16.04.2017 07:53
Espesores del presente
Raúl Prada Alcoreza
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Una de las preguntas es qué tienen que ver, que relación o vínculo tienen, distintos eventos que se dan, no solamente en el presente, sino que se han dado en el pasado, inmediato, mediano y lejano. Por ejemplo, qué tiene que ver el desenlace de la guerra del Pacífico del siglo XIX, en el sud-oeste de Sud América, entre tres Estado-nación periféricos, con lo que ocurre en el presente; los conflictos entre dos de los Estado-nación, después de ciento treintaiocho años de aquella guerra. Esto sería fácil de responder; empero se hace difícil cuando buscamos su relación o ausencia de ella en otros eventos dados en el presente; por ejemplo, el conflicto recurrente en el Medio Oriente, que adquiere las características de una guerra sin cuartel; confusa, abigarrada e insólita de “guerra contra el terrorismo”; sobre todo, en el espacio geográfico político de Siria. Complicando más aún la problemática de las vinculaciones, existentes o no, de eventos del pasado y del presente, podemos buscar fructuosamente o infructuosamente las relaciones y vínculos con la actualizada guerra de Corea.
Al parecer, las preguntas se presentan como sin respaldo, un tanto especulativas; sin embargo, son sumamente pertinentes, pues emergen desde la perspectiva de la complejidad, que supone la sincronía y sincronización del mundo y del multiverso, en sus distintas escalas, teniendo en cuenta la configuración fundamental de la simultaneidad dinámica. Trataremos pues responder a las preguntas.
Si concebimos tejidos espacio-temporales-territoriales-sociales, que se desenvuelven y se desplazan en los términos de la simultaneidad dinámica del espacio-tiempo, estos eventos mencionados no dejan de tener su vinculación, interpretable y explicable. La cuestión es saber qué tipo de vinculaciones se establecen entre los eventos mencionados.
Volviendo a las preguntas, comenzando por la posible vinculación más evidente, se puede comprender que entre la guerra del Pacífico y los conflictos actuales entre el Estado de Bolivia y el Estado de Chile, en torno a la reivindicación marítima boliviana, el desenlace de aquélla guerra ha dejado problemas pendientes, aunque se haya firmado un tratado de paz en 1904. Sin embargo, lo que hay que explicar aquí es cómo se da lugar la redundancia y la resonancia del conflicto no resuelto. Este cómo se da no puede solo circunscribirse al tema de la resolución del Tribunal Internacional de la Haya, sino que es menester considerar cómo se experimenta el conflicto por los distintos estamentos de las sociedades.
De manera resumida se puede decir que el estamento gubernamental concibe la actualización del conflicto a partir de sus propias interpretaciones del Tratado de 1904. El estamento social, la sociedad, experimenta el conflicto renovado de distintas maneras, dependiendo de su interpretación ideológica y política; empero, parece predominar la inclinación por el chauvinismo en ambos países; por lo menos, en los sectores que pueden pronunciarse. Solo cierta intelectualidad crítica trata de asumir el conflicto y el problema pendiente de una manera abierta, buscando su solución en la integración o en transiciones a la integración, incluso en el reconocimiento de un puerto soberano para Bolivia en un lugar de la extensa costa del Pacífico. En consecuencia, el vínculo parece tener que ver, por lo menos en una de sus conexiones, con las maneras diferentes de asumir la historia de los países; sobre todo, la historia del conflicto, denominado por un lúcido intelectual, la querella del excedente.
René Zabaleta Mercado en el capítulo de El mundo de Willka, del libro Lo nacional-popular en Bolivia, nos presenta el mundo en el que se desata la guerra del Pacífico y, después, culminada ésta, la guerra federal. Se trata del mundo que se transforma a partir de la revolución industrial. Entonces la guerra del Pacífico se interpreta como el acontecimiento bélico que forma parte del reordenamiento del mundo a partir de la revolución industrial y del ciclo largo del capitalismo, hegemonizado por el imperio británico. El sistema-mundo de hoy no ha dejado de ser capitalista, solo que se caracteriza por la continua revolución industrial-tecnológica-científica-cibernética, hegemonizada por los Estados Unidos de Norte América. Se puede sugerir que el conflicto persiste por la demanda de este sistema-mundo de recursos naturales, considerados materias primas e insumos para los procesos productivos industriales y de valorización el valor.
