Bolivia: Opiniones para un balance

20.Oct.03    Análisis y Noticias

“Tanta sangre no puede ser en vano…”
silviopaez (20/10/2003 00:12)
Imágenes y reflexiones de la guerra del gas: El fin del neoliberalismo y el preludio de una nueva época

La Paz, 18 de octubre de 2003

Ponemos a su disposición una breve crónica que narra la lucha de un pueblo por la defensa de sus recursos y por el derrocamiento de un genocida. Nos parece importante compartir esta lucha, los acontecimientos, las formas de organización, las formas de resistencia, las atrocidades que ha tenido que soportar este pueblo, la unidad y masifiación de la lucha. Estos datos permiten una aproximación general a lo que ha acontecido en Bolivia, pero también son una invitación para la profundización de las reflexiones, el análisis y las investigaciones sobre este gran proceso que ha se ha iniciado como una gran respuesta y propuesta frente al actual modelo.

Tanques, tropas del ejército y la policía aun custodiaban la Plaza Murillo después de que en el congreso se leyó la renuncia de Sanchez de Lozada y de que el nuevo presidente hacía explíticitas y oficiales las demandas formales del pueblo en su mensaje a la nación. En San Francisco entre el olor a pólvora de las dinamitas y gas lacrimógeno de los enfrentamientos de la tarde, las estatuas de piedra eran testigos del festejo de mineros, originarios y gremialistas de Oruro, detonaciones de dinamita, discursos y música tradicional andina se mezclaban en un sentimiento de alegría y homenaje a los mártires de la guerra del gas.

Emergencia de los movimientos sociales y el suicidio del MNR
En el año 2000 los bolivianos habían aprendido a sentir la esperanza, después de 15 años de neoliberalismo que atomizaron la sociedad en lo económico, político, social y nacional, en la guerra del agua y los bloqueos del altiplano, se dio un punto de inflexión. En la guerra del agua se había empezado a sentir el sabor del triunfo cuando se expulsó a una transnacional a través de la unidad del campo, la ciudad y todos los sectores sociales de Cochabamba en torno a un recurso vital; en Achacachi el indio aymara del altiplano anunció la necesidad de la autoderminación de la nación aymara; los cocaleros durante todo el neoliberalismo han diso un puntal importantísimo de referencia de lucha y resistencia nacional frente a la imposición del neoliberalismo. Desde entonces la gente sabía que Bolivia nunca más sería la misma. Con estas movilizaciones, el pueblo llevó dos veces a Banzer cerca de la renuncia ¿cuánto tiempo le dan al MNR en el gobierno? era la pregunta inevitable en su posesión como presidente.
El 6 de agosto del 2002 asume la presidencia Sanchez de Lozada del MNR con aproximadamente un 25% del total de la votación. Un gobierno liderizado por “el hombre neoliberal” y secundado por “el hombre de la represión” el carnicero Berzaín que había asesinado a 14 mineros y comunarios en Amayapampa y Capacirca, y un aparato partidario donde se había reciclado la burguesía, apostaba a quedarse en el gobierno por mucho tiempo ya sea por las buenas o por las malas.
Las elecciones del 2002 fueron una gran sorpresa para la clase dominante pues el MAS había obtenido una gran votación relativamente igual a la del MNR, también el partido indio del MIP había conseguido una votación destacada en relación a partidos tradicionales. Cinco meses esperó la gente del pueblo con mucha esperanza en la representación parlamentaria de estos partidos, pero las limitaciones de ambos partidos y los mismos canales mostraban la imposibilidad de participación real en la vida política del país dentro del sistema político partidario a este pueblo que lo exigía. El 12 de enero del 2003 los cocaleros se movilizan bloqueando las carreteras del Chapare, era el primer encuentro entre el nuevo gobierno y el pueblo, las movilizaciones no se pudieron generalizar y practicamente los movimientos tuvieron que retroceder.
Inmediatamente después animados por éste retroceso, el gobierno anuncia medidas impuestas por el FMI que fueron aplicadas con prepotencia y estupidez, el 11 de febrero el gobierno decreta un “impuestazo” que produjo un motín policial en La Paz. El ejército y la policía se enfrentaron a tiros en la plaza principal, la rebelión popular contra el impuestazo también se desató, la población de La Paz y el El Alto se levantaron contra el impuestazo quemando símbolos del poder como ministerios, la vicepresidencia, oficinas de empresas de servicios básicos, y las oficinas de los partidos políticos. En Cochabamba también las manifestaciones fueron radicales y Santa Cruz no quedó al margen. El gobierno tuvo que dar marcha atrás y anular el impuestazo. En este encuentro se cobraron muchas vidas, como siempre la mayoría vidas de civiles.

