El cambio de paradigma
Se entiende por paradigma el conjunto de experiencias, creencias y valores que determinan la forma en la cual el individuo ve e interpreta la realidad, su realidad; y la forma en que responden a esa percepción. Es un patrón o modelo de conducta heredada o aprendida.
El modo o patrón actual es el paradigma civilizatorio de la modernidad, al cual nos ajustamos desde el parto en medio de los estremecimientos, dolores, contracciones y gritos de la madre, lo que según Radrigáñez (Represión materna), es inducido, ya que el nacimiento debería ser sin dolor. Luego se sigue en el proceso de la escolarización (ver Iván Illich), donde las órdenes de los profesores son retransmitidas al cuerpo por la misma víctima en una acción auto-represiva psicosomática formadora de psique que hace de esa víctima un cómplice inconsciente del ordenamiento-domesticación civilizatoria, un manso cordero.
La escolarización es la antesala de la introducción del niño o niña en el orden civilizatorio, ya debidamente golpeado en su psique en el parto doloroso y encerrado en si mismo como adentrándose en una concha de caracol en lo que Radrigáñez describe como la base material del Yo, que no existe en las formas de vida comunitaria previas al patriarcado, responsable de la destrucción del común y de la disgregación en “sujetos Yo individuales” asociados en el nuevo paradigma individualista donde el patriarcado requiere como condición la fragmentación del sujeto común en muchos sujetos individuales, cada uno con un destino, sentido, intereses y etc. diferentes a los otros. Antes, el niño o niña salía del vientre materno y se incorporaba al vientre de la matria, el común, compuesto de las formas de vida comunitaria y su interacción con la naturaleza, lo que le permitía desarrollarse en armonía y equilibrio.
Además de ello, el patriarca ha quebrado la relación armoniosa y equilibrada con la madre tierra domesticando animales en la ganadería y vegetales en la agricultura, a diferencia del paradigma andino donde la agricultura y la ganadería seguían los ritmos y requerimientos naturales.
El patriarcado nace de la mano de estas dos aberraciones que destruyen la esencia de la especie humana: la ruptura del común y la ruptura con la madre tierra, que también es ruptura del común, por lo que decimos que el paradigma patriarcal responde a esas dos rupturas que no son rupturas epistemológicas, sino rupturas ontológicas, esenciales, materiales.
De allí surge la primera ideología de la historia que sucede a las cosmovisiones: la ideología del re-ligar, del re-atar los lazos desmembrados de la disgregación individualista patriarcal, pero esta vez en torno a la representación de la figura del patriarca, macho, barbudo y sentado en un trono como simbología del poderío señorial: la dominica potestas, la potestad de señorío.
Constantemente la historia nos ha enseñado que para sobrevivir, los grupos humanos se han debido separar de las prácticas patriarcales buscando aire para respirar: buscando los modos de expresar la libertad del instinto de la especie, la vuelta al común, a la madre tierra, al amor, al newen, a la ronda-vida de Gabriela Mistral, una de las pocas personas que supo entender la verdadera crisis del actual paradigma civilizatorio, por lo que se impone la re-lectura, interpretación y renovada difusión de su obra:
Las mujeres que eran atrapadas por los machos propietarios de las unidades productivas para servir únicamente a la tarea de reproducción, en este caso la producción del hijo propio, muchísimas escapaban con hijos, hermanos y otros hombres que no eran conquistados por el nuevo paradigma ni la nueva ideología religiosa, para instalarse en lugares inhóspitos y defenderse con armas en la mano, guerreras que fueron llamadas las amazonas.
Aún no hay acuerdo en la historiografía acerca de si Espartacus y los miles que iban con él irían a Europa a través de los Alpes o si se quedarían en los límites del Imperio Romano. El caso es que se trataba de comunidades multitudinarias con mujeres y niños que reproducían las formas de vida comunitaria de los lugares de donde habían sido secuestrados, básicamente territorios celtas, germanos y tracios, los dos primeros estudiados por Silvia Federici en la Edad Media, en el rol básico de la mujer en las formas de vida comunitaria y perseguidas por brujas para desmantelar el eje del común, sin embargo nuevas fugas dieron nacimiento a los bandidos de los bosques, montañas y mares, lugares donde el común se rearma y las comunidades siguen compartiendo la naturaleza y las vicicitudes, los altos y bajos de la vida y la resistencia contra los que buscaban carne de cañón para enviar a morir a las colonias o para vender su fuerza de trabajo en las nacientes fábricas sin obreros, sino llenas de campesinos y artesanos en proceso de proletarización, domesticación y disciplinamiento, proceso en el cual estos campesinos incendiaban las fábricas que les aprisionaban, ya que aún no entendían que era beneficioso para ellos dejarse arrebatar la plusvalía y permitir que sus hijos fuesen encerrados en los cuarteles y educados por militares en el proceso de escolarización-disciplinamiento del paradigma civilizatorio.
