Sobre los gobiernos “izquierdistas” y “progresistas”: Arenas deleznables, suelos inconsistentes

Esta es la oportunidad de los pueblos del mundo, de las sociedades alterativas, de hacer, lo que hace la existencia y la vida; inventarse y reinventarse. En este presente, estamos convocados a abandonar la “ideología”, los fetichismos degradantes, a abandonar el círculo vicioso del poder de las civilizaciones que optaron por los mitos, las religiones monoteístas, los imaginarios autocomplacientes, las “ideologías” desdichadas. Tenemos la oportunidad de corresponder a la vida con la liberación de nuestra potencia.



Arenas deleznables, suelos inconsistentes

Raúl Prada Alcoreza

No se puede edificar en suelos inconsistentes, en terrenos deleznables. Hacerlo es peligroso; la edificación peligra en derrumbarse cualquier rato. Aunque la arquitectura y la geología han avanzado tanto, no solamente en los conocimientos, sino en las tecnologías; se dice, por eso, que ya se puede construir en cualquier lugar, incluso en terrenos movedizos. Si aceptáramos esto, con cierta certeza, habría, en todo caso, que contar con esta tecnología, estos conocimientos, este manejo de los suelo, de la ingeniería civil y de la arquitectura. Cuando, en vez de todas estas herramientas apropiadas, tenemos una inclinación por la demagogia, por la especulación, por la hipóstasis, entonces, igual, sin contar con las herramientas e instrumentos apropiados, sin tampoco el material pertinente, se edifica, sin importar si se derrumbara o no, y en cuanto tiempo, el edificio producto de un montaje.

Lo que dijimos arriba puede servirnos como metáfora de lo que ocurre con montajes políticos. Parece que en la modernidad tardía hay mucho de esto, de esta especulación política, montada por gobiernos a los que les interesa más simular, los escenarios, la espectacularidad de las ceremonias, de la difusión desmesurada en los medios de comunicación, que efectuar políticas que incidan en la realidad. Parece que estos gobiernos creen que su representación, la que tienen del mundo, de la realidad, de la sociedad, es inmediatamente la realidad, lo que ocurre; o, en el peor de los casos, más extravagante todavía, que pueden, de alguna manera, engañar a la realidad. A propósito del tema, es indispensable hacernos algunas preguntas cruciales. ¿Se puede sostener una “revolución” política y social cuando no se cuenta con el suelo apropiado, por así decirlo? En este caso la metáfora se refiere a la predisposición de la voluntad colectiva, que puede estar organizada de una manera espontánea y abierta, emergiendo de la experiencia y memoria social, o puede estar organizada de una manera instrumental, en el buen sentido de la palabra. En el discurso marxista militante, se hablaba de las condiciones subjetivas. No hay que dudar de la respuesta; no, no se puede. Sería un bluff; peor aún, un autoengaño, no solamente un engaño para los demás. Con esto se caería en la propia trampa, al confundir el montaje con aquello que pretende ser, que emula. Es esto lo que pasa con gobiernos especuladores, que hacen de la demagogia una recurrencia constante, que se convierte en el derrotero a su propia perdición, de su propia derrota.

Por ejemplo, cuando las bases de un supuesto movimiento político “revolucionario” consiste en el diletantismo ambiguo pequeños propietarios privados, vinculados al comercio de una mercancía preciada por los mercados paralelos y las economías políticas del chantaje, entonces, lo único que se puede construir, a partir de estas condiciones subjetivas, es una impostura política. Este supuesto movimiento político ni es “vanguardia” de nada, salvo de sus propias ilusiones y ambiciones, una de esas es ser ricos. Aquí no hay nada de emancipador, ni de libertario, menos de descolonizador. Si hay algo que se acerca a lo que expresa esta clase de movimiento político es, precisamente, el prejuicio de la libertad de mercado. Se puede vender todo y libremente.

Es sorprendente que cierta “izquierda”, nacional e internacional, haya seguido los cantos de sirena, haya preferido el montaje a la realidad, haya optado por escuchar, tomar en serio, los discursos estridentes y demagógicos. Esta autocomplacencia “izquierdista” habla de por sí de la decadencia de lo que una vez fue el referente heroico de las luchas sociales. Los bolcheviques de antaño, de los inicios del siglo XX, que se organizaron en un partido profesional o de profesionales militantes, que tenían como interlocutores al proletariado de un país capitalista atrasado y dependiente, son sustituidos, a fines del siglo XX y comienzos del siglo XXI, por cultivadores del excedentario bien, destinado al mercado de la economía política del chantaje. ¿Qué clase de “revolución” se puede generar a partir de este prejuicio de libre mercado y en la economía política del chantaje?

