Panamá. Una reflexión sobre la crisis del agua y el impacto de El Niño

El planeta está agonizando y nuestro país no escapará de esa realidad. A menos que empecemos a tomar cartas en este delicado asunto.



Hoy es más que evidente que a través de los distintos medios de comunicación se viene hablando e informando a la población sobre los efectos del fenómeno de El Niño y de las sequías que sin piedad se están acentuando en gran parte del mundo y por ende en muchos puntos importantes de nuestra geografía nacional.
Estos efectos, como consecuencia vienen afectando a los campesinos, su producción y también a muchos productores nacionales.
Las consecuencias de este fenómeno en el caso de nuestro país, en gran medida ha sido por la mala planificación y olvido de los gobernantes como administradores del Estado en las últimas tres décadas.
En otro sentido también, debido a la tala indiscriminada de nuestros bosques para importación de madera, la devastación extensiva e incontrolada de la flora y fauna para el pastoreo y la siembra de granos; la contaminación de los ríos a causa de las voracidad de las actividades mineras e hidroeléctricas para favorecer el gran negociado de los grandes consorcios y trasnacionales que continúan saqueando el país, se han empeorado las cosas.
Sin lugar a dudas el calentamiento global y las alteraciones climatológicas en el mundo han sido causadas por la inconsciencia del hombre y gracias a ello hoy son irreversibles.
Pero aún así, pareciera que no se quiere tomar conciencia, ni de los gobernantes o empresarios, ya que en vez de promover medidas de planificación y estrategias de cara a esta crisis de sequía. En cambios los medios de comunicación aprovechan para promover lo contrario, garantizándole de esta forma una factura muy alta para la población panameña, aprovechando la coyuntura de las fiestas del carnaval.
Esto lo expongo de esta forma ya que los carnavales (”la gran fiesta de los panameñ@s), lo han convertido en un gran negocio donde los que al final ganan son las empresas cerveceras, licoreras, los pub, discotecas y demás negocios que durante estos días obtienen ganancias hasta el último centavo de los ciudadanos que asisten, y quienes al final solo les queda el cansancio, las resacas, las intoxicaciones, enfermedades y un déficit económico que le cuesta recuperar en un buen tiempo.
En estos momentos (sin excluir de la responsabilidad a los gobiernos anteriores), un hecho cierto que el gobierno actual de Varela (dueño de la empresa licorera Varela Hermanos S.A), no estará dispuesto a perder unos cuantos millones en estas fiestas de carnaval, así como tampoco él y los demás políticos del patio querrán pagar un costo político ante una posible suspensión de estas fiestas millonarias.
Por un lado le piden al pueblo que racionalicen el consumo del agua (el cual es correcto), pero sin embargo no les exigen lo mismo a las grandes empresas, licoreras, mineras, hoteleras, hidroeléctricas, etc., que consumen, desperdician o contaminan inmensas cantidades de agua en sus actividades cotidianas.
Frente a esta realidad de el desequilibrio climático en nuestro territorio, como ciudadan@s panameñ@s creo que frente a esta situación se hace urgente y necesario que empecemos a tomar conciencia sobre esta gran crisis de sequía en nuestros afluentes naturales y por ende de agua potable (que ya está aquí), demostrándonos las nefastas consecuencias no solo en lo ecológico, sino en el encarecimiento y escases a su vez de los alimentos necesarios para el consumo de nuestro pueblo.
El planeta está agonizando y nuestro país no escapará de esa realidad. A menos que empecemos a tomar cartas en este delicado asunto.
¡El agua es vida, NO es un Negocio!