Los movimientos sociales resultaron que no eran sociales, sino políticos, verdaderas pirámides con el ganado social abajo y los líderes o santitos de devoción sentados en la punta, se sumaron a los partidos que ya tienen sus pirámides o mini-pirámides, cada uno con las reglas del embudo llamada también del cuello de botella, por donde pasan las ovejas que van por lana y salen trasquiladas.
Todas esas pirámides y embudos (partidos disfrazados de “sociales” y partidos desembozados) se juntaron en la gran pirámide frenteamplista, o sea los de la vereda del frente, que nos hacen señas y muecas para que crucemos la calle.
El objetivo declarado de estos políticos viejos maquillados de jóvenes y jóvenes con pensamientos viejos, es escoger de entre ellos al candidato a faraón o faraona que se sentará a disfrutar la punta de la pirámide para ganarle a los otros u otras de las demás puntas y meterse adentro de la Gran Pirámide estatal, la reina de las reinas, la emperatriz que se baña en leche ideológica de burra para conservarse joven y actual, con la esperanza de que los esclavos sigan mirando con ojos encandilados el brillo y belleza de esa piel o pellejo que parece de ovejita, pero que esconde al lobo que acumula y acumula con la mano del gato y de las ovejas atontadas y ordenaditas en filas desde la base piramidal.
Ante esto a los esclavos nos quedan tres caminos:
1) La continuidad. Seguir como esclavos del faraón sentado en la puntita con todo su séquito y políticos parásitos del poder. No faltará el tontón que cruzará al frente para seguir disfrutando de la beneficiencia, excelencia y pestilencia de los de arriba.
2) La rebelión de masas. Donde los que agitan y amasan el pan cocinan finalmente a la gente en el horno del poder, esta vez dirigido con miembros de su respectivo fan-club de uno y otro color y/o camisetas y gorras de color rojo para engatuzar.
3) El despliegue del protagonismo autónomo de los barrios, sindicatos y estudiantes sin tutela de los pregoneros y activistas de las pirámides y mini-pirámidés de todos los colores que gritan, cantan, marchan y saltan en las plazas para hacernos creer que ha llegado el salvador de la patria. Miles de manos y corazones por todos lados dando formas diversas y propias a la arcilla de la vida según la potencia social creativa y constructiva en cada lugar. En vez de aceptar o cuestionar las pirámides que nos van colocando encima de los cuerpos y aún como reglas de como relacionarnos unos con los otros (que la ideología, que la regla, que el manual de Carreño, que la constitución vieja, que cuatro modificaciones a esa constitución vieja y podrida, que debes pagar o cobrar por todo -asesinando el amor- y etcétera y etcétera).
Hacer otros modos de relacionarnos en todas partes, despegarnos de la camisas de fuerza y desplegar el común, el afecto, la fraternidad, la mancomunalidad, la cooperación, el apoyo mutuo y el amor, como lluvia por todos lados, en la micro, en el trabajo, en el estudio, en la familia y en el barrio. Ya las marchas parecen procesiones funerarias de zombies gritanto las consignas que les lanzan por el megáfono.
La crisis ya está encima, la victoria de Trump no es el inicio de otra era, sino la consolidación de la era que ya ha comenzado hace algunos años, de la crisis civilizatoria, que sólo puede superarse desde los corazones y las formas de vida y cotidianeidad compartida en común, no con una pirámide más.
Desabroche su camisa de fuerza atada a las pirámides del poder y las ideologías, abra los ojos, salga de la oscuridad y verá con sorpresa que su vecino, a quien usted mismo ha tachado de esto o lo otro, también podrá hacerlo si siente que usted le abre los brazos, los poros, el diálogo y el corazón.
Ni nueva constitución ni vieja constitución.
Ni faraones viejos ni faraones nuevos.
Todo el poder a los corazones.
Dejemos de ser títeres y volvamos a ser humanos amorosos.
No se quede en la vereda ni cruce a la vereda del frente.
Haga su propio camino, hagamos caminos desconocidos.
En vez de pirámides queremos árboles, huertas, verde, la madre tierra, los alimentos limpios que nos da y las medicinas naturales.
De otro modo la sombra de las pirámides evita que veamos los árboles y serán muchas hectáreas y personas que serán arrasadas por los incendios que hoy día cubren los territorios ocupados por el estado chileno. Ninguna autoridad puede apagarlos, tendremos que tomar mangueras, palas, chuzos y martillos para apagarlos nosotros mismos, para evitarlos y cambiar desde abajo estos territorios ocupados por las pirámides del poder. Sin violencia, pero tendremos que aprender de a poco a vivir y trabajar en común para defender los bosques, la tierra, el hábitat y la vida.
Conversemos de estos temas, pero sin organizarnos entre nosotros, pues la organización vendrá después de aprender y practivar a vivir en común compartiendo cotidianeidades, de allí saldrán los modos de cada uno para organizarse, crear y construir otro mundo, una nueva civilización desde la madre tierra y desde los corazones.
Jaime Yovanovic (Profesor J)
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