El círculo vicioso de la economía colonial extractivista del capitalismo dependiente

La pregunta pertinente es: ¿Cómo funciona? En este caso la economía-mundo y, en este contexto, la economía nacional; obviamente en una coyuntura y periodo dados de la economía-mundo capitalista. Esta pregunta es de partida o, si se quiere, contextual; pues, también se trata de explicar ¿por qué los “gobiernos progresistas” se estancaron; sobre todo, en lo que respecta a la tarea primordial, la independencia económica?



05.02.2017 21:50
El círculo vicioso de la economía colonial extractivista del capitalismo dependiente

Raúl Prada Alcoreza

La pregunta pertinente es: ¿Cómo funciona? En este caso la economía-mundo y, en este contexto, la economía nacional; obviamente en una coyuntura y periodo dados de la economía-mundo capitalista. Esta pregunta es de partida o, si se quiere, contextual; pues, también se trata de explicar ¿por qué los “gobiernos progresistas” se estancaron; sobre todo, en lo que respecta a la tarea primordial, la independencia económica? En el caso concreto de Bolivia, la pregunta es: ¿Por qué el “gobierno progresista”, además, pretendidamente “gobierno de los movimientos sociales”; mucho más, “gobierno indígena”, se ha mantenido en el círculo vicioso de la economía colonial extractivista del capitalismo dependiente? Aunque consideramos que estas preguntas han sido tratadas en otros ensayos[1], también sus tentativas respuestas, volveremos a tocar la problemática, la temática y sus tópicos; esta vez, buscando la visualización, la descripción y el análisis de la problemática, de manera más propia al pensamiento complejo, más de lo que hicimos antes.

Comenzaremos con la primera pregunta hecha, ¿cómo funciona la economía-mundo y la economía nacional en el sistema-mundo capitalista? Para buscar un tratamiento adecuado de esta pregunta, debemos situarnos en la coyuntura, mundial y nacional. Dicho de manera fácil y como una entrada, en la primera puerta, diremos, a modo de ingreso, que la coyuntura mundial se caracteriza por la manifestación reiterada e itinerante de la llamada crisis financiera. Ya lo dijimos en Crítica de la economía política generalizada[2], que la crisis itinerante financiera emerge de una crisis estructural y orgánica del sistema-mundo capitalista; se trata de la crisis de sobreproducción. El análisis macroeconómico, el análisis económico, de carácter marginalista, con su consecuente versión, en el análisis neoliberal, obvian esta crisis. Hacerlo sería como cuestionar a sus propias certezas y presupuestos teóricos; decir que hay crisis de sobreproducción es como aceptar el núcleo incongruente del capitalismo. Para decirlo fácilmente, es como aceptar el absurdo de la producción por la producción, la acumulación por la acumulación; encontrando el sin-sentido de una acumulación estadística y contable del valor abstracto llamado capital. No lo han hecho y no lo van a hacer; sería como un suicidio teórico del análisis económico.

Es el análisis marxista contemporáneo, en las condiciones de la perspectiva desarrollada por el marxismo crítico, mejor dicho y apuntado adecuadamente, de la crítica de la economía política, desplegada, desde las investigaciones de los ciclos largos del capitalismo. Al respecto son un claro ejemplo de lo que decimos los análisis e investigaciones de Robert Brenner, entre otros[3]. Ahora bien, estos análisis no son macroeconómicos, aunque retomen los cuadros macroeconómicos; menos son análisis marginalistas, mucho menos análisis descriptivos de la economía; repetitivos, en el discurso, de lo que ya está en los cuadro estadísticos. Sin dar vueltas, se trata de análisis marxistas, desde la perspectiva de la crítica de la economía política. Lo sugerente de estos análisis es que se basan en estructuras de larga duración de los ciclos del capitalismo.

