, e indios “dignos” por el otro. Los dignos, según ellos, son los que escaparon de las organizaciones indígenas, fundaron la opic (con ayuda de Uribe) y ahora tienen la valentía de cuestionar lo que dejaron atrás. Los medios de los patrones crearon voceros entre los escapados que posan como los que destapan la corrupción indígena y le muestran al país la otra cara de la moneda. Los románticos y desprevenidos caen redondos.

De ese modo queda en cuestión un proceso que fue la principal fuerza de oposición e inspiración de este país, que por esa y otras causas ya no lo es. Así cierran el cerco para que nuestra palabra no alcance siquiera a escucharse en la loma más cercana. Y así intentan cerrarle el paso a la liberación de la Madre Tierra. Es lógico: está en riesgo la propiedad del patrón. Está en riesgo el modelo.

Nos torean

Y así llegamos a los acontecimientos de los últimos días. Para completar el juego, que empezó últimamente con el cubrimiento de los hechos de El Berlín y con los programas de séptimo día, ahora encarcelan a Feliciano por participar, junto con cinco mil personas más, de un juicio a un miembro del ejército de Colombia que estaba de dañino (infiltrado) en una de nuestras movilizaciones. Nos buscan, nos torean, quieren llevarnos al desespero para que nos rebajemos a la estatura de los poderosos y nos llenemos de desprecio y de sed de venganza. No lo van a conseguir. Ya sabemos cuál es el camino y cómo se anda en él. Sabemos, por ejemplo, como se hace una resistencia armada de cien años, como la que empezó La Gaitana en tiempos de la Conquista, sabemos hacer acuerdos sin perder la dignidad, como lo hizo Juan Tama, sabemos pelear jurídicamente un territorio como lo hizo Manuel Quintín, pelea que seguimos dando, sabemos cómo reconstruir una comunidad que las guerras y las conquistas de 500 años habían vuelto añicos. Sabemos ver el horizonte y lo que hay detrás de las montañas y más allá de los valles. No decimos que nos las sabemos todas. Sabemos poco y seguimos aprendiendo.

La nueva etapa y romper el cerco

Leyendo con el corazón lo que ha pasado estos años, sacamos grandes lecciones. Calladitos, calladitas, vamos leyendo y aprendiendo.

En los últimos años se ha acentuado, coge fuerza, el modelo capitalista que nos quita lo último que va quedando. Vienen a raspar la olla. Y lo que hay en el culo de la gran paila no es nada despreciable: oro, petroleo, muchos minerales, gas, agua, oxígeno, biodiversidad. Es mucho pero es lo último. Es tanto que se les abre… de la codicia, es tanto que reventará sus cuentas bancarias. Tal vez el computador más grandotote no resista la cifra y se chamusque. Ya ni pensar en las cajas fuertes que por fuertes se enfuertaron. Pero es lo último. Es su cuenta bancaria o la vida. Es cumplir el placer de su codicia o la vida como la conocemos. Pues sepan que la Madre Tierra no va a aguantar el tramacazo.

Este modelo que coge fuerza viene a la fuerza y con violencia. A las malas. No conoce límites, ni ética, ni principios. Es sucio y ensucia. Es malo con gana. Viene con colgandijas que encandelillan y convencen a desprevenidos. Busca aliados de todas las calañas y pone cercos, como el que vimos más arriba. De las cosas que más sabe hacer ese modelo que viene a las malas es tratar de entrar suave, endulzar, mostrarse bueno, útil y único. Entra y desde adentro pone alambradas a la mente y al corazón: adiós cultura, adiós saber ancestral, adiós Madre Tierra: quedan atrapados dentro del cerco de alambradas. Pues sí: una persona desprevenida, de altos o bajos cargos, no importa, con estudio o sin estudio, viejón o nuevón, es ganada por el sistema y trabaja para él. Pues también: a los despiertos, las despiertas, pueblos o personas, quieren ganarlos a las malas, con violencia organizada. El resultado global es, quién iba a creer, el sometimiento por la tele o por la guerra. Ya con la puerta abierta, los amos del mundo entran, sacan la estopa llena y salen en medio de aplausos, sigan señores, gracias por visitarnos.

Con que esas tenemos: este verriondo modelo que viene a las malas ha puesto alambradas al corazón y a Uma Kiwe.

Y, como hemos dicho en 2005 y confirmamos ahora, la desalambrada de Uma Kiwe va a depender de desalambrar el corazón. Desalambrar el corazón va a depender de la desalambrada de la Madre Tierra. Quién iba a creer: corazón y tierra son un solo ser.

