Crisis en el imperio

¿Qué pasa en el imperio y en la gendarmería del imperio?
¿Este encierro o enclaustramiento, hacia adentro, no indica, con evidencia, un anacronismo? ¿La hiper-potencia mundial, el complejo económico-tecnológico-científico-militar-comunicacional ya no puede, no solamente hegemonizar en el mundo, sino tampoco dominar?



Crisis en el imperio
29.01.2017

Raúl Prada Alcoreza

¿Qué pasa en el imperio y en la gendarmería del imperio? ¿La llegada de un gobierno exaltado en el discurso nacionalista a la Casa Blanca, de un presidente cuyo lenguaje político recuerda a los más ateridos prejuicios xenófobos, de un gabinete de magnates, apoyados por una mayoría congresal republicana, síntomas de qué son? ¿Un endurecimiento de la política interna y externa de los Estados Unidos de Norte América? ¿Una “derechización”, como se dice? ¿Una “fascistización”, como también se dice? ¿O son los síntomas del ingreso a un encierro apresurado, como si se tuvieran que defender no solo del Sur, sino también del mundo? ¿Ahora bien, este encierro o enclaustramiento, hacia adentro, no indica, con evidencia, un anacronismo? ¿La hiper-potencia mundial, el complejo económico-tecnológico-científico-militar-comunicacional ya no puede, no solamente hegemonizar en el mundo, sino tampoco dominar? Estas son las preguntas que motivan la reflexión que exponemos.

Las primeras preguntas corresponden a las interpretaciones de los análisis conocidos, que apuntan, precisamente, a una “derechización” y hasta una “fascistización” del gobierno y del Congreso estadounidense; “fascistización” que contaría con el apoyo de los votantes, que llevaron a Donald Trump a la presidencia. Compartamos o no con estas tesis, lo que hay que evaluar es si logran explicar lo que pasa en el país del Norte. Estas respuestas más se parecen a la recurrencia de lo conocido y de las apreciaciones ya dichas; algo así como “ya lo vi”. Sin embargo, no parece tan fácil resolver el problema de la interpretación y explicación de lo que ocurre.

Para comenzar solo con algún ejemplo - que no pretende, de ninguna manera, desmentir a las tesis que acabamos de mencionar, sino poner en atención sobre las distintas aristas de la conmoción Trump -, ¿el levantamiento de los Tratados de Libre Comercio no es lo que piden las agendas nacionalistas, incluso populistas y hasta ambientalistas, de los países, no solamente del Sur? Obviamente, nadie dice que este gesto político o actitud, ya puesta en marcha por el gobierno del flamante presidente, lo convierta en “progresista”; sino se trata de descifrar las disposiciones de este gobierno polémico. Ciertamente, esta suspensión de los Tratados de Libre Comercio contrastan con la construcción del “muro” en la frontera con México, con el cierre de las fronteras a la migración, incluso con suspender la apertura definida, por más limitada que sea, al refugio de los perseguidos políticos, particularmente musulmanes. Entonces, ¿cómo se combina el nacionalismo, que supuestamente defiende la economía estadounidense, con esta xenofobia, que es claramente racista?

Si complicamos, más aún, la cuestión, ¿cómo se combina lo anterior con la simpatía de Trump por Vladímir Vladímirovich Putin, sino es por la Federación Rusa, con la que dice hay que mejorar las relaciones? Es más, ¿cómo conjugar esta simpatía con la antipatía con la República Popular de China, la principal potencia económica del mundo? Como se puede ver, no parece tan fácil resolver este menjunje; sin ir más lejos en las distintas aristas de una composición política barroca. Sin pretender una respuesta, la que requiere investigación y más información, además de experiencia en la formación social norteamericana, se pueden sugerir andamios para una construcción colectiva de una interpretación adecuada de lo que llamaremos crisis en el imperio. Esta es nuestra hipótesis teórica de partida.

Andamios

Primer andamio

Lo que parece mostrar este conglomerado contradictorio y hasta explosivo, que describimos resumidamente, es una crisis de angostamiento y decrecimiento de la gendarmería del imperio. Pasa como si la hiper-potencia ya no pudiera afrontar las tareas, no solo de hegemonía mundial, cosa que parece haber perdido desde la derrota de la guerra del Vietnam, sino de dominación mundial; incluso de garantía de la dominación del orden mundial, del imperio, como tal. Estamos ante un complejo económico-tecnológico-científico-militar-comunicacional, que ya no se abastece en el ejercicio que le compete en el orden mundial, en el sistema-mundo y en la geopolítica del sistema-mundo capitalista.