Como se puede entender, sin mucha explicación, es que estos análisis marxistas de la economía-mundo parten necesariamente de la crisis de sobreproducción, que ignora el análisis económico clásico y neoclásico. Dicho, de manera resumida, la capacidad tecnológica, científica, de la maquinaria productiva capitalista, ha llegado a tales niveles de productividad, que sobrepasa las demandas del mercado. Se trata de mercancías no absorbibles por el mercado; almacenadas en stocks realizados materialmente, empero, irrealizables económicamente. Esta situación se ahonda con la competencia entre monopolios empresariales y nuevos concurrentes empresariales, que ingresan al mercado, en mejores condiciones de equipamiento tecnológico. Se sigue ahondando la situación, substrato de la crisis, al no poder o no querer acordar los distintos fragmentos de la burguesía mundial, en concurrencia, acuerdos y cuotas de producción, para no saturar el mercado. La salida, coyuntural, encontrada, es la de dilatar la crisis de sobreproducción, mediante el artificio de las manipulaciones y burbujas financieras. Lo que se hace es transferir la crisis de sobreproducción a una secuencial e itinerante crisis financiera; empero, sin abolir la crisis de sobreproducción.

En estas condiciones, en la geopolítica del sistema-mundo capitalista, en la coyuntura, no parece viable el ingreso de nuevas potencias industriales a la competencia, de por sí, saturada, en el contexto de la crisis de sobreproducción. Si han emergido nuevas potencias industriales, pocas, contadas con los dedos, esto parece deberse a la delegación de tareas industriales a estas potencias emergentes, de parte del centro móvil del sistema-mundo capitalista. La pregunta que conlleva este ensayo es: ¿si es posible, en la coyuntura económica mundial un nuevo Plan Marshall, al estilo que acudió a la Europa de la posguerra, también al Japón?

En primer lugar, los “gobiernos progresistas” no emergen de una guerra mundial, sino de movilizaciones sociales y populares, de envergadura nacional. La guerra destruye, sino la totalidad, a gran parte de los aparatos productivos, de las potencias industriales europeas y de la asiática. Sobre todo, de los países que perdieron la guerra. La super-potencia económica-industrial-política, que emerge victoriosa de la segunda guerra mundial, no podía dejar pendiente esta situación de destrucción del aparato productivo mundial. La expansión mundial de su hegemonía y dominación, la preponderancia de su maquinaria productiva, requería de mercados, que consuman su producción. Países destruidos no son un mercado para la desbordante producción industrial de la super-potencia. El Plan Marshall responde a una necesidad ineludible del sistema-mundo capitalista; este sistema-mundo tiene que funcionar, haciendo mover sus circuitos de realización económica.

Ciertamente, no puede dejar de considerarse, que de la segunda guerra mundial emerge otra super-potencia, la Unión Soviética, con otras características, otra ideología, otra manera de interpretar el mundo. En consecuencia, se puede deducir, que la competencia por la hegemonía en el mundo no solo se circunscribe, en esas condiciones, a la concurrencia económica, sino también, a la concurrencia política. Dicho de manera simple y reducida, está como en cuestión, la dominación del mundo de dos proyectos históricos-económicos-sociales. Sin embargo, seria restringido mirar solo de esta manera, enfocando la cuestión política e ideológica, de los dos proyectos universales, aparentemente opuestos; pues, ambos proyectos nunca salieron de las órbitas posibles del modo de producción capitalista, aunque lo efectúen de distintas maneras; menos aún, salieron del sistema-mundo capitalista, que, mas bien, fue fortalecido por esta competencia económica-política-ideológica entre las dos super-potencias.

Para no detenernos mucho tiempo en estos temas, que hemos tratado antes, con mayor amplitud, iremos, después de la descripción teórica de este contexto mundial de la posguerra, a la pregunta relativa al funcionamiento de la economía nacional en la economía mundo, en la coyuntura.