Del impuestazo a la guerra del gas
Pero el impuestazo sólo era una batalla, pues sus causas estaban latentes. El anterior gobierno de Sanchez de Lozada en 1996 capitalizó las empresas públicas (privatizó las empresas a mitad de precio), entra estas la empresa petrolífera. Esto tuvo dos efectos para el país: la reducción drástica de ingresos al Tesoro General de la Nación y la pérdida de los hidrocarburos por su transferencia a las transnacionales.
Cuando la empresa era estatal el Tesoro recibió por regalías 400 millones de dólares año en los dos últimos períodos, donde la población pagaba por impuestos menos del 1%, ahora que las transnacionles operan en Bolivia el Estado recibe entre 100 y 120 millones de dólares año por impuestos y regalías, y unos 190 millones por contribución impositiva de los consumidores (los bolivianos). Por lo tanto, hay una reducción de los ingresos al tesoro que se ha compensado con un incremento alarmante de los impuestos a los consumidores. Esto muestra el endurecimiento de la política fiscal contra la población y la “necesidad” del FMI de seguirla endureciendo.
Por otra parte, YPFB como empresa pública, había gastado millones en exploración y descubrimiento de nuevas reservas, en la capitalización se aprobó un decreto que indicaba que las reservas nuevas pagaban el 18% de impuestos, mientras que las reservas antiguas pagaban el 50%. El pozo Margarita que es la principal reserva para el negocio de la exportación del gas, pese a haber sido descubierta por YPFB, fue concedida a las transnacionales como nuevas reservas. Es decir que, como el gas ya le pertenecía a una transnacional, el pueblo boliviano lo único que recibiría por la exportación es el 18% del precio en boca de pozo.
El precio propuesto para la exportación de gas a EEUU en boca de pozo era de 0.07 centavos de dólar por millar de pies cúbicos de gas natural, mientras que EEUU exporta gas a México y Japón con precios que oscilan entre 2.5 y 4 us$ el millar, Bolivia exporta gas a Brasil a 1.50 us$ el millar.

Cuestionamiento del puerto de exportación
El anterior gobierno, primero Banzer y luego Quiroga, avanzaron bastante en las negociaciones para la exportación de gas natural licuado a EEUU por un puerto Chileno. Las negociaciones se realizaron con las empresas Pacific LNG y SEMPRA que serían la transportadora y la distribuidora. Un cuestionamiento popular empezó a circular ¿porque la venta del único recurso que le queda a Bolivia, se realiza por un puerto chileno sin ningún beneficio para los bolivianos? Chile se beneficiaría con el gas boliviano por la industrialización y el consumo de gas en la región norteña de Chile y no en Bolivia. Hay una deuda histórica de Chile con Bolivia, pues en la guerra del pacífico, se apropiaron de toda la costa boliviana en el Pacífico y Bolivia quedó en la mediterraneidad. Entonces la gente se planteaba ¿por qué si Chile tendrá beneficios en el negocio del gas no se puede hablar de beneficios de un puerto para Bolivia? El país vecino de Perú, por ejemplo, ofrecía un puerto soberano para Bolivia como posibilidad si el gas salía por Perú.
Sin embargo, este cuestionamiento fue tropezando con problemas mucho más profundos, pues el pueblo se iba dando cuenta que para beneficiarse con el negocio del gas se tenían que cambiar gran parte de las condiciones económicas del negocio que había negociado el gobierno. El pueblo boliviano se pregutó por la propiedad de las empresas, por los lugares de industrialización, por las condiciones de exportación, por la participación de la gente en la decisión de la participación, esto conlleva un fuerte sentimiento de soberanía frente a un modelo practicamente desterritorializador.

Más impuestos, regalo del gas y represión
El MNR que no tenía controlado por completo el parlamento, buscó alianza con NFR de Manfred Reyes Villa que ingresó al gobierno el 6 de agosto del 2003. Días antes el gobierno ponía en vigencia la Ley de Seguridad Ciudadana que bajo el manto de luchar contra la inseguridad ciudadana agravada por la severa crisis, criminalizó toda protesta social con condenas mayores a 5 años por bloquear carrteras o calles. También impulsó reformas tributarias que pretendían ampliar el universo incorporando a sectores como los carniceros que fueron un puntal en el inicio de las movilizaciones alteñas y a los gremialistas. Jamás se propuso el gobierno consultar a la población acerca del tema del gas, era tema de Estado cerrado para el resto de la sociedad. Artículos del exterior anunciaban que continuaban las negociaciones, se iban esclareciendo las condiciones del negocio, se descifraba la implicación de empresarios bolivianos y de grandes tansnacionales. La respuesta a toda esta política iba germinando en los movimientos sociales.