Sin embargo, a pesar de las inconsistencias, de las incongruencias, visibles y evidentes, la “izquierda” de la que hablamos, ha seguido con la narrativa de la “rebelión” de los nuevos enemigos del imperialismo. Esta autocomplacencia, este autoengaño, se puede explicar, en parte, porque, paralelamente, se dieron movimientos sociales anti-sistémicos efectivos, haciendo emerger, de nuevo, el acto heroico de los colectivos sociales. Si esto no hubiera acontecido, no fuera posible, el montaje, el autoengaño y la autocomplacencia “izquierdista”. Lo que pasó es que la “rebelión” de los del libre mercado de la economía política del chantaje se beneficiaron de la movilización prolongada de un pueblo heroico, que se plantó contra el proyecto neoliberal, contra las herencias coloniales, contra la clase política y las clases dominantes económicas. Por las confusiones a las que se brindan las formas de la democracia representativa, sobre todo, la recurrencia legitimadora de las elecciones, la “rebelión” del chantaje terminó usurpando las victorias heroicas de la rebelión efectiva de los movimientos sociales anti-sistémicos.

Esta es la increíble y triste historia de una comedia política. Sin embargo, la comedia sigue y suma. Los llamados “gobiernos progresistas” se reclaman de ser portadores de lo que su imagen especulativa pretende. Se consideran “revolucionarios”, “antimperialistas”, además, acosados por las burguesías de sus países y por el imperialismo. Este cuento no solamente se la creen ellos mismos, lo que era de esperar, sino esa “izquierda” autocomplaciente, incluyendo a los intelectuales apologistas, que logran su prestigio provisional al apoyar a los “gobiernos progresistas” y los supuestos “procesos de cambio”.

El problema de todo esto es que parte, en principio, gran parte, del pueblo, es engatusado por este montaje, por estos escenarios especulativos y ceremoniales; por lo tanto, cree en la promesa, quizás en un principio y en un periodo; después, se desencanta, empero, no puede romper con las redes del chantaje político. El problema es que este pueblo se encuentra desarmado, no puede sacar las fuerzas ni encontrar la voluntad para enfrentar el bluff, la ilusión en la que ha caído, debido a sus candorosas esperanzas. La impostura ha terminado de mermar las fuerzas sociales de los movimientos anti-sistémicos, que abrieron el proceso de cambio.

El problema es también que esta “izquierda” al optar por los disfraces, la comedia, del teatro político, ha terminado por desmantelar, por lo menos, por el momento, en la coyuntura, las posibilidades de una efectiva revolución. Con ambas destrucciones, la de las fuerzas sociales y la de las condiciones de posibilidad de la revolución, la “izquierda” autocomplaciente y los “rebeldes” del chantaje han terminado haciéndole un gran favor al imperialismo y a las burguesías nativas. En términos prácticos, son más eficaces en la destrucción de la potencia social que los mismos partidos de las “derechas”, que los mismos aparatos de represión de las oligarquías, que los mismos servicios de inteligencia del imperialismo. Esto pasa, aunque no lo hayan querido estos personajes y estas expresiones tardías, rezagadas, de la mimesis anacrónica de antiguas revoluciones heroicas.

¿Qué clase de forma de poder se constituye en estas historias singulares de la decadencia política? Dijimos, en ensayos anteriores[1], que los populismos se asientan sobre la convocatoria de la expansión desbordante de las relaciones clientelares, una vez, que se agota rápidamente, la convocatoria primeriza de la movilización, en la crisis múltiple del Estado y de la sociedad institucionalizada. Podemos seguir con esta interpretación; empero, no es suficiente cuando hay que caracterizar fenómenos como estos, los dados en la exacerbada manifestación de las inflaciones representativas, de los montajes mediáticos, de las simulaciones espeluznantes, que apenas se sostienen en la virtualidad de imágenes fofas.

En primer lugar, diremos que en el sustento de la economía política del chantaje, que, a la vez, se sostiene en la materialidad de la desmaterialización de los recursos naturales, por más paradójico que resulte decirlo y escucharlo, por cierto, destrucción material y consistente, de la economía extractivista, colonial del capitalismo dependiente, se da, se edifica, el plano de intensidad político del chantaje institucionalizado. Adquiriendo las formas inconmensurables de una gubernamentalidad perversa, que se efectúa sobre la base del despliegue estrambótico de los forcejeos, de lo chuto, de la proliferación de trampas, acompañadas por la irradiación minuciosa de corrupciones diseminadas y de corrosiones demoledoras de la institución formal, del Estado constitucional y de la sociedad institucionalizada.

En segundo lugar, diremos que la forma de poder configurado en las estructuras des-estructurantes de estas expresiones políticas deleznables, si bien, no son tan distintas a las formas de dominación instauradas por la formalidad del Estado burgués, adquiere la tonalidad de las suspensiones, de lo desechable, anunciando, encontrarse ya en su decadencia, en la diseminación misma de la institucionalidad, incluyendo al Estado-nación[2]. Es el aviso apocalíptico de la ineficacia terminante, de lo que no dura, de que nada funciona, salvo la propia corrosión de todo, la propia oxidación de los materiales, la propia decrepitud de los personajes y sujetos involucrados en la economía política del chantaje y en el plano de intensidad político del chantaje.