La economía boliviana forma parte, en la geopolítica del sistema- mundo, de las formaciones económicas dedicadas a la transferencia de los recursos naturales y las materias primas, abasteciendo a los aparatos industriales del mundo. Hemos llamado a esta forma económica economía extractivista colonial del capitalismo dependiente. Yendo al grano, como quién dice, ¿podía el “gobierno progresista”, salir del círculo vicioso del capitalismo dependiente? Pregunta a la que no se puede decir, con premura, ni sí ni no. Lo que importa evaluar, en este caso, es ¿si el “gobierno progresista” ha intentado incursionar salidas del modelo extractivista dependiente? Un balance de sus políticas económicas, de su administración económica, de su conducta política en relación a la Constitución, sobre todo, a la Estructura económica del Estado, nos muestra patentemente que no; no lo ha hecho. A no ser que consideremos a la demagogia, a la retórica, a la publicidad y propaganda desmesuradas, como intentos de hacerlo.

Nos hemos referidos a este balance económico, de manera más detallada, en otros textos. Nos remitimos a ellos. Lo que interesa sondear es en que se han gastado 60 mil millones de dólares, que Gonzalo Chávez calcula, como cantidad disponible, excedente a los montos acostumbrados por las gestiones y periodos de gobiernos anteriores[4]. El analista económico reconoce que incluso esta cifra es subestimada, eludiendo otros cálculos. Pero, quedándonos con esta cantidad estimada, la pregunta es ¿qué se ha hecho con ella? Dicho de manera acostumbrada, ¿por qué no hemos salido del “atraso”, en el lenguaje prejuicioso económico; por qué no hemos salido de la economía extractivista, en el lenguaje de la izquierda nacional? ¿Ha desperdiciado el “gobierno progresista” la oportunidad de un Plan Marshall, esta vez, si se quiere, endógeno? ¿Ha mal gastado estos fondos en inútiles inversiones, que eran provisionales, inadecuadas, hasta difusas? ¿Se ha entrampado en el círculo vicioso de la economía política del chantaje[5]?

Retomando análisis y evaluaciones anteriores, podemos sugerir la interpretación de que el “gobierno progresista” ha usado estos fondos invirtiendo en el ahondamiento de las condiciones económicas extractivistas, profundizando la dependencia del país. No vamos a entrar ahora en la problemática y temática del diagrama de poder de la corrupción, ya lo hicimos antes[6]; pues introduciría, ciertamente, procesos incidentes en el comportamiento económico y político, empero, nos distraería de comprender, primero, el funcionamiento económico.

El “gobierno progresista” de Bolivia, así como los otros “gobiernos progresistas” de Sud América, obviamente con sus características propias y diferencias estructurales e históricas, se ha entrampado en las estructuras de poder dominantes en el mundo, en las redes de los circuitos económicos de acumulación de capital, además de entramparse en su propia ilusión, la del discurso populista.

Para ilustrar claramente lo que queremos exponer, vamos a acudir a una figura estructural condicional extrema, limpiando mediaciones y asperezas, aunque somos conscientes que lo que resulta efectivamente, en la práctica, depende de la correlación de fuerzas y de la resultante del conjunto de fuerzas concurrentes; no de los deseos, de los objetivos propuestos, del proyecto elucubrado o del plan armado. Para salir del modelo económico extractivista colonial del capitalismo dependiente, se requiere salir efectivamente de este modelo; vale decir, no transferir recursos naturales, no abastecer de materias primas, a los aparatos productivos del sistema-mundo capitalista. No hay más; otras estrategias intermedias son excusas para seguir o en el mismo modelo extractivista o, en el mejor de los casos, el relativo a las potencias emergentes, seguir en el sistema-mundo capitalista.

Que esta salida radical sea considerada como imposible, sobre todo, por parte de los economistas, así como por los pragmáticos, no solo partidarios del capitalismo, sino pretensiosamente partidarios de la “revolución”, que sea considerada irreal, quiere decir que ellos, todos ellos, tienen una concepción elemental, abstracta y desolada, la concepción económica de la realidad.

Lo inaudito del “gobierno progresista” boliviano es que no solamente insiste en buscar salidas en la misma continuidad extractivista, que los economistas llaman modelo primario exportador, sino que delira con el imaginario extravagante de “potencia energética”; peor aún, “potencia nuclear”. Lo que manifiesta claramente es su apego a los mitos vulgares, a los fetiches acostumbrados, a las fantasmagorías publicitadas, de la modernidad, en decadencia.