Entonces, estaríamos ante una crisis de reproducción del imperio y de la gendarmería del imperio. No pueden reproducir ni garantizar su dominación mundial. Para anotar solamente algunos apuntes; uno de ellos, Estados Unidos de Norteamérica ha dejado de ser la principal economía del mundo; incluso la principal revolución industrial del mundo. Otro apunte de ellos, se puede decir que Estados Unidos de Norte América no ha vuelto a ganar una sola guerra, después de la segunda guerra mundial, salvo lo que podemos considerar una guerra distinta, la llamada “guerra fría”. No se pueden considerar victorias militares las ocupaciones policiales, tanto en el Caribe, como en Granada, así como las ocupaciones en el Medio Oriente. Con solo estas dos anotaciones, tenemos dos adelgazamientos notables de la hiper-potencia mundial, a pesar del crecimiento descomunal de su armada y tecnología militar. Las guerras no se ganan con arsenales descomunales.

Por otra parte, haciendo otra anotación más, la influencia ideología del país del Norte ha disminuido notoriamente desde la posguerra mundial; sobre todo, después de la década de los sesenta. Salvo, si se considera la influencia cultural musical, que, más bien, podríamos tomarla como contra-ideológica y hasta contestataria. Si bien, la industria del cine es descomunal en los Estados Unidos de Norte América, incluso aceptando que por ahí, se filtra la influencia ideológica, con otras características comunicacionales; también hay que anotar, que es en el cine donde se han desenvuelto películas, mas bien, críticas. Incluso, si se llegara a aceptar que el fordismo fue una influencia económico-cultural norteamericana en el mundo; esto ha durado un periodo; después, se ingresó al posfordismo, que, más bien, corresponde a transformaciones tecnológicas y organizativas asiáticas. Como se puede ver, es más difícil sostener la duración y constancia de la influencia ideológica norteamericana.

Haremos una cuarta anotación más, por el momento; el “sueño americano” se ha convertido en una pesadilla, no solamente para los recientes migrantes, en la historia reciente, sino para los propios no migrantes, residentes y norteamericanos de varias generaciones. El desempleo, la desocupación, la subocupación, se han extendido cuantitativamente, en términos absolutos y en términos relativos. Esta situación es parte de la crisis económica y social de los Estados Unidos. Se hace más problemático si mencionamos los costos sociales y poblacionales de la crisis hipotecaria, que dejó a mucha gente sin casa ni hogar.

Estas cuatro anotaciones nos muestran no solamente un adelgazamiento y restricción de la hiper-potencia, sino algo más, una crisis estructural de los componentes del país y de la hiper-potencia. Lo que antes era como el fortalecimiento integrado de economía, política y sociedad civil; ahora parece que muestra síntomas de desintegración, exagerando un poco, de esa armonía económica-política.

Segundo andamio

Se ha hecho, cada vez más patente, la ausencia de una concepción estratégica mundial hegemónica, sin confundir concepción estratégica con geopolítica, que, más bien, es un modelo esquemático militarizado, que una estrategia global[1]. Sin confundir, tampoco, la expansión de las empresas trasnacionales norteamericanas por el mundo, donde siguen compitiendo con otras empresas trasnacionales, que se han mostrado más eficaces en determinados rubros de la producción y el comercio. Quizás, los últimos celajes de un armado, en construcción, de una concepción integral, desaparecieron con John Fitzgerald Kennedy. Lo que ha venido después más se parece a proyecciones desproporcionadas de la ideología de dominación más que una concepción estratégica. Los republicanos, de los últimos tiempos hacen gala de esta ausencia. Los demócratas no quedan lejos. El gobierno de Donald Trump parece empeorar la condición de vacío conceptual y estratégico, pues muestra, por lo menos, en sus primeras intervenciones, un desconocimiento total del mundo, exagerando nuevamente; como si se tratase de un retorno a concepciones, no solo triviales del mundo[2], sino incluso, por así decirlo, provincianas.