El inicio de la guerra del gas
La primera semana de septiembre se inició una marcha desde Caracollo hacia la ciudad de La Paz encabezada por dirigentes de El Alto y dirigentes campesinos. El 7 arribaba la marcha a La Paz. Mientras que la coordinadora del gas convocaba a una movilización nacional por la defensa y recuperación del gas para el 19 de septiembre.
Dos convocatorias a los bloqueos de caminos de la CSUTCB recién tuvieron respuesta desde la segunda semana de septiembre cuando se instaló la huelga de hambre de los dirigentes de la Departamental de campesinos y se inició el bloqueo de caminos en el altiplano norte de La Paz, especialmente en la provincia Omasuyos.
El viernes 19 la marcha convocado por la Coordinador demostró que el pueblo boliviano estaba empezando a organizarse para la defensa del gas. En Cochabamba una marcha de más de 50.000 personas colmó toda la ciudad. En el departamento de La Paz se realizaron tres movilizaciones, una por la mañana principalmente compuesta por ciudadanos de El Alto donde 70.000 personas bajaron a la (hoyada) a protestar contra la venta del gas, por la tarde se realizaron otras dos marchas que no fueron tan imponentes.

Masacre en Omasuyos y la rebelión aymara
El sábado 20 de septiembre, un operativo entre fuerzas combinadas del ejército de la policía dirigidas por el mismo Berzaín, ingresaban al pueblo de Sorata abriéndose paso entre los bloqueadores en Huarina, Achacachi y Huarisata. El ejército disparó armas de guerra dejando 8 muertos y aproximadamente 30 heridos, en Huarisata murieron una niña de 8 años, un estudiante y un profesor de la normal. El justificativo que dio el gobierno fue el rescate a turistas que se encontraban bloqueados, pero la vehemencia del opertativo y las muertes convertían en burla semejante justificación. Poco antes de la la masacre de Omasuyos, el bloqueo se iba consolidando, el cuartel de Kalachaca se trasladó a Rojorojoni. El gobierno tiene un compromiso de 72 puntos con los campesinos aymaras desde el 2000 que no cumple hasta ahora, entre ellos tractores y otros proyectos de desarrollo para el sector agrícola, pero el bloqueo, como ya se había visto con la marcha, también planteaba la defensa del gas.
A partir de la masacre, los indios aymaras empezaron a densificar su organización política, social y sobretodo militar. Miles de personas provenientes de la provincia Camacho, Bautista Saavedra, Larecaja y otras, se enrolaban en el ejército aymara que posee unos cuántos mauseres, el conocimiento de tácticas militares de los exconscriptos que se funde con formas las prácticas propias, la organización comunitaria y el deseo de liberación de los aymaras. Otra vez se hacían latentes las prácticas de autoderminación de la nación aymara, una estrategia de recuperación del territorio que se enciende cada vez que esta nación se subleva.
En el altiplano es tiempo de siembra y por la aridez del terreno solamente se cosecha una vez al año, con esta cosecha viven las familias y comunidades todo el año, pero a pesar de tanta pobreza y la necesidad de producir su sustento, todos decidieron continuar con el bloqueo. Las provincias que se sumaron a los bloqueos están a días de caminar de Achacachi, por lo que la región del bloqueo que los acoge debe contemplar la alimentación y la logística para ellos. Estas acciones solo pueden ser explicadas a partir del funcionamiento de una gran red comunal sustentada en las comunidades que a nivel económico comparten todos sus recursos y a nivel político asumen comunitariamente sus decisiones.
Después de la masacre la otra reacción fue la expansión de los bloqueos en todo el territorio aymara, se bloquearon las carreteras principales como se la carretera a Laja, carretera a los Yungas, la carretera en Río Abajo junto con bloqueos esporádicos en la carretera a Oruro y Tambo Quemado, mientras continuaba bloqueada la carretera a Copacabana y a Sorata.

