Respuesta al artículo de Zibechi “El poder de abajo”

Comenzó bien Zibechi su artículo publicado hoy en La Jornada, sin embargo se cae estrepitosdamente al comparar las propuestas de autogobierno con la modalidad leninista de organizar los soviets en rusia



Para ser justos, veamos primero el artículo de marras y luego nuestra respuesta,

El poder de abajo
Raúl Zibechi
La Jornada

Es inédito en América Latina que decenas de pueblos y naciones indígenas decidan dotarse de un gobierno propio. La reciente decisión del quinto Congreso Nacional Indígena (CNI) de crear un Concejo Indígena de Gobierno, luego de la consulta y aprobación por 43 pueblos, que se propone “gobernar este país”, tendrá hondas repercusiones en el país y el mundo.

Como señala el comunicado “¡Y retembló!”, estamos ante decenas de procesos de transformación radical, de resistencias y rebeldías que “constituyen el poder de abajo”, que ahora se expresará en el Concejo de Gobierno. De manera simultánea, el organismo tendrá como vocera una mujer indígena, que será candidata independiente en las elecciones de 2018.

Es el modo que los pueblos encontraron para que “la indignación, la resistencia y la rebeldía figuren en las boletas electorales de 2018″. De ese modo pretenden “sacudir la conciencia de la nación”, para “desmontar el poder de arriba y reconstituirnos, ya no sólo como pueblos, sino como país”. El objetivo inmediato es parar la guerra, crear las condiciones para organizarse y superar colectivamente el miedo paralizante que provoca el genocidio de arriba.

En la parte final el comunicado destaca que quizá esta sea “la última oportunidad como pueblos originarios y como sociedad mexicana de cambiar pacíficamente y radicalmente nuestras propias formas de gobierno, haciendo que la dignidad sea el epicentro de un nuevo mundo”.

Hasta ahí, a grandes rasgos, la propuesta y el camino para hacerla realidad. Desde la distancia llama la atención que los debates desde el pasado mes de octubre se hayan centrado en la cuestión de la vocera indígena como candidata en las elecciones de 2018, dejando de lado un tema fundamental que, creo, es la conformación del Concejo Indígena de Gobierno. Es evidente que no se puede entender la nueva cultura política que encarnan el CNI y el EZLN con las anteojeras de la vieja cultura, centrada en discursos mediáticos y en las elecciones como forma casi única de hacer política.

Que los pueblos indígenas de México decidan crear un concejo de gobierno parece un asunto de la mayor importancia. Son pueblos y naciones que ya no serán gobernados por nadie más que por ellos mismos. Millones de hombres y mujeres establecen su autogobierno de forma coordinada, en un solo concejo, que los representa a todos y todas. Es un parteaguas para los indígenas, que tendrá repercusiones en toda la sociedad, como la tuvo el alzamiento del primero de enero de 1994.

Aquí es donde conviene hacer algunas aclaraciones ante las más disparatadas interpretaciones y, si estoy equivocado, adelanto mis disculpas. La cultura política que practican el zapatismo y el CNI consiste en promover el autogobierno de todos los sectores de la sociedad: rurales y urbanos, indígenas, campesinos, obreros, estudiantes, profesionales y todos los sectores que se quieran sumar. Nunca pretendieron gobernar a otros, no quieren suplantar a nadie. El “mandar obedeciendo” es una forma de gobierno para todos los oprimidos, que cada quien implementa a su modo.

El comunicado aclara que no pretenden competir con los políticos profesionales, porque “no somos lo mismo”. Nadie que conozca mínimamente el zapatismo, a lo largo de estos 23 años, puede imaginar que van a dedicarse a contar votos, a conseguir cargos en gobiernos municipales, estatales o federal. No se dedicarán a sumar ni a restar a las siglas electorales, porque van por otro camino.

En tiempos de guerra contra los de abajo, creo que la pregunta que se hacen el CNI y el EZLN es ¿cómo contribuir a que los más diversos sectores del país se organicen? No se trata de que ellos los organicen, esa es tarea de cada quien. Se trata de cómo apoyar, cómo crear las condiciones para que eso sea posible. La candidatura indígena va en esa dirección, no como “juntavotos”, sino como posibilidad de diálogo, para que otros y otras sepan cómo le hicieron.

La creación del Concejo Indígena de Gobierno es la muestra de que es posible autogobernarse; si millones de personas de pueblos y naciones pueden, ¿por qué yo no voy a poder en mi colonia, en mi barriada, donde sea? Si el levantamiento de 1994 multiplicó rebeldías, contribuyó a la creación del CNI y de múltiples organizaciones sociales, políticas y culturales, ahora puede suceder algo similar. No hay nada tan potente como el ejemplo.

Nota de Jaime: Hasta aquí compartimos el artículo, pero luego se constata que zibechi le da otro sentido, distinto al de los autogobiernos que se perfilan en el continente, entre los kurdos y en otros lugares.

Sigue Zibechi:
Este año celebramos el centenario de la Revolución de Octubre. La obsesión de los bolcheviques y de Lenin, que puede corroborarse en el maravilloso libro de John Reed Diez días que estremecieron al mundo, es que todos se organizaran en soviets, aun los que hasta ese momento los combatían. Llamaban incluso a los cosacos, enemigos de la revolución, a crear sus soviets y enviar delegados al congreso de toda Rusia. “La revolución no se hace, sino se organiza”, decía Lenin. Independientemente de lo que se piense sobre el dirigente ruso, la afirmación es el núcleo de cualquier lucha revolucionaria.

