Sistema-mundo extractivista
05.03.2017 22:06
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Raúl Prada Alcoreza
El fenómeno del extractivismo no es aislado, ni disperso, ni solamente corresponde a las periferias de la geopolítica del sistema-mundo capitalista; es un fenómeno mundial. La corroboración de lo que decimos se encuentra en la crisis ecológica, reconocida mundialmente; el llamado “cambio climático”. Es el mundo entero el que está afectado o, si se quiere, enfermo por el “efecto invernadero” o “calentamiento global”. Incluso en las ciudades industriales, donde no parece verse el fenómeno extractivista, las usinas en funcionamiento extraen oxígeno y emiten gases de efecto invernadero, al funcionar. En pocas palabras, podemos decir que el sistema-mundo extractivista extrae vida y arroja muerte.
¿Qué es lo que hay que atender? ¿La realidad efectiva, que es captada por la percepción, la experiencia y la memoria, sociales, o la teoría, que no deja de ser imaginaria, aunque esté construida por investigaciones y luego interpretada en corpus conceptuales? Esta es la pregunta. Concretamente, ¿hay que atender a la realidad efectiva del extractivismo o la interpretación lógica del concepto modo de producción capitalista? Los conceptos y las teorías, donde están insertos, sirven como linternas para alumbrar en la oscuridad y la penumbra; usando estas palabras como metáforas de lo desconocido. Las linternas pueden ser mejoradas. No parece adecuado querer encontrar en ellas las esencias o sustancias de la realidad, sinónimo de complejidad. Esto es metafísica, en el sentido de la crítica del idealismo. Lo que no quiere decir, de ninguna manera, que no hay que usar linternas. Sencillamente quiere decir que no hay que confundir la realidad efectiva, que se alumbra con las linternas o la luz que emiten las linternas, con estas iluminaciones.
El extractivismo es la realidad efectiva, la trama de las huellas ecológicas, que marcan las heridas del planeta, con el dramatismo, la extensidad e la intensidad alcanzadas. Si bien, puede el concepto alumbrar algo de esta fenomenología del extractivismo, no logra iluminar sobre su complejidad, alcance, estructura y consecuencias, de las dinámicas inherentes. Se requiere una conceptualidad compleja, que abarque y de cuenta de las dinámicas integradas del extractivismo.
Si el concepto teórico como el modo de producción capitalista no lo explica; tampoco otros conceptos teóricos usados, de otros cuerpos teóricos; menos lo hacen los conceptos ambientalistas, que forman parte de la geografía ambientalista, que son usados para describir, sobre todo, cuantitativamente, sobre los alcances de la contaminación y la depredación; o, en su caso, son usados en los discursos denunciativos. Ciertamente, estos conceptos ambientalistas no tienen la intención de explicar, sino de describir. Sin embargo, se trata de explicar la fenomenología del extractivismo en su integralidad compleja.
Proponemos desplazamientos epistemológicos hacia conceptos complejos, entre ellos los sistémicos. Sugerimos andamios teóricos en la construcción de una teoría ecológica del extractivismo. Presentamos un boceto de esquema teórico, en esta perspectiva. En principio, expuesta en forma de hipótesis prospectivas.
Boceto de interpretación ecológica del sistema-mundo extractivista
1. El sistema-mundo extractivista es el mismo sistema-mundo capitalista, visto desde las tramas de las huellas ecológicas.
2. Por eso, el sistema-mundo extractivista se abre a una visibilidad mayor, sobre todo, de los espesores ecológicos afectados, que exigen la mirada de la complejidad integral del extractivismo.
3. Es un sistema-mundo pues los extractivismo singulares no se explican sino en el mundo. En sus articulaciones, en sus complementarios y reforzados funcionamientos en la geopolítica del sistema-mundo.
4. Es un sistema-mundo, pues funciona como sistema; vale decir, define estructuras de funcionamiento, que reproducen la compulsión extractivista. Conforma subsistemas conectados, que transfieren formas de energía; es decir, composiciones singulares de materia y energía, además de retroalimentarse mutuamente. El sistema-mundo extractivista, por así decirlo, extrae vida, energía vital, se alimenta de ella, y desecha desperdicios, contaminaciones, depredaciones, destrucciones ecológicas, huellas ecológicas irreparables.
5. Una vez conformado, constituido e instituido, el sistema-mundo extractivista funciona como máquina descomunal, independiente del control humano. Requiere más vida, más ciclos vitales, más territorios, más bosques, más minerales, más hidrocarburos, más recursos naturales, más aire, más agua, para engullirlas y después desecharlas.
