Las montañeras: dignidad que es costumbre

Carmen, originaria de San Luis Acatlán, es fundadora y miembro de la CRAC-PC. Ella se suma a las organizaciones indígenas de seguridad comunitaria, después de que su madre fue asaltada en el camino por una gavilla de maleantes. Carmen hoy es consejera de la CRAC-PC y realiza su actividad en la Asamblea Regional.



Las montañeras: dignidad que es costumbre
Jaime Quintana Guerrero*
La Jornada

“Historias de incansables mujeres de la Montaña”, así define a la lucha que realizan las mujeres de esta región del estado de Guerrero el periodista y defensor de derechos humanos Jesús Rodríguez Montes, autor del libro Las montañeras: crónicas y reportajes.

El volumen presenta distintos testimonios del despojo y de la lucha que viven las comunidades campesinas e indígenas, de gran importancia histórica y social. La primera edición fue publicada en mayo de 2014 por la Universidad Autónoma de Guerrero (UAG), con ISBN: 978-607-7760-97-9; sin embargo, por oscuras razones burocráticas y administrativas, o simplemente por falta de interés institucional en su difusión, desde hace más de tres años los mil ejemplares están embodegados “como un ladrillo en las instalaciones de la universidad”, denuncia el autor.

La portada del libro representa el rostro duro de una mujer de Alacatlatzala, comunidad que por tradición fabrica sombreros de palma, y que junto con otras, forma parte de la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias Policía Comunitaria (CRAC-PC) de la Costa Chica y Montaña de Guerrero, y de la lucha contra la minería.

Las montañeras de Guerrero, declara el periodista, “es un reflejo de las mujeres del país”. Rodríguez señala que la iniciativa del Congreso Nacional Indígena y del respaldo de las comunidades zapatistas de Chiapas a una candidatura independiente de una mujer indígena surgida desde las comunidades, en el próximo proceso electoral a la Presidencia del país, “es parte de estos espejos y reflejos de la resistencia de muchas e incansables mujeres mexicanas”.

Jesús Rodríguez Montes es guerrerense, originario de Ixtapa Zihuatanejo. Estudió periodismo en la Universidad Autónoma de Guerrero (UAG); reportero desde hace más 10 años, seis de los cuales vividos en Tlapa, donde desempeñaba su labor periodística e incluso participó en el área de comunicación del Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan.

El libro cuenta siete historias. Una es la de Obtilia Eugenio Manuel, dirigente de la Organización del Pueblo Indígena Me’ phaa de Ayutla de los Libres. Obtilia acompañó a Inés Fernández Ortega y Valentina Rosendo Cantú, mujeres violentadas por elementos del Ejército Mexicano, un caso en que la Corte Interamericana de Derechos Humanos emitió una sentencia condenatoria.

Asunción Ponce Ramos, na savi originaria de Cuanacaxtitlán, formó parte del grupo de coordinadores generales de la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias-Policía Comunitaria de la Costa Chica y Montaña de Guerrero. A ella le tocó recibir, en noviembre de 2010, a tres hombres que se identificaron como trabajadores de la empresa minera Hochschild. Ante ello, Asunción Ponce declara, “¿cómo vamos a permitir que vengan personas de afuera y nos vengan a decir que esos proyectos no nos van a afectar? ¿Cómo vamos a permitir que vengan de otros países a destruir nuestra montaña? Yo creo que eso no lo debemos permitir”.

Gudelia Villavicencio Bazán después de 83 años relata cómo conoció a Othón Salazar Ramírez y las movilizaciones en Alcozauca, que fue el primer municipio gobernado por el Partido Comunista Mexicano en 1979. “En los años setenta no era fácil, la guerrilla existía, la gente se organizaba más, y las manifestaciones eran reprimidas. Las luchas en ese tiempo eran para resolver problemas de salud, educación, vivienda y empleo. La única respuesta que se tuvo fue la represión”, relata la también fundadora del Partido Comunista de Tlapa, que después pasó a ser del Partido de Revolución Democrática. Gudelia declara que “antes la gente no estaba con esa ambición del dinero, y ahora hasta da pena decir que uno es de algún partido político”.

Angélica es de la comunidad Llano de Chupa Rosa del municipio de Cochoapa el Grande, región donde las mujeres organizaron manifestaciones en sus comunidades contra el alcoholismo. “¿Que quieren?”, preguntó el comisario de la comunidad y en respuesta, ellas demandaron: “Traemos un documento: queremos que no se venda cerveza porque los hombres golpean mujeres. Se embrutecen. Los niños están sin comer, no hay dinero, parecen hijos huérfanos, sin zapatos, sin ropa, y los hombres nomás tomando y pegando a la mujer”.

Carmen, originaria de San Luis Acatlán, es fundadora y miembro de la CRAC-PC. Ella se suma a las organizaciones indígenas de seguridad comunitaria, después de que su madre fue asaltada en el camino por una gavilla de maleantes. Carmen hoy es consejera de la CRAC-PC y realiza su actividad en la Asamblea Regional.

Josefina es originaria de la comunidad de Francisco y Madero, en Metlatonoc, localidad me’ phaa (de la variante lingüística bathaa). La mujer salió de su comunidad rumbo a Tlapa tras terminar la preparatoria en la Montaña, bajo la promesa de un maestro jubilado de obtener una plaza de docente, quien abusó sexualmente de ella. Su testimonio relata la realidad de Tlapa, lugar de migración, de mentiras y abusos contra los indígenas de la Montaña.

Son distintos los caminos de lucha que las mujeres toman: las que viven en Estados Unidos, organizando multitudinarias manifestaciones en contra de un presidente misógino, o las insurgentes kurdas que luchan armadas contra el Estado Islámico. Son también miles las que buscan a sus desaparecidos en México y en Centroamérica. Este libro ofrece una mirada a un México violentado por la crisis y la violencia, donde la lucha es una necesidad, con testimonios de las que jamás se cansan.

Es lamentable que escritos testimoniales y de denuncia como Las montañeras: crónicas y reportajes no se den a conocer; más lamentable es que ya impreso un libro la administración académica de la UAG deje envejecer entre cuatro paredes las demandas de justicia que reclaman los testimonios contenidos en el volumen.

Historia de mujeres en defensa de su tierra, organización y vida; contra violaciones y humillaciones; por la libertad de presos políticos y por encontrar a sus desaparecidos. Son madres, hijas y abuelas las que buscan a sus familiares, en la cárcel, en la calle o en el panteón. La que ayudan a las tareas de todo tipo, las que invisibles existen donde la dignidad siempre es costumbre.

*Jaime Quintana Guerrero, periodista y acompañante de comunidades indígenas