Inicio de movilizaciones en El Alto
El bloqueo era un gran anillo económico y geográfico que empezaba a cercar nuevamente la ciudad de La Paz, se empezaron a sumar en las protestas los alteños que descendían a la ciudad de La Paz, los dos sectores más movilizados eran gremialistas y los trabajadores en carne cuya principal demanda era la defensa del gas acompañada de la protesta contra el nuevo régimen tributario que había propuesto el ejecutivo. Frente a la necesidad de generalización del conflicto, la Coodinadora de Defensa y Recuperación del gas inició una marcha en apoyo a los caídos en Huarisata, la marcha se sumó al paro cívico que fue convocado entre la Central Obrera Regional de El Alto y la Federación de Juntas Vecinales para el viernes 3 de octubre. El paro fue contundente, se notaba ya la extrema militarización de El Alto, la policía reprimió a marchistas de la UPEA cuando trataban de controlar la autopista.
Una zona de conflicto permanente fue la carretera hacia Oruro en la zona de Ventilla donde los comunarios trataban de bloquear y eran reprimidos por el ejército.
La Central Obrera Boliviana después de la marcha del 19 convocó a un ampliado nacional que se llevó a cabo en Huanuni donde resolvió la helga general indefinida y el bloqueo de caminos. El magisterio urbano realizaró un paro, pero por sus demandas sectoriales no pudieron manter el paro y lo levantaron. Los maestros rurales estaban movilizados junto a los campesinos y realizaron marchas en La Paz donde hubo enfrentaron con la policía. Los mineros de Huanuni y de Llallagua empezaron a movilizarse y marchar hacia la ciudad de La Paz. El sector campesino movilizado y la COR de El Alto impulsaban sus medidas a través de la COB como un punto de convergencia y como posibilidad de generalización de las medidas, formalmente la COB dirigía el conflicto, en términos reales la decisión de movilización era de los aymaras del altiplano y del pueblo alteño, sus portavoces eran los dirigentes de la COR, FEJUVE y los dirigentes campesinos aymras.
El día miércoles 8 de octubre la ciudad de El Alto comenzó con el Paro Cívico indefinido, que era la combinación de la huelga general y un paro de toda la ciudad basada en las juntas de vecinos. En la ceja de El Alto hubieron duros enfrentamientos con la policía por el control de las avenidas y calles, sobretodo por el control de la autopista y la ruta que la conecta con el aeropuerto. El paro fue contundente aunque todavía la policía tenía el control de este acceso, El Alto recordaba una experiencia de triunfo reciente cuando realizó un paro cívico para anular unos formularios catastrales que el municipio quería imponer. Ese mismo día empezaron bloqueos relámpago en la carretera La Paz-Cochabamba.

Se levanta la ciudad aymara de El Alto el gobierno responde con masacre
El miércoles 8 de octubre arribaban a La Paz y El Alto marchas de campesinos de varios puntos, mientras campesinos del sector de la cumbre en la Coordillera se estaban reuniendo en Ventilla (camino a Oruro) en un cabildo, el ejército abrió fuego sobre ellos, el resultado fue la muerte de dos personas.
Eran los primeros muertos en la ciudad de El Alto, aunque los atacados no eran vecinos de El Alto, la sangre era la misma, sangre aymara. Esto provocó la ira de la población alteña que intensificó la densidad con se que organizaban las juntas para llevar adelante el paro.
El día jueves 9 el paro fue contundente y ya empezaba a sentirse la medida en la ciudad de La Paz por la escasez de alimentos y combustible.
El día viernes 10 de octubre partió la marcha de originarios del Sur de Oruro y del Norte de Potosí con destino a la ciudad de La Paz. En El Alto continuaba el paro cívico, muchos vecinos fueron a fortalecer el bloqueo en la salida a Oruro y el control de la planta de hidrocarburos en Senkata, para que no salga gasolina ni gas licuado de petróleo. Con la intensificación de los bloqueos aumentó la represión. Ese mismo día llegaba una marcha de unos 500 mineros de Huanuni que fue interceptada por el ejército a la altura de Ventilla. Un minero murió por una explosión, muchas de las personas que estaban cerca indicaban que se trataba de una granada, la versión del gobierno es que explotó por manipulación de dinamita, también murió otro minero por disparo de armas de fuego.
Estos hechos enardecieron más a los vecinos de la ciudad alteña y fundaron una hermandad entre mineros y alteños que guiaran el inicio de los cambios sociales en Bolivia.
Por la noche la planta de Senkata estaba rodeada de vecinos que amenazaban con incendiarla, desde la tarde Berzaín en personca que llegó en un helicóptero dirigió un operativo que pretendía llevar gasolina hasta la ciudad de La Paz, habían tanquetas y tropas del ejército para escoltar las cisternas. Por la noche quedaron sin luz Senkata y los barrios aledaños, pero parece ser que la presión de los vecinos impidió que esa noche saliera el convoy hacia La Paz.
