Ya hemos visto que no basta la organización y la lucha, pues en vez de resolver situaciones, los principales beneficiados son los de arriba. Nadie sabe para quien trabaja: los grandes empresarios y bancos aumentando sus ganancias y los políticos estimulando la corrupción. Todo ello a costa de las grandes mayorías. La CUT sumergida en luchas partidarias, los pescadores artesanales sometidos a una ley de pesca nacida de la corrupción, los estudiantes enredados en luchas por migajas que sólo han resultado en dudosos beneficios y sus dirigentes sentados en el parlamento. Acá abajo nos llaman a la calle una y otra vez para calmar y suavizar la presión de las bases. Así se reduce la potencia social solamente al juego de presiones para eternas negociaciones allá arriba.
Como en Venezuela, donde el ejecutivo de izquierda negocia con el parlamento de derecha sin avances, hasta que invitaron al Papa a intermediar en las conversaciones y éste ha aceptado. Luego el sumo pontífice tal vez tendrá que ir a interceder entre Macri y el parlamento argentino, o entre Lula y el parlamento brasileño. Esa es la moda hoy, en tanto cada uno mueve su ganado social en las calles. Así nos utilizan para mantener ocupada y desgastar la potencia social.
Mientras allá arriba se divierten y ganan como locos, arrastrando a algunos a su circo y llamando al resto a sumarse a la poco graciosa diversión, acá abajo algunos estamos tomando el toro por las astas cansados de los corcoveos del animal político. Lo hacemos porque hay que hacerlo y hay que mostrarlo para que cada quien haga lo suyo en su lugar, en su barrio, en su escuela o centro de trabajo.
¿Qué hacemos?
Simplemente separarnos de las luchas partidarias y retirar la vista de la disputa allá arriba del poder, para dedicarnos a desplegar la potencia social usando la creatividad en la construcción de formas de vida compartida y soluciones a nuestros problemas inmediatos. Si no buscamos soluciones entre nosotros, nos van a tener siempre encadenados a las promesas, estafas e ilusiones.
Por ejemplo, en el tema de la vivienda, el Sindicato de Trabajadores de la Construcción de Valparaíso ha levantado un programa de construcción de viviendas para trabajadores arrendatarios y allegados mediante la gestión responsable del sistema de subsidios en los comités de vivienda, evadiendo la gran cantidad de estafas que han habido en nuestra región y en el país, así como la especulación inmobiliaria y el lucro desmedido de las empresas constructoras. La diferencia con los otros emprendimientos no radica solamente en la honestidad y rectitud que caracteriza a este sindicato, que goza de merecido prestigio en la región y a nivel nacional, sino en que los comités apuntan a las formas de vida compartida en armonía e interacción con la naturaleza, como una familia barrial, con construcciones sustentables y sistema de compras en común, entre otras modalidades. Además que los miembros de cada comité participan con los arquitectos y constructores en el diseño y detalles de la obra. Quien lo desee podrá ser contratado por la empresa construtora y habrán prácticas de minga y autoconstrucción.
Ese es despliegue de la potencia social. Y como en la vivienda, lo mismo se hace y puede hacerse en todo orden de cosas, sin necesidad de romper con el estado y el mercado, como hacen algunos para luego finalmente envolverse en el sistema abandonando todo el ímpetu de lucha inicial incentivado por los grupos que reclutan seguidores. Sostenemos que el cambio vendrá desde las formas de vida compartida y la mancomunalidad, desde donde pueda desplegarse otra economía, en tanto los de arriba se ahogarán en sus propias marañas y enredos. El viejo topo de la historia ya no cava y cava para destruir el sistema, sino para construir otro: el común, sin ismo.
Si eres estudiante o profesional de arquitectura o trabajo social y quieres conocer, colaborar o conversar del tema, comunícate con el correo unlibre@gmail.com
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