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Perú y la astucia política
Por Jaime Yovanovic Prieto
El candidato presidencial de derecha Kuczinski es tan destructivo o más que la hija de Fujimori. Es como que en Chile fuesen dos candidatos presidenciales, uno de la UDI y otro de RN, en que ninguno es mejor que el otro refiriéndose a la democracia y derechos humanos, único terreno en que PPK y Fujimori se diferencian levemente, como Stalin de Lenin, en que el primero tiene más muertos a su haber que el segundo y en lo demás no hay diferencia ninguna, salvo que a uno pusieron de chivo expiatorio y al otro pintaron de santo.
Perú tiene el gran drama (para la acumulación capitalista) de que las comunidades indígenas, campesinas y urbanas de las regiones andinas y de la selva amazónica, donde habitan millones de quechuas, aymaras, shuars, asháninkas y otros pueblos en villas, ciudades y campos, no están dispuestas a dar el paso a las empresas extractivas, en especial de la minería. Así de simple. La lucha izquierda-derecha que caracteriza a los países vecinos, aquí no ha conseguido esconder la cruda realidad como la camuflan los militantes con sus banderas en la vecindad: Dilma contra Temer, Cristina contra Macri, Maduro contra aquel otro del parlamento, Piñera contra Bachelet y así nos tienen adorando cada uno su dios o su santito en las sectas en que nos divide la política.
En Perú todos los partidos de izquierda y extremos, se han ido a ganar gobernaciones, asociaciones, sindicatos y alcaldías en las regiones de tradición comunitaria, ya que piensan que ahí está la papa, que la están dando para ellos crecerse y desde allí aspirar al poder central, o sea, la utilización descarada de los movimientos sociales, como la surda y su apéndice de la izquierda autónoma en Chile y su otro gremling del partido igualdad, o del PC que ahora hace que sus militantes aparezcan en los movimientos como independientes o autónomos, como hicieron y hacen en algunas escuelas y facultades de Valparaíso, por ejemplo en la escuela de derecho de la Valpo, Trabajo Social y aún el colegio Winnipen y el Eduardo de la Barra, llenos de “autónomos” que no lo son.
Las izquierdas en Perú no han conseguido quebrar las tradiciones comunitarias como consiguió en algunas regiones de Bolivia el MAS y que tampoco ha conseguido Correa en Ecuador ante la fortaleza de la Conaie y Ecuarunari. Sin embargo algunos medios, pretendidamente indigenistas, como Servindi, hacen el juego abierto a los partidos.
Dicho esto, pasemos a ver la elección entre Keiko y PPK, los dos KK, el detrito de la política, lo peor que hay mirado desde las comunidades y la resistencia contra la minería y el extractivismo en general, comunidades que han conseguido bloquear al gobierno Humala evitando que penetre las regiones con las empresas, lo que ha llevado al padre de Humala a decir públicamente que su hijo no lo hizo bien, en los momentos en que la ex candidata de izquierda, que era una carta del padre de Humala, decide apoyar a PPK para “evitar el retorno del fujimorismo”, o sea, el abandono total y descarado de las comunidades, amenazadas claramente por los dos contendientes KK ante la alegría y las sonrisas socarronas del empresariado atado al capitalismo globalizado, que ya se retuerce las manos de placer ante las jugosas ganancias que vendrán de la derrota comunitaria que sueñan.
Es evidente que si la señora de origen en el etnocacerismo del clan Humala no apoyara a ninguno, estaría dando un apoyo implícito a la autonomía comunitaria, lo que no está en sus planes, pues también ella es partidaria del extractivismo, por lo que su pretexto de detener el fujimorismo, junto a la crítica del patriarca del clan nacionalista, se insertan en los planes de continuidad de la acumulación arrastrando el voto a la dependencia de la institucionalidad que abre el camino a las empresas. De allí que lo más sano mañana domingo es no ir a votar, más que el voto blanco o nulo, dejando claramente la batalla entre los políticos sin envolver la resistencia, que tendrá que acrecentar su autoorganización en localidades sin caer en el seguidismo a los grupos que empujan penetrando villas y ciudades para instalar sus bases de “asalto al poder”.
Consignas como “todos ellos están por el extractivismo y la destrucción de la madre tierra” o similares, ya están circulando en medios alternativos y en las regiones aludidas, por lo que de hecho se está sembrando para la duplicación de la resistencia, aunque organizaciones como las Rondas Campesinas tendrán que limpiarse de los políticos que han asumido la dirección mediante un trabajo lento y seguro desde abajo de reclutamiento y construcción de “líderes” que se han ido ganando la simpatía y los votos internos de ese importante sector, al que aún no han podido arrastrar a las dinámicas electorales.
Eso significa que viene una dura lucha interna por la profundización y multiplicación de la autonomía comunitaria y autogobierno de localidades, así como de los grupos que intentan someterla, por lo que habrá que acrecentar los escritos, artículos y análisis en este terreno, así como la divulgación más extensa de la experiencia de los ashuar, que han levantado las formas más nítidas y perfiladas de autogobierno y control territorial, o sea, trabajar más la raiz y la cotidianeidad de las formas de vida compartida.
La autonomía comunitaria peruana sabrá encontrar sus propios caminos sin preocuparse si gana uno o el otro, y menos si la ex candidata “izquierdista” llama a bajar las banderas y entregarse en brazos del “menos malo”, lo que sólo juega a favor de sus políticas de alianzas y negociaciones por arriba sobre la base del debilitamiento y subordinación de los de abajo, como el PC chileno y la tropa de partidos y partiditos que pululan especialmente entre los estudiantes.
Perú está a las puertas del reacomodo de las clases dominantes para intentar superar los obstáculos de las comunidades y movimientos sociales independientes que no permiten la expansión del extractivismo. Esa es la batalla, no la electoral.
Jaime Yovanovic Prieto
profesor_j@yahoo.com
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