Chile copia a Perú: Nace el Tocopi (Todos contra Piñera)
La izquierda peruana se entregó a la candidata de Humala, salida del partido nacionalista, y quedó en tercer lugar, organizó el Todos contra Fujimori para llamar a votar por el candidato de la ultraderecha sin ensuciarse las manos, o sea sin decir textualmente que era mejor votar Kuczynski para evitar el paso de la hija del dictador. Siniestro, pero así es la política, se hacen acuerdos en las sombras mientras se levanta la bandera de la ética y del pueblo para que agarren papa los incautos.
Navarro, Goic, Guillier y otros más de los casi 30 que dicen aspirar al trono presidencial, lo hacen desatando las furias del infierno contra Piñera, haciendo creer a la población que allí está el problema y que finalmente en segunda vuelta los votos, mejor digamos los pocos votos de los que aún quieren pujar en esa dirección, serán atraidos hacia el bloque empresarial de la Concerta, llamada con luces y colores de “Nueva Mayoría”. La estrategia del Tocopi está clara, pues ya que no pueden ofrecer nada mejor que sacudir el polvo y aderezar un sistema que se cae a pedazos en todas partes, mejor es buscar el punto de unidad al cual atraer a los abstencionista, críticos e indecisos que, hablando en plata, constituyen la casi totalidad de la población chilena, el terror de los políticos que discuten bajo cuerda como reinstalar el voto obligatorio y tal vez marcar el carné como hacía la dictadura militar antes de la dictadura política.
La Confech decidió entrar de lleno en el ajo señalando su crítica a quienes buscan o promueven otras formas de organización o de lucha, mostrando la hilacha del propósito de llevar al ganado en la senda de los ritmos de acumulación de fuerzas que favorezcan estas tendencias, el embudo cuya boca ancha está en la movilización y la boca angosta en la elección, el cuello de botella social, como fueron las movilizaciones contra la AFP, que finalmente acaban sin pena ni gloria con la astucia de presentar en público a los “movimientos” pidiendo al cabecilla Messina que se presente de candidato. Muchos alertamos en su momento que se trataba de movilizar y concitar la atención de la crítica social para adentrarse en el tubo de la política que tiene su salida en el abismo electoral donde van cayendo las ratas que se suicidan en masa, pero vaya usted a intentar convencer a los fanáticos que se ponen la camiseta del club tal o cual, se ciegan, levantando el puño enardecidos para golpear simbólicamente al “enemigo”, Las viejas técnicas y tácticas de dividir entre buenos y malos, entre izquierda y derecha, para gobernar.
La contradicción real no está entre Piñera y “los buenos”, sino entre todos ellos y la población. Piñera no es mejor ni peor que todos ellos, son exactamente lo mismo, ya que ninguno va a favorecer a los pescadores artesanales y los desempleados que pueden también incorporarse a las caletas o abrir otras nuevas, pues la modernidad del proceso de acumulación capitalista de donde salen las platas para engordar la vaca del estado que da la leche a los mamones que se agarran de la teta estatal, exige entregar las aguas marinas a las grandes empresas depredadoras. Lo demás es debate y demagogia.
También ninguno de ellos va a favorecer la autodeterminación del pueblo mapuche y demás naciones ocupadas por el estado chileno.
Menos van a favorecer a los vendedores ambulantes, pues la limpieza del centro de las ciudades les exige empujar a la gente hacia las periferias donde pueden ser controladas en la batalla ficticia de las fuerzas del “orden” contra el narcotráfico instalado en el país con bombo y platillo por los militares como mecanismo de contraisurgencia que también copió México de las experiencias exitosas contra las favelas de Brasil y contra Soweto, la periferia que rodea Johannesburgo en Sudáfrica, ambas bien conocidas por dentro por quien escribe estas líneas.
No somos anti-estado, es el estado el que es anti-población, pues no respeta la voluntad y las necesidades de la gente, salvo los resultados electorales de cuatro gatos que aún van a las urnas. No nos planteamos la lucha contra el estado ni a favor de esta o la otra corriente que puede dirigirlo o destruirlo, sino a favor del protagonismo social y la democracia vivida abajo, en los barrios, centros de estudio y trabajo, la democracia en el mundo de la vida, no de asambleas donde llegan los oradores y activistas a disputar y competir entre ellos para atraer ganado tras de si.
La democracia formal de elegir a quienes van a conducir el tren estatal por las mismas vías y rieles ya prededeterminados que conducen al abismo social y la destrucción del planeta, pasará al museo de la historia cuando los protagonistas del mundo de la vida desplieguen su potencia construyendo otro mundo con sus propias manos en cada lugar de habitación, estudio o trabajo, lo que no puede hacerse llevando en carpeta la estrategia del cambio, sino desplegando la iniciativa, creatividad y potencia de la gente desde sus cuerpos y necesidades comunes, que si no descubren ellos mismos los caminos de soluciones partiendo de lo local inmediato, menos podrán intervenir en asuntos mayores salvo con los “representantes” que son tragados por la máquina y los usan desde arriba para gobernarnos a la pinta de los poderosos y estarán sentenciados a seguir optando por uno de los carceleros ovejeros que vienen a mostrar su verdad, lo que sólo nos mantiene en constante pugna y reproduce la cacería de individualidades “libres” que pueden escoger una de las 500 pomadas que se ofrecen, lo que evidentemente reproduce la separación, distancias, miedos y odios que necesita el sistema para continuarse a si mismo.
El Tocopi es una estrategia más de las tantas que pululan y se ofrecen para despegarnos del actuar junto a los vecinos y colegas de trabajo o estudio. Son tácticas divisionistas y diversionistas que atentan contra el común y la siembra del sentimiento comunitario, que no son acuerdos racionales, sino que los sobrepasan para llegar a la circulación de los afectos y del newen, que no se adquieren con la política en la universidad ni con el título universitario, sino conviviendo y aprendiendo en el compartir con los gérmenes del protagonismo social.
Hacer otro mundo no es tarea de los políticos allá arriba, sino de la gente acá abajo en su diario vivir, producir, alimentarse y dar rienda suelta a los instintos del común, del afecto, de la mancomunidad y del amor, nuevas relaciones que no vienen de la racionalidad, inteligencia y astucia de los iluminados, sino de los cuerpos, corazones y sensaciones de las viejas y familias de los cerros de Valparaíso y de los barrios de las demás ciudades. Es allí que los profesionales deben desplegar su vocación de servicio y de amor, ayudando a multiplicar las rondas de Gabriela Mistral mientras aplican su ciencia y su arte en la dirección que determine la gente, no sus egos o necesidades personales de escalamiento social.
Jaime