El día sábado 11 de octubre el operativo para transportar gasolina que se había suspendido desde la noche anterior salió a eso de las 18:30. Todo el día el ejército atacó a los que bloqueaban en la zona Ballvián a la altura de Munaypata y el Tejar para controlar la autopista, no sólo se dispararon fusíles FAL sino también ametralladoras pesadas Rowlin, los vecinos también aseguran que dispararon contra ellos desde los helicópteros. En Senkata y Ventilla el ejército seguía disparando y se abrió paso por la fuerza de las armas para sacar los camiones cisterna que iban escoltados de tanquetas, caimanes y soldados. En este operativo el ejército despejaba una o dos cuadras hacia cada lado de la carretera disparando balas y gases contra la gente y contra las casas, en este operativo murió por impacto de bala Alex Mollericona de 5 años que veía desde su terraza, ese día también murieron otras personas. Las zonas que sufrieron la violencia son Senkata y los barrios que quedan a los laddos de la avenida 6 de marzo hasta el puente Bolivia y las zonas que están sobre la avenida Cívica hasta el límite con La Paz. Por la noche la gasolina llegó al Estado Mayor para abastecer vagonetas, camiones y tanques del ejército, a un costo de vidas que el pueblo no estaba dispuesto a pagar.
El domingo 12 de octubre continuaron los operativos para transportar gasolina, el plan del gobierno era mantener la calma en la ciudad de La Paz atenuando el desabastecimiento. Ese día el ejército aligero el gatillo y 26 personas resultaron muertas. La represión fue más dura en los barrios de Senkata, en la zona Ballivian y en Villa Ingenio, donde un convoy del ejército que venía desde Chua apareció por detrás de los bloqueadores abriéndose paso a tiros desde San Roque pasando por Villa Ingenio hasta la extranca de Río de Seco, en esta zona murieron aproximadamente 5 personas y resultaron heridas unas once personas. En el canal 36 se transmitía una denuncia de la muerte de un conscripto que habría sido ejecutado por sus superiores. La demencia de los gobernantes ya no encontraba límites, la masacre continuaba.
El lunes 13 de octubre se realizó una marcha hacia La Paz para demostrar la indignación por la masacre y convocar al pueblo paceño a sumarse. La marcha fue impresionante, se unieron campesinos que venían desde Jampaturi, de Río Abajo, gremialistas de La Paz, mineros de Huanuni, para conformar un gran ejército de marchistas que conquistaba el centro de la ciudad. La marcha pacífica al ingresar a San Francisco eludía el enfrentamiento con la policía, pero la policía empezó a reprimir, la marcha soportó el gas por un momento y luego se fue contra los policías que retrocediendo llegaron hasta el tránsito donde se vieron rodeados y tuvieron que sacar sus banderas blancas en señal de paz y dar agua a los marchistas, el pueblo respetó a los policías y no invadió las instalaciones. Mientras esto ocurría en el centro de La Paz, en El Alto continuaron disparando en la zona Ballivián, dispararon en Senkata y el ejército realizó la operación masacre en Villa Ingenio: la gente que estaba en un pequeño cabildo a un lado del bloqueo, fue rodeada por soldados que se escurrieron sin ser descubiertos y abrieron fuego contra los que estaban reunidos, en esta operación murieron 14 vecinos de Villa Ingenio que se suman a la lista del día anterior. Esta vez el ejército también mató a 7 personas en la zona de Ovejuyo donde termina Cota Cota para impedir que la marcha de campesinos y vecinos ingrese a la zona sur de La Paz. El día en que la gente se manifestaba para denunciar una masacre sin proporciones ni precedentes, el gobierno respondía matando aún más personas que el día anterior, ese lunes murieron en total 28 personas.
Las demandas por la defensa del gas, ese día cambiaron radicalmente para convertirse en la exigencia irrevocable de la renuncia de Sanchez de Lozada que se expandió en todo el territorio boliviano.
El martes El Alto veló a los caídos y el miércoles los enterró, todo el pueblo alteño y del campo que había llegado hasta la ciudad alteña realizaron grandes concentraciones para expresar su dolor y despedir a los mártires de la guerra del gas. Los velorios se realizaban en las carreteras y luego en iglesias donde se daban cita las juntas de toda la ciudad. Las personas que con lágrimas en los ojos y los dientes apretados pasaban a despedirse prometiendo que estas muertes no quedarían así porque seguirían luchando contra semejante injusticia.
