La verdadera historia de Alemania

Hoy día domingo juegan fútbol los equipos representantes de los estados-nación que pisotean a sus pueblos, la prensa chilena aprovecha de soltar veneno contra los alemanes haciendo show con la persecusión de película que se hizo contra los nazis en Chile, y el poder convoca al ejercicio de las urnas en medio de la metida de pata de la candidata de la izquierda artificial que disparó duramente contra Allende y luego pide perdón como la presidenta a los mapuche. Triste circo de la sociedad del espectáculo.



La verdadera historia de Alemania

Hoy día domingo juegan fútbol los equipos representantes de los estados-nación que pisotean a sus pueblos, la prensa chilena aprovecha de soltar veneno contra los alemanes haciendo show con la persecusión de película que se hizo contra los nazis en Chile, y el poder convoca al ejercicio de las urnas en medio de la metida de pata de la candidata de la izquierda artificial que disparó duramente contra Allende y luego pide perdón como la presidenta a los mapuche. Triste circo de la sociedad del espectáculo.

Alemania surge históricamente de la unificación nacional-estatal de los feudos germanos que se articularon bajo la égida de la burguesía de Renania que había convencido a los señores feudales de destruir en conjunto al campesinado y las formas de vida comunitaria que sobrevivían ancestralmente de las comunidades originarias, para contar con millones de proletarios. Los grupos germanos provienen de las comunidades escandinavas donde floreció la civilización vikinga que llegó a desarrollar formas de cosmovisión avanzada en la forma de mitología muy semejante a la griega y formas de navegación que llegaron a lugar remotos de otros continentes.

Veamos lo que dice Wikipedia sobre los pueblos originarios de esa región:
Los pueblos germanos o germánicos son un histórico grupo etnolingüístico de pueblos originarios del norte de Europa que se identifican por el uso de las lenguas germánicas (un subgrupo de la familia lingüística indoeuropea que se diversificaron a partir de una lengua original —reconstruible como idioma protogermánico— en el transcurso de la Edad de Hierro). En términos historiográficos son tanto un grupo de entre los pueblos prerromanos (en las zonas germanas al oeste del Rin —provincias de Germania Superior e Inferior— en que se estableció una fuerte presencia del Imperio romano y fueron romanizadas) como un grupo de pueblos bárbaros (exteriores al limes del Imperio), situados al este del Rin y al norte del Danubio (Germania Magna); precisamente el que protagonizó las denominadas invasiones germánicas que provocaron la caída del Imperio romano de Occidente al instalarse en amplias zonas de éste: suevos, vándalos, godos (visigodos y ostrogodos), francos, burgundios, turingios, alamanes, anglos, sajones, jutos, hérulos, rugios, lombardos, etc. Los vikingos protagonizaron posteriormente una nueva oleada expansiva desde Escandinavia (la zona originaria de todo este grupo de pueblos), que afectó a las costas atlánticas (normandos) y a las estepas rusas y Bizancio (varegos).
Algunos pueblos germánicos se fusionaron con la población romana dominante demográficamente en las zonas que ocuparon de Europa suroccidental (galo-romanos, hispano-romanos, italo-romanos); mientras que otros se convirtieron en la base etnográfica de las actuales poblaciones de Europa central y noroccidental (escandinavos o nórdicos –la mayor parte de los países nórdicos: daneses, suecos, noruegos, islandeses, y los isleños de las Islas Feroe, con excepción de bálticos, fineses y lapones–, alemanes –en el sentido del ámbito lingüístico alemán, que incluye a los austriacos, la mitad de los suizos y otros grupos de habla alemana de Europa central y oriental desde Francia hasta el Cáucaso–, las poblaciones de habla neerlandesa –noroeste de Alemania, Países Bajos y norte de Bélgica– y anglosajona). En Europa oriental los pueblos germánicos se vieron desplazados por otros (especialmente los pueblos eslavos y los magiares), para pasar posteriormente a protagonizar una nueva fase expansiva.

Para estudiar este acontecimiento, nos basaremos en algunos escritos de Marx, no del mal llamado “marxismo” que reune a algunos de sus seguidores que lo abandonan cuando modifica sus interpretaciones y prioridades tras el estudio de la experiencia de la Comuna de París de 1971, y en la potente acumulación de datos realizada por Silvia Federicci en su obra magistral “Caliban y la bruja”.

Veamos primero estos referentes y la metodología de interpretación que efectuaron:

Ya hemos hablado sobre las modificaciones de Marx tras la Comunne, por lo que veremos esta vez un par de párrafos de la interesante reflexión de Michel Duggett “Marx y los campesinos” publicado en el blog Marx desde Cero https://kmarx.wordpress.com/2016/07/17/marx-y-los-campesinos/

