Las instituciones como el estado, municipios, juntas de vecinos, partidos, carabineros, sindicatos, etc. son instituciones formales que ordenan lo no ordenable: el mundo de la vida. Son como el manual de Carreño que dice ordenar el comportamiento “educado”, aunque más bien hay que llamarlo “domesticado”. En el fondo las instituciones son instrumento del poder y las personas que allí están formando parte creen sinceramente que es un “trabajo” o ”empleo”, sea para disparar o sea para cantar. Cada institución transmite ideología para subordinar las consciencias y mantenerlas en la defensa de la idea de que se trata de un empleo con fines y metodologías ad hoc, tanto a los obreros, como a los funcionarios públicos como a los carabineros. Entre ellos se observa más o menos conciencia o noción de la realidad en que vivimos, encontrando en su interior gente de derecha y extrema derecha, hasta gente de izquierda o extrema izquierda. O sea, no hay una noción común de su ser y estar institucionalizado, sino un enorme abanico de posturas. No son entonces las ideologías que permitirán adquirir conciencia pues la meten a cañón, cada una es la buena y el resto son las malas, lo que cae perfecto en el axioma: dividir para reinar. Los partidos y corrientes son expertos en dividir a los sujetos sociales catalogando al resto de “enemigos”, o sea, estás conmigo o contra mi. Los carabineros no son más “enemigo” que los funcionarios de salud del estado, ambos son instrumentos de control del poder y de cohesión institucional, pero ambos son personas con familia e hijos, son los nuestros, si hacemos abstracción de la institución y los vemos como personas parte del mundo de la vida.
Distinto es cuando una junta de vecinos o sindicato se declara independiente o autónomo, con lo que pasa a ser dirigido desde las personas que lo componen, sus intereses y la cotidianeidad de la vida compartida, o sea, en tanto los partidos e ideologías atraviesan el mundo de la vida y las instituciones para llevarlos a todos tras su institución-partido, el mundo de la vida puede asumirse como tal en torno al protagonismp social que reordena las cosas desde su modo de compartir lo social concreto atravesando también la pared de ladrillos de las instituciones y permitiendo que el mundo de la vida, el compartir y la democracia interna, puedan sobrepasar en todas partes a la telaraña institucional.
Agarrarse izquierda-derecha de las mechas y una vez arriba todos son amiguitos, es lo mismo que tomar una institución estatal como carabineros y tratarlos a todos de enemigos por el hecho de formar parte de esa institución que ejerce la violencia del poder. El mundo de la vida, las relaciones comunitarias y barriales compartidas y el protagonismo social, tienen el deber de diferenciar instituciones de personas, de otro modo estamos auxiliando a que cada institución se cierre en si misma y refuerze la cohesión ideológica interna.
Viviendo de otra manera y tratando a las personas de otra manera, menos individualista y más pensando y obrando en el común, se siembra por todos lados una nueva manera de entender el mejoramiento del mundo y el cambio civilizatorio desde abajo, desde los corazones, desde las familias, los barrios, centros de trabajo y estudio, en fin, desde las personas.
Cuan diferentes son las consignas “carabinero amigo, el pueblo está contigo” de “haga patria, queme un paco”.
Este escrito lo hago a propósito de dos personas que me han dicho que cómo es posible invitar a la banda de carabineros a la fiesta del roto. Comprenderán que al decirme eso, para mi han caido bajo, pues se trata de gente que siembra el divisionismo social defendiendo su camiseta del club del Tobi izquierdista empujando a los demás a los otros clubes de Tobi, además que ayudan a fortalecer las instiuciones
No empuje, compadre, abra camino a la circulación del amor y del común en todas partes, pero no se quede allí, contribuya al despliegue de la potencia del ser y del protagonismo social.
Jaime Yovanovic (Profesor J)
unlibre@gmail.com