Ahora bien, es este sistema-mundo capitalista donde debemos buscar las vinculaciones con los otros eventos mencionados. El conflicto recurrente del Medio Oriente, que adquiere significaciones singulares, dependiendo del periodo y de los protagonistas involucrados, se da también en este sistema-mundo capitalista, que requiere, cada vez más de materias primas; sobre todo, de la energía fósil, para su funcionamiento. En parte se puede aceptar que el conflicto del Medio Oriente, que tiene distintas aristas, facetas y panoramas, tiene que ver con el control de los recursos de la energía fósil, tanto por parte de las empresas trasnacionales extractivistas así como de os gobiernos y Estados-nación. Sin embargo, no hay que soslayar la complejidad del conflicto reiterado, atendiendo a otras condiciones de posibilidad históricas-políticas-económicas. Sin entrar en el detalle, que tocamos en otros ensayos[1], lo que imparta, ahora, es anotar que el contexto mutable de las posibles conexiones entre los eventos es el sistema-mundo y la economía-mundo capitalista.
En lo que respecta a la guerra interminable de Corea[2], si bien se puede decir que también se tiene de contexto al sistema-mundo, lo que es indispensable anotar es que el sistema-mundo se reorganiza, reordena y modifica su estructura después de la segunda guerra mundial. Dos de los aliados vencedores de la guerra, que emergen como super-potencias, se disputan la hegemonía mundial, sin hablar todavía de dominación. En un contexto de concurrencia por la hegemonía, se da la división acordada de Corea. En consecuencia, la división de Corea, entre Corea del Norte y Corea del Sur, resulta de un acuerdo entre las super-potencias. Como se puede ver, más que un condicionamiento del plano de intensidad económico, parece darse, en este caso, un condicionamiento del plano de intensidad político, a escala mundial.
Lo expuesto no quiere decir que pasamos de un condicionamiento económico a un condicionamiento político; no suponemos, de ninguna manera, un determinismo económico, después, un determinismo político. Es preferible, en todo caso, hablar de condicionamientos, en plural, además entrelazados e imbricados. Lo que mencionamos es que hay que entender el mundo efectivo de manera integral, como devenir mundo y mundo en devenir; comprender la sincronía de los ciclos del planeta; entre estos ciclos, comprender los ciclos sociales, inherentes, a las sociedades humanas. Es indispensable entender los vínculos de los que hablamos, no solo como históricos, entre pasado, presente y futuro, sino entender los vínculos más específicos, de los hechos, sucesos, eventos y acontecimientos; si se quiere, tanto de manera diacrónica como de manera sincrónica. No podemos ocuparnos aquí, en este ensayo, de las dinámicas de la totalidad de los vínculos, que hacen al funcionamiento del mundo; sin embargo, podemos situarnos en algunos vínculos de eventos, dados y dándose, para auscultar sobre los procesos inherentes a estos vínculos; además de dar algunos pasos en la comprensión de la simultaneidad dinámica del mundo efectivo. Solo vamos a poder encontrar estos vínculos mencionados en el contexto del mundo; por eso, es importante comprender las dinámicas complejas del sistema-mundo; comprender la articulación de los múltiples planos y espesores de intensidad, que hacen al mundo en su devenir. Lo que puede variar es el enfoque de la problemática en cuestión, haciendo hincapié, por ejemplo, en el plano económico, después, en el plano político, para descifrar mejor determinadas situaciones singulares.
Para facilitar la exposición, nos haremos la siguiente pregunta: ¿qué hay de común en los acontecimientos mencionados? La guerra, tanto desenvuelta así como latente, tanto de alta intensidad como de baja intensidad. En consecuencia, uno de los espesores del presente es las genealogías de la guerra. Las sociedades involucradas, sobre todo sus estados, recurren a la guerra o a la disuasión y concurrencia de fuerzas militares cuando se encuentran en la premura de problemas álgidos que no pueden resolver.
Uno de los espesores del presente se muestra en las genealogías de la guerra. Pregunta: ¿la guerra es constitutiva del sistema-mundo o el sistema-mundo es la condición de posibilidad de la guerra? Circunscribiéndonos a la era de la modernidad, sobre todo, teniendo en cuenta el sistema-mundo capitalista, que se conforma y se consolida, debemos analizar las guerras que se generan en este contexto. Si bien la modernidad nace en el siglo XVI con la conquista del continente de Abya Yala, con el descubrimiento del quinto continente, cuando el mundo se hace esférico con el “descubrimiento de América”, en el imaginario social, se considera guerra moderna las guerras desatadas desde la primera guerra mundial. Sin embargo, nosotros vamos a considerar las guerras que se dan en la modernidad, conjeturando que se desatan en el contexto de las demandas del sistema-mundo capitalista; sobre todo, demandas de recursos naturales debido a la revolución industrial. En este sentido, consideramos a la guerra del Pacifico de 1879 como guerra dada en la modernidad, desatada en el contexto del sistema-mundo, convirtiéndose éste en condición de posibilidad de dicha guerra.
