Chile: Acabar con la pobreza o acabar con los pobres. El ejemplo de Valparaíso.
Cada vez se habla menos de los pobres, de los campesinos, de los campamentos, de los cesantes y de los obreros. Los tres bloques políticos del poder coinciden en que la disputa se da entre las capas medias y los sectores acomodados, desde donde salen las migajas populistas hacia los sectores marginados.
Durante la época de los años sesenta llegó a su fin el ocultamiento histórico de los pobres que se mantenía mediante las vanguardias obreras de los partidos comunista y socialista instalados en las dirigencias sindicales desde donde compartieron los gobiernos frentepopulistas con la pequeña-burguesía profesional de ingresos medios y segura inserción laboral con el estado o el mercado. Los dos partidos obreros siempre mantuvieron una relación vertical, autoritaria y paternalista hacia los pobres, que debían ir detrás porque eran “los obreros”, es decir, parte de los pobres, vivían en las periferias, vestían y hablaban como ellos, tenían programa de gobierno. Así se afinó la alianza frentepopulista entre el reformismo obrero y sectores medios en la Unidad Popular, de los cuales se quebró el partido radical y las corrientes salidas de la DC vinieron a salvar la alianza colocando cientos y cientos de profesionales, técnicos, en fin, una masa intelectual formada bajo el alero de la Cepal y su política económica de substitución de importaciones. Tampoco la UP sacó a los pobres de la invisibilidad, pues ellos debían seguir la alianza superestructural de partidos que irían diciendo cuando y como moverse para allá o para acá.
Sin embargo los pobres de forma multitudinaria se fueron encontrando en el campo y en las periferias de las ciudades. Desde los sindicatos más pequeños y menos ligados a la burocracia de la CUT, los obreros de las fábricas por barrio se fueron articulando en los famosos cordones industriales. Bastaba que un par se reuniera para que llegaran los demás. Partidos fuera del bloque gobiernista se articulaban para integrarse en esas nuevas dinámicas, en especial el MIR, Izquierda Cristiana y grupos troskistas. La enorme seguidilla de tomas de terrenos urbanos que dieron origen a los cordones y coordinadoras de pobladores sin casa, viene al encuentro de las dinámicas sindicales y se comienzan a armar los consejos comunales de trabajadores como ya se estaban formando en el campo los consejos comunales campesinos. Los pobres se organizaban por todos lados y hacían oir su voz levantando sus propios programas, reivindicaciones y formas de lucha, que no tenían nada que ver con los ajustes históricos y políticas reformistas, graduales y etapistas de las vanguardias obreras y menos de sus alianzas con sectores empresariales y de pequeña-burguesía, que con esas huestes se lanzaron contra el movimiento y las dinámicas de los pobres desarmando políticamente a la población y arrojándoles la represión institucional encima, hasta salieron con sus pacos rojos y asesinaron militantes revolucionarios que se ligaban a estas dinámicas de nuevo tipo. El estalinismo mostró su cara temprana. Y aún hay algunos que participaron de esa represión contra el pueblo y posan actualmente de revolucionarios engañando gente para luego traerlos de vuelta en nuevas alianzas nacional populistas de una pequeña-burguesía reforzada y un reformismo obrero en crisis virando hacia el reformismo pequeño-burgués. Ese es el Frente Amplio, que a diferencia de la UP, no es la santa alianza entre ambos reformismos (o sea, cambios progresivos desde arriba cruzando los dedos para que no lancen otro golpe militar), el obrero y el pequeño burgués, sino la hegemonía absoluta de la pequeña-burguesía salvadora de la patria y de su bolsillo.
La Concertación fue la descarada continuidad del proceso de acumulación de ganancias mediante el neoliberalismo impuesto con la bota militar donde la marginalidad y la pobreza han aumentado como en todo el planeta, ya que el modelo neoliberal se ha ido acabando y hemos entrado en una nueva fase del modelo capitalista de neo-asociatividad estado-mercado, el neo-institucionalismo que habla Joseph Stiglitz, asesor económico principal de los Clinton, ex presidente de la reserva federal de Estados Unidos (Banco Central) y ex vicepresidente del Banco Mundial. Una joyita. El estado deja de ser bonapartista (que favorece o intenta favorecer a unos y a otros) y asume plenamente las tareas de abrir camino a las empresas que aplican el extractivismo, en especial debido a que no hay más otra fuente de alimentación financiera del aparato estatal, aparato que crece más y más formando un colchón político de defensa ideológica de su existencia, lo que sucede en Ecuador, Nicaragua, Venezuela, China, Rusia y Bolivia, por citar ejemplos “progresistas”, pero que aplican también a las otras corrientes ideológicas, como el derechismo en Perú, que hace acuerdos con el fujimorismo mayoritario en el parlamento, el falso “pacificador” Santos de Colombia, la Nueva mayoría en Chile, Le Pen en Francia, Trump, y etcétera.