Al gobierno no le importaba para nada el luto, el ejército atacó en la ciudad intermedia de Patacamya a los mineros de Huanuni que venían a reforzar a sus compañeros que habían sido atacados en Ventilla, como resultado del ataque del ejército murieron 3 personas y resultaron heridas 15 personas, también la población de Patacamaya tuvo que soportar la agresión militar.
Por su parte el gobierno anunciaba que aprobó un decreto en el que planteaba que suspendía la venta del gas y que iniciaba un período de consulta a la población. La respuesta del pueblo fue contundente, el pueblo no negociará nada con asesinos, que renuncie Goni. Otra reacción fue que el vicepresidente quitaba su respaldo al partido de gobierno, por su parte el ministro mirista Torrez anunciaba también su retiro, el alcalde de El Alto pertenenciente al MIR que forma parte de la coalición exigía la renuncia del presidente. El apoyo del MIR al presidente no se dejó esperar, el MIR es el partido más oportunista que ha existido. Por su parte, la embajada americana anunciaba que no permitiría otro gobierno que no fuera constitucional y que apoyaba al gobierno de Sanchez de Lozada. El apoyo del nuevo socio en el gobierno el partido NFR quedaba todavía en suspenso, aunque ese mismo día iniciaron una huelga de hambre tres diputados NFRistas exigiendo a su líder que se saliera de la coalición.
Desde el día lunes, el conflicto empezó a estallar a nivel nacional. El Chapare empezó a bloquear la carretera Cochabamba-Santa Cruz de forma intermitente pero efectiva, también estaban bloqueadas la carretera a Cochabamba, la carretera a Oruro, las carreteras Oruro-Potosí, Potosí-Scure, Santa Cruz-Beni, el ingreso a Santa Cruz se bloqueaba esporádicamente, en Sucre 20.000 personas protestaban en la plaza. Se realizaron manifestaciones en 7 departamentos. Todos exigiendo la renuncia del presidente y la defensa del gas. Santa Cruz, la ciudad que se pretendió oponer a las demás ciudades mostrando sus ferias, sus modelos y la falsa idea de un mayor aporte económico de la región al resto del país, tambiéns sintió las manifestaciones y se inció en esa ciudad una marcha de los colonizadores desde Yapacaní con destino a la capital de este departamento, esta vez el poder que se asienta en Santa Cruz, también mostraba el odio y la violencia de las élites a los trabajadores y a los migrantes, amezando a los marchistas con que las juventudes cruceñistas y la nación camba (organizaciones impulsadas por el gobierno dictatorial de Banzer en la década del 70) los esperarían con armas para evitar que ingresen a Santa Cruz. El viernes 17 día en que renunciaba el presidente, igual los campesinos lograron entrar a la ciudad y soportaron la agresión de estos grupos, pero su mensaje fue valiente y claro, en esta región también existimos nosotros, somos trabajadores y somos la mayoría. En San Julián se realizaba un bloqueo de caminos cuando el ejército mató a un campesino, los bloqueos en esta carretera se radicalizaron.
El gobierno había cortado el derecho más general de los seres humanos, el derecho a la vida, y continuando con la eliminación de los derechos, eliminó también el derecho de la libertad de expresión. Quitó de la circulación el semanario Pulso que aparecía con una edición extra que exigía la renuncia del presidente, también quitó de la circulación a El Diario por los mismos motivos, mantenía las amenazas contra radio Pachamama en la cual la población alteña de todas las zonas transmitía en vivo desde cada lugar la dura represión que soportaba el pueblo alteño, se generalizaron las amenazas contra periodistas y medios que comunicaban lo que estaba ocurriendo como canal 4 RTP, canal 36, radio ERBOL, en Oruro se acallaban con la destrucciones sus instalacines por explosiones dos radios, entre ella la minera Pío XXII. En El Alto, continuaban los enfrentamientos, por la noche el ejército realizó feroces allanamientos de casas masivos en los barrios alteños mientras se seguían escuchando disparos de tiros y ráfagas. Al mismo tiempo denunciaban el apresamiento de dirigentes en la ciudad de El Alto. Bolivia vivía momentos de una efectiva dictadura.
El día jueves el presidente Sanchez de Lozada en conferencia de prensa anunciaba que su gobierno tenía el apoyo de NFR y que estaba de acuerdo con realizar un referendum consultivo, a ver la posibilidad de cambiar la ley de hidrocarburos y a empezar el proceso de inclusión de la asamblea constituyente en la constitución, estos tres puntos además de ser un engaño, ya no harían que el pueblo diera marcha atrás en la exigencia de la renuncia. El referendum consultivo no asume la voz del pueblo en las decisiones, los otros dos puntos siempre los ha planteado el gobierno de Sanchez de Lozada y al no concretizarlos los mantiene como procesos a larguísimo plazo en el que tampoco indica en que forma la gente participaría.