“Los escritos de Marx sobre los campesinos franceses de los años cincuenta constituyeron su primera confrontación con el problema de la acción política campesina como cuestión contemporánea y siguen siendo tal vez sus escritos más notorios y citados. En estos escritos —”Lucha de Clases en Francia, 1848-50” [en Marx, 1950, i: 128-220] y “Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte” [en Marx, 1968: 95-180]— comenta el papel de los campesinos en la Revolución de 1789”.
“su visión de 1871 es la de un campesinado que sólo requiere (pero es indispensable) un estímulo del centro, un programa concreto, para alzarse en armas. Pero esta revolución campesina buscaría, como dice Marx, destruir el gobierno de la burguesía, no para construir el socialismo, sino para eliminar el demonio de la hipoteca y de la deuda de sus pedacitos de tierra privada, para vivir un poco mejor pero igual que antes. ¿Es este el mismo resultado buscado por el gobierno proletario en perspectiva?”
“Si triunfara el socialismo en Rusia, este país podría brincarse una etapa. Así puede vislumbrar Marx una situación histórica donde la comuna, en la medida en que sobreviva, puede convertirse en el “punto directo de origen” [ibid: 222] del socialismo. Esto hubiera alegrado el corazón de Vera Zasulich, si hubiese podido verlo. Es casi la posición Narodnik; resulta extraño oír hablar a Marx de la vida vigorosa de la comuna en Rusia, entendiendo por tal su supervivencia a través del tiempo, cuando la misma supervivencia de las comunidades Orientales había suscitado de tal modo su desdén histórico.”

“Conclusión El tema fundamental de este artículo ha sido la actitud ambivalente de Marx hacia los campesinos a través de su obra. Hemos sostenido que tal actitud deriva de sus categorías básicas y vitales de la burguesía y el proletariado que emplea para entender la moderna sociedad capitalista, en cuyos términos no pueden entenderse los campesinos sin ambivalencia”.
Esta última visión de Marx (casi la visión narodnik NJY), distinta de la que tenía antes, nunca se conoció tan bien como sus opiniones contenidas en las obras principales, a las que se refiere Mitrany. Para hombres como Lenin, a finales del siglo, lo primordial era el impacto del capitalismo, la destrucción de la comunidad campesina era un hecho que los marxistas recibirían con júbilo. A la luz de algunas investigaciones recientes parece dudoso que ésto hubiese sucedido en efecto, aun para 1917. Por lo tanto, las últimas palabras de Marx sobre este tema están adquiriendo nueva importancia y aun nuevo patetismo; como todas sus palabras, éstas llevan una pesada carga de consecuencia histórica.”

Seguimos:
Destacados autores, que se cuentan por decenas y hoy día son muchos más, dejando aislados a los autores que defienden el dogma “marxista” como Atilio Borón y Emir Sader, están recogiendo, divulgando y analizando las modificaciones que Marx fue haciendo de sus conclusiones, mostrándolo como un autor poco dogmático y bastante flexible en sus cambios en dependencia del desarrollo de los acontecimientos históricos, por lo que a la luz de las nuevas posturas de Marx en defensa de la comunas campesinas rusas (y de muchas otras experiencias que fue profundizando el estudio tras romper con el estado como vía de transición a la sociedad sin clases, del común, con o sin ismo, en 1871), regresemos atrás en el tiempo y volvamos a mirar lo que Silvia Federicci mostró de los campesinos alemanes y en general de Europa, bastando decir del texto de ella que la persecusión a la mujer (la bruja), tenía por objetivo desarticular las formas de vida comunitaria que reivindican el omnia sunt communia, es decir “todo es común” o “todo es de todos”, frase divulgada por grupos cristianos revolucionarios, entre los cuales los alemanes seguidores de Müntzer y los anabaptistas, pero no inventada por ellos como sostienen algunos historiadores, sino que viene de las tradiciones ancestrales desde las épocas escandinavas originarias, cuyo estudio resulta más que interesante debido a la enorme cantidad de formas subjetivos mitológicas de donde han salido también una de las más prolíficas escuelas de cuentos llamados infantiles, como de los hermanos Grim, inteligentemente estudiados por Claude Levy-Strauss que los comparó con las mitologías originarias de las selvas amazónicas mediante lo que denominó el inconsciente colectivo.

Así, la burguesía Renana junto a la oligarquía feudal, lanzaron la represión contra las insurrecciones campesinas que defendían el común y la no propiedad de la madre tierra, y sobre la sangre de esos pueblos que portaban las tradiciones ancestrales de la comunidad, se erige el estado-nación unificado, centralizado y despótico, igual como se hizo en Venezuela, Chile y los demás de nuestro continente en la llamada independencia que sólo ha dado continuidad a la colonización.

Vale la pena actualizar esas historias de nuestras raíces y así vamos engarzando con la salida y viajes del homo sapíens desde África y la relación de los neandertals y los homo sapiens con el mundo de la vida de las ancestrales comunidades escandinavas.

O sea, la verdadera historia de Alemania es la misma triste historia del estado-nacion chileno, construido sobre la sangre mapuche, diaguita, aymara y demás. De allí que quienes juegan fútbol representando a un estado contra el otro estado, en el fondo representan la división y competencia que el poder ha instalado sobre los pueblos y sus historias. Sin raíces no hay futuro, salvo tuberías plásticas en la luna.

No a la política como disputa y ejercicio del poder y no al deporte espectáculo comercial.
Si a la política como democracia, asamblea y autogobierno y si al deporte como convivencia y compartir.

Jaime Yovanovic (Profesor J)
unlibre@gmail.com