Ser revolucionario en el siglo XXI es ahorrar agua

Ahora los ambientalistas, ecologistas que estaban presentes en el debate sobre los nuevos paradigmas del desarrollo y que sus criterios no siempre eran tomados en cuenta por las autoridades y la sociedad, son escuchados por la comunidad con atención, pero creo que no tanto así por el Gobierno.



Ser revolucionario en el siglo XXI es ahorrar agua

martes, 03 de octubre de 2017

Ya cumplimos un año desde el inicio de la crisis del agua que se experimentó en todo el país, particularmente en la ciudad de La Paz. La respuesta gubernamental fue el nombramiento de nuevas autoridades y, al parecer, el inicio de algunos juicios. Las lluvias repusieron las “reservas” de agua. Ateos y creyentes dimos gracias a Dios por enviarnos esas gotas de agua desde el cielo.

La situación vivida aceleró la toma de conciencia ecológica por lo menos en 10 años. Ahora los ambientalistas, ecologistas que estaban presentes en el debate sobre los nuevos paradigmas del desarrollo y que sus criterios no siempre eran tomados en cuenta por las autoridades y la sociedad, son escuchados por la comunidad con atención, pero creo que no tanto así por el Gobierno.

Actualmente se difunden sus criterios. Algunas costumbres, como lavar los carros con manguera en la puerta de las casas ya no es una costumbre tan difundida. A las personas les preocupa la deforestación, así como la construcción de las represas en los grandes ríos del norte de La Paz o la carretera por el TIPNIS. La izquierda política se tiñó de verde, ahora ser político revolucionario es levantar las banderas del medioambiente, es proponer el respeto a la madre tierra, a la Pachamama. Ahora, son parte del lenguaje cotidiano los términos reciclar y reusar, así como el de reducir el uso del agua, y otros bienes que consideramos tener en abundancia.

De esta manera nos alejamos del paradigma industrialista de los años 40 y 50 que sustentaba que el desarrollo se conseguía a partir de la producción de bienes que antes importábamos. La sustitución de importaciones era la consigna, sin importar si las industrias que se instalen contaminen el medio ambiente o no. Sin embargo, nuestra economía se basa fundamentalmente en las actividades extractivistas (minería, hidrocarburos, etcétera), sectores considerados como grandes contaminadores.

Ahora, al parecer, en el país ha madurado la idea de impulsar un desarrollo amigable con el medioambiente. En la década de los 90 del siglo pasado muy pocas instituciones impulsaban estas ideas. Una de ellas corresponde al Centro de Promoción de Tecnologías Sostenibles (CPTS), que propone la Producción Más Limpia (PML). La Organización de Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (ONUDI) considera a la PML como la aplicación continua de una estrategia ambiental preventiva, integrada a los procesos, productos y servicios para aumentar la eficiencia global, y reducir los riesgos para los seres humanos y el medio ambiente.

Con la producción más limpia se impulsa el ahorro de agua, materias primas y energía, la eliminación de materias primas tóxicas y la reducción en cantidades, y toxicidad de desechos y emisiones. Hasta el año 2014, el CPTS asesoró a más de 200 emprendimientos de casi todos los sectores de la economía boliviana, constituidas sobre la base del concepto desarrollista; las mismas que ahora, podemos decir, se encuentran en transición hacia una producción amigable con el medioambiente.

Una muestra de 69 emprendimientos que comenzaron a implementar medidas de PML recomendadas por el CPTS, alcanzaron resultados impresionantes. Por ejemplo, se logró una reducción en el consumo de agua de 5,0 millones de m3/año, equivalente al consumo de agua de 2,4 meses de la ciudad de La Paz. Esto significa que la conciencia ecologista no sólo es patrimonio de unos cuantos ambientalistas, sino que también abarca a muchos empresarios.

La Organización Internacional del Trabajo comienza a impulsar el concepto de empleo verde asociado al empleo decente. Esta institución la define como empleos decentes que contribuyen a preservar y restaurar el medioambiente, ya sea en los sectores tradicionales, como la manufactura o la construcción, o en nuevos sectores emergentes, como las energías renovables y la eficiencia energética.

La producción de bienes que tienen el objetivo de satisfacer las necesidades de los seres vivos del planeta está transitando por nuevos senderos, con nuevas banderas. Es necesario que estos idearios estén presentes en los programas de desarrollo que se impulsa desde el Estado. Si no lo hacen, pasarán a engrosar las filas de los reaccionarios.

Rodolfo Eróstegui T. es experto en temas laborales.