Las comunidades indígenas eran masacradas en todo el planeta o hechas prisioneras como esclavos o encomendados llevados en barco o en caravanas a los lugares de mayor rendimiento de la mano de obra, sin embargo el espíritu indomable del instinto libertario de la especie resurge estos últimos años empujado por el nuevo modo de acumulación del capital: el extractivismo acentuado, que produce fastuosas ingenierías de producción de energía, gigantescos puertos para trasladar descomunales contenedores en ciclópeos barcos de fabuloso calado transportando la savia, carne y sangre de la madre tierra a portentosas usinas que funcionan sobre la base de la tecnología desplazando la mano de obra y enviándola de vuelta al montón, a la marginalidad en las periferias de las ciudades, en tanto un pequeño margen de graduados universitarios son reclutados para hacer funcionar esta tecnología, bien pagados, buen status y con “sensibilidad social” votando todos ellos por la extrema izquierda como el Frente Amplio chileno, Syiriza griego, Podemos español y todas estas nuevas izquierdas que surgen en todos los países tras la crisis de la ideología del proletariado que ha permitido en gente honesta rescatar al Marx de la Comuna de París sacándolo de la expropiación teórica de la potencia social que hicieron sus seguidores que lo transformaron en icono con el “marxismo”.
El mismo Marx había hecho el cambio de paradigma como puede verse en su obra “La guerra civil en Francia” de 1872 donde relata y analiza los acontecimientos de 1871 de la Comuna de París y desde allí comienza a estudiar las formas de vida comunitaria, el común, las comunidades campesinas rusas, las comunidades de los países colonizados, etc. hasta dar forma a lo que llamó “modo de producción asiático”, que no responde al historicismo lineal que había seguido anteriormente y que permirió a la civilización moderna adentrarse por el camino del “desarrollo” donde algunos países se desarrollan a costa de los demás, haciéndoles creer que el desarrollo es el camino para todos.
El paradigma civilizatorio actual que está avanzando rápidamente a la catástrofe, no considera el carácter destructivo y depredador que conlleva, pues no puede hacerlo, ya que siendo la ganancia el motor y no la ética o la vida, se trata de un modelo bastante siniestro, puesto que además se acompaña de una ideología conformista, consumista y competitiva, que oscurece los fines y los medios haciendo creer que vamos bien cuando ya estamos orillando y equilibrándonos al borde del abismo.
De allí que el cambio de paradigma no sólo es urgente, sino que ya está resultando un poco tarde, aunque en Chile no se perciba tanto y más bien se esconde para alcanzar las empresas sus resultados y los partidos políticos los suyos, sin embargo si sembramos algunas medidas, podremos disminuir en buena parte sus efectos hasta re-alcanzar el equilibrio perdido. Señalaremos solamente algunas de esas medidas, ya que las otras podrán ser deducidas por los espíritus inquietos y honrados:
La crisis económica, venga por donde venga o con las causas que arrastre, significará dificultades o encarecimiento del abastecimiento de alimentos y medicinas, así como de transporte y traslado hacia las proximidades de los centros habitacionales. Tal vez haya escasez de combustibles. Por todo ello es sano y previsor multiplicar las huertas urbanas y barriales, así como mini-granjas urbanas, lo que además permitirá por ahora abaratar costos, la aproximación entre vecinos y recuperar los sentimientos de identidad, fraternidad, afecto y mancomunalidad de la familia del barrio o comunidad barrial. Y si junto a la huerta trabajamos el reciclaje y la energía alternativa, ya podemos hablar de un barrio autosustentable. Nada quita que sigamos utilizando la tecnología de comunicaciones. Ya esa forma de compartir el barrio significa nuevas relaciones humanas, sociales y comunitarias, es decir, se instala de facto el cambio de paradigma y el buen vivir.
Es posible que ante situaciones complejas puedan presentarse vacíos de administración pública o vacíos de poder, por lo que los mismos vecinos pueden realizar asambleas para seleccionar administradores locales por barrio que de preferencia sean rotativos y se conecten entre ellos para coordinar tareas en espacios comunes, por ejemplo en un cerro de valparaíso.
En situaciones difíciles, los partidos políticos tenderán a instalar formas organizativas que puedan ser dirigidas de arriba-abajo o coordinar barrios para poder dirigirlos desde la ideología y sus orgánicas para instaurar un modelo autoritario de administración local.
Si hablamos de situaciones extremas como lo que está sucediendo con los huracanes en el Caribe y Estados Unidos, no será fácil imaginar una fluida continuidad de los estudios escolares, por lo que podemos pensar en escuelas barriales cuyos contenidos y metodologías respondan a las necesidades locales. Lo mismo en el campo de la salud, por lo que puede pensarse en unidades de salud compuestas por profesionales, técnicos y colaboradores del barrio y sus inmediaciones.
Como conclusión provisoria, no podemos pensar en que tras una catástrofe o acontecimiento, tendremos que ir a agolparnos en algún lugar en espera de ayuda, sino más bien transformar el barrio en una trinchera de soluciones y respuestas, lo que además será una forma de cambio civilizatorio del buen vivir comunitario por donde se exprese la potencia vital del protagonismo autónomo de las formas de vida compartida, que tal vez estarían llegando algo tarde, por lo que tal vez sea prudente empezar ahora con el cambio de paradigma, antes de que terminen destruyendo el planeta todo.
En esa dirección estamos sembrando y podemos intercambiar ideas.
Jaime Yovanovic (Profesor J)
Departamento Social
Sindicato de Trabajadores de la Construcción, Valparaíso
unlibre@gmail.com