No es pues progresista este gobierno, como se lo denomina. Es recalcitrantemente conservador; repitiendo las mismas pautas de conducta de los gobiernos conservadores, liberales, nacionalistas, dictatoriales, en la historia política y económica de Bolivia. Redundando en las pautas de una formación ideológica acomplejada, correspondiente a las élites que gobernaron y manejaron la economía y la política del país. Más aun, llega a ser anacrónico, anodino y hasta retrogrado cuando se propone construir, delirantemente, por cierto, plantas nucleares, en plena oposición de los colectivos sociales y de las sociedades, a nivel mundial, a semejante desenfreno contaminante y riesgoso. Este “gobierno progresista” está al margen de las luchas, efectivamente dadas, contra el imperio de carne y hueso, contra la dominación financiera del sistema-mundo capitalista. Este “gobierno progresista”, como los otros, no es más que otra de las versiones políticas barrocas de las formas políticas de dominación del orden mundial, del imperio, y de la dominancia financiera, en el ciclo vigente del sistema-mundo capitalista.

Respondiendo, por lo menos, hipotéticamente, a la pregunta formulada sobre el funcionamiento de la economía nacional en la economía-mundo capitalista, diremos que, el “gobierno progresista” contaba con la confianza, el apoyo, la convocatoria, de las mayorías populares; entonces contaba con la posibilidad de desencadenar la potencia social, para efectuar salidas efectivas al modelo extractivista y a la condena de la dependencia. Incluso, matizando bastante nuestra primera consideración extrema, contaba con este apoyo para efectuar transiciones, si se quiere cautelosas. Sin embargo, tampoco lo hizo. Prefirió la retórica, la simulación, el montaje, la sustitución publicitaria de la realidad, antes de tener el coraje de atreverse a hacerlo.

[1] Ver Bolivia: perfil económico. También Plano de intensidad económica boliviano.

https://pradaraul.wordpress.com/2015/03/16/bolivia-perfil-economico/.

https://pradaraul.wordpress.com/2015/03/20/plano-de-intensidad-economico-boliviano/.

[2] Ver Crítica de la economía política generalizada.

https://pradaraul.wordpress.com/2015/10/29/critica-de-la-economia-politica-generalizada-2/.

[3] Ver de Robert Brenner Turbulencias en la economía mundial. http://www.oocities.org/it/gennarolasca/brenner-turbolencia.pdf.

[4] Ver de Gonzalo Chávez ¿Con medio Plan Marshall, en 11 años se hizo más que en 180? Página Siete; La Paz Bolivia. http://www.paginasiete.bo/opinion/gonzalo-chavez/2017/2/5/con-medio-plan-marshall-anos-hizo-180-126191.html.

[5] Ver La ilusión del poder. También El lado oscuro del poder. Así como Geopolítica del capitalismo dependiente. En el mismo sentido, aconsejamos Cartografías políticas y económicas del chantaje.

https://pradaraul.wordpress.com/2016/06/20/la-ilusion-del-poder-2/.

https://pradaraul.wordpress.com/2016/03/17/el-lado-oscuro-del-poder/.

https://pradaraul.wordpress.com/2015/06/21/geopolitica-del-capitalismo-dependiente/.

https://pradaraul.wordpress.com/2015/06/08/cartografias-politicas-y-economicas-del-chantaje/.

[6] Ver Diagrama de poder de la corrupción. También Consideraciones sobre el diagrama de poder de la corrupción.

https://pradaraul.wordpress.com/2015/06/06/diagrama-de-poder-de-la-corrupcion-2/.

https://pradaraul.wordpress.com/2016/05/26/consideraciones-sobre-el-diagrama-de-poder-de-la-corrupcion/.

Leer más: http://dinamicas-moleculares.webnode.es/news/el-circulo-vicioso-de-la-economia-colonial-extractivista-del-capitalismo-dependiente/