La independiencia fue una ilusión. Carácter continuado y reiterativo de la conquista en nuestro continente Abya Yala

Ocurre como con el caballo de Troya. El caballo de madera obsequiado por los griegos a los troyanos contiene en sus entrañas el arma o la pequeña armada que los va a derrotar, justamente en el festejo de la supuesta victoria. El discurso populista, “socialista” y “comunitarista”, incluso “anti-colonial”, contiene en sus entrañas enunciativas el paradigma colonial que va a colonizar a los pueblos que festejan su supuesta victoria.
Todas estas formas de gubernamentalidad distintas son dispositivos para cumplir con el “desarrollo”. Son parte reproductiva de esta ilusión inventada por el sistema-mundo capitalista. La colonización, en la modernidad tardía se ejecuta mediante esta apertura y construcción del camino al “desarrollo”.
Ya que la conquista es persistente, repetitiva, la guerra anti-colonial, iniciada desde el comienzo mismo de la colonización, también es permanente. No se puede derrotar a la conquista reiterada, por lo tanto, a la colonización continua, sino se desmantelan sus máquinas de poder, sus máquinas de guerra, sus máquinas económicas. No hacer esto, es hacerle el juego, concomitantemente, a nuevas olas de conquista y colonización.



31.05.2017
La conquista reiterada

Raúl Prada Alcoreza
http://dinamicas-moleculares.webnode.es/news/la-conquista-reiterada/

La conquista no se dio de un solo golpe. Mas bien, acaeció intermitentemente, de una manera repetida, recurrente, como avalanchas. Quizás ni si quiera haya terminado. La independencia fue una ilusión y sigue siéndolo. La conquista vuelve como oleadas, solo que transformadas. De la isla bautizada con el nombre de La Española, comprendiendo el archipiélago caribeño, se pasó al continente. En esta inmensidad territorial, que atraviesa la Tierra de Sud a Norte, que se encuentra entre dos aguas, por eso Abya Yala, los argonautas conquistadores se perdieron en sus exuberantes paisajes; en contacto con innumerables pueblos asentados en espesores territoriales diversos, donde la prodigiosa agricultura alcanzó la producción y la productividad no conocidas en Europa, sobre todo, la proliferante diversidad. Contando con el maíz, alimento también desconocido por los conquistadores, prodigioso cultivo de Mesoamérica y de Norteamérica del aquél entonces.

Avanzaron a duras penas, batallando; si bien ganaban las batallas, el ejército invasor iba mermando, hasta el punto que si esto continuaba, iban a dejar sus esqueletos y armaduras en el camino, antes de llegar a Tenochtitlan. Les salvó el pacto con los señoríos que estaban contra la Triple Alianza de los mexicas. Entró a Tenochtitlan un puñado de españoles a la cabeza, acompañados por un ejército indígena enorme. Sin embargo, perdieron esa batalla. Tuvieron que huir en el primer ingreso. Los conquistadores que pudieron escapar, reunieron sus fuerzas y retomaron el pacto, volviendo a Tenochtitlan con un ejército indígena muchísimo mayor que anterior. La esplendorosa ciudad atravesada de canales, embellecida por plazas, recorrida por grandes y limpias avenidas, había sufrido la epidemia de la viruela, que prácticamente asoló a la ciudad y debilitó sus fuerzas. En esas condiciones Moctezuma entregó la capital, por así decirlo, del bloque territorial-social-cultural mexica a los conquistadores.

De Mesoamérica se incursionó hacia el Norte, ampliando la extensión territorial de la conquista, que heredaba las expansiones territoriales de los mexicas hacia el Sud. Después se financió la conquista del Perú. La que hizo posible esto fue la rica oligarquía de los conquistadores y naciente burguesía del virreinato de Nueva España. Los peregrinos británicos y los cazadores franceses llegaron de a poco a las costas del Norte del continente. Primero, subrepticiamente, comerciando con las poblaciones autóctonas; que solo les permitían breves estadías. También, en este caso, la viruela asoló a los poblados y confederaciones del Norte. En estas condiciones los peregrinos pudieron establecer pactos y alianzas, además de conseguir establecerse como residentes. Este fue el comienzo; lo que viene después, los desenlaces dramáticos, por así decirlo, fue el recorrido de la conquista continua, constante, repetitiva y expansiva, hasta copar todo el continente.

Desde el siglo XVI hasta el siglo XVIII, los europeos se apropiaron de inmensos territorios del continente, desconociendo todo derecho a las naciones y pueblos indígenas. Hasta ahora no han repuesto y respondido por los crímenes de lesa humanidad y por la apropiación indebida de estos territorios. El derecho internacional, convenido por los Estado-nación del mundo, no dice nada al respecto; queda ciego y mudo ante semejante crimen y violencia descomunal descargada. A esto llaman “sistema democrático”.

La conquista suma y sigue; las verdaderas guerras de la independencia, las guerras anticoloniales indígenas y mestizas, dadas en el siglo XVIII, incluso comenzadas antes, fueron acalladas. Eran guerras anticoloniales que expresaban la revolución social. En el siglo XIX se sustituyó esta subversión plebeya, por así decirlo, por una guerra de la independencia restringida en los límites de una revolución política, descartando la revolución social. Estos límites llevaron a constituir los Estado-nación de segundo orden, repúblicas de segunda clase, bajo el oropel de un liberalismo imitativo, pero no real.

