Pura dinamita: los nuevos proyectos de Ana Tijoux
Por Darío Zambra
A 10 años de su debut como solista, la cantautora chilena está en un período explosivamente creativo. No sólo está preparando su quinto disco, sino que también está trabajando con dos nuevas bandas. Aquí habla de esos proyectos, de cómo ha dejado atrás sus miedos y de la “batalla” que enfrentará este fin de semana.
Ana Tijoux nunca imaginó todo lo que vendría después de la publicación de su disco Vengo (2014). Ni el reconocimiento internacional, ni los premios, ni las giras por Europa y Norteamérica, y menos los elogios de músicos como Iggy Pop y Ryuichi Sakamoto. “Jamás lo pensé ni lo calculé. Han sido muchas cosas inesperadas para mí, desde ser tan solicitados hasta girar por un montón de países”, se sincera por teléfono, desde un estudio de grabación en Santiago, esta chilena que nació en Lille, Francia, cuando sus padres estaban en el exilio.
Luego de esa vorágine, la compositora y cantante decidió bajar un poco las revoluciones para concentrarse en crear material nuevo. “El silencio es súper bueno para crear y por eso me di este año. Pero ‘me lo di’, así entre comillas, porque igual hice una última gran gira por Australia y Nueva Zelanda, entre medio me fui a California y acabo de tocar en Colombia”, cuenta. Ese silencio que se autoimpuso para crear fue fructífero, porque por estos días no trabaja en uno, sino que en tres discos.
Tijoux no es de hablar mucho con la prensa, salvo en contadas ocasiones. Sólo cuando tiene algo que contar —dice— sobre sus proyectos musicales. Como el de este mismo fin de semana en el Polideportivo del Estadio Nacional, en que librará una “batalla” con la banda de estilo urbano Moral Distraída. Será un duelo musical inédito, en el que ambos grupos se enfrentarán en distintos “rounds”, para mostrar en vivo sus mejores dotes. El de este sábado será en el marco del Red Bull Soundclash, una competencia entre bandas que antes se había hecho en países como Estados Unidos y Alemania, y que ahora aterriza por primera vez en Chile (ver recuadro).
—Del “kaos” a los boleros
—Hace justo una década, Ana Tijoux publicó Kaos (2007), su debut como solista y el primer disco que editaba luego de dejar Makiza, la banda que en los 90 la puso en el mapa de la escena musical chilena. En los 10 años que han pasado desde entonces, la autora de Sacar la voz se convirtió en una de las artistas chilenas con mayor proyección internacional, lo que le permitió pasar de tocar en pequeñas salas locales a girar con frecuencia por escenarios de Europa y Estados Unidos. En todo ese tiempo se atrevió a incursionar en nuevos estilos y pasó del rap de sus inicios con tranquila facilidad a los boleros y valses peruanos que canta hoy.
—¿Tienes preparada alguna celebración por los 10 años de Kaos?
—“No tenía idea de la fecha”, dice sorprendida. “Voy a llamar al Foex y a Cristóbal Pérez, con quienes hice el álbum, para contarles”.
—¿Cómo vez en retrospectiva esta década en solitario?
—“Ha sido bacán. Me he liberado de mi propia dictadura”, confiesa, y se toma unos segundos para meditar lo que acaba de decir. “A veces, por temor, a uno le da miedo salirse un poco de lo que es, pero con el tiempo me he soltado un poco más, en la onda de ‘voy a hacer un tema con guitarra y está todo bien; y voy a hacerlo cantado y medio bolero…’ Me he permitido explorar cosas que hace rato me resonaban en la cabeza y me he relajado con eso. Creo que hay que hacer lo que a uno le haga feliz”.
—Este año paraste un poco para dedicarte a componer. ¿Qué proyectos te tienen ocupada hoy?
—Estoy medio loca, porque estoy en tres cosas paralelas. Una es Anita Dinamita, un trío de hip hop que estoy haciendo con Hordatoj, el productor de 1977, y con Foex, quien produjo Kaos. Es un proyecto sin mayores pretensiones que hacer lo que nos gusta. Son beats con músicos amigos como invitados, como (el guitarrista) Raimundo Santander y Felo Foncea en voces.
—¿Qué te motivó a armar este trío?
—Es una idea que veníamos conversando ya hace cuatro años, en juntas de amigos. Siempre decíamos ‘tenemos que hacer unos temas’, y ahora nos juntamos y los hicimos. Pasaba que me iba de gira, entonces no encontrábamos mucho espacio en el calendario, pero ahora se dio. Además, es bacán trabajar con el Hordatoj, mi amigo y compadre.
Géminis será el nombre del primer disco de Anita Dinamita, un EP de seis canciones que publicarán en vinilo antes de fin de año. Ya tienen avanzados cuatro temas y uno de esos lo estrenarán este sábado en Soundclash. “Estamos conversando con un sello de California para editarlo. No quiero decir cuál, porque aún no está cerrado. Pero es uno chico, no una multinacional. La idea es sacarlo y empezar a tocarlo”, adelanta.