Tercer andamio

La cohesión nacional, no tanto la cohesión social, no parece haber logrado la integración cultural, que sostiene al imaginario nacional, pues, por ejemplo, el problema racial, la discriminación racial, continúa mostrando facetas peligrosas, como en Ferguson. Incluso, parece arreciarse recientemente, cuando asistimos a apoyos votantes a la candidatura xenófoba, racista y machista del Trump. La cohesión social se ha venido sosteniendo a través de la expansión de las relaciones capitalistas, en sus distintas modalidades, sobre todo, las relativas al consumo. Ahora bien, este tejido económico, parece ya no bastar para lograr los niveles de cohesión social, tradicionalmente mantenidos.

Cuarto andamio

Ya no se pueden ocultar los menores índices de formación escolar, comparados con los índices de formación académica europea, también japonesa, sin adentrarnos, por de pronto, a los contenidos curriculares. Se puede decir que la expansión intelectual se concentra en reducidos estratos no tanto privilegiados, sino que aprovecharon la infraestructura y la logística universitaria privada. Las amplias capas de la población adolecen de los beneficios culturales relativos a la intelligentsia de la modernidad, heredera del iluminismo. Esto no se sustituye con los enlatados televisivos, que tienden, mas bien, a banalizar la cultura, que a formar, informar y transmitir educación científica y cultural a las amplias masas de la población. Estos bocetos de descripciones rápidas, no desmerecen, de ninguna manera, los aportes científicos de la intelectualidad formada e integrada a la maquinaria tecnológica de los Estados Unidos, menos los aportes interpeladores de la intelectualidad crítica norteamericana; mucho menos, los aportes culturales literarios y ensayísticos. Sino que, solo intentan mostrar una especie de desarrollo desigual y combinado cultural, académico e intelectual.

Con estos cuatro andamios, provisorios, como todo andamio, podemos sugerir algunas hipótesis prospectivas interpretativas, que tienen que contrastarse por medio de investigaciones.

Síntomas de la crisis imperial

1. Donald Trump no parece formar parte de la burguesía institucionalizada y aposentada, con sus propias tradiciones y memorias, por más rimbombantes que sean. A pesar de contar con más de mil quinientos millones de dólares, lo que lo hace más rico que otros burgueses almidonados y de tradición, no parece ser más que un “nuevo rico”; visto incluso despectivamente por los burgueses de tradición. Tampoco parece formar parte de los estratos sedimentados de la clase política; incluso en su partido tuvo que pelear contra la nomenclatura republicana para posicionarse.

2. ¿Podemos decir que cuenta con el apoyo de la burguesía más adinerada? No tanto con la burguesía estratificada, menos la burguesía industrial. ¿Podemos decir que cuenta con el apoyo no solo conservador sino con el apoyo del conservadurismo más recalcitrante y retrasado? ¿Podemos decir que cuenta, todavía, con el apoyo de clases medias resentidas con la clase política, que los empujó a la inestabilidad; que cuenta con el apoyo de parte de la “clase trabajadora”, que observa su condición vulnerable ante la competencia mundial capitalista, que obliga a cerrar fábricas en el país? Lo que parece incontestable, pues es evidente, que cuenta con el apoyo de estratos racistas y hasta fundamentalistas norteamericanos.

3. Entonces, Donald Trump parece un síntoma del resentimiento de parte del pueblo norteamericano a la sedentaria clase política y burocracia aposentada, pero, también y al mismo tiempo, de parte de una burguesía especuladora, “nueva rica”; añadiendo a parte de la burguesía tradicional, la más recalcitrantemente conservadora y prejuiciosa.

4. Sin embargo, estos sustentos sociales, más bien, opuestos o, si se quiere, diferentes, no disminuyen en nada un síntoma más alarmante; la regresión de la potencia mundial a sus condiciones restringidas nacionales.

5. Se puede entonces considerar que el síntoma Trump corresponde a una defensa, un tanto anacrónica, de la potencia en decadencia, ante el desborde de las problemáticas mundiales, que amenazan con la crisis ecológica, la crisis social, la crisis económica, la crisis ética y cultural, además de civilizatoria.

6. Además, las medidas políticas y económicas que se toman, no parecen ser una solución a los problemas que enfrentan, sino, mas bien, un ahondamiento de estos problemas. Por eso, podemos sugerir la hipótesis interpretativa que Trump es como el síntoma del principio de la debacle generalizada de la hiper-potencia mundial.

[1] Ver Guerras periféricas. https://pradaraul.wordpress.com/2015/05/06/guerras-perifericas/.

[2] Ver Las concepciones triviales del mundo. http://dinamicas-moleculares.webnode.es/news/las-concepciones-triviales-del-mundo/.