6. El hombre, por así decirlo, genéricamente, suponiendo la dominación masculina, cree que controla o puede controlar esta máquina extractivista de escala mundial, en las versiones reformistas y ambientalistas; cree que puede llegar a controlar o apaliar. Está equivocado. El sistema-mundo extractivista escapa a su control. Los fines que se propone solo pueden cumplirse en sus imaginarios; no en la realidad efectiva. En la realidad efectiva, se ha abierto la caja de pandora, desatado los desequilibrios múltiples, quebrando las armonías y sincronizaciones dinámicas planetarias.
7. La única manera de escapar de esta vorágine de destrucción y muerte es desmantelando el sistema-mundo extractivista.
8. Parece que no hay que buscar la explicación de la modernidad por la acumulación de capital, que es una contabilidad abstracta; concretamente, por el funcionamiento del modo de producción capitalista, que, en todo caso es un modelo teórico; sino hay que explicarse el capitalismo por las estructuras de poder inscritas en esquemas de comportamientos sociales. Y hay que buscar la explicación de estas estructuras de poder, que son máquinas de dominación, por lo que ocasionan en sus materias y objetos de dominación; los cuerpos y los territorios. La explicación de la modernidad parece encontrarse en la destrucción que genera, para construir la civilización iluminista e iluminada.
9. La realidad efectiva de la modernidad no se encuentra en el modo de producción capitalista, que, en todo caso, es una construcción conceptual, como síntesis de múltiples determinaciones. No se remite al funcionamiento complejo de las fenomenologías extractivistas, que se dan con toda su contundente materialidad.
10. El capitalismo forma parte de las narrativas derivadas de la economía política británica, particularmente de David Ricardo. La trama conceptual de estas narrativas se sustenta en la valoración del tiempo de trabajo, coagulado en las mercancías. La narrativa marxista transforma esta trama; convierte el tiempo de trabajo coagulado en la trama del proletariado; al que se le expropia su tiempo de trabajo socialmente necesario, entregado en el proceso de producción. La valorización del capital, vale decir, la acumulación de capital, es, en el fondo, la acumulación de esta expropiación, que se le efectúa al proletariado. Si se quiere, esta narrativa revolucionaria, da cuenta del secreto de la valorización; empero, está lejos de interpretar la civilización moderna, a no ser que se crea que esta explicación teórica se puede generalizar a la composición compleja y combinada de la sociedad moderna.
11. La civilización moderna no se reduce a la contabilidad abstracta del capital. Este economicismo, que busca determinar a las estructuras diferenciales, múltiples y plurales de las sociedades modernas, desde la conjetura de la base económica, es de una simpleza sorprendente, que raya en lo anecdótico y caricaturesco de la historia de la ideología.
12. La civilización moderna, la civilización iluminista e iluminada, brilla incandescentemente, absorbiendo cantidades ingentes de formas de energía; sin comprender lo que es la energía, tampoco sus ciclos energéticos, las complementariedades, articulaciones e integraciones de estas formas de energía. Se contenta con suponer que sus conocimientos sobre la energía son científicos, dicen la verdad sobre la energía, aun cuando solo se circunscriben a las mecánicas molares; en el mejor de los casos, a las mecánicas moleculares. Recién ha iniciado su entendimiento sobre las mecánicas cuánticas. Estas exageradas pretensiones, basadas en insostenibles generalizaciones, de conocimientos fragmentados, son una muestra de su inmadurez cultural.
13. La civilización iluminista e iluminada agota rápidamente sus propias posibilidades de duración. Se encamina rápidamente a la clausura de sus propias condiciones de posibilidad, al no solamente agotarlas sino también destruirlas. Ilustrando con figuras metafóricas, que parecen pertinentes, podemos decir que la civilización moderna más parece una civilización tanática.
14. En consecuencia, la interpretación del acontecimiento moderno parece encontrarse, mas bien, en lo que destruye. En la muerte que deja a su paso, en las tramas de las huellas ecológicas.
La escisión civilizatoria
No se puede decir, como se acostumbra en las formaciones discursivas y enunciativas modernas, sobre todo, en las más esquemáticas y simplonas, que hay extractivismo porque hay recursos naturales – usando este término no apropiado, para ilustrar -. Es más adecuado decir que hay extractivismo porque se han inducido necesidades compulsivas, no solo por el consumo desbordado, sino necesidades compulsivas de dominación, que son también necesidades compulsivas de destrucción. ¿Cómo se han generado estas necesidades compulsivas de dominación, este deseo de poder? Esta es la pregunta.