El otro proyecto que le quita el sueño es Roja y Negro, la banda de folclor latinoamericano que armó con los jazzistas Raimundo Santander y Ramiro Durán. Juntos han recorrido varios escenarios en el último año y ahora anuncian el que será su primer álbum, uno que tendrá como invitadas a grandes mujeres de la canción latina, como la chilena Cecilia -con quien tocó en los Premios Pulsar- y la boliviana Luzmila Carpio.
—¿Cómo se gestó la idea de hacer estas canciones de amor y desamor con Roja y Negro?
—Se dio de manera natural. En los tiempos muertos de las giras y en los aeropuertos. Raimundo sacaba la guitarra y nos poníamos a componer, en una especie de free style. Yo también tenía ganas de tocar en formato más pequeño. Muchas veces nos invitaban a peñas solidarias, pero por una cosa de recursos no se podía tener todo el implemento de sonido que requiere una banda. Entonces, esto nos permite presentarnos en lugares más pequeños y sin muchas expectativas, onda ‘si nos vienen a ver bien y si no, bien también’”.
—Es un formato más relajado.
—Sí, mucho más. Ahí me permito experimentar con las canciones tradicionales, los boleros, los clásicos de Lucho Gatica, cosas que siempre escuché en la casa. Es como ir jugando, como quitarse ese personaje que uno tiene y que le pesa.
En los últimos meses, la cantautora ha intercalado las presentaciones de Roja y Negro con las de su formato solista. Dice que un proyecto no entorpece el otro. Al contrario, “son paralelos y se complementan súper bien”. Los lleva de tal manera, que mientras prepara su disco con canciones de amor y desamor, trabaja también en las de su quinto álbum como Ana Tijoux, el sucesor del exitoso Vengo y que aún no tiene nombre.
—¿En qué etapa se encuentran esas composiciones?
—Está en una versión básica aún. Tengo un par de maquetas que trabajé con Edén Carrasco, un tremendo amigo saxofonista, y con Ramiro Durán. No creo que salga este año, pero el siguiente sí seguro. Quiero trabajar también con dos productores en particular, uno de Nueva York y otro de Puerto Rico, pero nos ha costado a los tres encontrar una fecha. Tengo una idea de lo quiero hacer, pero no me atrevo a hablarlo mucho.
—¿De dónde vino la inspiración para este nuevo álbum?
—Puede que al final salga algo nada que ver, pero tengo ganas de hacer un disco bailable, pero a mi manera.
—¿Y cuál es la manera bailable de Ana Tijoux?
—“Con movimiento de caderas”, suelta bromeando. “Hay harta música latinoamericana que me hace bailar y esa es una de las columnas vertebrales que quiero trabajar en el disco. Ahí veremos si es que soy una fiasco para hacer bailar o no”.
—Después del revuelo de Vengo, las expectativas por lo que publiques son altas. ¿Te influye eso al momento de crear?
—Totalmente, porque se espera que superes lo anterior. Pero mi postura es: ‘Voy a hacer una obra. Si es buena o mala, eso lo dictará la historia’. Hay discos increíbles que no suenan en la radio y artistas maravillosos que no llenan salas, entonces, ¿qué es bueno y qué es malo? ‘¿Llenar salas es lo que quiero? ¿Hacia dónde remar?’. Esos son cuestionamientos transversales al momento de crear y todo lo demás es ruido en ese proceso.(…) Uno sufre un poco al crear, porque trata de conectarse con algo en un estado casi meditativo, algo así como irse para adentro y escarbar para sacar afuera.
—Entre medio de todo te estás preparando para el Soundclash. ¿Qué te atrajo de este duelo?
—Que es un formato entretenido y que nunca había hecho algo similar. Me pareció motivante tomar canciones de un colega y hacerlas sonar a mi manera. Por ejemplo, en una de las pruebas tengo que empezar un tema mío y ellos lo toman desde la mitad, en su propio estilo. Además, tenemos muy buena onda con el Camilo (Zicavo, de Moral Distraída), porque era mi vecino en el pasaje donde vivíamos. Somos bandas amigas.
—¿Qué puede esperar la gente que vaya a verlos?
—Habrá dos escenarios enfrentados, con el público en medio, entonces tendrán que darse vuelta para ver un show u otro. Eso es interesante, porque quiebra la estructura tradicional de los conciertos. Luego, podrán ver a cada banda en un terreno que quizás no es el propio, porque ambas tenemos estilos diferentes. Es como deconstruir el imaginario de cada grupo, quitarnos ese traje que tenemos.
—No sé cómo lo haces para concentrarte en tantas cosas a la vez.
—Medito. O al menos lo intento. Me cuesta mucho enfocar la cabeza, pero trato de meditar todos los días, aunque sean 15 minutos al día. Me obligo a hacerlo, para mantener la cabeza tranquila.