Olmedo Carrasquilla Aguila
11 septiembre 2017
Crónica por los senderos de la yuca
Desinformémonos
Nuestro caminar por cuestiones del destino, nos ubica al sur de América, otra cultura, biodiversidad, gente, que resiste, canta y atiza el fuego de la vida por mejores días de prosperidad. Sin tenerlo como un punto de nuestra agenda, el llamado se presento por un encuentro de mujeres indígenas Shiwier, la cual tejerían sus conocimientos, experiencias y arte por las comunidades de Panitza, Kambantsa, Kurintsa y Tunguintsa, en la región amazónica del Ecuador.
Tierra guerrera, cuyo fuerza y alimento terrenal, es la yuca como otros cultivos. Y que desde inicio de nuestra trayectoria estuvo acompañada de grandes sembradíos, y por supuesto recibidos en cada comunidad con la chicha fermentada de esta raíz, cuyo nombre científico es Manihot esculenta, conocida como Yuca Dulce. Este tubérculo es de gran importancia en toda la Amazonia y su cuidado y cultivo se enreda con la vida de las mujeres. Cada mujer cuida, cultiva su propia chacra y yucas, conectándose con los ciclos de la luna para tomar las estacas y sembrarlas, se guía igualmente por las enseñanzas de su abuela y bisabuela, cuyo cuidado de la planta implica sus cantos y palabras diarias. Con esta yuca así cuidada, se prepara la chicha, y es la dueña de la chacra, de la yuca de la bebida, quién la ofrece a la comunidad, de manera que el sabor de cada chicha es particular, irrepetible, pues es de alguna manera, el mismo espíritu de la mujer que esta contenida en la bebida.
El Yaku Chaski Warmi, frase kichwa, que significa “Mujeres Mensajeras de los Ríos” como se denomina a este recorrido, surge de la decisión de las mujeres de posicionarse de la defensa de sus territorios y la necesidad del reencuentro con la Madre Tierra en que los cuerpos, la territorialidad y sabiduría, representa la sacristía existencial de los pueblos originarios, cuyo dimensión se excluye del dominante pensamiento colonial y áspero de las fuentes usuales.
La desconexión con el mundo infrahumano del capitalismo, nos llevo a trasladarnos por las vías permanentes de la historia de los mortales. Viajando por 45 minutos en avioneta para llegar a tierras de la nacionalidad Shiwiar; la lluvia, viento y destreza, amenizaban nuestra adrenalina, cautivándonos en un viaje como si se tratará al más allá, pero a una expedición por encontrar nuestras raíces.
Arribamos el jueves 25 de mayo, luego de avistar la espesa selva desde lo alto; una nutrida bienvenida de mujeres, infantes y ancianos, extienden sus manos y palabras tradicionales, de que estábamos en Kambantsa. Y del saludo oficial de Jorge Jimpikit, autoridad tradicional, se formalizaba esta rica historia emprendida por las ecologistas Ivonne Ramos, Margot Escobar y Ena Santi del territorio Sarayacú. Que luego se complementaria con la lideresa Shiwiar Rosa Gualinga y Edy Villamil liderer Kichwa, ambos guías de esta misión inédita.
Por lógica, los colores, idiomas y costumbres, los pueblos indígenas tienen un estructura de vida propio, que los aleja de la monótona visión impuesta por la educación formal, máxime, los medios masivos que parcialmente difunden a su conveniencia. Pero esta vez, de manera física, palpable y sentimental, nos entramos al claustro de la vida Shiwier. Que poseen la virtud de hablar tres lenguas el shiwiar, kichwa y castellano.
14 horas de convivencia fugaz, suficientes para enriquecernos, sanarnos y alegrarnos, nos conllevaron a configurar el modus vivendi shiwiar en que lo básico del diario vivir nos hace feliz, sin tanto tabú, metodología y tutorías. Kambantsa al igual que Panitza, fueron nuestra puerta de reinicio a nuestro pensar y actuar ante los retos que el desenfrenado mundo trasciende.