Parece que la respuesta a esta pregunta no hay que buscarla solamente en el nacimiento de la civilización moderna, sino antes, por así decirlo, inapropiadamente, pues caemos en la concepción lineal de la historia. Este antes nos muestra temporalidades más largas, que las definidas por la historia, que es también un invento de la modernidad. Como dijimos en la Crítica de la economía política generalizada, la explicación de la economía política restringida, la circunscrita al plano de intensidad económico, se encuentra en la complejidad articulada y entrelazada de la economía política generalizada[1]. Que supone múltiples economías políticas singulares, que se complementan y se articulan, integrando una complejidad social, basada en estas economías políticas. Vale decir, en las bifurcaciones y diferenciaciones de lo abstracto respecto de lo concreto. Bifurcaciones y diferenciaciones no solo imaginarias sino materialmente institucionalizadas. De tal manera que el conjunto integrado de estas economías políticas hace emerger, de sus entrañas, la civilización moderna. Que se concibe a partir de la conexión de todas las abstracciones logradas, separadas de sus condiciones de posibilidad concretas. La civilización moderna se concibe, se imagina, se ve, a sí misma, no solamente como auto- contemplación, sino a partir de la circulación de estas narrativas, que parten del drama y la tragedia de estas escisiones imaginarias e institucionalizadas.
La civilización moderna es una civilización escindida. Se presenta a partir de las figuras elocuentes de sus narrativas; empero, vive como puede vivir un sistema-mundo de estas características. Para presentarse espectacularmente, requiere ocultar lo que está detrás del espectáculo; los cementerios mineros, los cementeros de campamentos de la llamada energía fósil, los cementerios de sus antiguas usinas, los cementerios de ciudades desechadas, los cementerios sociales, que son geografías humanas de la miseria. Además, dejando destruidos ecosistemas, contaminadas cuencas, des-fertilizadas tierra, desforestados bosques, contaminadas aguas, aires y suelos.
A partir de esta escisión civilizatoria se puede explicar el extractivismo. Para el imaginario moderno el extractivismo, lo que deja el extractivismo, el entramado de las huellas ecológicas, es algo así como daños circunstanciales, provisionales, colaterales, que se pueden enmendar. Que por lo que se logra, el “desarrollo”, el “progreso”, es más que compensado el daño del extractivismo. No se da cuenta que la realidad efectiva de lo que es, se encuentra en los panoramas desérticos, en los paisajes destruidos, en el aire, agua y suelos contaminados. Que lo que mira y donde se reconoce, como en un espejo encanado, no es más que el imaginario construido por sus narrativas apologéticas.
Entramado extractivista
Estamos ante un entramado extractivista. Si se quiere estamos ante una malla extractivista, que cubre el planeta, lo aprisiona, marcando un mapa donde interviene, operando, cumpliendo con su tarea de extraer, lo que llaman, de una manera general, energía. Las máquinas extractivistas extraen minerales, petróleo, gas, carbón, otros recursos naturales, usados como materias primas en los procesos de producción industriales. Los diamantes se hallan en esta vorágine extractivista, como objetos preciados por estas máquinas extractivistas. Estas máquinas demoledoras extraen agua para cumplir con sus faenas, absorben el aire como si respiraran; dejando, después, su aliento pestilente en la atmósfera. Retienen el agua de los ríos en represas, para generar energía - otra vez nombrada de esa manera general -, además de convertirla en recurso instrumentalizado. Inundan grandes zonas, trocadas en extensiones pantanosas o acuosas, donde antes había bosques y hasta poblaciones.
Ninguno de los extractivismos singulares se da de manera aislada o casual, sino que todos están inducidos por el sistema-mundo. Forman parte de éste, como si fuesen un subsistema, que transfiere estas formas de energía singulares al subsistema industrial. Estas transferencias hacen mover el aparato productivo. El subsistema industrial hace circular sus productos en el mercado o los mercados singulares; donde los innumerables consumidores los encontraran para satisfacer sus necesidades. Llamemos a este ámbito de consumo, subsistema de consumo. En principio, solo con estos tres subsistemas del sistema-mundo, podemos adivinar cómo se refuerzan, se incentivan, ocasionando incrementos constantes de sus demandas.
El crecimiento del consumo exige transformaciones expansivas e intensivas en el subsistema industrial. El crecimiento y desarrollo industrial induce a la expansión de la malla extractivista. Estas inducciones no solamente se dan en un sentido, sino también en el otro sentido, incluso en otros sentidos. La expansión del extractivismo, no solo por motivos de la demanda industrial sino debido a las inversiones de capital en el extractivismo, busca la mayor rentabilidad. Las empresas trasnacionales del extractivismo están vinculadas al subsistema financiero, que inyecta capital para obtener más capital. Entonces, el extractivismo no solamente crece inducido por el crecimiento industrial, sino también por la compulsión financiera por la valorización especulativa del capital.