Si usted está atento, habrá notado que ninguno de ellos puede hacer nada por los pobres, salvo discursos nacionalistas (Mar para Bolivia, Muro para Trump, Cerco a Corea, etc) y populistas (canastas familiares para 40 millones de pobres en Brasil, aumento salarial fuerte en Venezuela. Los pobres están conmigo, Le Pen).
La limosna o generosidad hacia los pobres son la mejor prueba de que no hay soluciones para ellos. La brecha entre las capas medias elitistas, tecnológicas e individualistas irá aumentando con respecto al pueblo donde va agigantándose la marginalidad, por ejemplo los millones de brasileños que salieron contra el tarifazo o contra las construcciones lujosas para el mundial y las olimpíadas. Los favelados no disminuyen ni mejoran su standard de vida, muy por el contrario, aumentan cada vez más, mientras siguen llegando de todas partes del pĺaneta a las grandes ciudades millones de desplazados por las guerras, el hambre y el despojo territorial. Como que no sorprende que Trump quiera levantar nuevos muros.
Con estas medidas van a conseguir que unos pocos se solidaricen con los marginados y habrá palo y lacrimógenas (y balas, claro) para ellos también, pero lo que interesa es reforzar la mentalidad de elite selecta y provilegiada de los profesionales graduados universitarios que se requieren para manejar la tecnología de la estructura tecno-científica-cultural-social del estado y del mercado, así como de las ONGs y Fundaciones que hacen nata para llenar con caricias amorosas los espacios vacíos sociales que va dejando el continuismo elitista de las capas medias que sirven al cayo a la reproducción extractivista del capital y votan Frente Amplio.
Así las capas medias defienden sus intereses trasformándolos en aspiraciones generales para todos. Y como los pobres no tienen nada que ver con esa mentalidad y modo de vivir acomodado y proto-fascista, la solución es sacárselos de encima, lo que necesita mayor represión. Veamos el ejemplo de Valparaíso, comuna donde ha ganado sin votos este Frente Amplio, o mejor, con pocos votos, de profesionales, comerciantes y estudiantes. En tanto la gente de los cerros, la enorme y mutitudinaria (y dolorosa, obvio) mayoría social donde los pobres se amontonan, se negó tajantememte a votar por ninguno de los tres bloques del poder.
Carabineros, a sabiendas de su deber en la nueva situación que estamos viviendo, hizo aterrizar en la región a su nuevo jefe máximo supremo a los pocos días de “ganar” la alcaldía los representantes de la elite pequebú, y este señor uniformado de verde comenzó a pegar en postes y palmeras el edicto del rey gritando a todo pulmón que había que limpiar las calles de los vendedores ambulantes porque son la cobertura de la delincuencia. “Llegó Atila” comenzó a circular la voz, en tanto Sharp, el flamante alcalde, se tiraba los pelos ante la descarada presión que se le hacía desde las instituciones “materiales” del poder, exactamente en los momentos en que la Cámara de Comercio del puerto se manifestaba en la necesidad de limpiar las calles de los vendedores ambulantes. O sea, hay un acuerdo generalizado. No es que se reunen entre ellos en sesiones clandestinas de confabulación contra los pobres, no, no es la teoría de la conspiración, sino simplemente la noción de que a los pobres hay que sacarlos de la vista y amontonarlos allá arriba en la punta del cerro, donde las fuerzas del orden se harán cargo (y se soban las manos como usurero malvado imaginando como “conservan el orden” ñaj, ñaj, ñaj).
De pura casualidad, no sea mal pensado, han comenzado extrañas balaceras y asesinatos en calles del centro de las ciudades de la Quinta Región (más se tira los pelos Sharp, que tiene que mostrar eficiencia, pues la candidata de su bloque va a la parada presidencial) y los señores de uniforme verde tironean de las cuerdas golpeando las jaulas por dentro para que los dejen salir en jauría a restaurar “el orden” mientras el jefe Atila sopla y sopla el pito para calentar el cuerpo ansioso de la orden del alto mando que dirá “a ellos”.
El caso es que los ambulantes se han movido y están demostrando que en las calles donde se han organizado en sindicatos no hay delincuencia. A propósito el presidente de los ambulantes me ha dicho que han llegado como cuarenta partidos a hablar con él y ya tiene que andar con la guasca en la mano para sacárselos de encima.
Ya consiguieron limpiar la plaza Aníbal Pinto y ponen una perseguidora a lorear por si no viene alguien a vender. Al menos Atila ha bajado un poco la presión propagandística-pedagógica de que los ambulantes trabajan con la delincuencia, lo que siempre ha sido una soberana mentira.
