Las estrellas feministas iluminan Chiapas y Rojava

En el Kurdistán sirio, en la región de Rojava, una revolución feminista, libertaria y popular combate al fundamentalismo islámico mientras los principales medios de comunicación globales la invisibilizan. No conviene, se trata de un experimento social que no sólo lucha contra el Estado Islámico, también se opone a la democracia liberal y al capitalismo. Una construcción social en la que las mujeres participan en igualdad en la toma de decisiones. Un proyecto de abajo-arriba, en medio de la guerra de Siria, con enormes similitudes con el zapatismo mexicano.



Las estrellas feministas iluminan Chiapas y Rojava
Carlos Soledad*
La Jornada

En el Kurdistán sirio, en la región de Rojava, una revolución feminista, libertaria y popular combate al fundamentalismo islámico mientras los principales medios de comunicación globales la invisibilizan. No conviene, se trata de un experimento social que no sólo lucha contra el Estado Islámico, también se opone a la democracia liberal y al capitalismo. Una construcción social en la que las mujeres participan en igualdad en la toma de decisiones. Un proyecto de abajo-arriba, en medio de la guerra de Siria, con enormes similitudes con el zapatismo mexicano.

El pueblo kurdo, habita la región del Kurdistán, al norte de Oriente Medio, en lo que era la antigua Mesopotamia, entre los ríos Tigris y Éufrates y la zona dominada por las montañas de Anatolia y los montes Zagros. Esta región se enorgullece de ser el sitio donde se originó la civilización agrícola y urbana hace ocho mil 500 años aC Su origen como pueblo data del siglo X aC Actualmente, el territorio del Kurdistán se encuentra dividido por las fronteras de cinco estados –Turquía, Irak, Irán y Siria, y un pequeño enclave en Armenia–. El Kurdistán es un territorio rico en el que se encuentra casi la totalidad de las reservas de petróleo de Irak e Irán y la totalidad del sirio.

El giro ideológico del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) ha sido clave en la revolución de Rojava. En su origen en 1978, se enfrentó al ejército turco mediante una organización marxista-leninista de liberación nacional logrando una gran influencia en Turquía y en otras áreas del Kurdistán. Más tarde, en 1999, abrazó junto con su líder Abdullah Öcalan, las ideas del confederalismo democrático del anarquista Murray Bookchin mutando hacia los ideales de la ecología social, el municipalismo libertario y la democracia directa. Pasó de querer un Kurdistán independiente a un Oriente Medio democrático.

En 2011, al calor de las primaveras árabes se desencadenó en Siria una revolución social que derivó en guerra civil. El Partido Revolucionario de Rojava (PYD) en alianza con el PKK establecieron asambleas populares, comunas y consejos en las ciudades y otras áreas. Dos años después, el pueblo de Rojava redactó su contrato social, especie de constitución centrada en los principios de la autonomía democrática, que dieron consistencia a sus tres cantones y al sistema político de democracia directa (goo.gl/KAD4Vb).

Cada cantón tiene sus propios consejos en los que se gestionan los asuntos diarios. La representación étnica y religiosa se elige cuidadosamente y se han establecido cuotas de participación de las mujeres, que en la mayoría de ocasiones se supera. La educación y la sanidad están garantizadas, así como los sistemas de impartición de justicia. Un elemento importante es que las fuerzas de seguridad están subordinadas al poder de las asambleas. De hecho, desde las academias de policía, se imparten cursos de resolución no violenta de conflictos y teoría feminista antes de tocar un arma (goo.gl/qDykp1).

A estas estructuras hay que sumar las Unidades de Defensa del Pueblo (YPG) y las Unidades de Defensa de Mujeres (YPJ). Son el abrazo armado del movimiento, tienen como responsabilidad mantener el orden y proteger la vida de los habitantes. Se consideran una milicia democrática, la cuál elige a sus oficiales mediante elecciones y actualmente desarrollan una política de defensa de los territorios liberados. El YPJ es la brigada femenina que ha jugado un papel fundamental en los combates. Pero no sólo eso, también se ha rebelado antes las expectativas de género en la región y son en sí mismas un movimiento feminista.

Las similitudes, simpatías y aprendizajes entre el movimiento zapatista y la revolución de Rojava son notables. La reciente carta enviada por el Movimiento de Mujeres del Kurdistán a María de Jesús Patricio Martínez, vocera del Congreso Nacional Indígena (CNI) sobre la propuesta de presentarse a la Presidencia de México en las elecciones de 2018 es muestra de ello. “Nosotros en Kurdistán hemos desarrollado nuestra propia defensa contra las fuerzas capitalistas modernistas y los ataques de los estados colonialistas que ocupan nuestro suelo”…”Queremos que sepan que recibimos una constante y especial inspiración de sus experiencias de autogobierno, de buen gobierno y de comunalismo”… “la compañera Marichuy no es sólo la voz de los indígenas de México, es al mismo tiempo de todas las mujeres del mundo” (goo.gl/TcDZbP).

Al ser una alternativa integral, la revolución de Rojava tiene muchos enemigos. Entre ellos, el Estado Islámico está obsesionado con su destrucción. El antropólogo David Graeber señala que la estrategia de los fundamentalistas islámicos se basa en la idea de que son una fuerza imparable y que su victoria es prueba de la voluntad divina. “Ser derrotados por un grupo de feministas sería la mayor de las humillaciones”(goo.gl/qDykp1). En un momento en que el pesimismo oscurece a la izquierda, las estrellas de Chiapas y Rojava nos recuerdan que lo más oscuro de la noche es antes del amanecer.

*Sociólogo