El sistema-mundo genera sus puntos, líneas, zonas de tensión. Los genera a partir de su propio funcimiento, que tiene como base la geopolítica del sistema-mundo capitalista, que diferencia centros de periferias e incorpora al centro a las potencias emergentes. Los lugares de tensión marcan las áreas de alta intensidad de los conflictos, en contraste, de las áreas de menor intensidad, de baja intensidad y de casi sin intensidad de los conflictos. Para ofrecer una exposición, mas bien ilustrativa, no del todo adecuada, empero, que ayuda en una primera aproximación, podemos configurar un esquema simple de comportamientos del sistema-mundo.
El sistema-mundo se desenvuelve como entre dos situaciones contrastadas; la situación de paz y la situación de guerra. La situación de paz, con toda la variedad de manifestaciones y conformaciones singulares, no es que no contenga conflictos; sino que los conflictos no adquieren el carácter beligerante del enfrentamiento armado de las fuerzas involucradas. La situación de guerra, con toda la variedad de formas singulares que adquiere, dependiendo de la magnitud, del efecto de irradiación, del empleo de las armas, de su capacidad destructiva, de los agentes involucrados, eleva los conflictos a los momentos y periodos de alta intensidad, adquiriendo el carácter de enfrentamientos bélicos.
En situación de paz, el sistema-mundo se reproduce en los marcos de sus regularidades institucionalizadas; en situación de guerra, el sistema-mundo busca resolver sus crisis estructurales congénitas de manera contundente; empleando las fuerzas armadas en choques bélicos decisivos. Las crisis son como convulsiones en el sistema-mundo; las guerras persiguen resolver las crisis saliendo de las convulsiones, buscando nuevos ordenamientos geopolíticos. Aunque no se puede salir de las convulsiones sin salir de la matriz generadora de las mismas; el sistema-mundo busca reordenarse por medio de estas catarsis que son las guerras. En la medida que puede hacerlo, lograr nuevos reordenamientos, las guerras cumplen esta función; en la medida que no puede hacerlo, los ordenamientos se saturan, formando abigarrados mapas de fuerzas equilibradas. En el momento que la guerra se hace imposible, paradójicamente, por su misma capacidad de destrucción masiva, destruyendo a los enemigos enfrentados, además de destruir las condiciones de posibilidad de la vida humana en el planeta, la guerra no cumple ninguna función, salvo la de destrucción del sistema-mundo mismo.
La guerra moderna, pero también la guerra en la modernidad, es generada por las mismas estructuras en funcionamiento, por los mismos subsistemas en funcionamiento, por los mismos ámbitos de relaciones y por las mismas operaciones de clausura del sistema-mundo.
El sistema-mundo capitalista funciona en constante crisis, pues su desarrollo, por así decirlo, relativo a la acumulación ampliada de capital, no puede darse sino generando crisis. Ahora bien, hay crisis que pueden sortearse, por el mismo crecimiento del sistema-mundo; en cambio, en contraste, hay crisis que no pueden resolverse de esta manera. Crisis que en vez de suspenderse, más bien se dilatan, creciendo, mas bien, la crisis misma, acumulándose; estas crisis guardadas son como bombas de tiempo, que se incrustan en las mismas estructuras del sistema-mundo. Son estas crisis, que cuando estallan, desatan las llamadas revoluciones de la modernidad. Aquí aparece otra paradoja del sistema-mundo; las revoluciones o continúan de manera permanente o se detienen, funcionando, mas bien, como ordenadores del sistema-mundo. En este segundo caso, cumplen la función de reproducción del sistema-mundo, modificando sus ordenamientos por las vías de la reforma o la transformación política. El primer caso, enfrenta directamente al sistema-mundo, no apunta a la reproducción del mismo; en este sentido, si no tiene más disponibilidades de fuerzas y más convocatorias que el sistema mismo, la revolución es derrotada por la guerra contra la revolución. Hasta ahora no se ha dado una revolución que haya destruido el sistema-mundo, las revoluciones, a la corta o a la larga, han sido absorbidas por los engranajes y las maquinarias del sistema-mundo o, en algunos escasos casos, han sido aisladas y enquistadas en la corporeidad del sistema-mundo.
Está por saberse si una revolución desmantelara el sistema-mundo capitalista o será el mismo sistema-mundo que se desmoronará por implosión. Aunque hipotéticamente hay otra alternativa, que el sistema-mundo persista, subsista, sobreviva a sus propias crisis.
Lo que importa es atender al carácter de crisis recurrente del desarrollo capitalista, también al carácter conflictivo, así como al carácter bélico de este desarrollo. Lo que quiere decir, en última instancia, que el desarrollo capitalista no puede salir de las crisis que genera, tampoco de los conflictos, así como de las guerras que desata. El desarrollo capitalista tiene que convivir con estas crisis, sus múltiples conflictos y sus guerras intermitentes.