Las oleadas de la conquista perdurable, después de la independencia, no se desplegaron con tropas, como ocurrió durante los siglos XVI y XVII, sino con inversiones de capital, a decir del lenguaje económico. Hablando claro, se definió una geopolítica del sistema-mundo capitalista, donde los Estado-nación secundarios, las repúblicas segundonas, se encargan de abastecer de materias primas a los Estado-nación de primer orden, las repúblicas modernas propiamente dichas. En este caso, metafóricamente, la conquista no toma Tenochtitlan, sino que solo compromete a Moctezuma. Las estructuras de los Estado-nación forman parte del orden mundial establecido como geopolítica del sistema-mundo. Son las estructuras políticas mediadoras en la transferencia de recursos naturales. Ya no es necesario ocupar militarmente territorios y conformar colonias, en sentido pleno, porque la clase política y la clase económica, por así decirlo, ya están colonizadas.

Paradójicamente, la conquista continua a través de los gobiernos nacionalistas, que se plantean la recuperación de la soberanía mediante medidas políticas de las nacionalizaciones de los recursos naturales y de las empresas trasnacionales extractivistas. Aunque el Estado-nación sea propietario de los recursos naturales, incluso de las empresas extractivistas, convertidas en empresas públicas, el funcionamiento de la maquinaria productiva del sistema-mundo capitalista le es ajeno; no accede ni controla esta maquinaria. El proceso de acumulación ampliada de capital se concentra en los centros de la geopolítica del sistema-mundo; entonces, el proceso recurrente de la acumulación originaria de capital, aunque se dé in situ, escapa también al control del Estado-nación rentista y extractivista. En este caso, aunque podamos conceder, hipotéticamente, que las mentalidades del nacionalismo revolucionario no estaban colonizadas, resulta que el funcionamiento de las cadenas productivas, sus engranajes, su ingeniería, la heurística de su maquinaria, ya es técnica colonial. En este caso, la conquista se realiza en el proceso mismo de producción.

La conquista suma y sigue. La evolutiva colonización, que podemos llamar como ya la han denominado, colonialidad, cuenta con la estructura del Estado-nación, que forma parte del sistema-mundo colonial-capitalista. Entre sus dispositivos cuenta con sus aparatos de emergencia, el ejército y la policía; mediante estos dispositivos, el sistema-mundo colonial puede acudir a su uso, en situaciones de emergencia, instaurando regímenes que manifiestan abiertamente el cimiento y el núcleo constitutivo del Estado, el Estado de sitio. Los gobiernos de las dictaduras militares fueron los más entreguistas en lo que respecta a la transferencia de recursos naturales, incluso en condiciones onerosas, aceptadas de antemano, como dadiva del imperio. En este caso, el colonialismo se encuentra en las armas mismas, en el uso institucional de las armas; es más, inmerso en los que las usan.

La evolución de la conquista continúa. La colonización puede ejercerse de manera eficiente, sin recurrir a ocupaciones militares, sin exponer de manera explícita a los funcionarios del Estado o, mejor dicho, a las estructuras institucionales del Estado, puede prescindir, por el momento, de los dispositivos de emergencia, usando tan solo los mecanismos de las políticas económicas, mediante una estrategia colonizadora como la del ajuste estructural neoliberal, mediante privatizaciones. El neoliberalismo es una estrategia, proyecto y ejecución colonial “técnica”.

Increíblemente la conquista suma y sigue con los “gobiernos progresistas”. En este caso, la colonización funciona mejor en la ideología. Empero, lo hace de una manera barroca; no se trata de la ideología explícitamente colonial, sino, paradójicamente, se expresa en discursos “anti-coloniales”, “anti-imperialistas”, “socialistas”, incluso “comunitarios”. Para decirlo de una manera ilustrativa, empero tosca, sin embargo, recurriendo a una metáfora harto conocida y usada, ocurre como con el caballo de Troya. El caballo de madera obsequiado por los griegos a los troyanos contiene en sus entrañas el arma o la pequeña armada que los va a derrotar, justamente en el festejo de la supuesta victoria. El discurso populista, “socialista” y “comunitarista”, incluso “anti-colonial”, contiene en sus entrañas enunciativas el paradigma colonial que va a colonizar a los pueblos que festejan su supuesta victoria. En nombre del Estado-plurinacional, en unos caso, en nombre del Estado-nación soberano, en otros casos, en nombre de la descolonización se efectúa la colonización en la forma más patética, comprometiendo las voluntades populares en el ejercicio del poder espectacular y rimbombante, que hace lo mismo que todos los gobiernos, continuar con el modelo extractivista colonial del capitalismo dependiente.

¿Qué tienen en común todas estas oleadas de conquista, posteriores a la llamada independencia? La ideología del “desarrollo”. Comparten esta visión, que es como la meta y la misión de todas las formas de gubernamentalidad dadas. Este prejuicio por el “desarrollo” es lo que los aproxima, aunque sus discursos e ideologías políticas los diferencie. Todas estas formas de gubernamentalidad distintas son dispositivos para cumplir con el “desarrollo”. Son parte reproductiva de esta ilusión inventada por el sistema-mundo capitalista. La colonización, en la modernidad tardía se ejecuta mediante esta apertura y construcción del camino al “desarrollo”.

Ya que la conquista es persistente, repetitiva, la guerra anti-colonial, iniciada desde el comienzo mismo de la colonización, también es permanente. No se puede derrotar a la conquista reiterada, por lo tanto, a la colonización continua, sino se desmantelan sus máquinas de poder, sus máquinas de guerra, sus máquinas económicas. No hacer esto, es hacerle el juego, concomitantemente, a nuevas olas de conquista y colonización.