Los de Abajo
Perdieron el miedo
Gloria Muñoz Ramírez
La Jornada
Una tensa calma reportan los purépechas de la comunidad de Nahuatzén, Michoacán. Un polvorín es su comunidad ante el azote del crimen organizado. La población está organizada y harta, como en muchas comunidades del resto del país que viven bajo el sometimiento de las bandas delictivas.
Nahuatzén, en la Meseta Purhépecha, vivió de cerca las amenazas, el levantamiento y el proceso organizativo de Cherán. Por eso, en su propio contexto y con su propia historia, crearon también su Consejo Autónomo hace año y medio, y a través de él organizan los trabajos colectivos de la cabecera municipal.
Al municipio de Nahuatzén pertenece también la comunidad de Arantepacua, donde el pasado 5 de abril fueron asesinados cuatro pobladores por policías estatales, federales y ministeriales. Y ahí, en Arantepacua, atiende el presidente municipal expulsado de la cabecera municipal, quien presentó al Congreso estatal un presupuesto que rebasa los 72 millones de pesos, de los cuales, denuncian los integrantes del consejo, “a la cabecera no han hecho llegar ni un solo peso”.
“Nos preocupa que digan que ingresaron a nuestra comunidad más de 27 millones de pesos, porque es totalmente falso”, lamentan las autoridades autónomas que refieren la falta de servicios en su comunidad: alumbrado público, salud, drenaje, recolección de basura y demás servicios son casi nulos en Nahuatzén. “Nuestra comunidad tiene un rezago de más de 30 años por falta de infraestructura y de atención a los servicios básicos. La unidad de atención a la salud, por ejemplo, recientemente fue remodelada, pero no está totalmente equipada”, refieren en entrevista integrantes del consejo.
La seguridad de más de 10 mil habitantes está a cargo de 19 comuneros que se prepararon como policías en la academia, pero que obviamente no son suficientes para controlar a la delincuencia. Actualmente la población continúa con la organización de sus casetas de vigilancia, pues reforzar la seguridad es su prioridad y por eso mantienen el control de la salida a Cherán, a Arantepacua y a Sevina.
Aquí, como en muchas comunidades de la meseta, son víctimas del cobro de piso de “la gente de afuera”, de secuestros y de extorsiones y “en años anteriores hubo incluso personas que fueron privadas de la vida”, por eso “el hartazgo”.
Ya perdieron el miedo en Nahuatzén, tanto a los granaderos como a los grupos delictivos que no dejan de transitar, pero siguen en riesgo. “No sabemos si esos grupos están vinculados con instituciones del gobierno, pero sí sabemos que no los queremos”, advierten al tiempo que exigen que el gobierno respete su autonomía y “que no se involucre en sus formas de organización”.
losylasdeabajo@yahoo.com.mx
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