Durante esas horas, el compartir junto a la chicha de yuca y la gente color tierra, las lecciones se tornaban amenas, llenadas de encantos y cantos del viento que solapaban entre las gotas de agua y hojas de arboles nativos. Entre anécdotas, manifiestos, y la fuerza de las palabras, las denuncias se hicieron presente, ya que la amenaza extractiva, unos años atrás, al igual que ahora, se disfrazaba de mejoras para las poblaciones indigenas. Otra triste realidad, se apunta a la agenda de lucha de los pueblos de Abya Yala.
Y como de costumbre, el asecho, las políticas desarrollistas, no hacían las consultas a los guardianes de la selva, que genero un estado de alerta e incertidumbre, que a la posterioridad las comunidades Shiwiar, levantaban sus interrogantes para deshilachar por que sus tierras son valioso para el mercado industrial.
Y así luego de 3 horas, caminando por senderos verdes, pasando sobre riachuelos y avistando exóticas aves llegamos el 26 de mayo a Kurintsa. En donde también, las versiones sobre la imposición de pozos petroleros están por amenazar a tierras fértiles y ancestrales.
En esta ocasión, cuantitativamente se concentraba más habitantes a diferencia de las demás comunidades Shiwier. Con infraestructuras educativas en deterioro hasta en abandono, un centro de salud, que también servia de albergue para la radio comunicación entre la base aérea en la ciudad de El Puyo, así como entre las comunidades. Un centro común, que en el marco de la conmemoración del día de la madre, fue abarrotado por familias.
Entre la intervención de los visitantes, sus autoridades y representantes de la comunidad, se desenvolvió una agenda en la que se expuso los dilemas de la lucha territorial en nuestro continente, realidades del país, la importancia de las mujeres en la decisiones comunitarias y las necesidades urgente que requieren ser superadas debido al abandono del estado y paternalismo incrustado desde la década de los años 70.
Evidentes fueron las costumbres, sabores y aires de los indígenas de esta región ecuatoriana, que ante el enclave colonial mantienen sus prácticas ancestrales para la fortaleza de su vida espiritual, agradeciendo a la Madre Tierra los días comunes de trabajo, alimento y alegría. Sin embargo, notorias fueron las escenas, en que la acultura foránea ha invadido, como el patriarcado que ha sido un síntoma entre las buenas relaciones de las mujeres y hombres.
Este sentido, el Yaku chaski, tuvo la misión de conglomerar a las mujeres de las comunidades Shiwiar, para dialogar sobre su rol, sufrimientos, desafíos y propuesta colectiva de descolonizar a través de su participación, las decisiones parciales de su genero opuesto. Además se abordo, la necesidad de darle continuidad a este proceso liberador, junto a otras temáticas como la comunicación popular, el ecologismo, y los Derechos Humanos. Importante destacar que un grupo de mujeres Shiwiar, a posta por hacer uso de herramientas populares como la radio comunitaria y fotografía.
Enriquecedor fue este encuentro, oportuno para compartir la carne de guanta (conejo salvaje), danta (tapir), el macho de pescado (caldo) o allampaco de pescado y la bebida de maíz fermentada, tradición de nuestro ancestros que persiste entre las generaciones, que con las melodías de la Tsayandar (flauta) y tambor, alegran el compas de los presentes. Y sin determinar el tiempo que marca el reloj, despertamos en la madrugada del 28 de junio, para reiterar así como en todas las comunidades el ritual espiritual de la toma de la Guayuza. Y que esta vez tuvo un significado profundo por el Canto Nocturno interpretado por Alicia Choji, cuyas letras en shiwiar fueron dedicadas a su madre fallecida.
Posterior a la ceremonia sanadora, emprendimos nuestra travesía por los yucales y flores, que nos despedían de Kurintza para tomar 7 horas de camino hasta la comunidad de Tunguintsa. Y que de retorno fue otra experiencia atravesando el río Kurintza, que constituye otra arteria del río Amazonas. Infestado de pirañas, anacondas, y depredadores en extinción.