Ese día se reiniciaron las movilizaciones. Muchas comunidades habían llegado hasta la ciudad de El Alto, mientras tanto en la ciudad de La Paz se movilizaban las zonas de Chuquiaguillo, comunidades de Achumani, continuaban las movilizaciones y los enfrentamientos en Ovejuyo, arribaba una marcha inmensa de las comunidades de Rio Abajo y del Illimani, ya desde el lunes toda la zona norte de la ciudad de La Paz estaba movilizada, incluso empezaban a movilizarse los barrios de clase media. Habían llegado hasta Patacamaya más mineros que se sumaban a los anteriores mineros que fueron reprimidos, a gremialistas de Oruro, estudiantes e incluso pobladores de Patacamaya que también fueron atacados por el ejército, todos decididos a entrar a la ciudad ese jueves por la noche.
Ese jueves también se inició una huelga de hambre encabezada por Ana María Campero que en un período anterior realizó una labor muy destacada en su función de Defensora del Pueblo y que fue sustituída por movidas políticas por un militante del MNR, en esta huelga participaban también Derechos Humanos, intelectuales y artistas. Para el día viernes poco antes de la renuncia habían más de 100 piquetes en La Paz y otros piquetes en 8 departamentos con más de mil personas que se habían sumado a esta medida. Incluso se instalaron piquetes en Suiza y España. La huelga de hambre, significaba la adhesión de la clase media al pedido de renuncia con una forma particular de expresar sus medidas, sin embargo el gobierno se quedaba totalmente aislado, solo tenía el apoyo de su partido, de empresarios del oriente y de berzaín. Tan aislado quedo Sanchez de Lozada que el mismo Greenly embajador de EEUU en Bolivia, esa noche fue a visitar a Mesa para que asumiera la sucesión constitucional. El deseperado Sanchez de Lozada manifestaba en medios de comunicación internacionales que se trataba de un golpe de estado promovido desde el exterior, que eran grupos de sediciosos y subersivos los que querían desestabilizar al gobierno, que la protesta social era en realidad una movida de terroristas y narcotraficantes. Pero las imágenes eran contundentes, todo un pueblo exigía su renuncia, no había cabida para afirmaciones tan desatinadas que molestaron aun más al pueblo boliviano.
La solidaridad internacional con el pueblo boliviano fue impresionante, de todos los rincones del mundo escribían para dar su apoyo moral a la lucha por la defensa del gas. Se realizaron manifestaciones frente a la embajada de México, en Ecuador tomaron la embajada boliviana pacíficamente y en Argentina se mantuvieron tres días de masivas movilizaciones de los residentes en Buenos Aires.
El viernes 17 de octubre, por la mañana se hacía público el retiro de Reyes Villa de la coalición, tambíen renunciaba el vocero oficial Antezana. Las movilizaciones continuaban los marchistas que estaban detenidos en Patacamaya ya estaban por ingresar a La Paz. Aproximadamente a las 15:00 se supo que Sanchez de Lozada había entregado oficialmente su renuncia a los presidentes de las cámaras alta y baja. Por la tarde los medios de comunicación transmitían la huída de un presidente que no estaba dispuesto a enfrentar la justicia nacional y menos la justicia popular que quería lincharlo. En largas horas de espera, había un sentimiento de incertidumbre en la ciudad de La Paz, el Congreso fue convocado para las 16:00 horas, pero se instaló recién a las 21:00. Todo podía ocurrir, la tan esperada renuncia y la sucesión constitucional de Mesa que sería un período de transición, o el golpe de estado y más muertes todavía. Los aymaras del altiplano paceño, la ciudad de El Alto, los marchistas de Oruro, estaban cansados de hacer vigilias permanentes durante todas la noches, de caminar kilómetros y dormir en el camino, de enfrentarse al ejército, en El Alto no habían ya alimentos, la amenaza de más muerte era constante, pero a pesar de todo, la decisión era unánime resistir para defender la dignidad de una nación diversa y abigarrada haciendo que renuncie el presidente genocida.
