El cuerpo, la salud y el cambio de las relaciones sociales
Por Jaime Yovanovic Prieto (Profesor J), abogado constitucionalista
La noticia del diario La Tercera de hoy domingo muestra varios indicadores de salud negativos por “no hacer ejercicios”, sin tocar para nada la crisis del deporte, que hace rato ha dejado de ser masivo para transformarse en un espectáculo y oportunidades de negocios. Ver en: http://www.latercera.com/noticia/tendencias/2016/07/659-688221-9-casi-tres-millones-de-chilenos-nunca-ha-hecho-deporte-y-no-les-interesa-hacerlo.shtml
Hay que decir que en Valparaíso el 80% o más de la población sube y baja escaleras y cerros cada día, por lo que la estructura geoambiental de nuestro hábitat supera tranquilamente el promedio nacional de “ejercicios”. Por otra parte nada se dice del fomento del automóvil y de la poca importancia que se le otorga a la bicicleta, el mejor medio de transporte que ha conocido la historia después de las propias piernas.
Iván Illich, el cura austríaco que renunció a los altos cargos que le ofrecía la diplomacia vaticana para irse a vivir en pueblitos próximos a la frontera México-USA, una vez a salvo del correaje estructural de esa organización político-religiosa, dedicó su vida al estudio detallado de los problemas de la educación y la salud, llegando a comprender y argumentar la necesidad de la desescolarización por una parte y por la otra la noción de que el sistema de salud no cura ni cuida a la gente, sino que la mata, lo que sistematizó en su libro “Némesis Médica”, lectura obligatoria para todo aquel que considera que algo anda mal en esta sociedad y que hay que abordarla también en sus “menudencias”, no sólo en la lucha por el poder para continuar operando los mecanismos nefastos desde arriba en mantención del status quo sin avanzar hacia una sociedad superior, como han demostrado los países socialistas hasta el cansancio, que al poco andar caen o deben regresar “discretamente” al libre mercado.
Los “exitos” deportivos socialistas se dieron gracias a la disciplina cuartelaria, en tanto los países no socialistas llenan de dinero las actividades deportivas como llenaban de sangre las arenas de los circos romanos. Las políticas estatales han trabajado siempre en el terreno de la competencia, pues las olímpíadas nacieron para practicar disciplinas de guerra en los períodos de respiro, pero ello no se analiza cuando se toca la “salud”, por razones obvias. Que todos hagan deportes o “ejercicios” es una herencia de Esparta, donde el estado hacía que todos los ciudadanos asumieran comportamientos y aptitudes marciales sobre la base del gobierno militar como explica Engels en su texto “El origen de la familia, la propiedad privada y el estado”, lo que es contradictorio con la actual inoculación de vacunas y medicamentos químico-farmacéuticos que fragilizan el organismo y además lo transforman en apto para recibir y mantener cientos de virus, contagios, venenos, etc. que se instalan y residen tranquilamente en nuestros cuerpos, como cucarachas que se van fortaleciendo con el riego de los insecticidas elaborados para limpiar sólo momentáneamente el ambiente, ya que si eliminaran hasta los huevos y vestigios, se acabarían las ventas, y una empresa no se va a suicidar. Eso y no otra cosa son los remedios químicos, que suavizan los dolores e inflamaciones que luego volverán y hay que ir por otra receta. El mercado de la “salud” está muy bien encadenado.
La función del estado es mantener, no solucionar, pues hay que atar a la ciudadanía a la cohesión institucional mediante el “servicio de la salud”, que justifican con los “hospitales”, los hermanos blancos de los cuarteles, prisiones, manicomios y escuelas, servicios (por llamarlos así) que se fortalecen en los estados cuartelarios.
