Chile. El gran engaño: movilización social para ventajas políticas. El llamado “Frente Amplio” es más de lo mismo: otro contubernio de las vanguardias.

Tanto que se enjuagan la boca los que hablan de organizar para movilizar en pro de los derechos del pueblo y terminan discutiendo las formas y candidaturas para introducirlos a todos en el cuello de botella de la política jacobina, la que arrebata la iniciativa al protagonismo social y lo arrastra detrás de las figuras que disputarán la presidencia y los sillones parlamentarios.



Chile. El gran engaño: movilización social para ventajas políticas. El llamado “Frente Amplio” es más de lo mismo: otro contubernio de las vanguardias.

Tanto que se enjuagan la boca los que hablan de organizar para movilizar en pro de los derechos del pueblo y terminan discutiendo las formas y candidaturas para introducirlos a todos en el cuello de botella de la política jacobina, la que arrebata la iniciativa al protagonismo social y lo arrastra detrás de las figuras que disputarán la presidencia y los sillones parlamentarios.

Si bien resulta válido interactuar con la democracia formal como señala Boaventura dos Santos, el sujeto social queda desdibujado y disperso detrás de las orgánicas partidarias, que intentan convencernos de que son el único modo y lugar de relacionarse con la institucionalidad. O sea, lo social en el fondo no vale nada, son sólo votos, marchas y “luchas”, además que serán siempre ellos, los políticos, los que hablarán dentro de los aparatos del poder representando a la población, cuando todos sabemos que las reuniones de dirigentes y burocracias son las que cortan los quesos allá arriba.

El protagonismo social puede desplegarse desde si mismo sin partidos, representantes o vanguardias, sin que tenga que ser la izquierda, el centro, la derecha o los extremos que lleven a lo social de la mano como adultos a los niños que no tienen o no los dejan tener voz ni decisión con el pretexto de que no reunen las condiciones para ello. Así nos dicen derechamente que debemos ser tutelados y dependientes de los “adultos políticos”, los inteligentes, pillos e intelectuales colectivos que manejan la ciencia y el arte de vivir y administrar los asuntos de todos. Queda claro el proceso elitista universitario de centralización del saber-poder formal que entrega herramientas, títulos y categorías a los profesionales que llevan la garipola del desfile.

Pero en la realidad eso no es tan así como lo pintan y quieren seguir reproduciéndolo con la “nueva izquierda”, la “nueva democracia”, el nuevo frenteamplio calco del uruguayo. La gente tiene voz e iniciativas, lo que pasa es que les cierran los caminos, no abren espacios de hablar y producir los sectores sociales, y para peor nos dicen que somos ignorantes, nos miran de arriba-abajo y le instalan a los profesionales la arrogancia de creerse la última chupada del mate, que actuando de conjunto de forma vertical y autoritaria, hacen creer que efectivamente los pobladores, trabajadores y estudiantes son aprendices y carne de cañón, agachando el moño ante la sapiencia que traen los enviados de los dioses.

Lo social puede y debe expresarse por si mismo, aún en el diálogo con las autoridades, que normalmente son diálogos verticales donde nos llega a doler el cuello de tanto agacharlo y luego mirar para arriba. Todos sabemos que hay tres tipos de sindicatos y asociaciones: los de partidos que deciden con sus jefes de allá arriba lo que hay que hacer, los apatronados, que sirven como lacayos de la patronal y del estado, y los independientes o autónomos que buscan los modos en que se exprese la voz y requerimientos de las bases o de los asociados. Estos últimos son verdaderamente democráticos y en esa dirección deberían apuntar todas las organizaciones y dinámicas sociales, lo que ya se vislumbra en todas partes debido a la crisis de la política, de los partidos, de las instituciones, del ambiente y de la economía, en medio de una convivencia más compartida donde pueda circular el afecto y el newen, la escuela que está haciendo falta en esta sociedad individualista y competitiva que nos separa cada vez más y para peor quieren “unirnos” detrás de los líderes, o sea una unidad vertical contraria a la horizontalidad mancomunada del respeto a todas las voces.

Sin afán de disputar terreno a los políticos, que seguirán haciendo de las suyas, podemos constatar y apoyar las dinámicas que resguardan y potencian el protagonismo autónomo de la gente en sus lugares de habitación, estudio o trabajo, como el acuerdo de varias agrupaciones de Valparaíso de auto-constituirse en el Consejo Ciudadano de Fiscalización y Propuestas, una voz en coro de diversas voces de juntas de vecinos independientes y sindicatos o asociaciones sin tutela partidaria, donde podrán dialogar y buscar acuerdos con otros actores del mundo de la vida, de la política y de la economía. Una escuela democrática de futuro autogobierno social y de interacción directa con los distintos niveles de autoridades y empresas.

Transitemos de una vez de la sociedad del conflicto, la competencia y la guerra, a la sociedad del común, el compartir, el dialogar, desplegando iniciativas creadoras y constructivas en los barrios y centros de estudio y trabajo mostrando el buen vivir, nuevas relaciones humanas, sociales y con la madre tierra. Que la ciencia y el arte dejen de estar al servicio del poder y del mercado, pasando a formar parte activa del mundo de la vida y del otro mundo que hay que construir desde los corazones. La escuela del ejemplo obtiene más frutos que la batalla entre enemigos irreconciliables donde sólo hay espacio para la lucha eterna, la victoria o la derrota.

Los profesionales y estudiantes tienen un papel a cumplir. Done dos horas semanales a este propósito.

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