Eso es lo que sabemos y sentimos en este momento. Siendo así ¿nos montamos en el tren del progreso? ¿Como mandaderos, como patrones? ¿Patrones de quién? Los amos del mundo se cuentan en los dedos de la mano. En ese edificio no hay banca para nosotros, ni siquiera para el más brillante.

Así que, viéndolo bien, no nos queda más que un camino: lo venimos diciendo hace años pero ahora cobra fuerza: la au-to-no-mía. No es difícil de ver si el corazón está despierto.

Y hablar de autonomía es algo muy sencillo: es vivir como nos gusta y no como nos imponen. Llevar la vida por donde queremos y no por donde diga un patrón, cualquiera que sea. Pero no podemos vivir la autonomía sin un territorio. Y no puede haber territorio sin Madre Tierra. Y no hay Madre Tierra mientras esté esclavizada. Y mientras sea esclava ninguno de nosotros y nosotras vive para vivir, ni el árbol, ni el agua, ni el guatín, ni María Balvina, ni Pelegrino. Vivimos apenas para satisfacer la codicia de los amos del mundo. Y así no es la vuelta.

Es por eso que hemos regresado a las fincas desde diciembre de 2014. Es por eso que son estas las fincas y no otras. Le agarramos la cola al monstruo y este verriondo está que se sacude. De este modo volvemos al camino de la autonomía y abrimos la trocha a la libertad de Uma Kiwe.

Al perro no lo capan dos veces

No arrancamos de cero, claro. Nos nutrimos de las luchas de 1970, 1980, recientemente de 2005. De allá acá mucho hemos aprendido de negociaciones, tácticas y estrategias. Hemos sido capaces de sostener peleas desiguales ante los gases y balas del esmad y del ejército y nunca lograron desalojarnos. La Emperatriz queda ante los ojos del mundo como el único lugar de Colombia en donde el esmad tuvo que atrincherarse, construir barricadas para protegerse de los herederos de La Gaitana. Con ese botón basta. Hemos aprendido a leer que “acuerdo” significa incumplimiento. Ya sabemos que “siéntese” significa “ríndase”. Sabemos ahora que una firma es la representación gráfica de la trampa y la mentira. Sabemos que nos prometen el cielo para no darnos la tierra. Sabemos que no nos tienen que dar nada porque ya es nuestra. Y sabemos que la única firma que aceptamos es la que se ponga en la escrituración de estas tierras a sus legítimos dueños. Y sabemos que lo que se escribe en esa escritura es la libertad de Uma Kiwe.

Va para largo

Por eso esta nueva etapa. En esta nueva etapa reafirmamos que nuestras acciones son por la liberación de la Madre Tierra.

Sabemos que tener en nuestras manos los títulos de estas tierras que ya son nuestras y alcanzar la libertad de Uma Kiwe va a ser un largo proceso pero estamos preparados. Como estamos preparados para el largo proceso de conciencia e identidad que hará nuestro país y que solo alcanzará cuando nos mire a los ojos de igual a igual y reconozca en nuestra mirada su sangre y sus raíces. Que somos hermanos, pues. Y que inevitablemente nuestras vidas están entrelazadas.

Aquí seguimos
Así que vamos a seguir en estas fincas. Y hagan de cuenta que estas fincas se llaman Planeta Tierra. Porque ya hemos dicho:

“Desde este rincón sagrado del planeta, como pueblos ancestrales arraigados en estas tierras del Cauca, hacemos lo que nos corresponde por la tierra y por la vida, luchamos por la tierra y por la vida…”.

Hacemos nuestra parte convocando a que cada quien, donde quiera que se encuentre, haga lo mismo.

¿Cuáles fincas?

García Arriba, Miraflores, Caucana, Quebrada Seca, La Emperatriz, Quitapereza Tal vez entrando en otras, como lo ha hecho a finales de octubre la comunidad de López Adentro que entró en La Albania. Seguramente vengan más, no lo sabemos, el tiempo y nuestros comunicados lo irán diciendo.