Por otra parte ya hemos hablado de la comida chatarra y los transgénicos con que nos invaden la olla y la mesa, en tanto sólo algunos “conscientes” producen y consumen alimentos que llaman “orgánicos” para diferenciarlos de los intervenidos y muchos se “organizan” en verdaderas sectas de biodinámicas, permacultura, vegetarianos, veganos, en fin, que se lanzan hacia la difusión de su verdad evitando cuidadosamente la recuperación de lo natural integral sobre la base de la vida en comunidad y la íntima interacción con la madre tierra ya no mediante “reglas”, “recetas” o “metodologías” y “técnicas”, sino más bien con el fin de toda regla y recuperación de los ritmos y requerimientos de la propia naturaleza, lo que poco podremos lograr si seguimos atados a la cohesión estatal mediante sus “servicios” de control de los cuerpos, la psique y la vida, aunque entendemos que esos grupos y métodos nacen como resistencia a la muerte y defensa de la vida, pero, al igual que los partidos políticos y corrientes ideológicas, se transforman en vanguardias y elites conscientes, con lo que en el fondo son funcionales a la reproducción sistémica, ya que la mayoría de ellos considera que han llegado a una verdad y se aferran a ella como dogma, lo que no les diferencia de los partidos políticos ni de las iglesias. Lo mismo sucede con varias corrientes y prácticas de la salud alternativa, donde la búsqueda de los métodos chinos, por poner un ejemplo, ya que hay muchos otros, más parece una forma de competir en los negocios de la salud privada que una manera de contribuir a la recuperación de las formas compartidas de la vida cotidiana. Esperamos que poco a poco se vaya extendiendo la comprensión de que la salud depende del equilibrio y la armonía de la circulación de los flujos energéticos del sujeto común, no de los sujetos individuales separados y en oposición o competencia, y del sujeto común en cada barrio, la gran familia del barrio, con el resto de la naturaleza y del cosmos.
Mientras más nos distanciamos entre nosotros o entre “grupos” y “coletos”, del mundo natural, menos contribuimos a los flujos energéticos y afectivos, con lo que se refuerza la distancia y agresividad de los individuos del ser fragmentado que puede ser fácilmente manipulable por medio de la ideología o de las ofertas de placeres individualistas.
La fragilización del organismo humano parte de su separación en individuos donde se instala fuertemente la preeminencia del Yo, por lo que las propuestas de autoayuda o autocrecimiento, que hay por miles en todas partes, vienen a contribuir en este terreno tan preciado por el status quo, el sistema, la institucionalidad.
Por ello hace falta acercarnos más a nuestros vecinos, instalar una huerta común, reforzar los estudios de los niños en familia y dentro de la gran familia del barrio, donde todos aprendan y enseñen, para acabar con la miserable división entre la población y los “que saben”, titulados o no. En esas huertas podemos producir además dee alimentos naturales, las medicinas que podemos requerir, pero no en sentido de guerra u oposición contra los transgénicos y contra los remedios químicos, ya que la lucha siempre será transitoria y requiere un fuerte trabajo de concientización y opciones, lo que no contribuye al despliegue de un pensamiento y sentimiento libre que se geste desde la práctica relacional, por eso es mejor que si el médico receta diclofenaco, entregar una hoja que muestre para qué sirve realmente el diclofenaco y una lista de opciones naturales de remedios o tratamientos naturales que cumplan esas y otras funciones, lo que será más pedagógico, de modo tal que el paciente pueda escoger lo que le parezca mejor, sin influenciar ni acosar su libre albedrío o lo que muchos llaman de “vacío de consciencia” con lo que justifican la necesidad de inyectar otra consciencia que se cree la verdadera y se argumenta con recursos de la lógica, los ejemplos, etc. Por eso hablamos de un proceso de formación y comprensión basado en la autogestión y no en la autosugestión, por lo tanto en la gestión y no en la sugestión, de los asuntos de la vida cotidiana del barrio, lo que debe aprenderse en la práctica y la experiencia del compartir la proximidad de los cuerpos, ya que así se permite la recuperación del flujo y circulación de las energías, los instintos y el amor.
Los ejercicios y el deporte en este espacio social del barrio compartido entre las familias, podrán recuperar los modos en que los niños jugaban pichangas en canchas de tierra superando el triste espectáculo de que hoy día hay vecinos que ni se saludan o sólo el buenos días, ya que van apurados a conseguir dinero, lo que algunos todavía llaman de “ir a trabajar”. El círculo vicioso de Trabajar-Tener dinero-Comprar alimentos, que puede ser comparado con la relación Comunidad-Naturaleza-Producción propia de alimentos y medicinas naturales.
Lean el libro de Illich, soliciten el libro vía virtual gratuitamente, en el correo de la Universidad Libre, la Universidad Comunitaria.
Jaime Yovanovic Prieto (Profesor J)
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