¿Qué es la paz entonces? ¿Es la condición de la guerra sumergida, contenida en las entrañas, como latencia? Michel Foucault hablaba de la guerra en la filigrana de la paz; también de la política como continuación de la guerra, en tiempos de paz[3]. A partir de un ensayo dejamos de estar de acuerdo con la segunda tesis; concebimos la política como un tipo de acontecimiento y la guerra como otro tipo de acontecimiento; incluso se pueden cruzar ambos; empero, no se deja de hacer política incluso en plena guerra[4]. Sin embargo, seguimos de acuerdo con la primera tesis.
En tiempos de paz el sistema-mundo funciona regularmente; en tiempos de guerra el sistema-mundo funciona irregularmente; en momentos de revolución el sistema-mundo se encuentra amenazado. El sistema-mundo no puede aceptar vivir en guerra permanente, tampoco puede aceptar, mucho menos, una revolución permanente; por eso, la tendencia implícita es la de volver al equilibrio, aunque las condiciones de equilibrio sean otras.
Desde las ciencias sociales se ha definido el capitalismo circunscribiéndose al plano de intensidad económico; no parece adecuado haberlo hecho para comprender el acontecimiento capitalista y el acontecimiento de la modernidad sin atender a los otros planos de intensidad, que hacen al sistema-mundo capitalista. Se ha convertido al mercado en la premisa de la teoría económica, también después, a la producción, combinando ambos referentes en teorías económicas más complejas; sin embargo, no se ha atendido a otras situaciones recurrentes en la historia del capitalismo; por ejemplo, la guerra, que funciona como mecanismo de ordenamiento geopolítico. Hablamos de la guerra moderna y de la guerra en la modernidad. La guerra forma parte del funcionamiento del sistema-mundo capitalista.
Ahora bien, si las genealogías de la guerra es donde aparece uno de los espesores del presente, ¿cómo podemos comprender la simultaneidad dinámica del mundo efectivo? En primer lugar, la guerra siempre está presente en el sistema-mundo, de manera desenvuelta o desatada, así como también de manera plegada o replegada. La temporalidad imaginaria del sistema-mundo es diacrónica, además de moverse en el paradigma del tiempo lineal. El mundo efectivo, el mundo en devenir, acontece como simultaneidad dinámica. Desde la perspectiva compleja del mundo efectivo, el sistema-mundo es un sistema dentro de los ecosistemas, los ciclos vitales y las ecologías planetarias. Desde la perspectiva esquemática y simple del sistema-mundo, éste se considera una totalidad, reduciendo a la complejidad planetaria a insumo de su reproducción abstracta. Desde la perspectiva del mundo efectivo, el sistema-mundo forma parte de las sincronizaciones y re-sincronizaciones planetarias; entonces susceptible de desaparecer por cuanto atenta contra la vida en el planeta. Desde la perspectiva del sistema-mundo, descarta los efectos destructivos de su desarrollo, considera que son “efectos colaterales”, que pueden enmendarse con reposiciones. No contempla que especies desaparecidas y ecosistemas destruidos no son recuperables.
Haciendo un balance de las perspectivas, vemos que la perspectiva del sistema-mundo al circunscribirse a recortes de realidad, obtiene un mundo imaginario, que no abarca la complejidad del mundo efectivo. Desde la teoría de sistemas, se puede decir que un sistema que no obtiene la información adecuada del entorno, que se cierra a esta información, no es capaz de interpretar, tampoco de resolver problemas, condenándose a sí mismo a periclitar.
[1] Ver Crítica de la economía política generalizada. También La inscripción de la deuda infinita. https://voluntaddepotencia.wordpress.com/critica-de-la-economia-politica-generalizada/. https://pradaraul.wordpress.com/maquinaria-despotica-de-la-deuda-infinita/la-inscripcion-de-la-deuda-su-conversion-infinita/.
[2] Ver La guerra interminable de Corea.
http://dinamicas-moleculares.webnode.es/news/la-guerra-interminable-de-corea/.
[3] Ver de Michel Foucault Defender la Sociedad. Fondo de Cultura Económica; Buenos Aires 2006.
[4] Ver Acontecimiento político. También Genealogía de la guerra; así como La guerra y la paz. https://voluntaddepotencia.wordpress.com/acontecimento-politico-i/. https://voluntaddepotencia.wordpress.com/acontecimento-politico-i/428-2acontecimento-politico-ii/.
https://pradaraul.wordpress.com/2015/12/13/genealogia-de-la-guerra/. https://pradaraul.wordpress.com/2016/09/26/la-guerra-y-la-paz/.