Gira del CIG en Chiapas: la fuerza del zapatismo
Magdalena Gómez
La Jornada
Los pasados días 13 a 19 de octubre, se realizó la gira a los caracoles zapatistas, del Concejo Indígena de Gobierno (CIG) y su vocera María de Jesús Patricio Martínez, Marichuy. Fue el inicio del caminar del CIG por todo el país en el contexto del registro de su vocera como aspirante a la candidatura independiente a la Presidencia de la República para 2018. No abordaré los escenarios sobre la obtención de cerca de un millón de firmas de apoyo y el consiguiente registro de la candidatura. Importa destacar la fuerza que las comandantas zapatistas colocaron en sus discursos en los caracoles zapatistas y, no sólo eso, las y los miles de zapatistas que recibieron de manera festiva al CIG y su vocera en cada uno de ellos. Lo último que se puede pensar es en el zapatismo débil que las fuentes oficiales y oficiosas llevan años en pretender colocar. El acompañamiento al Congreso Nacional Indígena, al CIG y a su vocera, expresa, una vez más, la convicción zapatista por la lucha pacífica para horadar y derrumbar al muro neoliberal, que está amenazando a los pueblos con despojos inminentes. Lo cual sólo se puede lograr con organización y además, aclararon, no sólo con la significativa fuerza concentrada en la región zapatista. Esta convicción no es nueva en el EZLN, la experiencia inmediata anterior, para sembrar semillas en este sentido, fue la escuelita zapatista a la que acudimos miles de invitadas e invitados como sus alumnos y en la que colocaron su empeño para sistematizar su experiencia de construcción autonómica y compartirla. Le han seguido importantes seminarios a fin de preparar el terreno para sembrar el principio de la indispensable organización en nuestros espacios de origen. El proceso en curso, acompañando al CIG y a su vocera, no es ajeno a ese objetivo y a esa convicción.
Qué importante sería que se leyeran el conjunto de textos ubicados en la página de Enlace Zapatista, en ellos se observará que el zapatismo está colocando los problemas de fondo, que el llamado capitalismo salvaje amenaza a todos los sectores sociales ajenos a la clase política y de manera significativa a los guardianes de la tierra, los pueblos indígenas. Ofrecieron análisis impecables, tanto sobre la trayectoria histórica desde la llamada “conquista” y de su continuidad neocolonial, como de la construcción patriarcal y su expresión concreta en la situación de las mujeres indígenas. Las zapatistas saben de qué hablan y muestran orgullosas los triunfos que han logrado, con dignidad, desde sus comunidades. Le hablaron al CIG y a su vocera, como las hermanas mayores que son, y apuntaron con realismo que deben evitar la competencia entre ellos, y que muy probablemente encontrarán en su caminar actitudes de racismo producto de la ideología imperante y también algunas promovidas desde el gobierno, que bien sabe la amenaza que significan los pueblos organizados e independientes para sus proyectos e inversiones a nombre del capital trasnacional.
Entre el caleidoscopio de ideas fuerza que colocaron el CIG y su vocera destacan la cuestión del despojo promovido en nombre del “progreso”, mediante las reformas minera y energética, así como el impulso a obras de infraestructura. Asimismo, colocaron en el centro, la necesidad de la organización, desde abajo y a la izquierda, de los más diversos sectores, insistiendo en que la unidad y la articulación son la clave para lograrlo.
En el proceso para lograr el registro de Marichuy como candidata independiente a la Presidencia de la República caminan dos procesos simultáneos: la agenda de la organización de los pueblos y los recorridos por todo el país que ya enfrenta obstáculos para recabar firmas con la aplicación informática del Instituto Nacional Electoral (INE), mismos que ya han sido denunciados por la asociación Llegó la Hora del Florecimiento de los Pueblos. Por otra parte, se desarrolla la promoción directa para la obtención de firmas en espacios urbanos, en sectores no indígenas, estudiantes, maestras y maestros, trabajadores, entre otros, que teóricamente pueden superar las barreras de la “democracia elitista y digital” del INE .
Difícil la previsión de los resultados, pues organizarse en tiempos electorales implica que los pueblos y sus comunidades se deslinden de los tradicionales “acuerdos”, que en algunos de ellos se toman en estos tiempos para obtener promesas de apoyos, que, entre otras cosas, implican un compromiso comunitario en torno al sentido del voto. Este fenómeno tampoco es ajeno en el medio urbano por conducto de organizaciones de distinto tipo y es el caldo de cultivo para el accionar de los partidos políticos.
Un tema que será importante destacar es el relativo a la noción de tiempo-historia. La insistencia en que se derribará el muro capitalista hace suponer que es una propuesta posible de alcanzar en el cortísimo plazo electoral a 2018. Habrá que encontrar el equilibrio entre los planteamientos estratégicos y los pasos inmediatos para lograrlos.