Por eso vamos con mañita. No buscamos sentarnos con el gobierno a firmar promesas de compra. Al perro no lo capan dos veces. No nos interesa darle la mano a Santos y una foto para el álbum. Para esa gracia mandamos carticas y esperamos respuestas, corriendo el riesgo de aquel coronel a quien nunca le escribieron. Se la pasó media vida al lado de su mujer esperando una pensión que nunca llegó y terminó comiendo mierda (así termina la historia). No señores, ni lo sueñen. Aquí vamos de largo y hasta el final. Entonces, decimos con toda claridad:

- No hablamos de reforma agraria, necesaria por cierto, pero vamos más allá: hablamos de libertad para la Madre Tierra. La tierra no aguanta la raspada de la olla. Es necesario restablecer el equilibrio de la vida. Son necesarias relaciones otras entre la gente y con Uma Kiwe.

- No hablamos solo de cumplimiento de acuerdos, que por cierto deben cumplirse. Nos referimos al acuerdo de entrega de tierras de octubre de 1991 (antes de la masacre de El Nilo), al decreto 982 de 1999, al acuerdo de septiembre de 2005, a la reparación por la masacre de El Nilo y otros. Hablamos de libertad para la madre tierra, liberar territorios para que la vida siga en ella. Entre más territorios libres, más vida.

- No renunciamos a los acuerdos incumplidos y a la reparación incumplida. Deben cumplirse pero seguimos de largo por lo ya dicho. La liberación de la madre tierra debe incluir acuerdos incumplidos.

- Todas las fincas en liberación tienen el mismo valor para nosotros. Sin embargo, ponemos por delante las 4 fincas de Corinto: Caucana, García arriba, Miraflores, Quebrada Seca. En algún momento el gobierno va a buscar conversar con nosotros y nosotras. Claro, conversamos si están estas fincas. Sin estas fincas ni pío.

- No negociamos por separado. En esto vamos juntos, en bloque, en montoncito.

- No aceptamos tierras en otros departamentos, no permitiremos que nos sigan dispersando.

Para ir cerrando

Y vamos a ir leyendo, conociendo, aprendiendo de las cosas que sospechamos o desconocemos. ¿Cómo salieron nuestros abuelos y abuelas de estas tierras? ¿Cómo se hizo dueño de ellas Ardila Lulle? ¿Qué dueños hubo antes de él? Hay muchas preguntas que se nos aparecen y que hay que ir respondiendo.

Aquí, en este documento de estudio, un grupo de maestros, maestras y estudiantes se dieron a la tarea de hurgar en documentos varios y muchos para responderse algunas de esas preguntas y dejar otras en el ambiente a cerca de la tierra de Corinto. Un documento de un amigo rastrea la historia de estas tierras de Cauca y Valle y su aprovechamiento para agrocombustibles: el ordeño de la Madre Tierra hasta sacarle sangre. A todo esto le anteponemos, mejor dicho, ponemos de primerito, el documento que nos sirvió de grito y soporte para levantarnos en 2005 después del duro golpe que fue la masacre de El Nilo y la promesa incumplida de cambio del 91: Libertad para la madre tierra. La ponemos tal como la inspiraron los espíritus en ese momento. Mucho tiempo ha pasado y han cambiado muchos datos allí escritos. Ya vendrá la actualización de los hechos y las cifras, pero esa la conservamos tal como las manos la teclearon en su momento sobre la máquina bajo el influjo de los seres que gobiernan el Cosmos.

Sabemos que sabemos poco -como dijera un mayorcito de tierras y tiempos lejanos-, que podemos poco y que solo podemos aprender y triunfar en montonera. No solo montonera de indias e indios: montonera con campesinos, montonera con afrodescendientes, montonera con la gente de las ciudades. Es cierto que la duda está sembrada y tiene fuerza. Los invitamos a apagar la tele y a mirarnos a la cara: nuestra historia, nuestra lucha, nuestras palabras, torpes pero sinceras. Así verán que no somos nosotros los indios e indias quienes quitamos o acaparamos tierras ni bancos ni oro ni billetes. Verán que hay enemigos poderosos que nos están dejando sin nada y para esconderse nos señalan. Ardila Lulle entre ellos. Prendan la linterna y alumbren bien.

Entonces verán patente que esta lucha es desde el norte del Cauca, no del norte del Cauca. Desde el pueblo nasa, no del pueblo nasa. Porque es la vida la que está en riesgo con la explotación de la tierra al modo capitalista que desequilibró el clima, los ecosistemas, todo. Desde el norte del Cauca decimos basta, es hora de ponerla en libertad. Cada finca liberada, aquí o en cualquier rincón del mundo, es un territorio que se suma a restablecer el equilibrio de Uma Kiwe. Es nuestra casa común, la única. Ahí sí: entren, la puerta está abierta.

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