Para nadie es un secreto que las inmobiliarias compran y construyen donde pueden y no se andan con chiquitas de limpieza, belleza u olores. Han tenido que ser los nuevos arquitectos del Frente Amplio los que han lanzado las primeras líneas de un nuevo proceso de gentrificación, es decir, sacar a los pobres que habitan en el plan y en la primera mitad de los cerros empujándolos hacia arriba, pues su programa es solamente de ética y estética, una ética contra la corrupción y mayor “participación” (como en el chiste de la alcaldía ciudadana) y estética filo-fascista de las elites medias que tienen sus frontis con orina, feca, latas, vidrios y cartones de los que hacen vida nocturna en las calles y pasan llamando al cuadrante para que los echen. O sea, yo y mi tranquilidad personal y para eso tenemos a los perros de la jauría. Y todos felices, pues cada uno disfruta de lo que hace.
La gentrificación no es sólo para vivir sin pobres en las proximidades, sino también guarda relación con la imagen del comerciante y del turismo, lo que ha llevado a cambiar las características de los cerros Alegre y Concepción, donde vivía una elite intelectual, artística, cultural y política que convivía con el comercio turístico y ahora todo ello se ha acrecentado hasta llegar a un nivel de saturación y pugnas internas. Ha habido un severo cambio de población ya que antes convivían militantes y exmilitantes o simpatizantes del Partido Comunista, del MIR e intermedios que vivían la política “culturalmente”, o sea, casi como un hobby y hoy se vive una gentrificación que ha atraido miles de personas de mente profesional-comercial que rehuye las reflexiones o necesidades de fondo y se deja llevar por los mensajes y medidas superficiales y cómodas de la limpieza étnica. O sea, de tanto aumentar el turismo, el comercio y la gentrificación, ya no hay diálogos, la frialdad y la falta del saludo se han impuesto. Cambió mucho, pero la gente sigue viniendo a vivir por el mito y se adaptan rápido al individualismo y frialdad imperante. Ya no se habla tanto de los ascensores, de las tradiciones o del patrimonio. El frío e inhumano comercio ha acabado cn todo ello. Las masas anodinas del plástico han hegemonizado el mundo de la vida.
Ese mismo proceso es el que están empezando a hacer en el cerro Panteón, Cárcel, Yungay y otros más.
La gente de los cerros arriba ya ha tirado la esponja y se ha retirado de la política y de las elecciones, toca ahora que descubran su potencia, para lo que los activistas deben multiplicar las actividades compartidas en la calle, empoderarse de los barrios ocupando los espacios y transfiriendo la vida del encierro personal hacia las formas compartidas de las calles y plazas, sin discursos ni propuestas, pues a la primera la gente sale escapando. En un cerro donde se conversaba en un asado, un compa invitó a siete personas a limpiar la quebrada, pero nadfie lo pescó, lo que indica el nivel de desidia generalizado que se ha alcanzado por las dificultades de la vida que obligan a vivir como por milagro. La época del trabajo, del empleo, del salario y la previsión, se ha acabado y no volverá, hoy es otra época, la época de la dispersión y del sálvese quien pueda, por lo que no tienen cabida las “propuestas”, ya conocidas por esconder formas organizativas y estratégicas que se han dicho y hecho una y mil veces.
La institucionalidad, el estado y el mercado ya no pueden acabar con la pobreza, que sigue creciendo proporcionalmente a escala mundial, mientras unos pocos obtienen su título profesional y la mayoría de ellos deben encontrar empleo como telefonistas, atendiendo público o similares, en tanto una minoría tiene acceso a los sueños individualistas de obtener su casa, su auto y su pareja independientemente de los demás, del barrio, de la naturaleza y del amor.
Por ello apoyamos toda experiencia que sale del marco estrecho de la política partidaria y de los colectivos de afinidad que se organizan como vanguardias intentando alcanzar lo que otros ya han intentado sin éxito. Sólo la multiplicación de las experiencias compartidas de la antigua familia del barrio podrá entrecruzar las bases de los afectos que radican en el instinto de la especie y no en la lógica instrumental de las reivindicaciones o derechos del pueblo que hasta ahora sólo han servido para traer agua al molino de los grupos vanguardistas, que se repiten cada cierto tiempo con uno o varios grupos tras el otro o los otros, una cadena de nunca acabar y en la que se envuelven los jóvenes universitarios que tranquilizan su conciencia desde su status cambiando lo que se pueda mientras no les afecte en lo personal.
No se trata de estimular sentimientos positivos en pugna con sentimientos o prácticas negativas, sino simplemente de recuperar el instinto del afecto, del compartir, del amor, del común, de construir o reconstruir tejidos afectivos de identidad. De allí, la propia población irá descubriendo los momentos y lugares de instalación de la autogestión de alimentos y medicinas, la autoorganización, la autonomía y el autogobierno de localidades.
A invertir pues en dinámicas y actividades de compartir el barrio saliendo del encierro de la prisión de los hogares.
Jaime Yovanovic (Profesor J)
unlibre@gmail.com