Finalmente, a las 23:30 terminaba el discurso del nuevo presidente Carlos Mesa, afuera del congreso en la Plaza Murillo continuaban las tanquetas, mientras que en San Francisco festejaron solemnemente los mineros, originarios y gremialistas de Oruro. El nuevo presidente introducía en su discurso las demandas por las que habían muerto muchos bolivianos, un referendum vinculante sobre el tema del gas, la incorporación en el mediano plazo de una asamblea constituyente, el funcionamiento del poder ejecutivo independiente de los partidos políticos y que es un gobierno de transición. El pueblo ahora se debe encargar de que estas promesas se cumplan de acuerdo a las demandas de los bolivianos.
El día sábado se realizó una reunión entre el nuevo presidente que subió para hablar con los ciudadanos alteños. El presidente repitió su mensaje del día anterior e hizo un homeja a los caídos, el pueblo alteño le dio un período para que gobierne, pero dijeron que se mantendrían en vigilancia permanente, en la reunión también preguntaron por la justicia. Luego de estar concentrados en San Francisco escuchando a sus dirigentes, todos los marchistas se retiraban, mineros, originarios, gremialistas, estudiantes, que al pasar por la ciudad de El Alto recibían la solidaridad del pueblo alteño, era una reciprocidad de admiración y un compromiso de no detener la lucha, de no descuidarse, de no permitir que vuelva a suceder algo igual, sabiendo que ahora más que nunca recién empieza una nueva etapa muy difícil, pero muy satisfactoria.

La dignidad del país custodiada por el pueblo indio
Al final del conflicto Bolivia era toda una nación unida luchando y exigiendo la renuncia de Sanchez de Lozada y en menor medida defendiendo el gas. Una demanda tan general que parecía necesitar plazos mucho mayores para que el pueblo organice su lucha, se generalizó en pocas semanas. La conversión de demandas particulares en demandas generales, por ejemplo cómo los 72 puntos de los campesinos aymaras se esparcieron y luego se condensaron hasta convertirse en la tenaz defensa del gas como demanda general. Los liderazgos y caudillismos que existe en las dirigencias de los movimientos sociales, fueron orientados desde abajo hacia la unidad, no solo a una lucha simultánea, sino a una verdadera unidad en torno a una demanda, sino a que los movimientos sociales pusieran hombro con hombro, codo con codo, una unidad en el sentimiento. De todo el país empezaron a converger marchas hacia La Paz, la unidad de los movimientos sociales la habían conseguido los mismos movimientos sociales. Habían definido la infinitud y profundidad de su espacio, temporalidad y límites. La ciudad de La Paz era el objetivo, pero Oruro, Cochabamba, Potosí o Santa Cruz también eran lugares donde se podía estar luchando junto a todos, defendiendo el país.
El pueblo indio de Achacachi, Huarisata y El Alto, había tenido que soportar duros momentos de represión, su resistencia convocó a toda una nación a defender el gas, pero sobretodo a defender la vida y la dignidad de un pueblo.
Confluyeron, entrecruzaron y se complementaron mútiples formas de organización y de lucha, cada cual aportaba con lo que mejor sabe hacer, incluso con lo que jamás había hecho, esta unidad práctica desde abajo, desbordaba la resistencia física pero además moral, eran momentos de creatividad y voluntad colectivas. Las organización comunitaria en las comunidades aymaras del altiplano paceño, la organización comunitaria urbana de la ciudad de El Alto, la combatividad de las marchas de una nueva clase obrera que trabaja en sus domicilios como productores, o en el comercio y servicios, la recuperación de la historia a cargo de los mineros, la participación de una clase media que estaba totalmente dormida, la presión para la exteriorización de las contradicciones en el núcleo del poder que es Santa Cruz, en fin todo lo que se hacía para resistir era parte de una especie de terremoto social que no podían parar ni la prepotencia de Goni, ni la demencia de Berzain, ni las amenazas del imperio.
El pueblo boliviano se daba cuenta que cuando está unido nadie le puede decir lo que tiene que hacer, una señora campesina decía “nunca más nos van a hacer callar”. El pueblo indio dentro de Bolivia había precautelado la dignidad de todo un país y a partir de estos días estaría orgulloso de su hazaña, un pueblo marginado y discriminado por ser indio empezaba a recuperar confianza en sí mismo, empezaba a sentir que el racismo no es eterno “ahora voy a bajar a La Paz y voy a poder mirar de frente” decía un joven alteño.
El Alto por unas semanas se convirtió en una gran comuna conformada por los distritos, los barrios, los manzanos y reforzada por indios ayamras que habían venido a reforzar la resistencia, por mineros, y acompañados en La Paz por todos los sectores populares y al final de la clase media que se unieron a la lucha.
El pueblo indio había iniciado la construcción propia de nuestro destino!!!