Largo trayecto, en donde no se ausentó el cansancio, la sed y desesperación por llegar a nuestro último encuentro tradicional. Y así junto a nuestro equipo de producción audiovisual, el sol y una sonrisa, la bienvenida de los tunguintsanos recibimos. No importó el color de la piel, la creencia y muchos menos la clase social para que reinará la convivencia para informar y formar sobre las luchas de los pueblos por la justicia y libertad. Y con pleitesía y en honor a nuestra tierra, la música, la chicha de maíz y yuca se desbordada entre brindis, ofrendas artesanales y agradecimientos de los lugareños. Nunca se ausento el arte culinario, que entre Mundiseh (gusano y palmito) o el palmito de chonta se acompañaba de alguna bebida frutal.
Cada pueblo nos sorprendió con sus notables cualidades tradicionales, sin embargo en Tunguintsa, el toque de misterio complemento esta vivencia, entre la magia del chamanismo y los sueños que pronostican un hecho, la cual en buen animo o no de quién lo transciende, se manifiesta de acuerdo a sus actos. Pero implorando a las buenas vibras, en la voluntad de promover mejores días, siempre los caminos reguardaron nuestro destino. Cuya bendición es obtenida por la solemnidad sagrada de la ayahuasca y el tabaco que conlleva a una mejor salud y abundancia para vivir.
Grandes retos de la nacionalidad Shiwiar están a la orden de la vida pública de Ecuador, máxime en el marco del extractivismo, manifestado en estudios y pruebas de petróleo, que representa un rubro en el producto interno bruto, desnaturalizando así, la especie humana de la tierra. Esta escena, en el carácter de los conflictos socioambientales de la región, se torna más compleja en ámbito político, ya que la seguridad jurídica y social, se deslinda de compromisos o acuerdos en materia de los Derechos Humanos. Que de igual forma, el carácter constitucional sobre los derechos de la naturaleza, queda desprendida, para darle paso expedito a su industralización.
Testimonios y denuncias de las víctimas de esta pruebas como de futuros afectados fueron atendidas en nuestro encuentro, ya que la exclusión y ubicación a distancia extrema de la administración de justicia, se convierte en un gran abismo sin esperanza para que estos megaproyectos se paralicen. Y aunque el convenio 169 de la OIT sobre pueblos indígenas y tribales, Ecuador lo ratifico, incumplidas están los preceptos que contemplan la vida y respeto a sus instituciones sociales, económicas, culturales y políticas tradicionales.
En justa y lógica forma de vivir de los shiwiar, sus creencias están representadas en el bosque, ríos y chacras (huerto). Y que sufrir las consecuencias de estos proyectos de hidrocarburos, su aniquilación será eminente por el abandono que el estado.
Y cumplida esta misión, las enseñanzas y experiencias de las mujeres organizadas en el Yaku Chaski Warmi, abren trocha para socializar con otras mujeres y pueblos, la lucha y esperanza contra el patriarcado y explotación de nuestra Madre Tierra. Talleres, encuentros, rituales y costumbres, fortalecieron la vida espiritual y sentimental de los asistentes, y en el que se reitero continuar la resistencia y lucha para que toda mujer tenga poder accionarse en la fuerza de la palabra y la defensa de su cuerpo y territorio.
Grandes desafíos persisten para las comunas indígenas a siglos del genocidio colonial, que junto al incumplimiento de la carta de los Derechos Humanos, el avasallamiento industrial mercantil se confunde pintada de verde. Y a distancia de la opulencia o quizás de la inmediata asistencia social, el ciudadano de cuatro murallas desconoce que futuro le depara a los primeros habitantes de América.
Y seguiremos, caminando sin perder la brújula como el 31 de junio que salimos del territorio Shiwier, para retornar y seguir arando el porvenir por los senderos de la yuca.
Escrito y fotografía: Olmedo Carrasquilla Aguila (2017).