En tercer lugar, diremos que esta forma de gobierno, basada en la convocatoria desmesurada de las relaciones clientelares extendidas, forma de gobierno que adquiere la tonalidad decadente de las diseminaciones y corrosiones envolventes, expansivamente deterioradoras, que se inclina por lo desechable, es concomitante con el orden mundial, con el imperio, con el régimen mundial de las dominaciones del sistema-mundo capitalista. Es como una de las caras del monstruo de mil cabezas del imperio; la cara más elocuente, hasta quizás la cara más verídica, sin tapujos, la cara descarnada de este poder mundializado de la híper-burguesía mundial, en su etapa del capitalismo financiero, extractivista y especulativo.

¿Cómo pueden combinarse las formas sofisticadas, tecnológicas, virtuales y mediáticas de la dominación mundial del sistema-mundo capitalista y estas formas, mas bien, locales, localizadas, específicas y singulares, de la economía política del chantaje y del plano de intensidad político del chantaje? No se trata de solo de vasos comunicantes, entre ambos escenarios, tampoco solo de complementariedades perversas, sino de algo más; de que el sistema-mundo político es precisamente esto; la integración articulada de estas formas, aparentemente distintas, diferentes, sobre todo, porque una, la mundial, pretende formalidad, y la otra, la local, se pavonea en lo contrario, lo informal. La integración del sistema-mundo político integra y articula las formas de poder en aras del ejercicio constante, incrementado, de las dominaciones polimorfas. Ejercicio de poder mundial que logra el control, aunque solo de las sociedades institucionalizadas, no de las sociedades alterativas[3]; que logra las sujeciones múltiples de los pueblos y las sociedades, por la efectuación categórica del despojamiento y la desposesión de los bienes comunes y de lo común de las sociedades alterativas.

Lo que decimos, esta crítica a la farsa, a la comedia política, al efecto de usurpación de los movimientos sociales, no quiere decir, de ninguna manera, que se clausuró la posibilidad de liberar a la potencia social, de efectuar abiertamente la creatividad social, del abrir horizontes. Se trata del aprendizaje de la experiencia social, de las reflexiones, si se puede hablar así, de la memoria social, actualizando su repaso de las historias singulares. Es parte del aprendizaje de los pueblos y las sociedades. Ahora saben, conjeturando, los pueblos, como lo expresan claramente los zapatistas, las comunidades indígenas mayas de la Selva Lacandona, de que no se trata de “tomar el poder”; pues no ocurre eso, salvo en el imaginario. Sino que, lo que ocurre es de que el poder te toma, convirtiéndote en engranaje de su reproducción, del circulo vicioso del poder. Se trata de destruir el poder, salir del círculo vicioso del poder, de liberar la potencia social, de liberar la potencia de la vida, potencia creativa, dando lugar a las invenciones inéditas de la vida.

No se puede decir, como adelantando, que se ha tardado en aprender estas lecciones de las historias dramáticas políticas de la modernidad, pues sabemos muy poco de la simultaneidad dinámica del tejido del espacio-tiempo. Pero si sabemos, que, en lo que llamamos, equivocadamente, presente, es cuando tenemos la posibilidad social de incidir en los decursos, de integrarnos a la vida, en sus plurales formas, en las distintas escalas; entablar comunicaciones con los seres del pluriverso; de articularnos a los ciclos vitales de la existencia y la vida. Esta es la oportunidad de los pueblos del mundo, de las sociedades alterativas, de hacer, lo que hace la existencia y la vida; inventarse y reinventarse. En este presente, estamos convocados a abandonar la “ideología”, los fetichismos degradantes, a abandonar el círculo vicioso del poder de las civilizaciones que optaron por los mitos, las religiones monoteístas, los imaginarios autocomplacientes, las “ideologías” desdichadas. Tenemos la oportunidad de corresponder a la vida con la liberación de nuestra potencia.

NOTAS

[1] Ver de Raúl Prada Alcoreza Cartografías histórico-políticas; también Gramatología del acontecimiento. Dinámicas moleculares; La Paz 2013-15.

http://dinamicas-moleculares.webnode.es/news/cartografias-historico-politicas/. http://dinamicas-moleculares.webnode.es/news/gramatologia-del-acontecimiento-/.

[2] Ver de Raúl Prada Alcoreza Diseminaciones. Dinámicas moleculares; La Paz 2013-15. http://dinamicas-moleculares.webnode.es/news/diseminaciones/.

[3] Ver de Raúl Prada Alcoreza La explosión de la vida. Dinámicas moleculares; La Paz 2013-15. http://dinamicas-moleculares.webnode.es/news/la-explosion-de-la-vida/.