Nota de Jaime: hasta aquí la comparación, muy poco pertinente, como veremos al final del artículo, lo que sigue de Zibechi ahora presenta dos lecturas, pues mezcla las nuevas posturas de los autogobiernos con las viejas ideas de la revolución socialista que ha fracasado claramente y por eso los zapatistas han optado por un camino distinto a la contradicción clásica reforma-revolución.

Sigue y termina Zibechi:

El tránsito de la indignación y la rabia a la organización, sólida y persistente, es la clave de cualquier proceso de cambios profundos y radicales. Rabia sobra en estos momentos. Falta organizarla. ¿Podrá la campaña de 2018 convertirse en un salto adelante en la organización de los pueblos? Nadie puede responderlo. Pero es una oportunidad de que el poder de abajo se exprese de las más diversas formas, incluso en actos y papeletas electorales, porque la forma no es lo esencial.

Reflexionando sobre los críticos, que no son pocos, en vez de acusar al CNI y al EZLN de divisionistas, podrían reconocer su enorme flexibilidad, siendo capaces de incursionar en terrenos que hasta el momento no habían tanteado y, de hacerlo, sin bajar banderas, manteniendo en alto los principios y objetivos. Los meses y años venideros serán decisivos para delinear el futuro de las oprimidas y oprimidos del mundo. Es probable que en pocos años valoremos la formación del Concejo Indígena de Gobierno como el viraje que estábamos esperando.

Respuesta de Jaime:

Hay varias formas interpretativas que penetran los nuevos fenómenos sociales que despliegan su potencia para retraerlos a las viejas modalidades de la lucha por el poder. Lenin sabía muy bien que en su libro “El Estado y la revolución” al decir que seguía las conclusiones de Marx y Engels sobre la Comuna de París, mentía descaradamente, pues se negó a seguir las propuestas de Marx y sólo aplicó las “interpretaciones” que Engels hizo del autor. Hemos escrito bastante al respecto, de modo que nos remitimos a textos anteriores.

La convocatoria de Lenin fue una medida para englobar a todos los sectores sociales en los soviets que debían enviar sus delegados al Soviet Supremo, al más puro estilo jacobino. Recordamos que en ese mismo libro Lenin se declara jacobino, es decir, la soberanía popular se transfiere a los que irán al espacio centralizado estatal. Si bien el congreso de todos los soviets acordó todo el poder a los soviets, no acordó que habrían delegados a un órgano estatal llamado soviet supremo, que era la propuesta leninista rechazada por numerosos soviets que siendo independientes o autónomos, fueron aplastados por el ejército rojo. Es falso que sólo aplastaron a los soviets de Kronstadt y Ukrania, pues fueron muchos más donde fueron implantando la hegemonía del partido y del ejército.

Podemos discutir, y estamos bien dispuestos a ello, la conclusión de Marx de que no debe haber un ejército profesional, que luego Engels “interpreta” para decir que debe haberlo. Los marinos de Kronstadt no eran dirigidos por los anarquistas como señalan algunos oportunistas, aunque se llevaban bien con ellos y otras corrientes en el soviet local, sino que la marinería se había sacado de encima a los oficiales y se coordinaban horizontalmente para cunplir sus funciones junto a la población y se negaron terminantemente a subordinarse a los oficiales zaristas que los bolchevique habían incorporado al ejército centralizado y profesional.
El pretexto para aplastar al soviet autónomo de Ukrania fue de que debían unirse al ejército centralizado para impedir el ingreso de las tropas invasoras, aunque el ejército campesino ukraniano no los dejaba entrar, con lo quedó claro que solamente fue para subordinarlos al estado.

Con esa postura ahora Zibechi puede sugerir a los kurdos para que no hagan el confederalismo democrático de articulación horizontal de las autonomías comunitarias y que vuelvan al leninismo que abandonaron. Eso en lenguaje prosaico se llama emborrachar la perdiz.

En fin que hoy día están surgiendo nuevas modalidades de despliegue de la potencia y el uso del concepto de “construir poder” se lleva por algunos a compararlo con la “toma del poder central”.

Digamos que Zibechi tiene una enorme confusión e intenta mezclar el agua con el aceite y las peras con las manzanas. Creemos que sus intenciones son buenas, pero el camino al infierno está lleno de ellas y es sano diferenciar hacia donde se apunta y se permita que la autonomía exprese su creatividad y protagonismo sin ejemplos o comparaciones tan nefastas como la experiencia leninista.

Parece ser que se va a acrecentar la infiltración de occidentales a las experiencias autónomas para conducirlas hacia la toma del poder, o sea hacia el estado, como hacen diversos grupos rebeldes en chile para dirigir grupos mapuche, el PCR en Argentina a través de la creación de su apéndice indígena Tupac Katari, el MAS en Bolivia, Hugo Blanco en Perú, los del Movimiento Campesino Indígena de Argentina, los partidos de la Vía Campesina y muchos más por todas partes.

Las lecciones que sacaremos del concejo indígena de México, puede estar seguro Zibechi, no las mezclamos con las experiencias negativas que cada vez tienen menos influencia, sino que vemos como surgen prácticas nuevas de protagonismo al mismo tiempo que la población huye en masa de las vanguardias.