De esta manera, aparecen otras implicaciones. El subsistema financiero requiere mover capital para acrecentarlo, lo hace en gran parte con la inyección financiera en el extractivismo; del otro lado, al hacer funcionar el capital, las máquinas extractivistas, transfieren valorizaciones financieras o generan a éstas, haciendo inflar al subsistema financiero. Aquí se produce una relativa desconexión entre el subsistema extractivista y el subsistema industrial, favoreciendo el inflamiento del subsistema financiero. Este fenómeno provoca transformaciones y modificaciones en el sistema-mundo y en la economía-mundo; pues el sentido del capital ya no es tanto movilizar el aparato productivo, sino generar valorizaciones especulativas dinerarias.
Esto no quiere decir que se estanca el subsistema industrial, sino que se rezaga respecto a los ritmos adquiridos por el subsistema financiero y el subsistema extractivista. Para decirlo resumidamente, las transformaciones del sistema-mundo y la economía-mundo consisten en que este sistema-mundo deja de tener su centro en la producción, desplazando su centralidad al movimiento financiero. Lo que implica que el sistema-mundo se desplaza a la valorización especulativa del capital, desembarazándose de la valorización productiva. La primera no es sustentable ni sostenible, en cambio, la segunda lo es, en condiciones de dinámicas económicas compensadas. En consecuencia, el extractivismo actual no es solo el resultado de la demanda industrial sino de la demanda especulativa del capitalismo financiero. Esto lo hace más destructivo.
¿Qué es el mercado o los ámbitos de los mercados singulares? ¿Otro subsistema, un subsistema de distribución? Sería fácil decir que es así; sin embargo, efectivamente el mercado no cumple con estas funciones de un subsistema de distribución, en la composición estructurada del sistema-mundo, aunque lo parezca. El mercado, abarcando su multiplicidad y pluralidad de mercados singulares, imbricados, es el espacio donde los stocks se depositan y se muestran a los consumidores. Es también, como se sabe, el espacio de ámbitos de circulaciones de las mercancías; por lo tanto, también el espacio trazado por circuitos de transporte. Retomando una antigua imagen, que parece conservar su vigencia, el mercado es donde se vende y se compra. Entonces, es donde concurren las empresas con sus productos y compiten por ganar masas de consumidores. Karl Marx decía que es el lugar de realización de la ganancia, si se quiere, del capital. Aunque sea así, no parece adecuado reducir al mercado a estos topos de la ecuación de la ganancia o el capital. Pues es también el espacio de realización de las relaciones sociales; ciertamente circunscritas al plano de intensidad económico.
El mercado es el espacio de los encuentros sociales, en distintas escalas y jerarquías. Desde las individuales o grupales, diseminadas de las muchedumbres, hasta las corporativas y empresariales. Incluso institucionales, cuando entran los estados y organismos asociativos, nacionales o internacionales. Por lo tanto, el mercado es el espacio de concurrencia de fuerzas, ciertamente circunscritas al plano de intensidad económico. Podríamos estar tentados a decir que es el espacio de la competencia; pero, el mercado tampoco se reduce a esto. Pues en el mercado no solo se da competencia, sino complementaciones, circulaciones de mercancías y de dinero, incluso reciprocidades económicas. Gilles Lipovetsky dice que el mercado se ha trasformado; es también espacio de espectáculos, donde se da la estetización de la economía y la economización de la estética o el arte[2]. El mercado no solo es el lugar donde se encuentran productos, que satisfacen necesidades inmediatas, incluso mediatas, sino, si se quiere, necesidades o demandas imaginarias.
Se podría hacer una lista mucho más detallada, pero, no se trata de eso ahora. A lo que queremos llegar es a esta interpretación: el mercado es el espacio de múltiples niveles y plurales ámbitos singulares de circulación, donde la sociedad, en su conjunto abigarrado, se realiza como sociedad moderna.
Entonces, podemos sugerir que el mercado no es un subsistema del sistema-mundo, sino, más bien, la contextura o el organismo de tejidos que se ubican en los espacios que no ocupan los subsistemas; contextura dinámica, que es como la composición orgánica que hace mover a los subsistemas del sistema-mundo.
[1] Ver Crítica de la economía política generalizada. https://voluntaddepotencia.wordpress.com/critica-de-la-economia-politica-generalizada/.
[2] Ver de Gilles Lipovetsky y Jean Serroy La estetización del mundo. Anagrama; Barcelona 2015.